Por Máximo Luppino.-

En un descabellado certamen de barbaridades propuestas al electorado nacional, Javier Milei califica como primero indiscutido. Al mismo tiempo, los encuestadores nos relatan que el singular libertario continúa sumando adherentes. Los politólogos cuentan que estamos en presencia de una oferta electoral de tres tercios, y que Milei se nutre de ex simpatizantes de Cambiemos como de desencantados del Frente de Todos.

Infinidad de ideas particulares de Milei producen polémica y suma preocupación en gran parte de la sociedad que piensa: ¿Qué sucederá si este hombre llega a la presidencia de la Nación? Una de sus propuestas es la “venta de órganos humanos”. El sólo considerarlo estremece a la razón más pasiva.

Proyecta Milei una comunidad donde el adinerado puede comprar un órgano a una persona que está acosada por dificultades económicas. ¿Apreciará el libertario a las grandes masas de pobres como un “depósito” potencial de órganos, donde los ricos puedan proveerse de “partes humanas” cual un vulgar taller de reparación? Sería un “compraventa” terrorífico en el que por dinero unos pueden vivir y otros morirían fruto de sus carencias económicas. Más aún, ante el estupor de periodistas, Milei habló de que un tema a considerar que sería, según el parlanchín candidato, la venta de chicos. Dijo: Es un tema para debatir.

El frío especulador mercado es sin dudas el monitor de la conducta del poco humanitario candidato libertario.

Según Milei, nuestra patria sería poco más que una sociedad de esclavitud reciclada. En la que niños, personas y órganos humanos podrían adquirirse en desalmadas góndolas de dolor y crimen activo. ¿Tendrán quizás que someter a los candidatos a un exaustivo análisis psicológico de idoneidad para ocupar un cargo tan relevante como la primera magistratura de la República?

Otro reciente disparate dialéctico fue cuando mencionó: “Sería bueno dividir el país en dos. Uno donde los carenciados y pobres residan y otro donde la sociedad “sana” pueda vivir tranquilamente”…

¿Dividir nuestra Argentina? Milei no conoce los límites de sus propuestas.

El concepto patrio está ausente en su mensaje. Solidaridad, humanismo y fraternidad no cotizan en bolsa; por ende, para Milei no existen.

El habitante de nuestra Nación merece vivir en una comunidad mucho más empática para con el que necesita y sufre, una comunidad organizada en valores espirituales que nos recuerde la trascendencia del alma humana. Somos almas con un cuerpo, no a la inversa.

¿Puede un cristiano practicante seguir las ideas de Milei? ¿Un soldado puede seguir a Milei cuando nada dice de la Gesta de Malvinas, ni de sus valerosos héroes? ¿Un ser racional, con empatía por sus semejantes, puede ver la República como una gigantesca compraventa humana?

Milei se presenta como un candidato sin patria ni religión.

¡Nuestros ciudadanos tienen patria, con su bandera y su honor en alto, con Dios como faro espiritual, con historia y destino en común!

Imagino al padre de nuestra paria, el “santo de la espada” en vez de liberar Chile y Perú, rematar los rezagos militares al mejor postor.

San Martín, Belgrano y Güemes, iluminen a nuestros candidatos.

Share