Por Hernán Andrés Kruse.-

En su edición del 15 de mayo, Página/12 publicó un artículo de Mempo Giardinelli titulado “El nuevo dilema, mirando a octubre”. Sus párrafos salientes son los siguientes: “En los mentideros se notan ya los hervores, de cara a octubre. Ofertas y descartes de nombres son típicos de estas temporadas. En este caso, con buenas dosis de paciencia, realismo y frío análisis, aunque también con zarpados y disolutos operando, como siempre, entre luces y sobras. Como sea, se notan algunas saludables coincidencias, como la de ser conscientes de que en octubre se juegan cosas demasiado importantes” (…) “Las coincidencias-también en otras mesas, otros ámbitos-son varias: a) todo el kirchnerismo mira hacia Cristina con ansia y apuestas parejas entre quienes afirman que será candidata y los que ídem que no; b) todo el kirchnerismo parece resignado a obtener dos diputados (tres en el mejor de los casos) en la CABA, y malician que Carrió y el macrismo podrían superar el 60 por ciento de los votos; c) y todos miran a la Provincia de Buenos Aires con más deseos y esperanzas que certezas matemáticas”.

“Tales especulaciones y conductas no dejan de ser lógicas, particularmente desde que la marcha de 25 mil personas de los barrios ricos de la Capital hizo pensar al macrismo que su gobierno y sus negocios son para siempre. De ilusiones vive cualquiera, está claro, y ningún sector se priva de tenerlas. Sobre todo cuando es evidente -al menos lo dicen todas las encuestas- que en la Provincia, donde para muchos se librará “la madre de todas las batallas”, el Gobierno contaría con el apoyo macizo de una cuarta parte de las voluntades, o sea ese país que siempre fue sólo folklóricamente argentino porque le hubiese encantado ser inglés” (…) “Lo notable, al menos para quienes recorremos el país y estamos atentos a lo que sucede extramuros porteños, es que las dirigencias capitalinas parecen ignorar, y hasta desdeñar, los aconteceres provincianos, que aunque no tienen el caudal de votos bonaerense, en todas las elecciones cuentan y demuestran que la Argentina verdadera es mucho menos tilinga y cambiante” (…).

“Parafraseando a Arturo Jauretche, deberían “al menos vistear” lo que pasa más allá del conurbano y la megaprovincia. Porque las elecciones-las de octubre y las de siempre-suelen definirse bastante o muy lejos del obelisco. El 22 de noviembre de 2015, o sea en las últimas elecciones, el macrismo-radicalismo que hoy destruye a esta nación fue consagrado en las urnas en Córdoba, donde obtuvieron más del 70 por ciento de los votos. Y en Santa Fe y en Mendoza, que con la anterior son las otras tres provincias más pobladas y ricas de la Argentina. Pues en esas provincias…mirado desde el campo nacional y popular que es el que se supone nos importa, hoy impera una fea mezcla de decepción, resentimiento y total ausencia de liderazgos locales. Por eso en Córdoba muchos chicos universitarios y no pocos intendentes del ahora-allí y de hecho-desaparecido FPV se pasan al delasotismo o sucumben ante los espejitos de colores que ofrece el incalificable gobernador Sr. Schiaretti. En Mendoza el gobernador radical-pro, que supo ser chupamedias de Néstor Kirchner, se maneja con total impunidad, ha destrozado al movimiento docente y disfruta de la casi inexistencia de la oposición. Y en Santa Fe el espectáculo es otra vez paradoja pura: en el frente socialista hay radicales y peronistas; en el frente radical hay socialistas y peronistas; y en el frente peronista hay socialistas y radicales” (…).

“Si la sociedad bonaerense donde se espera definir la gran batalla está dividida en tres tercios (suponiendo uno peronista, kirchnerista o como quieran designarlo; otro macrista, radical, gorila o como se le llame; y el tercero, claramente definitorio, disperso entre izquierdas, massismo, sociedad rural, confusos y votoblanquistas), por eso mismo no parece aconsejable desatender lo que sucede en casi 20 provincias” (…) “Bueno sería que las dirigencias peronistas adviertan esas realidades y no impongan más candidatos horribles a las jurisdicciones provinciales. Porque para las elecciones del 22 de octubre la unidad bonaerense es importantísima, pero solita puede no alcanzar” (…) “Cuánta falta hace, en esta patria que amamos, que las dirigencias políticas (y ahora, en particular, las kirchneristas) entiendan, acepten y hagan docencia cívica del nuevo y verdadero dilema de la política y del campo nacional y popular: ya no es más peronismo-antiperonismo. Ahora, es pueblo-oligarquía”.

En la misma edición, Página/12 publicó un esclarecedor artículo de Juan Gabriel Tokatlian titulado “La Corte Suprema y un aporte a la regresión”. Sus párrafos salientes son los siguientes: “(…) Estamos en tiempo de regresión; en especial en Occidente. Las vertientes progresistas y liberales del pensamiento y sus respectivos proyectos históricos están siendo impugnados y, en varios casos, hay evidencias concretas de restauración conservadora y reflujo autoritario. A la ausencia de confianza en un futuro emancipador y promisorio se la denomina incertidumbre; término vago que contribuye, en realidad, a disimular el avance de fuerzas, prácticas y discursos reaccionarios. Esta época regresiva se manifiesta específicamente en el terreno de los derechos y se justifica, por lo general, denunciando un “exceso”. El argumento no es nuevo y resulta relativamente sencillo: habría una sobrecarga de demandas, aspiraciones, movilizaciones y cuestionamientos a favor de más justicia y mayor equidad ante los cuales los sistemas políticos y económicos no pueden responder con resultados efectivos debido al auge de la desigualdad social, la concentración material y el debilitamiento institucional en medio de una globalización asimétrica” (…).

“A ello se suma la pos-legalidad en el ámbito del derecho internacional que se manipula, se desconoce o se quiebra a expensas de los intereses estratégicos de las grandes potencias-en particular, occidentales-que operan con escasa rendición de cuentas y con perpetuo despliegue militar” (…) “Lo pos-legal ha creado, incluso, un nuevo lenguaje que refuerza el desprecio por los derechos: a la tortura se la llama “técnicas acrecentadas de interrogación”; al secuestro extraterritorial de personas se lo llama “entrega extraordinaria”; y a las guerras punitivas se las llama “acción militar cinética” (…) “En esencia, ante un sistema político sobrecargado se incrementa el imperativo del “ajuste”. Esto es: la reducción y el menoscabo de los derechos” (…) “Partidos de ultraderecha, grupos tradicionalistas de estirpe retrógrada, movimientos que idealizan un pasado presuntamente superior, líderes que prometen un gran resurgimiento patriótico, devotos del fundamentalismo ideológico, partidarios del orden, y voces que maldicen el cosmopolitismo, emergen con un inusitado vigor y visibilidad en la vida pública. En ese contexto, el malestar, el desasosiego y la exasperación ciudadanas recanalizan y expresan de distintas formas (el brexit británico y la victoria de Trump, por ejemplo)” (…).

“La Argentina en estos días se hizo presente con el fallo de la Corte Suprema en el caso Muiña. Esa decisión sintoniza con el espíritu de esta época. Desde 1983, la Argentina política, con sus aciertos, desaciertos y vicisitudes, ha sido identificada, en la región y el mundo, por su apuesta decidida por los derechos humanos. Por ser un ejemplo emblemático y perseverante de búsqueda de la memoria, la verdad y la justicia. Sin venganza ni virulencia. Hoy, cualquiera sea la lectura jurídica del fallo, el máximo tribunal parece inclinado a hacer su temible contribución a este período” (…) “Se necesita una coalición muy amplia y plural para evitar el retroceso, en materia de derechos, que ya se observa y consolida en muchas latitudes. Pero la sola resistencia no será suficiente. Y en ese sentido es clave advertir lo que hay en juego: acá y a nivel mundial asistimos a un momento que, que como aquel que denunciaba Bertolt Brecht en 1936, es ejemplo de inquietantes regresiones y atrofias. Como bien él subrayó, “las malas condiciones pueden durar lapsos increíblemente prolongados”, y por lo tanto, “contando con los medios apropiados para ello, es posible organizar la estupidez en gran escala”.

En su edición del 14 de mayo, Página/12 publicó un artículo de Alfredo Zaiat titulado “El soldado y la desgracia”. Sus párrafos salientes son los siguientes: “En el mundo del escolazo de la quiniela, el 12 es el soldado y el 17, la desgracia. Estas dos cifras son el piso y el techo de una pauta inflacionaria definida por el soldado macrista del Banco Central que está provocando desgracias en la economía real. El titular de la entidad monetaria, Federico Sturzenegger, tuvo un diagnóstico errado acerca de los motores del proceso inflacionario, aplicó entonces una política monetaria y cambiaria equivocada y, montado en el caballo de “cuidar su reputación ante el mercado”, persiste en una estrategia que se ha mostrado fallida. Ahora, cuando los resultados son esquivos, le agregó la cuota infaltable de manipulación y negación de la realidad: utilizará el índice de precios a nivel nacional que difundirá el Indec de Macri, estimando que se moverá por debajo del actual IPC, y además publicita que coexiste una bicicleta financiera en el mercado local, fabulosa especulación promovida por la política de tasas de interés elevada y dólar planchado” (…) “Los financistas disimulan y los banqueros se hacen los distraídos con los fiascos del Banco Central porque están haciendo unos negocios especulativos extraordinarios” (…) “Economistas del establishment hacen tenues críticas a la administración monetaria y cambiaria porque, además de acumular también ganancias con la bicicleta, comparten la concepción ortodoxa en el manejo del Central pero sin ser tan extremos como Sturzenegger gusta mostrarse”.

“La bicicleta financiera está rodando a toda velocidad” (…) “Más que describirla resulta más relevante avanzar sobre el esquema analítico que la facilita. El marco es el sistema de “Metas de Inflación”. Este consiste en orientar la política monetaria exclusivamente a cumplir el objetivo de un rango de inflación predeterminado por el Banco Central y que es posteriormente informado a la sociedad. La principal herramienta para alcanzar la meta es con la tasa de interés, variable que, de acuerdo a esa concepción, debe influir en el ciclo económico y, por lo tanto, en la tasa de inflación” (…) “Postular el régimen de Metas de Inflación colisiona con la realidad de economías como la argentina, donde las presiones de costos por la evolución del tipo de cambio y la intensa puja distributiva constituyen factores centrales de los procesos inflacionarios. Las Metas de Inflación es el ropaje moderno de las tradicionales políticas monetarias ortodoxas para las cuales la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario. El Banco Central fija la tasa de interés en las colocaciones de deuda de cortísimo plazo, las famosas Lebac, con el objetivo de que ese nivel de tasas vaya influyendo en las decisiones de consumo e inversión del sector privado para que responda positivamente a las previsiones inflacionarias oficiales. Por eso, quienes promueven las Metas de Inflación dicen que es tan importante la “credibilidad” del Banco Central. Piensan que así van a convencer a los agentes económicos acerca de cuál será el horizonte inflacionario, minimizando el propio funcionamiento de la economía y de la causa-efecto de las medidas que implementan” (…).

“En varias ocasiones la economía argentina fue manejada con políticas de raíz ortodoxa pero es difícil encontrar una con semejante nivel de alienación acerca de la dinámica de la economía en general, y de la inflación, en particular. Un ejemplo de ese comportamiento es postular que el sistema de Metas de Inflación busca previsibilidad sólo con el anuncio de un rango de variación de precios. Esta es la enunciación general que el vicepresidente del Banco Central, Lucas Llach, expuso en el 39 aniversario de la Fundación Mediterránea, en septiembre del año pasado. Afirmó que “en la medida en que ese rango o meta sea creíble y los actores económicos incorporen esa expectativa, no hay nada mejor para la actividad económica y el empleo que buscar con la política monetaria validar esas expectativas” (…) “La teoría Llach sería la siguiente: el Banco Central fija una meta de inflación y como es creíble porque sus autoridades tienen buenos antecedentes académicos y profesionales, los agentes económicos les cree y, por lo tanto, actúan ajustando los precios a ese objetivo planteado. O sea, la cuestión inflacionaria es de ese modo “sencilla” de abordar porque sólo hay que convencer a la población de que la inflación bajará a una cifra determinada por el Banco Central. Esa estrategia no funcionó” (…) “El fenómeno de la inflación es un poco más complejo que el manejo de expectativas”.

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