Por Hernán Andrés Kruse.-

El polémico fallo del 2×1 provocó un rechazo que se tradujo en una multitudinaria manifestación que copó la Plaza de Mayo y adyacencias. Cientos de miles de personas se concentraron en la histórica Plaza (y en diferentes partes del país) para exteriorizar su repulsa por el fallo de la Corte Suprema que habilitó el 2×1 para facilitar la liberación de los militares condenados por delitos de lesa humanidad. Horas antes el Senado había sancionado la ley que busca frenar la sentencia, lo que provocó alivio en los organismos de derechos humanos. Al finalizar el acto los organizadores calcularon en 500 mil el número de personas que se movilizaron. Lo notable fue que mucho antes de que arribaran las columnas organizadas, la Plaza estaba ocupada por numerosos independientes, por gente que decidió asistir por su cuenta y que contaba con el correspondiente pañuelo blanco entregado por distintos puestos de distribución mientras marchaban a la Plaza. El encuentro Memoria y Verdad (integrado por el Serpaj, la Asociación de ex Detenidos y Desaparecidos, Ceprodh, Liberpueblo y diversas organizaciones sociales) arribó al lugar por Diagonal Norte, seguido por fuerzas de izquierda. Se destacaron las presencias de Adolfo Pérez Esquivel, María del Carmen Verdú (referente de Correpi), Nilda Eloy (sobreviviente) y la hija de Rodolfo Walsh, quien señaló: “Recién se convirtió en ley en 2015 (un proyecto de ley de su autoría para prohibir las amnistías) cuando lo retomó el diputado Horacio Pietragalla, que prohíbe los indultos, amnistías y la conmutación de penas a los genocidas”. Por su parte, el FPV y otras fuerzas políticas ingresaron por la otra Diagonal, mientras que las organizaciones sociales, sindicales y estudiantiles lo hicieron por Avenida de Mayo.

En el escenario había una leyenda en letras gigantes que rezaba: “Ningún genocida suelto. Señores jueces: nunca más”, en alusión al histórico cierre del juicio a las Juntas. Cerca suyo flameaban banderas rojas, celestes y blancas. Una extensa bandera con los rostros de los desaparecidos atravesaba la Plaza hasta llegar al escenario. El acto fue conducido por dos miembros de la organización H.I.J.O.S, Carlos Pisoni y Amy Rice Cabrera y al comenzar se escuchó el tema “La memoria”, de León Gieco. Luego comenzaron a subir al escenario varios artistas, científicos y periodistas, mientras era leído el siguiente texto de Fito Páez: “Queremos escuchar la opinión de Mauricio Macri. Una semana en silencio es una eternidad. Sigan con el Twitter y mirando encuestas”. Se hicieron presentes los artistas Rita Cortese, Horacio Fontova, Luis Puenzo, Julia Zenko, Cristina Banegas, Mauricio Kartun y Víctor Heredia; y los sindicalistas Sonia Alesso, Roberto Baradel, Eduardo López, Hugo Yasky, Francisco “Barba” Gutiérrez, Sergio Palazzo, Víctor Santa María y Juan Grabois. Subieron también los miembros del CELS, de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, H.I.J.O.S. Capital, APDH, MEDH, Liga Argentina por los Derechos del Hombre, Fundación Memoria Histórica y Social Argentina, Asociación Buena Memoria, Comisión Memoria, Verdad y Justicia zona Norte y Familiares y Compañeros de los 12 de Santa Cruz.

Taty Almeida fue la primera oradora. “Esta vez no vamos a decir “gracias por acompañarnos”, porque todos los que estamos acá es porque repudiamos la decisión de la Corte. Estamos acá celebrando porque el pueblo unido, jamás será vencido”, manifestó. Relató que la propuesta de los pañuelos tuvo su origen en las redes sociales: “Estamos todos juntos con ese pañuelo blanco que es lucha y que no afloja”. Y agregó: “Los organismos de derechos humanos decimos nunca más a la impunidad, nunca más torturadores, violadores, apropiadores de niños. Nunca más privilegios para los criminales de lesa humanidad. Nunca más terrorismo de Estado. Nunca más genocidas sueltos. Nunca más el silencio. No queremos convivir con los asesinos más sangrientos de la historia” (…) “El miércoles pasado la Corte aprobó por mayoría el vergonzoso fallo, que abrió la puerta a la impunidad. Al día siguiente del fallo, los abogados de los represores se agolpaban en los tribunales para pedirle privilegio para sus defendidos”. Luego hizo uso de la palabra Nora Cortiñas. “Voy a empezar con una inspiración que tuve estos días: por los niños que fueron entregados a familias desconocidas, por los que fueron arrojados vivos al mar, ¡queremos justicia!”, arengó. “Hasta hace una semana era indiscutible que esta ley no regía para los delitos de lesa humanidad que no son delitos comunes, no prescriben y no son amnistiables. La Corte Interamericana de Derechos Humanos niega la posibilidad de aplicar beneficios como el 2×1 a estos crímenes”, advirtió. Finalmente, expresó: “Los genocidas, a 41 años del golpe, siguen sin confesar el destino de nuestros hijos y nietos”. Por su parte, Estela Carlotto advirtió que “afortunadamente, la sociedad ha reaccionado con firmeza. Numerosos jueces han rechazado los pedidos de reducción de penas. Hoy los legisladores aprobaron una ley que busca frenar la aplicación del 2×1. Necesitamos que los representantes de los tres poderes escuchen el reclamo de esta Plaza y hagan las gestiones para dar vuelta este fallo antidemocrático y pro dictadura”. “Los organismos de derechos humanos no estamos solos. Acá está el pueblo: un pueblo más sabio para resistir los embates que nos retrotraen a un pasado siniestro”, concluyó (fuente: Werner Pertot, “Un rechazo que se convirtió en inmensa multitud”, Página/12, 11/5/017).

En su edición del 11 de mayo, Página/12 publicó un artículo de Luis Bruschtein titulado “No entienden”. Sus párrafos salientes son los siguientes: “Como la convocatoria se hizo en pocos días, la movilización fue prácticamente espontánea” (…) “Pero la inmensa mayoría llegó ayer por la propia, con cartelitos hechos a mano” (…) “Mucha gente, se escuchaba poco a los oradores y no se veía nada. O sea, un éxito total. Un acto casi sin organización, convocado en pocos días, reunió una verdadera multitud. Esta muchedumbre hacía imposible desplazarse de un lugar a otro” (…) “Se pueden hacer comparaciones. En los actos del oficialismo no hay columnas, pero igual son ordenados porque son menos, tienen menos manifestantes. Ayer, la espontaneidad hacía que todos se apretaran cada vez más, porque todos se movían, querían ir de un lado a otro y eran decenas de miles. En otros actos, los manifestantes van a escuchar atentamente a los oradores. En este caso era prácticamente imposible para los que no estaban adelante” (…).

“La multitudinaria concentración fue una suma de catarsis personales. Desde la dictadura y a través de toda la transición democrática, los derechos humanos han ido tejiendo una relación intensa con una franja muy amplia de la sociedad en la que cada quien tiene su propia historia, su propia sensibilidad y su propio vínculo. Más que en lo profundo, son temas enraizados en lo más íntimo. Es una relación difícil de entender, pero tan obvia que si no existiera no se hubieran logrado ninguno de los grandes avances que se alcanzaron a lo largo de todos estos años con la constancia y el valor de los organismos de derechos humanos” (…) “La vieja Argentina conservadora y pro milica estuvo ajena a ese proceso. En los primeros años de democracia se resignó a ceder ese espacio. A partir de los levantamientos carapintada, la reacción fue cada vez más visible en los medios tradicionales que comenzaron a ocultar las actividades relacionadas con la defensa de los derechos humanos para dar lugar a los defensores de los represores. Poco a poco la exigencia de terminar con la revisión del pasado y con las políticas de memoria, verdad y justicia se fue convirtiendo en el reclamo abierto de la reacción conservadora y los medios corporativos” (…) “el núcleo duro del PRO, que proviene de sectores que siempre se opusieron a los reclamos de los organismos de derechos humanos, no entiende esa relación que se ha ido gestando en estas décadas. Ni siquiera puede concebirla, y entonces tampoco puede explicar los avances ciudadanos en ese terreno porque se limita a ver a los derechos humanos simplemente como una revancha de los guerrilleros sobrevivientes contra los militares” (…) “Ese malentendido mandó a la Corte al holocausto. En un solo acto, perdió más credibilidad de la que alguna vez había logrado con la recomposición que impulsó Néstor Kirchner. El Gobierno desgastó gratuitamente una pieza fundamental de su arquitectura de poder” (…) “La dictadura no hizo ningún bien y menos en la famosa “lucha contra la subversión”. Por el contrario dejó heridas muy profundas. De ellas surgió la lucha por los derechos humanos y desde allí se acentuó su influencia en la construcción de esta democracia. Los que piensan que los juicios son una revancha es porque piensan que la dictadura hizo algo bien Y mientras piensen así nunca podrán entender la importancia que tienen los derechos humanos para una sociedad atrozmente vejada por esos represores”.

En su edición del 11 de mayo, La Nación publicó un editorial titulado “Populismo judicial”, en la que tilda de irresponsable y temeraria la pretensión de algunos de sentar en el banquillo de los acusados a los tres miembros de la Corte que fallaron a favor del 2×1 en el caso Muiña. Dice el mitrismo: “Debe lamentarse profundamente que, tras el fallo de la Corte Suprema de Justicia que benefició a un condenado por delitos aberrantes, haya quienes absurdamente pretenden imputarles el delito de prevaricato a los tres magistrados de ese tribunal que fueron artífices de la sentencia. El fiscal Guillermo Marijuán ha estado lejos de actuar con responsabilidad al hacerse eco de una denuncia del abogado Marcelo Parrilli contra los jueces Elena Highton de Nolasco, Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz, quienes resolvieron computar por dos el tiempo que Luis Muiña permaneció detenido con prisión preventiva, sin sentencia firme” (…) “Corresponde recordar que la llamada ley del “dos por uno” fue sancionada en 1994 y, luego de numerosos cuestionamientos, compartidos editorialmente por la nación, fue derogada en 2001. Con el voto mayoritario de tres jueces, la Corte dispuso días atrás que a Muiña podía dársele por extinguida su condena, en función de aquella norma, por la aplicación del principio de la ley más benigna a favor del acusado. El fallo señaló, además, que este principio debía aplicarse a todos los delitos, aun cuando fueran de lesa humanidad”.

“En sus votos, los jueces Highton de Nolasco, Rosatti y Rosenkrantz justificaron su decisión en que el Congreso, al sancionar la ley del “dos por uno”, no había excluido de sus beneficios a los condenados por delitos de lesa humanidad. El propio Rosatti expresó que si el Poder Legislativo no previó un régimen diferenciado para los autores de determinados delitos, no lo podía establecer él como juez, por cuanto estaría invadiendo la esfera del legislador y violentando la división de poderes. En igual sentido, los otros dos magistrados firmantes de la sentencia destacaron los alcances del artículo 2 del Código Penal, según el cual “si la ley vigente al tiempo de cometerse el delito fuere distinta de la que exista al pronunciarse el fallo o en el tiempo intermedio, se aplicará siempre la más benigna” (…) “Puede sostenerse, así, que el fallo de la Corte en el caso Muiña se apoya en principios constitucionales y en la estricta aplicación del Código Penal, en tanto los tribunales judiciales no pueden negar a algunos lo que debe otorgarse a otros”.

“La veloz aprobación por parte de la cámara de Diputados y por el Senado de la Nación de una llamada ley “correctiva” o “aclaratoria”, tendiente a establecer que el procedimiento del “dos por uno” no es aplicable a delitos de lesa humanidad, genocidio y crímenes de guerra”, no hace más que darles la razón a los tres miembros de la Corte que actuaron como lo hicieron en el caso Muiña” (…) “Intentar sentar en el banquillo de los acusados a tres integrantes de la Corte que actuaron con valentía y auténtica independencia respecto del poder político y de algunas corrientes de opinión pública representa una actitud tan reprobable como temeraria y propia de lo que podríamos caracterizar como una suerte de populismo judicial”.

En la misma edición, La Nación publicó un artículo de Carlos Pagni titulado “Solución rápida, discusión abierta”. Sus párrafos salientes son los siguientes: “Desde que la civilización occidental se abrazó al Estado de Derecho, uno de cuyos fundamentos es el reconocimiento de garantías para quien son sometidos a proceso, las sociedades se enfrentan a menudo a una contradicción entre política, moral y orden jurídico. La Corte Suprema, con el caso Muiña, plantea ese dilema” (…) “Mauricio Macri expresó ayer la posición de su gobierno: “Siempre estuve en contra del dos por uno, sobre todo en delitos de lesa humanidad”. Macri se aferró a la estrategia del ministro de Justicia, Germán Garavano” (…) “Estas idas y venidas confirman que la Casa Rosada carece de un canal de comunicación con la Corte que le habría permitido prever lo sucedido. Un déficit que el oficialismo presenta, es obvio, como un mérito”.

“Macri y Garavano intentaron disimular el centro del problema. Lo que está en discusión no es el beneficio del dos por uno, sino un principio mucho más universal: el que establece que los condenados tienen derecho a que se les aplique la ley penal más benigna. Aun aquellos que cometieron crímenes de lesa humanidad. Esta regla fue adoptada por la normativa humanitaria a nivel internacional. Y fue recogida por el artículo 2 del Código Penal” (…) “Los ministros Elena Highton, Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti se ciñeron a este encuadramiento. Y volvieron a demostrar cómo la aplicación estricta de la ley puede desatar un escándalo moral” (…) “Elisa Carrió lo formuló de la mejor manera en su discurso de anteayer en la cámara de Diputados: se trata de administrar justicia, no de ejercer una venganza. Los jueces de la mayoría se refirieron a este criterio con sus votos” (…).

“Para salir de la encerrona moral y política, algunos legisladores del oficialismo, como Federico Pinedo y Pablo Tonelli, imaginaron una ley que fijaría una interpretación restrictiva del dos por uno: sólo se aplicaría a quienes, mientras estuvo vigente la ley, estaban bajo prisión preventiva. En el caso de violadores de los derechos humanos ese universo se reduce a cero. Pinedo y Tonelli fueron desbordados por un grupo de diputados encabezado por Héctor Recalde, Victoria Donda y Remo Carlotto, capaz de componer una mayoría en torno de un proyecto más audaz, inspirado en el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). La iniciativa era parecida a la que ayer se convirtió en ley. Incorpora la idea de los dos legisladores de Pro en el artículo 2, pero después de establecer que el cómputo del dos por uno no es aplicable a criminales de lesa humanidad” (…) “el Congreso prestó un servicio a la mayoría de la Corte. Si hacía falta una nueva ley para regular el dos por uno en casos de lesa humanidad, quiere decir que Highton, Rosenkrantz y Rosatti se amoldaron al corpus jurídico vigente” (…) Más allá de estas especulaciones (políticas), es muy probable que Carrió haya tomado nota de que, en un tema muy relevante, Lorenzetti quedó en minoría. Es un detalle significativo en la sorda batalla por la Corte”.

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