Por Elena Valero Narváez.-

“Ante el más encumbrado gobernante, el país es siempre el soberano”, J.B. Alberdi.

Mauricio Macri ya es presidente de los argentinos. No es casualidad. En 1983, la vuelta a la democracia y el triunfo del presidente Alfonsín -quien derrota a su rival peronista Ítalo Luder- mostró un cambio en la cultura política de no pocos argentinos, que había sido tantos años, casi medio siglo, de corte netamente populista. Hubo signos de cambio: durante su presidencia se hablo de privatizar Aerolíneas Argentinas, empresa que hacía perder al Estado cifras millonarias. Eso, hubiera sido imposible años atrás, cuando la sola mención a capitales extranjeros era mala palabra y. sobre todo, si provenían de países “imperialistas”.

Carlos Menem, no importa si por convencimiento o pragmatismo, dio un giro de 180 grados a la política peronista ortodoxa. Se animó al cambio, tal vez alentado por hechos de enorme trascendencia, como la caída del Muro de Berlín y el fracaso de políticas socialistas, no solo en la URSS, sino también, en los países del Tercer Mundo. Sumaba -tal como sucedía en España- el abandono de esas ideas en gobiernos que se decían socialistas pero que implementaban medidas de suave matiz liberal. Lo cierto es que le dio con su política un golpe demoledor al peronismo histórico. Éste se había colado, también, en el Ejército, la Iglesia, la UCR, el Socialismo y sus variantes, el sindicalismo, la Universidad, y el periodismo, entre otros sectores. Los Kirchner intentaron durante 12 años resucitarlo estatizando, provocando conflictos con los países democráticos capitalistas, volviendo a una relación directa entre el Ejecutivo y la masa popular, y otra vez, con un modelo económico autárquico-populista que agrandó el Estado con un costo social insoportable.

Desde la crisis del 2001 2002 la Argentina que deseaba Alberdi republicana, representativa, y federal, dejo de ser una aspiración. Diputados y senadores no respondieron a quienes los votaron en las provincias, fueron empleados del kirchnerismo. Así fue como Cristina Kirchner entregó el Gobierno con el doble de pobres que había cuando asumió.

El flamante presidente de Centro, como se define Macri, es resultado de que una buena parte de la sociedad ha aprendido y por ello se resiste a los gobiernos autoritarios, dirigistas y populistas. La mayoría de los líderes políticos radicales y peronistas, incluso sindicalistas ya no son los de antes.

El Presidente dijo que necesitaba saber cómo había dejado a la Argentina el anterior gobierno, para poder explicar como se iba a mover. Tiene razón, nadie sabe adónde va si no sabe de donde viene. Luego vendrá el tiempo de buscar las soluciones a los problemas y los medios con los cuales se intentará alcanzar el éxito. Esperemos que pueda tener una respuesta favorable de buena parte de la sociedad, ya que el poder político tanto más puede hacer, cuanta más adhesión voluntaria recibe.

Tenemos el marco normativo adecuado, la Constitución. Falta imponer respetarla y lograr estabilidad institucional e infraestructura para un nuevo despegue. Disminuir, con docencia, las ideas nacionalistas, autárquicas y autoritarias que ha predicado durante 12 años el Gobierno saliente. El intervencionismo económico colocó a la economía bajo la dirección de la política y del Estado.

Si los medios de producción regresaran a los empresarios privados, no ligados al Estado, habría un círculo virtuoso: menos injerencia estatal, menos crecimiento de fuerzas arbitrarias, más democracia.

Cuando Macri propicie el desarrollo y diversificación de los mercados, notaremos que se incrementará la participación de la gente en los bienes que producirá la propia sociedad.

También aumentarán los grados de libertad, eso es bienhechor. En democracia se pueden cometer errores pero es posible corregirlos gracias a la crítica racional y sobre todo porque no se le teme a quienes gobiernan. Como bien dijo Juan Bautista Alberdi: “Respetar la libertad del que aplaude al Gobierno, es un respeto que florece hasta en los gobiernos mas tiránicos del Asia, respetar la libertad del que ataca es un respeto que solo conocen (…) los gobiernos libres.”

Es cierto: la oposición después del Gobierno es la condición más elemental de la paz, impide el abuso. Nunca terminamos de aprender, la vida es un proceso de aprendizaje, por ello necesitamos defender la democracia. Si se equivoca el Gobierno, habrá quienes puedan mostrarle los errores y proponerle soluciones alternativas dentro del Estado de Derecho que permite la existencia de un sistema de partidos y opinión publica institucionalizada.

El gran desafío que tiene Mauricio Macri es convencer con sus propuestas innovadoras a quienes aún responden a componentes ideacionales estatistas, distribucionistas, de autarquía económica y de aislamiento internacional.

Soy optimista, porque tanto gobernadores como intendentes y sindicalistas, están viviendo en carne propia las consecuencias de las políticas kirchneristas. Es muy posible que acompañen el cambio, sobre todo si viene, como parece, dentro de un clima de diálogo permanente. Las declaraciones del Presidente, luego de la campaña, son auspiciosas. Su política va dirigida hacia el respeto por la comunidad internacional, la desregulación económica, la reinserción del país en la estructura mundial de intercambios de bienes y capitales, y en el mejoramiento de la infraestructura y la seguridad jurídica. Tal como el mundo civilizado. ¡Que los dioses lo acompañen!

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