Por Hernán Andrés Kruse.-
CINISMO POLÍTICO
“El cinismo representa una incógnita para el liberalismo político, una anomalía en el plano teórico que corresponde a la brecha que parece estar abriéndose en la vida política de las democracias liberales. No obstante, los escritos de Rawls aportan algunas pistas muy valiosas para avanzar en la comprensión de este fenómeno. Intentaremos a continuación rastrear esas pistas, pero lo haremos completando las ideas rawlsianas con la teoría del cinismo más interesante del pensamiento contemporáneo, propuesta por el filósofo alemán Peter Sloterdijk. La combinación de ambos autores nos permitirá analizar tres rasgos básicos del cinismo político: (1) al igual que el fanatismo, el cinismo es incompatible con el liberalismo político, pero en cierto sentido el cinismo es la antítesis del fanatismo; (2) el cinismo está relacionado con una concepción enteramente estratégica de la racionalidad, y surge cuando se renuncia a la argumentación racional en la esfera pública; y (3) el cinismo amenaza seriamente la democracia liberal porque erosiona la concepción de la sociedad como un “esquema equitativo de cooperación”, dicho en términos rawlsianos.
(1) El conflicto agonístico (Chantal Mouffe) puede poner a prueba la resistencia del liberalismo político, pero el cinismo impacta en su arquitectura como un proyectil y provoca una desestabilización mucho mayor, porque anula la posibilidad de un “desacuerdo razonable”. Ya hemos visto que, según Rawls, es razonable el desacuerdo entre ideas, ideologías o doctrinas comprehensivas que no se afirman dogmáticamente, ni pretenden imponerse por la fuerza, ni ven en las ideas, ideologías o doctrinas rivales una schmittiana amenaza del propio modo de existencia (una amenaza que habría que erradicar en un sentido simbólico, pero eventualmente también en sentido físico). Vimos también cómo, a consecuencia de todo lo anterior, el paradigma de lo irrazonable y el verdadero antagonista del liberalismo político es el dogmático, el fanático, el fundamentalista.
Ahora bien, lo cierto es que la dicotomía entre demócratas razonables y fanáticos irrazonables no agota todas las posibles actitudes epistémicas hacia nuestras creencias o convicciones políticas. En concreto, no permite captar en qué consiste el cinismo, que no es una actitud razonable pero tampoco dogmática, ni es propia de furiosos fanáticos, pero tampoco de verdaderos demócratas. A diferencia de los ciudadanos razonables, los dogmáticos irrazonables son, según Rawls, quienes “imponen sus creencias porque, dicen, sus creencias son verdaderas, no porque sean suyas”. Pues bien, basta con invertir los términos de esta frase para captar un primer rasgo esencial del cinismo, puesto que el cínico es, desde el punto de vista político, quien afirma sus creencias porque son suyas sin preocuparse en absoluto de si son o no son verdaderas, o para decirlo con más precisión: sin que le importe si esas creencias están bien o mal justificadas, o si son aceptables o no por aquellos a los que conciernen o afectan.
Y siguiendo esta pista rawlsiana podemos precisar cuál es la grieta que el cinismo abre en la democracia liberal. Su irrupción introduce en la esfera pública una forma de antagonismo que invalida la principal condición de posibilidad del “pluralismo razonable” y, por tanto, de la convivencia entre diferentes formas de pensar y vivir: se trata del requisito de argumentar las propias posiciones políticas en los términos de la razón pública, es decir, basándose en recursos conceptuales y normativos que las otras partes puedan aceptar, incluso si no comparten la posición que uno defiende. Es evidente que los dogmáticos o los fanáticos desprecian la idea de una razón pública y no aceptan este requisito. Conciben la sociedad como un “orden natural fijo” que ellos conocen y que están dispuestos a imponer sin atender a las concepciones y razones de otros, y lo hacen convencidos de que su doctrina, y solo la suya, es verdadera.
El cinismo es otra cosa. También el cínico se desentiende de la exigencia de argumentar sus posiciones, de justificarlas razonablemente ante otros, y también él se limita a imponerlas si tiene el poder para hacerlo. Pero a diferencia del dogmático o del fanático, el cínico no se desentiende de ese compromiso con la razón pública porque se considere en posesión de la verdad, sino que, más bien al contrario, al cínico no le importa si su posición es verdadera, o es correcta, o es justa, o está justificada. En este sentido representa la inversión exacta de la definición del fanático que propone Rawls. El fanático impone sus creencias porque (dice) son verdaderas, el cínico las impone porque son suyas. El fanático es Bossuet, el cínico es Trump.
[2] Peter Sloterdijk fue el primero en captar la importancia filosófica y política del nuevo cinismo, al cual dedicó un libro extraño y un poco cínico a su vez: “la Crítica de la razón cínica”, publicada en 1983. Según Sloterdijk, la principal característica de la cultura cínica –en la que las sociedades occidentales se habrían adentrado desde finales del siglo pasado– es la renuncia a las pretensiones de validez o de justificación racional. Su análisis enlaza, si bien de un modo muy peculiar, con la Teoría Crítica frankfurtiana. “La Crítica de la razón cínica” se presenta a sí misma como “una meditación sobre la máxima «saber es poder»”, que ocupó intensamente a los autores de la “Dialéctica de la Ilustración”: si es cierto –como sostuvieron los autores frankfurtianos siguiendo a Max Weber– que la racionalidad está esencialmente relacionada con el dominio, entonces la consumación del racionalismo occidental corresponderá a una cultura que ha quedado vaciada de toda pretensión de validez, y en la que “todo pensamiento se ha hecho estrategia”. Y también en la línea de “Dialéctica de la Ilustración”, “la Crítica de la razón cínica” presenta una genealogía del cinismo contemporáneo a partir de su antítesis, el ideal ilustrado de una sociedad integrada a través de la Razón o, en un lenguaje más actual, a través de la aceptación libre y unánime de los mejores argumentos.
De acuerdo con la imagen que tienen de sí mismos, los ilustrados (del siglo XVIII o del XXI) son quienes no combaten, sino que argumentan; quienes no fuerzan, sino que convencen. La Ilustración aspira a que “la conciencia contraria no se retire de su actual posición más que bajo la presión del argumento convincente”. Pero esta “saludable ficción” del poder de las razones en un diálogo libre se derrumba tan pronto como los participantes en el debate público constatan que sus argumentos, aunque sean buenos, no son suficientes para imponerse a los argumentos de la parte contraria, aunque sean peores. La Ilustración recibe una severa derrota cuando, a pesar de la contundencia de los razonamientos, los aristócratas dieciochescos no ceden un ápice de su poder político a los burgueses del tercer estado, ni los burgueses ceden una parte de sus beneficios al proletariado, ni el proletariado admite sin resistencias las consignas del Partido que le informa acerca de sus intereses objetivos, ni los terraplanistas abrazan el copernicanismo, ni los creyentes abjuran de su fe, ni los carnívoros se hacen veganos.
Como ya sabemos, hay un ramal del pensamiento ilustrado que conduce al liberalismo político de Rawls aceptando que estas diferencias (o algunas de ellas) son consecuencias inevitables de las “cargas del juicio” y de la libertad de pensamiento. Pero hay otra línea de la Ilustración que es la que interesa a Sloterdijk, y que ante la falta de acuerdo adopta un nuevo enfoque metodológico en las controversias políticas: la crítica de la ideología, o “la continuación polémica con otros medios del diálogo fracasado”. Ante la impotencia de los argumentos, ante la asombrosa “sordera del contrario”, cada una de las partes comienza ahora a cuestionar no solo las ideas de la parte contraria, sino los motivos que tiene para defenderlas. Quien no atiende a razones solo puede sostener lo que sostiene por “equivocación o voluntad perversa”, es decir: por ignorancia (o alienación) o por maldad.
Las partes dejan de reconocerse mutuamente como adversarios y empiezan a verse más bien como enemigos o incluso como objetos, puesto que la crítica de la ideología ya no toma en serio la libertad de conciencia del adversario (ahora reducida a “falsa conciencia”) ni se toma ya la molestia de intentar comprender sus razones, sino que a lo sumo buscará una explicación del mecanismo que conduce a alguien a seguir defendiendo ideas que parecen manifiestamente falsas. La crítica de la ideología reemplaza de este modo la intersubjetividad del diálogo libre por la inter-objetivación del desenmascaramiento mutuo.
El declive del liberalismo político comienza aquí. La crítica de la ideología hace imposible el entendimiento de los adversarios, puesto que no permite que sus posiciones se acerquen un solo paso: “en la crítica de la ideología ya no se trata de atraer al propio bando al enemigo viviseccionado; el interés se centra en su cadáver”. Pero tampoco admite que el desacuerdo entre ellos sea razonable, puesto que la parte contraria tiene que estar alienada o argumentar de mala fe. Entre antagonistas que se acusan mutuamente de alienación o de bajeza moral ya solo es posible el desprecio, que por otra parte permite a todos sobrellevar la frustración de no haber logrado convencer a la parte contraria: “solo así, por medio de un permanente desprecio, los ideólogos logran de alguna manera vivir con la pluralidad de las ideologías”.
No obstante, conviene advertir que la crítica de la ideología no se ha desprendido aún de toda referencia a la verdad o a la justificación racional de las opiniones. Se deniega al otro toda pretensión de validez, pero se reclama todavía como propia. El otro está alienado, pero no nosotros; el otro miente, pero nosotros no. Por eso es más inquietante el siguiente paso hacia el cinismo, que empieza a esbozarse en nuestra propia época y que se da cuando las partes no solo niegan a los demás la pretensión de racionalidad de sus opiniones, sino que por su parte renuncian también a ella. Lo que unos y otros defienden parece ser simplemente lo que prefieren o desean o les conviene defender. Y así, en la sociedad en la que se generaliza la crítica ideológica y las acusaciones de falsa conciencia vuelan en todas direcciones, la única justificación de las ideas (propias o ajenas) parece ser el crudo voluntarismo de los intereses.
Para consumar el paso al cinismo basta con que las partes interioricen el descrédito generalizado de las pretensiones de validez; basta con que cada una renuncie a justificar ante otros sus puntos de vista, y se limite a esgrimir para defenderlos eso que de todos modos todos consideran como el único argumento disponible: que las ideas de cada parte son simplemente las que cada parte necesita para apuntalar sus propios intereses, o que cada cual sostiene su verdad no porque sea verdad, sino porque es la suya. Solo entonces se generaliza en la vida social la máxima “saber es poder”, y la sociedad se vuelve completamente cínica.
[3] El liberalismo político rawlsiano se preguntaba cuáles pueden ser los principios de una razón pública que aporten el marco común en el que puedan confrontarse y dirimirse las diferencias políticas razonables. La respuesta de Sloterdijk a esta pregunta sería que, en una época cínica, lo único que tienen en común los diferentes puntos de vista es su nuda pretensión de poder, lo cual es tanto como afirmar que la era del cinismo político es aquella en la que se debilita la noción misma de un marco político común o la idea de comunidad. El cínico es quien, precisamente, ya no comparte ningún espacio con el adversario, y por eso ya no se siente obligado a justificar sus posiciones en términos que el adversario pueda aceptar aunque no haya acuerdo entre ambos. Dicho en términos rawlsianos: el cínico ha renunciado a ver la sociedad como un “esquema equitativo de cooperación”. No quiere saber nada de una razón pública común, ni siquiera de un mundo social común, y tampoco quiere tener que justificar su indiferencia hacia todo ello.
El cinismo es, pues, la conciencia política propia de una sociedad atomizada y agonística, una sociedad de individuos aislados y de grupos sociales encapsulados que se rigen únicamente por su propia conveniencia e interactúan de un modo enteramente estratégico, es decir: orientado a la neutralización del adversario, cada vez más asimilado a la categoría schmittiana de enemigo. El liberalismo político se derrumba cuando se esfuma de la conciencia de todos la obligación cívica de justificar razonablemente ante el adversario el punto de vista propio. Renunciar a la pretensión de racionalidad y seguir juzgando igual, con razones o sin ellas. Afirmar sin pestañear lo que no se sostiene y “actuar contra mejor saber”. Estas son las cualidades de una época políticamente cínica, como empieza a ser la nuestra.
Tenemos ejemplos de ello en la actualidad política diaria. Inolvidable, pionero y absolutamente cínico fue el famoso exabrupto “¡que se jodan!”, proferido en 2012 por una diputada conservadora en el Parlamento español cuando se anunciaba el recorte de las ayudas a los parados en un contexto de severa crisis económica. Algunos años después, la Presidenta de la Comunidad de Madrid y correligionaria de aquella diputada insultaba públicamente a las personas que acuden a los comedores sociales refiriéndose a ellas como “mantenidos subvencionados”. Y si ampliamos el foco, hallaremos ejemplos de este descarado cinismo político en otros países. Noam Chomsky se sorprendía en una entrevista de 2016 por la impunidad de las mentiras durante la campaña que llevó al poder a Donald Trump: lo novedoso políticamente no es la mentira, pero sí el cinismo y la impunidad con que se miente. La periodista Anne Applebaum aprecia en los intelectuales húngaros rendidos al poder de Orbán una inquietante capacidad de “convencerse provechosamente a sí mismos de creer aquello que resulta ventajoso creer”, frase ésta que bien podría servir como una definición del cinismo.
En un ensayo brillante, Bruno Latour destaca la centralidad de la mentira (y en concreto, del negacionismo en relación con el cambio climático) en el proyecto político de las élites de los países desarrollados: es imprescindible negar contra toda evidencia la crisis medioambiental si lo que se pretende es desarrollar una política ecológicamente irresponsable que, sin embargo, asegure el mantenimiento del nivel de vida de las sociedades desarrolladas durante las pocas décadas que les queden de vida a las actuales generaciones de votantes (cuyo comportamiento electoral, dicho sea de paso, ha de considerarse tan cínico como el de las élites políticas a las que apoyan). Y por último, el éxito e incluso la sorprendente respetabilidad filosófica del extraño y eufemístico concepto de “post-verdad” es también muy sintomático de una época en la que virtualmente cualquier cosa puede defenderse sin argumentos, y en la que consecuente e inevitablemente proliferarán como una plaga los charlatanes, los mentirosos, los negacionistas, los irresponsables, los oportunistas y los cínicos (…).
Sloterdijk se esforzaba por distinguir un cinismo señorial de un “quinismo” plebeyo. La diferencia es importante. El cinismo es la actitud de quien ha renunciado a la pretensión de verdad o de justificación racional pero sigue afirmando sus posiciones porque le conviene hacerlo, es decir, de un modo enteramente instrumental o estratégico, y siempre con el objetivo de imponer sus propios intereses contra otros. El “quínico”, en cambio, también piensa que nada es verdadero ni puede justificarse racionalmente, pero airea abiertamente esta generalizada falta de fundamentos y desacata toda autoridad supuestamente fundada en la racionalidad o en la verdad. El cinismo, representado por figuras literarias como el Mefistófeles de Goethe o el Gran Inquisidor de Dostoyevsky, tiende a ponerse del lado del poder y a despreciar a quienes ocupan una posición social inferior, y por eso tiene siempre un punto de crueldad potencialmente fascista: “el señor cínico alza ligeramente la máscara, sonríe a su débil contrincante y le oprime. C’est la vie”. En cambio, el quinismo tiene un carácter plebeyo y más amable, porque se burla sobre todo de las jerarquías, tal como hacía Diógenes en la Antigüedad o, en nuestros días, el propio Sloterdijk, cuyo libro no solo teorizaba, sino que también reivindicaba y ejercía esa irreverencia potencialmente subversiva.
Pero en un ensayo más reciente, publicado en 2018, y en el que en cierto modo pone al día su teoría, Sloterdijk admite que el cinismo actual es más inquietante que el de la década de 1980, puesto que ahora el “quínico” arquetípico ya no es el “pasota desilusionado”, el individualista que se desentiende del mundo común o de las preocupaciones colectivas desde una posición marginal. Más bien sucede que el quinismo plebeyo se torna hoy cada vez más indiscernible del cinismo señorial, y ahora es común a élites y masas una cínica “dispensa autoconcedida de satisfacer las imposiciones excesivas de una moral universal”. Dicho de otro modo: hoy como ayer, el cinismo se desentiende de lo común (del mundo común, de las preocupaciones colectivas), pero ya no lo hace dando la espalda al bien común –como sería propio del quínico marginal–, sino más bien afirmándose abiertamente contra éste. El quinismo plebeyo parece haberse diluido en un cinismo señorial que, sorprendentemente, se difunde en todos los estratos sociales: ya no quedan quínicos, sino que solo hay cínicos, sea cual sea la posición social que ocupen.
Por eso la era del cinismo consumado es el tiempo en que las masas premian e imitan el cinismo señorial de los “empresarios sin escrúpulos”, pese a ser ellas sus primeras víctimas; y por eso empezamos a observar, quizás por primera vez desde la derrota del fascismo, cómo incluso los gobernantes se permiten frivolizar impunemente con el bien común o despreciar abiertamente los requisitos de la equidad y la razonabilidad, exactamente como si fueran personajes marginales o “pasotas desilusionados”. Si, como a veces se dice, cierto neofascismo merodea hoy en torno a nuestras democracias, el cinismo político será una de las llaves que le permitan irrumpir en ellas”.
(*) José Luis López de Lizaga (Universidad de Zaragoza-España):“Cinismo político: Un nuevo estilo discursivo en las democracias liberales” (Revista Internacional del Pensamiento Político-2021).
20/08/2024 a las 10:51 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
En el Gobierno dicen que esperan la «traición final» de parte de Victoria Villarruel
Melisa Molina
Página/12
20/8/024
«Barzini irá contra tí primero. Te invitarán a una reunión con alguien de tu absoluta confianza, para garantizar tu seguridad, pero en ese encuentro serás asesinado. Quien te hable de tener esa entrevista con Barzini, es el traidor. No lo olvides», le dice Vito Corleone a Michael –su hijo y el heredero del clan mafioso– en una de las míticas escenas del Padrino uno. En Casa Rosada recuerdan el film y utilizan la metáfora para graficar lo que, para ellos, pasará en el futuro con la vicepresidenta. De ese modo, Villarruel queda automáticamente ubicada en la posición de traidora y, del lado de Milei, quedan como los que esperan con recelo el momento del golpe final. Creen que, tarde o temprano, ella invitará al Presidente a la reunión en la que querrán clavarle un puñal.
En la cúpula libertaria siguen a los chispazos. El vínculo entre los hermanos Milei y la vicepresidenta está virtualmente roto porque en la Casa Rosada sienten que ella cometió durante el último tiempo «pequeñas traiciones» y esperan que en algún momento les «termine de clavar el puñal». Cerca de los Milei desconfían de los contactos que ella tiene y cultiva y crecen las teorías conspirativas sobre lo que la vice hizo durante los últimos «diez o doce meses», y es posible de hacer en el futuro «por sus aspiraciones personales».
Salando las heridas
El último episodio que dejó a la vista la interna entre los dos bandos fue la no participación de Villarruel en el acto que el viernes encabezó Javier Milei con las fuerzas armadas, a lo que terminó de sumársele este lunes el aumento de las dietas de los senadores. A Mendoza iban a ir juntos, pero, a último momento, la vicepresidenta no apareció. Si bien en su entorno dijeron que no había ido porque no fue convocada, en Casa Rosada aseguran que el ministerio de Defensa sí la invitó. La decisión de ausentarse, deslizan, habría sido porque «la gente de Villarruel» habló con el personal de ceremonial que estaba a cargo del acto y descubrieron que, por protocolo, ella no iba a poder estar en primera fila, sino que iba a tener que sentarse más atrás. «Se dio cuenta que no iba a poder ser la estrella de las fuerzas armadas», dispararon irónicos cerca de los Milei dejando entender que la vicepresidenta no iba a soportar no tener protagonismo en un área que tanto le interesa y que, por ende, ese habría sido el verdadero motivo del faltazo.
Los problemas con Villarruel, analizan en Balcarce 50, empezaron hace diez o doce meses, durante la campaña presidencial. La relación se terminó de perforar después de que Milei anunciara que no le iba a dar a su vice el control de los ministerios de Defensa y Seguridad, tal como se había anticipado durante la campaña y tal como ella quería. Villarruel, después de eso, consideran que se tomó «ciertas atribuciones en lugares muy sensibles», y ubicarían allí la primera «pequeña traición».
Al principio de la gestión, en tanto, creen que ella habría formado parte, o al menos que estaba al tanto, de la idea que tenía un grupo de opositores, que habrían ideado una especie de «plan b», en caso de que el gobierno cayera y por si Milei tenía que dejar el poder. De hecho, en esa teoría conspirativa, hasta especulan con que ya había un dirigente pensado para ocupar el puesto de Presidente y que ella lo sabía.
La conformación de la comisión bicameral de Inteligencia es otro de los puntos álgidos entre la Rosada y el Senado. Villarruel quiere que esa comisión la presida el senador Enrique Martín Goerling Lara, muy cercano a ella y a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, mientras que Caputo quiere que el elegido sea el senador peronista de Entre Ríos, Edgardo Kueider. En tercer lugar, se rumorea que habría un acuerdo entre un sector del radicalismo y Unión por la Patria para que el que la presidencia de la comisión quede en manos del senador y presidente de la UCR, Martín Lousteau, algo que pone furioso al entorno de Milei. Este martes se definirá ese asunto y el miércoles la Cámara de Diputados también deberá decidir qué hace con el DNU que habilitó los 100 mil millones de pesos para fondos reservados de la SIDE.
Más allá de las internas entre los hermanos Milei y Santiago Caputo contra la vicepresidenta, el asesor estrella del Presidente y Karina están distanciados de la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello. Ella reclama a la Casa Rosada no haberla apoyado en las redes sociales cuando se desató el conflicto por la no entrega de los alimentos y también considera que el apoyo en contra de las causas judiciales que pesan en su contra no fue suficiente y como a ella le hubiera gustado. Además, Pettovello estaría molesta por reuniones que Santiago Caputo tuvo durante el último tiempo con el exintendente de San Miguel, Joaquín de la Torre, hermano de Pablo, el funcionario a cargo de la Secretaría de Niñez y Familia del Ministerio de Capital Humano que fue eyectado en medio del escándalo que sacudió a la cartera.
En medio de esa tensión, Karina está negociando quedarse con la secretaría de Cultura, que aún está bajo el ala de Pettovello. En Casa Rosada dicen que esa área «siempre dependía de Presidencia», y quedarsela iría en línea con la idea que tienen de comenzar a dar «la batalla cultural». En esa línea, también anunciaron que relanzarán el canal Paka Paka, tras la negativa del Congreso de privatizar los medios públicos. Quieren que el dibujito animado «El asombroso mundo de Zamba», por ejemplo, cambie su esencia y reivindique a personajes de la historia argentina como Julio Argentino Roca o Domingo Faustino Sarmiento, entre otros.
En medio de las discusiones y peleas de todos contra todos dentro de La Libertad Avanza, el Presidente definió que no está de ánimo para viajar a México el fin de semana. Allí iba a participar de la cumbre de la CPAC, que nuclea a partidos políticos conservadores, y no iba a ser recibido por el presidente de ese país, Andrés Manuel López Obrador, ni tampoco por quien será su sucesora, Claudia Sheinbaum. Lo que sí hará Milei, en cambio, es participar el viernes del 140 aniversario de la Bolsa de Comercio en la ciudad de Rosario. Allí estará presente el gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro y prometió que iría.
Otro de los temas que causó sorpresa en Casa Rosada a última hora del lunes y puso otra vez todos los ojos sobre Villarruel, fue el del acuerdo que hizo el Senado para que los legisladores se aumenten la dieta a 9 millones de pesos por mes. El Presidente salió a twittear nuevamente una foto de las ratas/ legisladoras y escribió: «Expreso mi máximo repudio al vergonzoso aumento de sueldo que acaba de ocurrir en la Cámara de Senadores. Repudio cada una de las firmas que dieron lugar a éste despilfarro a favor de los políticos y en contra de los argentinos», y finalizó: «No se quien fue el responsable de semejante burla pero quienes han avalado estos atropellos a los trabajadores sufrirán las consecuencias». Ese tema había sido motivo de discusión entre la Casa Rosada y Villarruel meses atrás. La vicepresidenta, está claro, no tiene intención de dar el brazo a torcer.
20/08/2024 a las 10:55 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Se reparten camisetas para el 2025
Ignacio Zuleta
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
18/8/024
Los partidos piden fichas y color para competir en las elecciones de 2025. El alistamiento electoral apura las voluntades y se pone por encima de cualquier otra agenda.
Mauricio Macri mandó a contar que cenó el lunes pasado con Javier Milei en Olivos. No dejaron trascender más que «fue una buena reunión», en la que acercaron posiciones respecto de los chispazos del puff bullrichista para desplazar a Macri del PRO.
A lo largo de la semana Macri dio a conocer algunos detalles de la cita:
1) renovaron los votos para ir juntos, de alguna manera, a las elecciones;
2) Macri redobló las críticas a la gestión y volvió a ofrecer management al gabinete;
3) se encantó con las zalemas y elogios de Milei. Lo llama «Presi», un tratamiento que le daba el menemismo extremo a Carlos Menem (que se decía «menenista», con «n»). Lo impuso Eduardo Bauzá. (Ojo, que a los no menemistas no les gusta mucho ese tratamiento, suena a obsecuencia);
4) Macri es crítico del armado territorial que ensaya el mileísmo en el interior sobre los residuos del peronismo noventista. Cree que la tarea de los primos Menem, los Sebastianos (Parejas) y los Santiagos (Caputo) sólo «recoge lo peor de la política».
Amenazas sobre la CABA macrista
Inquieta en el PRO cualquier acercamiento «inteligente» entre el gobierno y los radicales de Martín Lousteau, que hoy transcurre en torno al tema de espionaje -fondos reservados, comisión de vigilancia, etc-. Temen que avance algún entendimiento electoral en la CABA para competir con los Macri -Mauricio y Jorge-.
El propósito del peronismo y sus corolarios -Milei es uno de ellos- es terminar de demoler lo que fue Cambiemos en la última década, como la fuerza que desplazó al peronismo del poder y que representa aún al 42% del electorado del centro moderado. Es lo que hizo presidente a Milei.
Cambiemos sólo subsiste en su formato original en la CABA. Si avanzase el entendimiento para la administración compartida del espionaje (algo en donde el radicalismo -especialmente el porteño- ha tenido una cuota parte) es una amenaza para lo que queda del macrismo.
Estas especulaciones justifican el debate sobre la oportunidad de que Mauricio sea candidato a senador nacional por CABA según algún entendimiento que sepulte lo que fue Cambiemos.
Macri quiere blindarse en el Congreso
Macri tuvo una reunión con la cúpula del PRO, sus jefes de bloque y gobernadores (Rogelio Frigerio, Nacho Torres), para ordenar la agenda. Mandó a que sumen fuerzas al bloque del PRO.
Desencadenó acercamientos en el Congreso para recuperar al diputado por Córdoba Oscar Agost Carreño, presidente del PRO de ese distrito. No integra el bloque que lidera Cristian Ritondo. Es el secretario del bloque que preside Miguel Pichetto y mantiene buena relación con Macri. Le piden que vuelva, pero él reclama razones políticas que lo justifiquen. Su rol en Encuentro Republicano lo ha convertido en una estrella del Congreso, después que el PRO de Córdoba le demoró un año la jura como diputado en lugar de Gustavo Santos.
Este exministro de Turismo de Macri retuvo una banca de diputado desde Madrid, para ejercer n cargo en la Organización Mundial de Turismo. El bloque de Pichetto resiste estos intentos de sacarle gente, algo que busca Martín Menem al tratar de capturarle diputados de a uno. Lo mismo tratan de hacer algunos gobernadores que, en una simulación de oficialismo, frenan a sus diputados para que se no sumen a esa bancada.
Cristina: la trinchera es el Congreso
Al mismo propósito de realinear tropa obedece el activismo cristinista que ocupó varias jornadas. La principal tuvo la procesión de fieles a la declaración en Comodoro Py en la causa que investiga el intento de asesinato.
En ese retablo de familia se reencontraron Cristina y Axel Kicilloff -el amor es más fuerte-. Cristina arengó para que el peronismo retome la batalla para retener al electorado que votó en 2023 a sus candidatos y logró el 44% en el ballotage. Precisó algo para anotar: el peronismo debe jugar la batalla central de todas, que es entre el poder Ejecutivo que ataca y el Congreso que resiste.
Esa es la contradicción fundamental sobre la que hay que montar la tarea política. La consigna atribuye al Ejecutivo una legitimidad de baja intensidad, -por los pocos votos de la primera vuelta-, y rescata la legitimidad de las bancadas del Congreso. De eso sabe Cristina, que participó de un gobierno de minoría como el de Néstor, que accedió después de perder la primera vuelta de 2003 contra Menem y asumió con apenas el 22,25% de los votos.
La rebelión de las mujeres
De la misma arenga surgió el otro hecho notable del peronismo. La noche del miércoles se reunieron en la sede del PJ de la calle Matheu un grupo de dirigentes de todos los sectores. Fue el día cuando llegó la verdadera renuncia de Alberto Fernández a la presidencia del partido.
Hubo antes una renuncia trucha que se viralizó, pero la que vale es el mail que el expresidente le mandó a Juan Manuel Olmos, hoy el CEO del peronismo institucional. Un milagro bergoglista (él sabe por qué). Estaban, entre otras, Lucía Corpacci, Verónica Magario, Cristina Álvarez Rodríguez, Juliana di Tulio, Florencia López, Fernanda Raverta, Victoria Tolosa Paz, Alicia Kirchner, Kelly Olmos y Marita Perceval.
De ahí salió una consigna que no es difícil que prospere: van a presentar una lista para presidir el PJ encabezada por una mujer. Se miraron entre ellas. Le próxim@ president@ del PJ será mujer.
Alguna habló de Corpacci, que preside la Comisión de Acción Política del PJ. Tiene que superar restricciones que vienen de su provincia, Catamarca. La más comprometida es la reapertura de una causa a su exmarido, Angel Mercado, que parecía cerrada. Se investiga el manejo de recursos del yacimiento Agua del Dionisio (oro) según una denuncia de Elisa Carrió que alguna cámara cerró pero que ahora se reabre (CFP 18368/2016/CA12).
Ocurre justo cuando el gobierno nacional logra que el gobernador Raúl Jalil mueva a sus diputados para voten proyectos mileistas. Todo tiene que ver con todo. Este Mercado es sobrino del legendario Armando «Bombón» Mercado, quien fuera esposo de Alicia Kirchner, tío de Máximo, cuñado de Cristina, etc.
Otros miraron hacia Verónica Magario y Cristina Álvarez Rodríguez, a quienes les pesan otras restricciones. Por ejemplo, su origen bonaerense, algo muy resistido en el peronismo del interior. Pero la consigna quedó acuñada: le próxim@ president@ del PJ será mujer.
Piratería legislativa
El gobierno empleará todos los recursos con que cuenta – los trazables y los que no – para impedir que el miércoles la oposición de los Diputados junte el número para voltear el DNU 656/24 que le asignó $ 100.000 millones a los espías.
El oficialismo extendió la sesión del miércoles hasta el cansancio -físico, mental y de la paciencia- de manera de que el jueves por la mañana no hubiera tiempo para una segunda sesión convocada por el bloque Encuentro (Pichetto) para liquidar ese DNU.
Fue un ejercicio exitoso de lo que los americanos llaman «filibusterismo». Se trata de retrasar los tiempos con discursos sobre temas de relleno e impedir que se trate lo importante y que así los contradictores tiren la toalla.
Es una herramienta de piratería parlamentaria que en este caso funcionó. Como ya no había tiempo para la segunda sesión, el secretario del bloque Encuentro se acercó a las 9:30 del jueves a Martín Menem con el pedido la postergación para el miércoles próximo. Alguien cree haber escuchado este diálogo:
Martín Menem: ¿Y ahora me traés la nota? La esperaba anoche.
Oscar Agost Carreño: Dejanos hacer política. ¿O solo ustedes pueden hacerlo?
MM: ¿De qué me hablás?
A.C.: Por ejemplo, lo de Lousteau en la Bicameral de inteligencia…
M.M.: Bué…, hay cosas en las que no tengo nada que ver.
En pocos minutos, la sesión de Diputados se cayó por falta de número. El gobierno había ganado una semana más para seguir gastando esos fondos reservados, que no son nada del otro mundo. Representan unos US$ 75.000.000.
En la era Menem, los servicios contaban con unos US$ 500.000.000. En la era Kirchner, eso llegaba a los US$ 300.000.000 (todas cifras estimadas porque lo secreto es secreto).
La oposición, en un ensayo de imponer el tratamiento sobre tablas del DNU, llegó a juntar 135 votos en apoyo de la moción. Necesitaban una mayoría especial, pero ahora saben que cuentan con 135 voluntades para anular al DNU la semana que viene. Ocurrirá, a menos de que el gobierno invente algo.
El puente de los espías
El tratamiento del DNU se cayó también porque el gobierno cumplió con el pedido de integrar la comisión Bicameral de vigilancia de los espías y que sea convocada para considerar ese decretazo. La integración final confirmó a Lousteau como miembro -algo que se sabía desde la semana anterior-, como lo adelantó «Entretelas de la política» en el envío del sábado 10 de agosto.
El trámite de los fondos reservados abrió un puente novedoso en las relaciones del gobierno con la oposición, especialmente la UCR. Este partido tiene un compromiso histórico con la administración de los servicios. En el Congreso aporta el número para que sesionen las Cámaras. El bloque Encuentro Federal, aun con disidencias internas, mocionó por su anulación.
Canje de rehenes
El gobierno recurrió al salvavidas del radicalismo. Le cedió la inclusión en el orden del día del proyecto para mejorar el financiamiento de las universidades (se votó por 143 votos, sobre 129 que es el quórum). Hasta ahora el gobierno lo había rechazado.
El cambio se lee como un acercamiento, del cual forma parte el consentimiento a que Lousteau integre la comisión bicameral de inteligencia. La decisión fue del bloque radical, pero el gobierno pasó de militar contra la figura de Lousteau, al silencio.
Este canje de rehenes, por llamarlo cinematográficamente, aporta otras aristas. Una es la baja de la Bicameral del diputado Eduardo Valdés, que figuraba como representante de Diputados del peronismo.
Lo reemplaza Germán Martínez, acompañado por Leopoldo Moreau y Paula Penacca. Cristinismo puro. Por el Senado se confirmó la integración de Florencia López, senadora de La Rioja que fue vicegobernadora de Ricardo Quintela. Va junto a estrellas del espacio cristinista como Oscar Parrilli y Wado de Pedro, hoy dedicado a esmerilar los movimientos de Axel Kicillof para ser candidato a presidente en 2027.
Quien es el dueño de la esencialidad
Estas escaramuzas están detrás de otros tironeos discretos que no se ven por TV. Unos de ellos fue la disputa en la sesión de Diputados entre el PRO y el mileísmo sobre la paternidad del proyecto de declaración de esencialidad de la actividad educativa (se aprobó por 131 votos, dos por sobre el quórum de 129). El PRO presionó para adueñarse de esta consigna anti gremial.
El gobierno reclamó por las suyas propiedad de la iniciativa, porque ya estaba contenida en la primera versión de la ley ómnibus. Detrás de este forcejeo está el intento del PRO de llevar al gabinete, en algún cargo, al exministro Alejandro Finocchiaro, en caso de progresar la idea de subir de rango a la cartera que maneja Carlos Torendell, que reivindicó en público la iniciativa pocas horas después de su aprobación.
Atormentados por el casting
La comisión bicameral de inteligencia tiene que designar el martes próximo a su presidente. Como las fuerzas están dividas habrá más canje de rehenes con la oposición para compartir la vigilancia de los espías. Juliana di Tullio se encarga del casting de los candidatos peronistas a presidir la bicameral.
Pero le cuesta. Justificó la dificultad con sinceridad. «-Los nuestros son todos horribles, y unos h. de p. Tenemos que proponer al menos h. de p. de todos-«. Del lado de la oposición amigable, el macrismo sigue confiado en que puede imponer al misionero Enrique Goerling.
Pero el peronista silvestre Edgardo Kueider sigue argumentando el respaldo de Olivos a través de Santiago Caputo, en caso de que este personaje de la ficción periodística tuviera el peso real que le atribuyen los movileros y los cronistas oficialistas. Kueider sigue reclamando, por las suyas, que su voto en la ley de Bases tiene que ser valorado de alguna manera.
El peronismo sufre, por sus divisiones, las operaciones de casting. Tampoco tiene auctoritas que unifique objetivos y señale estrategias. Sigue sin decidir su candidato a representar a los diputados en la Auditoría General de la Nación. Siguen en carrera Guillermo Michel (sector Massa y algunos gobernadores), Carlos Forlón y Virginia García del cristinismo extremo.
El riojano Quintela, que sostiene aun su candidatura a presidir el PJ, puso en el bolillero al exsenador Jorge Yoma. Fue uno de los artífices de la reforma constitucional del 94 y es un AGN-Línea Fundadora. Enriquece su chance que, al decir de Quintela, Yoma tiene luz verde de Cristina de Kirchner.
20/08/2024 a las 11:07 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Milei le robó $6 billones a los jubilados
Sofía Hart
Prensa Obrera
19/8/024
Que la motosierra del gobierno esté siendo financiada principalmente por los jubilados, ilustra cuánto estafó Javier Milei a sus votantes prometiéndoles que el ajuste lo iba a pagar la casta política. Resulta que esta última integra el gabinete gubernamental, mientras los adultos mayores se hunden en la indigencia.
Según un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), el recorte al gasto público en los primeros siete meses del año alcanzó los $22 billones, en comparación con 2023 a precios constantes. El 27% del mismo fue a costa de licuar las jubilaciones y pensiones; el 15% lo aportó el ajuste en obra pública (en detrimento del derecho de la población a acceder a la vivienda y a los servicios esenciales); el 14% obedece al recorte de las transferencias provinciales (de las cuales depende el sostenimiento de la salud y la educación); el 12% a la poda en subsidios energéticos (con su correlato en tarifazos sobre los usuarios); y el 8% al ajuste en salarios estatales.
Como vemos, el gobierno presume un superávit fiscal que obtiene a expensas las condiciones de vida del pueblo, mientras dilapida fondos para el espionaje y el pago de intereses a la banca. De hecho, el peso de estos últimos se agravará tras el traslado de la deuda del Banco Central al Tesoro. Hasta la fecha, el gasto en servicios de la deuda fue de $7 billones, cifra similar a los $6 billones de recorte en jubilaciones.
A todas luces, Milei le mete la mano en el bolsillo a los jubilados para engrosar las arcas de los bancos. Finalmente, los sucesivos gobiernos impulsan fórmulas de movilidad previsional donde los haberes siempre pierden, mientras les conceden instrumentos financieros a los especuladores para que obtengan beneficios asegurados.
El ajuste del que se jacta el oficialismo contribuye al crecimiento de la pobreza y a la recesión económica que estamos viviendo. Es necesario derrotarlo en las calles y construir una salida política que esté guiada por los intereses de las mayorías populares.
20/08/2024 a las 11:13 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Lijo y la SIDE reordenan el mapa político
Claudio Jacquelin
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
19/8/024
La postulación del cuestionado juez federal Ariel Lijo para integrar la Corte Suprema y el DNU por el que se destinaron 100.000 millones de pesos a la resucitada Secretaria de Inteligencia del Estado (SIDE) amenaza con tener más consecuencias que las que el Gobierno previó.
Los dos asuntos que tratará esta semana el Congreso asoman como mojones de un camino en el que empiezan confluir (y a divergir) dirigentes y legisladores de diferentes espacios e insinúan un reordenamiento del mapa político.
Las coincidencias (o realineamientos) en ciernes desbordan los enrolamientos partidarios establecidos y los atraviesan. Por ahora, solo por temas puntuales, aunque algunos se ilusionan con efectos de más largo alcance.
De manera informal e inorgánica, han comenzado a desarrollarse conversaciones y a fomentarse relaciones entre dirigentes y legisladores que hasta hace poco encontraban pocos puntos en común, a los que les sobraba desconfianza mutua y no hallaban ningún incentivo provechoso para acercarse.
El avance sobre la Corte, con un candidato tan polémico como Lijo (impulsado por el actual ministro del tribunal Ricardo Lorenzetti, llamado en Tribunales El Conde de Montecristo) y la asignación de fondos de uso discrecional para el sistema de espionaje estatal tienen más en común de lo que parece. Causan tanto temor y escozor como despiertan el instinto de supervivencia de muchos dirigentes de un arco que va desde los opositores cooperativos a algunos enrolados en la oposición sin concesiones.
En el mismo cuadrante de esas dos decisiones se inserta para sus críticos el creciente hostigamiento hacia toda expresión crítica a políticas u opiniones del oficialismo que es generado, instigado y sostenido desde el triángulo máximo del poder que conforman el Presidente, la hermanísima Karina y el cada vez más empoderado asesor Santiago Caputo.
Periodistas (en primer lugar), economistas y dirigentes opositores son el blanco permanente del Gobierno y de su bien provisto ejército de propagandistas y operadores comunicacionales.
Las críticas, el rechazo y la preocupación que este combo ha desatado y despierta en muchos actores públicos (desde colegios de abogados hasta legislaturas provinciales, pasando por organizaciones de la sociedad civil dedicadas a la defensa de la transparencia, la independencia judicial y la libertad de expresión) estimulan y realimentan la reacción y la preocupación de dirigentes políticos. Un estado de cosas que, según Elisa Carrió, es el germen de un camino sin retorno hacia una construcción antirrepublicana y autoritaria.
La suya, es una vez más, la expresión más estridente del centro del mapa político. Por eso promete llevar a la Justicia el DNU sobre los fondos reservados de los que, según su bloque de diputados, ya se gastaron en menos de un mes 80.000 millones de los 100.000 millones de pesos asignados.
Lo singular de la situación, en medio de demasiadas peculiaridades de este tiempo, es que los diferentes posicionamientos sobre estos temas, que mueven tanto cuestiones de principios como de intereses, no responden a espacios políticos establecidos. La excepción es la Coalición Cívica, que es la única fuerza política no oficialista con un liderazgo indiscutido, y en la cual no hay ni siquiera matices respecto de la candidatura de Lijo, los millonarios fondos para la SIDE o el embate sistemático contra el periodismo.
Lo novedoso no es ese escenario, sino los movimientos que se advierten debajo de una superficie dominada ampliamente por Javier Milei y los suyos. Ayudados por la continua reposición de herencias malditas, errores y escándalos de los gobiernos precedentes. Empezando por el sórdido caso en el que Alberto Fernández está imputado de ejercer violencia física y moral sobre su expareja Fabiola Yáñez, que no deja de proveer novedades escabrosas.
No hay alambrado que resista
Después de la debacle electoral de las fuerzas tradicionales, taladas en las elecciones presidenciales por la novedosa motosierra libertaria, que certificó su estado de descomposición, las fronteras partidarias, así como los bloques parlamentarios, asoman como meras referencias de un mapa en proceso de reconfiguración profunda. No hay alambrado que resista la avanzada de exploradores.
Casi todos los territorios están en cuestión, con presiones exógenas y replanteos endógenos, que hacen que su destino sea más que incierto y dependa, en buena medida, de la suerte que corra el Gobierno en los próximos meses, sobre todo en el plano económico-financiero. Todo es incierto.
“Fuera del extremo opositor que ocupan el kirchnerismo y la izquierda, el resto de las fuerzas y bloques legislativos están atravesados por divisiones similares, solo con pequeñas diferencias en cada caso. Tanto el Pro, como el radicalismo o el espacio que en Diputados conforma el variopinto bloque Hacemos Coalición Federal (HCF) tienen en su seno un sector decidido a cooperar con el Gobierno casi en todo y hasta dispuesto a asociarse en algunos emprendimientos. Y hay otro que tiene muy pocos puntos de coincidencia con los libertarios o casi ninguno”, explica un alto exdirigente de Cambiemos, que mantiene vínculos fluidos con todos los opositores y hasta con algunos oficialistas.
“Aún en los espacios donde prevalece una visión (sea esta prooficialista o antimileísta) son ordenados por dos sensaciones: el temor y la especulación. El temor y la especulación se dan por el riesgo de perder la base electoral, la identidad partidaria, las oportunidades de ocupar cargos o la posibilidad de recibir beneficios políticos o recursos para los territorios subnacionales en los que gobiernan o tienen chances de hacer un buen papel electoral”, concluye un legislador de origen peronista que hoy forma parte de HCF, pero que es bastante más crítico del gobierno que el jefe del bloque, Miguel Pichetto.
“La principal fuerza organizada bajo esas premisas es el macrismo puro. Pero en casi todos los demás espacios hay situaciones similares, como en el nuestro”, admite el diputado.
Lijo, un debate revelador
El tratamiento del pliego de Lijo, que empezará a ser abordado por la comisión de acuerdos del Senado este miércoles, descorrerá el velo de los apoyos con los que cuenta, pero también reflejaría alineamientos, coincidencias e intereses compartidos que exceden la adscripción partidaria de los senadores.
La polémica que rodea la postulación así como el amplio arco de rechazos que despierta y el estrecho número de apoyos develados es tal que la duda sobre la suerte de la propuesta de Milei es una incógnita de proporciones y son más los que prefieren callar y esperar el momento de mostrar las cartas antes que quedar expuestos. Un partido de truco entre profesionales. El temor y la especulación en estado puro.
Que el silencio no solo provenga de dirigentes políticos de primera línea, como el presidente de la UCR, o de la expresidenta Cristina Kirchner, es tan elocuente como el de AEA, la asociación que reúne a los principales dueños de empresas del país.
No es un dato menor que esa entidad cuente en su historial con decenas de pronunciamientos sobre la independencia judicial y de la Corte Suprema, y en este caso haya preferido no fijar posición y ampararse en el paraguas del Foro de Convergencia, que sí expresó su rechazo al ingreso del más cuestionado de los jueces federales. Una demostración cabal de un amplio entramado de intereses y compromisos, y el lugar que ocupan Lijo y Lorenzetti en ese oscuro tejido. La tan declamada transparencia y seguridad jurídica no parece ser un valor absoluto para muchos que la demandan cuando sus prioridades se ponen en riesgo.
El radicalismo, que se autopercibe y autodefine paladín de las instituciones de la república y de la independencia de poderes, es uno de los casos donde la posición que adopten sus senadores y, en especial Lousteau, puede potenciar la sorda crisis interna que lo atraviesa. Lo mismo ocurre con el DNU de los fondos para la SIDE en Diputados, donde el jefe de la bancada, Rodrigo de Loredo, trata de hacer equilibrio entre cooperadores y opositores duros.
En el caso del Senado, por un lado, se expondrá el grado de influencia que ejercen dos polémicos personajes, como son el dirigente partidario y universitario Emiliano Yacobitti (sostén fundamental de Lousteau) y el empresario del juego Daniel Angelici, cuya relación con los jueces del fuero federal es tan estrecha (o promiscua) como han expuesto sus fastuosas fiestas de cumpleaños.
Por otro lado, saldrá a la luz el juego que realizan los gobernadores radicales con el Gobierno, en función de sus intereses y necesidades territoriales. No todos están en el mismo plano y algunos se juegan su proyección nacional, como es el caso del santafesino Maximiliano Pullaro, único mandatario provincial que se referencia en Lousteau.
Por el lado del kirchnerismo, su habitual hermetismo adquiere nuevas connotaciones, dada su propensión a fijar posiciones estrictas tanto de naturaleza política como de tono moralizante.
Kirchneristas en las sombras
“El presidente del bloque [el formoseño José Mayans) nos pidió a todos dejar el tema en sus manos y salvo un par de senadores que se cortó y se reunió con Lijo, eso hicimos. Por ahora no hay definición. Vamos a ir a escuchar a la reunión de acuerdos. Después se decidirá”, hace un esfuerzo por convencer un fiel escudero de Cristina y Máximo Kirchner.
Varias versiones han dado cuenta de que ha habido conversaciones de kirchneristas con los enviados de Lijo y Lorenzetti (los únicos que realmente se estarían movilizando para lograr apoyo), a cambio de poder imponer nombres para los cargos de Procurador y Defensor General. El silencio sigue retumbando.
Uno de los señalados de haber estado en negociaciones es el camporista Eduardo “Wado” de Pedro, quien niega a quienes lo consultan haberse involucrado en el tema por disciplina de bloque. Sus antecedentes como protagonista de la política judicial kirchnerista, interlocutor de jueces y fiscales, exmiembro del Consejo de la Magistratura y hermano de crianza de otro camporista que fue integrante de ese cuerpo dan verosimilitud a los rumores. Tanto como sorprende su ajenidad a una movida de esta magnitud, con la importancia que le asigna Cristina Kirchner al Poder Judicial y los problemas que sigue teniendo n el fuero federal, donde ya fue condenada. Pocos gozan de la confianza que “la jefa” deposita en él en esta materia. Pero la negativa es rotunda.
La incomodidad y las diferencias que la postulación de Lijo, así como los fondos reservados para la SIDE, despiertan transversalmente son seguidas con interés en todos los espacios.
Preocupan las consecuencias no solo institucionales de largo plazo sino también político-electorales de cara a los comicios de 2025 que tendrían los dos asuntos. Tanto en caso de prosperar como de ser rechazados.
Por eso, los que están en la oposición menos cooperativa esperan el inminente tratamiento en el Congreso en pos de reforzar los vínculos con otros dirigentes y legisladores de distintos espacios que comparten su rechazo para empezar a construir, primero, algunas sociedades transitorias por temas.
Luego, los más ambiciosos sueñan con empezar a sentar algunas bases con vistas a algún armado electoral más transversal. Sería diferente de lo que hasta ahora se ha intentado, con desprendimientos del Pro, el radicalismo, el peronismo no kirchnerista y las huestes de Carrió. Por ahora, expresiones de deseo y manifestaciones del estado de descomposición que atraviesa al desplazado establishment político.
Todo dependerá, en gran medida, de los resultados que obtenga el Gobierno en materia económica y de su capacidad de construcción política.
El horizonte sigue sembrado de incertidumbre, mientras en el presente abundan movimientos que pueden alterar lo que ahora se prefigura. Lijo y la SIDE asoman como las avanzadas reordenadoras.
20/08/2024 a las 10:14 PM
ESTAS COMO LOCO SOLITARIO.
ESCRIBIS Y TE CONTESTAS VOS MISMO.
NO SERA HORA QUE PIENSES UN POCO, PORQUE ENVIAS INCOHERENCIAS.