Por Hernán Andrés Kruse.-

A comienzos de julio renunciaba de manera intempestiva Martín Guzmán. Parece que hubieran pasado varios meses, tal la profundidad de la crisis. Fue un golpe que tomó desprevenido al gobierno. Porque su reacción fue la de aquél que carecía de un plan B para afrontar semejante contingencia. En 1996 la feroz disputa por el poder entre Carlos Menem y Domingo Felipe Cavallo terminó con la drástica decisión del presidente de echar a Cavallo y reemplazarlo inmediatamente por Roque Fernández. Menem era perfectamente consciente de que la situación de Cavallo era insostenible, lo que lo obligó a buscar un plan B para evitar un vacío de poder por demás peligroso. Alberto Fernández no actuó como el riojano. En ningún momento pensó que Guzmán tomaría semejante decisión, a pesar de los continuos ataques que el economista venía sufriendo de parte de Cristina.

Pero justo cuando la vicepresidente estaba reivindicando la figura de Perón en Ensenada, Guzmán anunció vía Twitter su renuncia. El gobierno quedó en estado de shock. Durante más de un día la silla del Ministerio de Economía estuvo vacante hasta que finalmente, por descarte, el nombramiento recayó en la economista Silvina Batakis, ex funcionaria de Daniel Scioli durante su segundo período como gobernador de la provincia de Buenos Aires. El lunes 3 los mercados reaccionaron de mala manera. El dólar blue saltó a 280$, señalando en ese momento un récord absoluto. Luego reculó para retomar su tendencia alcista el viernes de esa caótica semana. Evidentemente los mercados no le creyeron a la flamante ministra, quien en el acto de asunción intentó hacer buena letra prometiendo que respetaría el acuerdo con el FMI.

Mientras tanto, Cristina habría decidido dejar de embestir, al menos momentáneamente, contra el presidente. Prueba de ello lo constituyen las reuniones que mantuvo con Alberto y con el otro socio de la coalición, Sergio Massa. Lo notable es que esas reuniones fueron secretas, como si en la Argentina imperara un régimen no democrático. ¿Acaso el pueblo no tiene derecho a saber de qué hablaron los tres dirigentes políticos más importantes del país? ¿Por qué tanto hermetismo? ¿Por qué el presidente prácticamente abandonó toda actividad propia de su cargo? ¿Quiso renunciar? Demasiado misterio que no hace más que poner en evidencia el desconcierto reinante al más alto nivel político.

Luego de varios días de ostracismo el presidente de la nación se mostró en público en un acto para promulgar las leyes de VIH y Oncopediatría, en compañía de la ministra Carla Vizzotti. Dijo Alberto (Fuente: Perfil, 15/7/022): “Tenemos a los de adentro que tampoco nos la hacen fácil. Los que especulan, los de siempre. A todos ellos, estamos preparados para poner el pecho y dar la pelea que tengamos que dar” “¿Quieren probar nuestra templanza? La van a probar. ¿Nuestra fuerza? La van a probar. Invítennos a todas las peleas que quieran, ninguna va a ser a costa de los derechos de los argentinos”. “Nosotros vamos a seguir con nuestras convicciones, vamos a seguir trabajando para que todo se normalice, para que la economía se tranquilice, para que los especuladores sepan que en esta sociedad no hay tiempo para la especulación”.

El mensaje es el de siempre. El gobierno es víctima de los especuladores, de quienes se aprovechan de los momentos de zozobra para remarcar los precios o dejar las góndolas sin mercaderías. Para Alberto la crisis económica es provocada por estos personajes cuyo egoísmo carece de límites morales. Con semejante diagnóstico la recuperación de la economía pasa a ser una misión imposible. Nadie duda de la existencia de los especuladores. Pero estos personajes son posibles porque el gobierno muestra una incompetencia supina en el manejo de la economía. Alberto es el gran responsable de lo que está pasando. En las últimas horas la ministra Batakis afirmó que la herencia de Guzmán es escandalosa. Si está en lo cierto cabe entonces preguntarse por qué Guzmán fracasó. La respuesta no admite ningún tipo de duda: si Guzmán fracasó el primer responsable es el presidente, quien lo eligió para que ocupara un cargo de semejante envergadura. Es bueno aclarar algo tan evidente porque no sería extraño que a partir de ahora salgan a decir desde las más altas esferas del poder “ah, pero Guzmán”. El presidente adoptó esta actitud propia de un bravucón para intentar recuperar algo de autoridad. La reacción es tardía. Desde que tomaron estado público las fotos del Olivosgate, Alberto se transformó en un “punching ball”, en el blanco perfecto de los golpes propinados tanto por oficialistas como por opositores. Se está configurando un vacío de poder muy similar al que tuvo lugar en 1975, cuando María Estela Martínez de Perón era la presidenta de la nación.

Este fin de semana Elisa Carrió, en diálogo con Marcelo Bonelli, afirmó lo siguiente (Fuente: Perfil, 16/7/022): “Mi única obsesión ahora es que la Argentina ya no transite situaciones de no violencia, sino que transite con la máxima porción de no violencia necesaria hasta las elecciones del año que viene”. “Yo ya no puedo excluir la reacción social, porque de la angustia se pasa a la reacción y la gente está muy angustiada, realmente angustiada”. “Nosotros vamos siguiendo de cerca todo lo que pasa, todas las posibilidades, porque efectivamente si el Presidente renuncia es un golpe de Estado, eso está claro (en obvia referencia a Cristina)”. “Es muy difícil sostener esta presidencia sin un presidente. Esto puede ser más largo o más corto pero se agravó cuando Cristina voltea al presidente; el presidente está pero ya no es presidente”. “La tregua entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner no evita el desgranamiento del poder”. “Estamos haciendo lo estrictamente necesario para tratar de que no ocurran cosas todavía más graves”.

Carrió parte del supuesto de que Cristina tiene en mente la defenestración de Alberto. Nadie duda que la vicepresidente siente aversión por el presidente. Pero en política los intereses son más importantes que los sentimientos. Cristina será muchas cosas menos una dirigente inexperta. Ella sabe muy bien que para el FdT sería letal que Alberto decidiera renunciar a su cargo. Porque si se produjera la ida de Alberto, la vicepresidenta estaría obligada a asumir como presidenta. ¿Le conviene a Cristina reemplazar a Alberto en un momento tan dramático como éste? Porque de hacerlo se vería obligada a aplicar un duro ajuste para evitar la tan temida hiperinflación, lo que implicaría el fin de su carrera política. El problema es que nadie está en condiciones de predecir qué pasará con Alberto si dentro de, por ejemplo, dos meses la situación económica continúa agravándose. Si en septiembre el dólar blue salta a 400$ ¿cómo hará Alberto para continuar en el poder? ¿Semejante cimbronazo podría provocar una renuncia de todo el gobierno y el consiguiente llamado a elecciones presidenciales? Estos interrogantes están en la cabeza de toda la clase política y las respuestas, al menos hasta ahora, brillan por su ausencia.

Especulaciones al margen, lo cierto es que da toda la sensación de que la flamante ministra de Economía tiene decidido privilegiar sus vínculos con el FMI, requisito fundamental para apaciguar a los mercados. Así lo reconoce, por ejemplo, el profesor Guillermo Wierzba, cercano al gobierno nacional, quien si bien al principio había apoyado a Batakis, con el correr de los días ese entusiasmo se fue diluyendo. El domingo 17 publicó un artículo en El Cohete a la Luna cuyo título es por demás elocuente: “Hablarle a los mercados”. Escribió lo siguiente:“ (…) Cuando mandan los “mercados” es porque éstos son dominados por los oligopolios, la democracia es herida de muerte y sólo queda como resto del pasado (…) Cuando los gobiernos miran y le hablan a los mercados, viven atormentados por sus reacciones y adoptan decisiones fundamentales guiadas por el temor a sus reacciones, se hace necesario un giro urgente de la dinámica política, de la convocatoria a la movilización popular, de un estremecimiento de los gobiernos con vocación nacional y popular que evite la caída definitiva en el precipicio en el que la Nación y su pueblo quedarían sometidos a suprapoderes oligárquicos de carácter permanente (…) Luego del cumplimiento prolijo de todas las obligaciones previas acontecidas durante el gobierno del FdT, se firmó un acuerdo que contenía condicionalidades que, como planteamos en otras notas, dañan la economía nacional y establecen un régimen de co-gobierno con el FMI, que cede independencia económica (…) Hace quince días parecía abrirse un camino diferente con un cambio de gabinete económico sucedido por ciertas definiciones que resultaban auspiciosas. Sin embargo, el día lunes se anunciaba en conferencia de prensa la confirmación de las metas convenidas con el FMI, y la continuidad del acuerdo vigente con ese organismo multilateral (…) Resulta desalentador que en su primer mensaje la ministra haya dedicado su palabra a anunciar medidas de orden fiscal y la continuidad de la política económica que se viene llevando a cabo, incluyendo el cumplimiento de las metas acordadas con el Fondo”.

Es comprensible el malestar de Wierzba. ¿Pero qué otra opción le quedaba a Batakis más que la de confirmar el acuerdo sellado por Guzmán con Georgieva? No hay que olvidar que Batakis asumió con un muy escaso poder (si realmente lo tiene), lo que le impide adoptar una política económica como la esgrimida por el autor de la nota. Batakis le habló a los mercados apenas asumió porque sencillamente no podía hacer otra cosa, porque no hizo más que obedecer al presidente de la nación, quien la convocó para continuar la política económica de su antecesor. El impresionante incremento del valor del dólar blue en las últimas dos semanas probablemente sea el mensaje de los mercados a Batakis, en el sentido de su obligación de aplicar una política económica acorde con sus intereses (y con los del FMI). La ministra tiene que ganarse la confianza de los mercados, en suma. ¿Y el pueblo? Bien gracias. En consecuencia, sólo le quedan dos opciones: la resignación o la movilización. Este fin de semana Carlos Raimundi, embajador argentino ante la OEA, expresó (Fuente: Clarín, 17/7/022): “Uno de los principales argumentos esgrimidos para justificar la aprobación del acuerdo con el FMI llevado a cabo por técnicos de nuestro país muy formados en economía, era disipar los riesgos de la presión devaluatoria de los mercados. La presión devaluatoria con los mercados no se disipó”. “Esto certifica que la disputa con los mercados no es una cuestión técnica ni económica, sino de poder. Como tal debe encararse en términos políticos”. De ahí la imperiosa necesidad de que “se cuente con millones y millones de trabajadores, estudiantes, ciudadanos en las calles, exigiendo por sus derechos soberanos”.

Raimundi es un dirigente cercano a Cristina. Resulta improbable que se hubiera pronunciado de esa manera sin el consentimiento de la vicepresidente. De todas maneras, cabe preguntarse si movilizaciones populares protagonizadas por trabajadores, estudiante y ciudadanos de a pie, lograrán torcerle el brazo a los mercados y al FMI. Una vez más, es bueno recordar nuestra historia. Bernardo Grinspun era ministro de Economía. La presión del FMI era muy fuerte. Fue entonces cuando en junio de 1984 tuvo lugar en Buenos Aires una multitudinaria movilización popular en defensa del gobierno de Alfonsín. ¿Qué fue lo que finalmente sucedió? Alfonsín reemplazó a Grinspun por Juan Vital Sourrouille, quien en 1985 aplicó el Plan Austral, tal como lo pretendía el FMI. Si hoy La Cámpora convocara a una manifestación en contra del FMI, seguramente correría la misma suerte que la marcha convocada por el alfonsinismo. Para desafiar al FMI es indispensable que el mensaje surja desde el vértice del poder. Si el presidente no se atreve a hacerlo-y todo parece indicar que no lo hará-entonces una vez más se habrá impuesto el FMI.

Cada día la situación social, económica y política empeora. La Argentina es hoy un paciente muy enfermo y el médico que está a cargo de su salud yerra en el diagnóstico, lo cual no hace más que agravar el problema. Esta mañana (lunes 18) Alberto aprovechó el lanzamiento del programa “Argentina Grande” en el Museo del Bicentenario para aludir a la realidad del país. Sus palabras fueron realmente de antología. Dijo el presidente (Fuente: Perfil, 17/7/022): “A nosotros todos los días nos quieren deprimir, hacen todo lo posible para hacernos sentir que estamos en el peor de los mundos, algunos lo hacen hablando: los mismos que nos causaron la depresión vienen a contarnos lo deprimidos que estamos, y otros lo hacen actuando, especulando, poniéndonos al límite”. “Algunos creemos en una sociedad justa, igualitaria y soberana y otros creen en una sociedad claudicante, que solo tiene amparos para una parte de la Argentina y deja a la intemperie a la otra mitad, y nosotros no estamos entre estos últimos”. “Sé que son momentos complejos, que tenemos que ajustar algunos números de las cuentas públicas, pero eso no se va a hacer a costa de parar la obra pública y la vivienda”. “Argentina no es un lugar donde los turistas compran dólares para viajar y hacen subir al dólar blue, y tampoco es el lugar donde los especuladores hacen subir el dólar y a todos nos preocupa”. Más que un presidente, Alberto parece un columnista político de Página/12 o C5N. Su mensaje es muy claro: “la culpa de lo que nos pasa es de los especuladores y de los argentinos que viajan. Yo no tengo nada que ver”. En consecuencia, se cruza de brazos. Nos esperan momentos de extrema tensión de aquí a las presidenciales del año próximo porque ante la gravedad social, económica y política que nos agobia, el presidente tomó la decisión de hacer la plancha. Que Dios nos ampare.

Anexo

Cristina y su obsesión

En medio de semejante tembladeral la ex presidente publicó un texto titulado “De la Corte ejemplar a la Corte de los cuatro: breve crónica de la decadencia”. Escribió, entre otros conceptos, lo siguiente (Fuente: Perfil, 18/7/022):

«Néstor Kirchner construyó una Corte Suprema de Justicia que fue catalogada por propios y ajenos como una Corte ejemplar. Hombres y Mujeres a quienes el Presidente no conocía siquiera personalmente, dictaron fallos memorables como el de la inconstitucionalidad de las leyes de obediencia debida y punto final, que ubicaron a la Argentina en el escalón más alto del podio de Derechos Humanos a nivel global». «Macri firmó un decreto designando en comisión a Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz como miembros de la Corte Suprema, quienes, a su vez, aceptaron ser designados de esa forma, violentando la misma Constitución que ellos debían respetar y hacer respetar a todos los ciudadanos. Este episodio constituyó, sin lugar a dudas, un punto de inflexión en la historia del Poder Judicial argentino y la antesala del proceso de persecución política, judicial y mediática, que se desató en toda la región». «En los Tribunales de Comodoro Py se inventaba un nuevo método de privación de la libertad que se conoció como la ‘Doctrina Irurzun’. La misma consideraba que los funcionarios del gobierno peronista finalizado el 10 de diciembre de 2015 conservaban un ‘poder residual’ y por lo tanto debían ser privados de su libertad para no “obstruir” las investigaciones que se hicieran sobre cada uno de ellos. Así, se encarceló a mansalva a dirigentes políticos, sindicales y hasta empresarios de medios no afines con el Gobierno de Mauricio Macri».

«Luego de la renuncia de Helena Highton, la única mujer de ese cuerpo, la Corte quedó reducida a tan sólo cuatro miembros y comenzaron a salir a la luz otros escándalos. El vaciamiento por cifras millonarias de la obra social del Poder Judicial, administrada por el médico personal y familiares de uno de los cuatro cortesanos». “Con tantos muertos en sus roperos, no les queda más remedio que hacer lo que les manden bajo pena de ejecución sumaria en titulares y noticieros». «El objetivo no sólo es la Presidencia de la Corte, sino intervenir directa y explícitamente sobre todos los magistrados, proteger a Bruglia y Bertuzzi (designados a dedo por Macri en la Cámara Federal), garantizar su propia impunidad y, fundamentalmente, continuar con la persecución». «Los medios de comunicación hegemónicos comenzaron a anticipar -cual modernos Nostradamus-, como iba a fallar la Corte de los cuatro, en la causa fraguada y conocida mediáticamente como ‘vialidad’ u ‘obra pública”. “Se trata de la misma Corte de los cuatro y el mismo Poder Judicial que le hicieron ganar multimillonarias sumas en dólares a grandes empresas de telecomunicaciones, al permitirles aumentar escandalosamente los precios de la telefonía celular y de internet suspendiendo la vigencia del Decreto 690, que declaraba servicio público a tales actividades».

«El mismo Poder Judicial que permitió, a través de distintas medidas cautelares, que se evaporaran de las reservas del Banco Central más de 2.000 millones de dólares, complicando aún más las finanzas del país luego del criminal endeudamiento tomado por Mauricio Macri, que alcanzó extremos inimaginables con el increíble préstamo de 45.000 millones de dólares del FMI. Endeudamiento criminal que ningún Fiscal ni Juez ha decidido investigar aún». «El Poder Judicial devenido en Partido Político protector del macrismo y perseguidor de los dirigentes de las distintas fuerzas que se le oponen, coloca a los ciudadanos y ciudadanas en situación de libertad condicional». «Los argentinos y las argentinas deben saber que será muy difícil mejorar las condiciones de vida de todos y todas con esta Corte y con este modo de funcionamiento del Poder Judicial, en donde las condiciones de igualdad ante la Ley son letra muerta de la Constitución. Nada puede funcionar en un país si carece de un Poder Judicial que tenga legitimidad. Legitimidad que sólo se logra a partir de la credibilidad y el respeto que sobre sus decisiones tenga la ciudadanía». «Todos los Partidos Políticos de la República Argentina; de izquierda a derecha y pasando por el centro, tienen un imperativo categórico y republicano: el de construir, como hizo Néstor Kirchner en el 2003, con apenas el 22% de los votos y en el marco de una crisis institucional sin precedentes en la historia contemporánea, una Corte de la que todos y todas podamos volver a sentir orgullo».

Apenas se conoció el texto los medios de comunicación enfrentados al FdT comenzaron a embestir con extrema dureza contra la vicepresidente. Uno de los latiguillos esgrimidos fue el siguiente: como se trata de un tema que no concita el interés del pueblo, no vale la pena prestarle demasiada atención. Es cierto que la independencia del Poder Judicial no preocupa a la población, jaqueada por la inflación y la inseguridad. Pero se trata de una cuestión vital, que hace a la esencia del estado de derecho. Sin jueces independientes las libertades y garantías individuales están en peligro, aunque el gobierno haya sido elegido por el pueblo.

Otro latiguillo que lanzaron los medios de comunicación opositores fue el siguiente: Cristina embiste de manera tan desaforada contra la Justicia porque tiene miedo de terminar tras las rejas. Y aquí entramos en un terreno harto resbaladizo. Porque desde el oficialismo se sostiene que no existen pruebas contra Cristina mientras que desde la vereda de enfrente se sostiene que existen innumerables pruebas contra la vicepresidenta. Evidentemente, alguien miente. Para los partidarios de Cristina los mentirosos son los macristas, mientras que para los partidarios de Macri los mentiroso son los cristinistas. Hace unos días la justicia sobreseyó a Macri en la causa Ara San Juan. La decisión fue celebrada por los macristas y denostada por los cristinistas. Para los macristas la justicia actuó como correspondía mientras que para los cristinistas se arrodilló ante Macri. La justicia actúa con eficacia, por ende, en función de parámetros ideológicos. En consecuencia, el imperio de la ley pasa a ser una misión imposible, al igual que la democracia como filosofía de vida.

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