Por Alejandro Oleg Quintana.-

Hoy el escenario político nacional es muy distinto del que teníamos hace apenas unos días, digamos hasta el mismo 25 de octubre. El oficialismo daba por descontado un triunfo en la Provincia de Buenos Aires de la mano de su candidato Aníbal Fernández y tenía mucha confianza en lograr lo mismo en las presidenciales con Daniel Scioli, o en el peor de los escenarios, ir al balotaje sacándole una diferencia a su contrincante de 8 puntos.

¿Qué pasó? ¿Qué falló? Porque ni los encuestadores pudieron acercarse al resultado que terminaron arrojando las urnas.

Sobre las encuestas ya se ha hablado mucho, pero estaría bueno analizar qué pasó en las filas del kirchnerismo para encontrarse hoy ante una situación tan adversa.

Anteayer tuvo lugar el primer debate presidencial de cara a un balotaje en la historia de nuestro país. Más allá de la importancia institucional que ha tenido, no ha dejado demasiada tela para cortar. Fue más o menos lo que se esperaba, con un Scioli enérgico y utilizando la estrategia de atacar a Macri, y éste último con una postura más cauta, en algún momento ofensiva, con la perlita final del tan hablado beso de Mauricio, pero no mucho más. Para muchos analistas políticos, si hubiese sido una pelea de boxeo, el candidato de Cambiemos ganó por puntos.

Pero hubo algo que fue lo que más me llamó la atención en el debate, y fue la insistente negación por parte de Scioli del espacio al que pertenece, el kirchnerismo. Es claro que es parte de una estrategia para captar el voto por fuera de su espacio, pero ¿esto sirve estando tan pronto las elecciones? ¿Es realmente la gente tan ingenua para creerlo? ¿Cuál debería haber sido la estrategia de Scioli desde el día uno?

Después de pensar un buen rato, llegué a la conclusión de que los dos factores más importantes que pueden llegar a influir en una posible derrota de Scioli fueron justamente él y Cristina. Esto no quiere decir que haya que sacarle méritos al Frente Cambiemos, pero, sin lugar a dudas, sus peores enemigos fueron los internos.

Scioli cometió el gran error de relegar el armado de todas sus listas de candidatos, la elección de su vice, no pensar en un sucesor en la Provincia de Buenos Aires y creerse el ganador antes de tiempo. Cristina, en decidir sus candidatos por ideología y afinidad por ante las posibilidades concretas de ganar, mostrando una ceguera propia de quien ha manejado tanto poder durante mucho tiempo; además de marcarle la cancha constantemente con cadenas nacionales o mediante sus voceros, dando a entender quién manda y seguiría mandando en ese espacio.

Scioli trató de caminar toda su campaña por una línea delgada, muy delgada, en la cual se reconocía kirchnerista, pero por otro lado se mostraba distinto, asumiendo que sería él quien conduciría el “Proyecto”. Con todas las dificultades que esto le trajo, lo supo llevar más o menos bien hasta el día del debate, donde en más de una ocasión pidió que no se lo confundiera a él con el gobierno kirchnerista, que “no se confunda el gobierno actual, que termina el 10 de diciembre, y el que empezaría con él, el 11”.

El candidato presidencial del Frente para la Victoria, con su candidato a vicepresidente Carlos Zannini, que fue vicepresidente de Néstor Kirchner, gobernador por dos mandatos en la Provincia de Buenos Aires, compartiendo lista para sucederlo con Aníbal Fernández, y con su primer candidato a diputado nacional Axel Kicillof… en este debate me enteré que al final no era kirchnerista.

Sin duda se metió en un laberinto complicado, donde tiene propia responsabilidad por entrar, pero donde también fue acompañado con una palmadita en la espalda y un aliento al oído de su gran mariscal.

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