Por Elena Valero Narváez.-

Ni la libertad económica ni las libertades políticas se dan porque sí, ni la respetan ni la quieren todos, los derechos inalienables a la vida, la libertad y a la búsqueda de la felicidad no están a cubierto de la mala praxis de los gobernantes.

La historia muestra una lucha permanente en procura de esas libertades o en defensa de las mismas. La libertad es constantemente atacada por fuerzas regresivas, como lo prueba el hecho de que aún, en países desarrollados, se tenga que discutir sobre la libertad económica. Es considerada causa de explotación y privilegios, no solo por socialistas, sino por personas que influenciados por su prédica, creen que defienden sus intereses individuales identificándose con los bienes de la colectividad.

Cristina Kirchner intentó gobernar con una filosofía política que no asegura las libertades individuales y la dignidad de la persona humana.

La ciudadanía, en general, se asustó ante la desprotección de los derechos individuales, porque el avance de su gobierno y el crecimiento de la burocracia estatal, debilitó la administración de justicia, despojándola de idoneidad y eficiencia. Creó privilegios injustificados entre particulares, subsidiando, sin justificación alguna, los negocios de los amigos del poder. Debilito aún más a los partidos políticos y al Congreso, por lo cual, terminaron teniendo poco peso, desnaturalizado su funcionamiento. Estuvimos a merced de una dirección equivocada donde el Estado absorbió recursos de los privados volcándolos a actividades improductivas, en muchos casos minados por la corrupción. Agregó al control de precios, el cepo cambiario y el control de importaciones. El resultado fue estancamiento económico, decadencia cultural y debilidad institucional.

Cristina Kirchner no es una opción para mejorar la República ni la economía. Con su política, la vida quedará reducida a un nivel indigno, si pensamos en un país tan rico en recursos como es la Argentina.

Por otro lado, de los distintos sectores peronistas en competencia, no se escuchan más que generalidades, y críticas. Son especialistas en diagnóstico pero no en soluciones, sin fundamentos teóricos y prácticos que orientes futuras acciones de gobierno. Hay crisis de dirigentes: no plantean ante la opinión pública soluciones. Es así que a pocos meses de las elecciones no aparece una alternativa viable al Gobierno del presidente Macri.

La gente que votó por Cambiemos, lo hizo considerándolo como la expresión de una voluntad de cambio hacia la consolidación de una democracia, de remoción de algunas de las bases del poder corporativo, de una actitud de tolerancia a la prensa y de ataque a la corrupción.

El presidente Macri creyó que con un cambio de Gobierno que respetara las instituciones, diera valor a la justicia consolidando una democracia política y con una actitud proclive a la convivencia, dando pasos hacia la revalorización de una Argentina moderna, civilizada, volcada hacia los países democráticos y desarrollados del mundo, bastaba para mejorar. Pero, no acertó con la dirección económica. Olvidó que la libertad política debe ir ligada a la libertad económica. No avanzó con las reformas estructurales para cambiar el sistema estatista y dirigista, donde el sector público había avanzado sobre el privado. Los inversores retacearon su participación en la creación de riqueza. Quedaron en la gatera esperando, en vano, por los cambios que hicieran de la Argentina un país viable, donde invertir y prometiera saldos favorables.

El aumento del gasto público provocó la elevación de los impuestos para financiarlo, y la inflación, su consecuencia tan temida.

Las vacilaciones y el fracaso en materia económica del gobierno actual, se debieron a que se pretendió actuar sobre los efectos, y no sobre las causas de los problemas que heredó del gobierno anterior.

Los índices de inflación que están poniendo en peligro la reelección del presidente Macri, se pretenden bajar controlando precios. La gente no responde con entusiasmo a las medidas, sabiendo de antemano, que tratar de asfixiar artificialmente la inflación con esos métodos no ha dado resultado en el pasado. Ya se probó nacionalismo sectario, estatizaciones, intervención del estado en toda la actividad económica, intromisión de los funcionarios en los precios, en los salarios, en las cuotas, líneas de créditos a ciertos sectores y control de cambios. Las recetas intervencionistas que se aplicaron en variadas oportunidades en 70 años, siempre dieron un resultado adverso.

Mauricio Macri debería cambiar su estrategia ante las próximas elecciones. Proponer un plan global para cambiar la situación, que inspire confianza, basado en el liberalismo, doctrina que se basa en la limitación del poder, con el fin de evitar arbitrariedades que menoscaban los requisitos del mercado y su marco institucional. Un plan que no se agote en la libertad política, que se juegue por crear las condiciones para atacar la inflación y recibir inversiones, sin las cuales no hay generación de riqueza. Provocar confianza en el futuro y las motivaciones racionales que inducen a las personas a ahorrar e invertir.

Los liberales tienen mucho que ofrecer en los próximos años. Sus ideas habitan en la calle, la prensa y hasta en el teatro. Desde políticos y economistas prestigiosos hasta jóvenes apasionados están dando batalla, cada uno a su modo, para que triunfen las ideas de libertad, respeto a los derechos civiles, y por el ámbito de seguridad jurídica que necesita una economía capitalista basada en la propiedad privada y el mercado. Basta recordar, que nuestro país cuando congenió con ideas liberales, en el período de 1870-1913, creció a tasas más altas que la economía mundial. Superó a los países europeos Francia, Alemania, Gran Bretaña, entre otros. Y a EEUU, Canadá, y Australia.

Hay varios partidos en formación, además de la UCEDE, en proceso de convertirse en partido nacional. Creo en la necesidad de crear un frente político liberal unificado para obtener mejores resultados.

Faltan varios meses, debemos esperar para conocer quiénes serán los candidatos a los cargos que ofrece el mercado del voto. El año electoral, recién empieza… Hasta ahora la opción es contemporizar con la mediocridad o con el autoritarismo.

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