Por Hernán Andrés Kruse.-
Donald Trump aprovechó una conversación que mantuvo recientemente con Elon Musk para elogiar a Javier Milei. Dijo el candidato republicano que cuenta con muchas chances de suceder en la Casa Blanca al demócrata Joe Biden: “Está haciendo un gran trabajo” (en referencia a la política económica que está ejecutando el presidente libertario). “Él realmente recortó”. “La inflación está bajando. Tenían una inflación como de un 2000 %, fuera de lo normal”. “Es una lección para los Estados Unidos. Argentina solía ser uno de los países más prósperos del mundo en los años 30, 40, y debido a la mala política de gobierno, se arruinó el país” (fuente: Infobae, 13/8/024).
No deja de sorprender el “feeling” que existe entre el presidente argentino y Trump. En efecto, Milei es un libertario, un anarcocapitalista, un internacionalista y un enemigo acérrimo del comunismo. Trump también es un enemigo mortal del comunismo, pero ¿defiende las banderas del anarcocapitalismo? La respuesta es negativa. Buceando en Google me encontré con un esclarecedor ensayo de Alfredo Ramírez-Nardiz (Universidad Libre-Barranquilla-Colombia) titulado “Aproximación al pensamiento político de Trump: ¿es el presidente de Estados Unidos un populista?” (Revista Española de Ciencia Política-2020), en el que pone en evidencia el antiliberalismo de Trump. Para Ramírez-Nardiz el candidato presidencial republicano es lisa y llanamente un populista. ¿Qué tienen, entonces, en común Milei y Trump? La respuesta es clara y contundente: su animadversión por el comunismo.
Escribió el profesor de la Universidad Libre de Barranquilla:
IDEOLOGÍA DE DONALD TRUMP
“¿Cuáles son los distintos elementos de la ideología de Trump? Partiendo de sus promesas electorales, de sus declaraciones en la campaña electoral de 2016, así como de sus actuaciones durante su mandato, se pueden proponer los siguientes rasgos ideológicos de Trump”.
REACCIÓN
“La ideología de Trump es esencialmente reactiva; es decir, de oposición a otros movimientos y corrientes, generalmente considerados progresistas por cuanto consistían en la ampliación o reconocimiento de derechos de minorías (hispanos, negros, musulmanes, inmigrantes o refugiados) (…) La ideología de Trump es reactiva como reactiva se puede considerar también a la llamada derecha alternativa (alternative right o alt-right) estadounidense, con la que se suele identificar a Trump. Así, para Almansa, aunque Trump tiene un perfil propio frente a dicha derecha alternativa, forma con ella parte de un mismo fenómeno anti-establishment: el de quienes se consideran traicionados por un Partido Republicano demasiado cercano al Partido Demócrata y que ha asumido concepciones de la izquierda como el multiculturalismo, la aceptación de la creciente inmigración y la integración de los Estados Unidos en la economía globalizada.
Trump puede parecer un supremacista cultural, xenófobo, racista o machista; pero ninguno de estos rasgos será más que la manifestación del verdadero fondo de su pensamiento, que no es otro que la reacción a todo lo que en su conjunto se ha llamado ideología progresista. Ante una sociedad estadounidense cada vez menos blanca, anglosajona, protestante y masculina, y caracterizada, en cambio, por un mayor pluralismo cultural, religioso y racial, las declaraciones de Trump reflejan la nostalgia de las esencias de la América WASP (white, anglo-saxon, protestant) supuestamente perdidas.
Trump encaja en la corriente populista estadounidense que critica a las élites en nombre del pueblo, pero entendiendo a dicho pueblo como aquellos de herencia europea (Kazin). Las declaraciones y actuaciones en este sentido abundan; así, por ejemplo, son xenófobas frente a los extranjeros, en general, y los mexicanos, latinoamericanos y procedentes de países musulmanes más en particular. Como indica Qiu, desde y tras el tiroteo de San Bernardino, Trump pidió un «total y completo cierre a la entrada de musulmanes en EE. UU.».
También tienen connotaciones racistas, como cuando en un debate presidencial Trump mostró a la población afroamericana como propensa a la delincuencia al afirmar que «afroamericanos e hispanos viven en el infierno. Caminas calle abajo y te disparan». Y pueden calificarse de machistas bien por ver a las mujeres como objetos sexuales-a su propia hija le otorgó un 10 en una hipotética clasificación de belleza femenina-, bien por denigrarlas por su comportamiento o apariencia física, como hizo en las declaraciones del autobús de 2005 en las que afirmó que, debido a su fama, podía hacer lo que quisiera con una mujer, incluso cogerla por su sexo (La Vanguardia), o el incidente con la ex Miss Universo Alicia Machado, a la que llamó asquerosa en Twitter y, según ella, también Srta. Peggy, por la cerdita de The Muppet Show, o Srta. Limpiadora (Ayuso).
Este modo agresivo de expresarse se desarrolló especialmente durante la campaña electoral de 2016 y puede enmarcarse en la actitud general de Trump hacia todos sus adversarios, tanto rivales políticos-lo sufrieron especialmente Jeb Bush y Ted Cruz en los republicanos (Broomfield) o Hillary Clinton entre los demócratas (Woolf)-como cualquier sujeto, comunidad o país al que ubique como antagonista, a los que tiende a denigrar y ridiculizar.
En contraste, basta con observar su actitud frente al supremacismo blanco. Así, tras los incidentes de Charlottesville, en los que hubo marchas del Ku Klux Klan y contramarchas, con un incidente donde incluso un coche envistió contra una contramarcha causando la muerte de una persona, Trump equiparó a los supremacistas blancos (entre los cuales dijo que había mucha buena gente) con quienes protestaban contra ellos (Cilizza). Esto sugiere que el modelo de sociedad que encarna es una reacción frente a aquella otra sociedad plural que se abre camino en Estados Unidos: la reacción de los hombres blancos anglosajones que se consideran desplazados y maltratados por la globalización y las transformaciones que esta supone (Almansa).
Para Lowndes, la imagen del populista estadounidense es la de un hombre blanco agraviado, desplazado de la centralidad en la política, en el trabajo y en el hogar. No obstante, el apoyo a Trump no solo procede de los trabajadores objetivamente empobrecidos por la globalización, sino de aquellos que subjetivamente se sienten empobrecidos y olvidados por ella. Entre sus votantes caben muchos más que aquellos realmente perjudicados por la globalización: clases medias blancas y heterosexuales que sienten que mujeres y minorías raciales y sexuales obtienen más beneficios sociales que ellos (De la Torre)”.
PROTECCIONISMNO ECONÓMICO Y AISLACIONISMO
“Trump ha defendido la necesidad de renegociar o salir de los tratados internacionales de libre comercio que Estados Unidos ha suscrito, al considerar que los mismos les perjudican. No es tanto que Trump se oponga al libre comercio internacional en sí, sino que se opone a la forma en la que este se había desarrollado hasta su llegada a la presidencia. El NAFTA con Canadá y México ha sido objeto de sus críticas; por ejemplo, en la campaña electoral de 2016 anunciaba: «Voy a decirles a nuestros socios del NAFTA que pretendo renegociar inmediatamente los términos de ese acuerdo para conseguir un mejor trato para nuestros trabajadores. Y no quiero decir solo un poco mejor, quiero decir mucho mejor».
También ha criticado las políticas deslocalizadoras de las grandes empresas estadounidenses, así como la posición ventajosa que, en su opinión, tienen los productos alemanes o chinos en Estados Unidos, llegando a afirmar que «hay gente que desearía que no me refiriese a China como nuestro enemigo. Pero eso es exactamente lo que son». Desde estas consideraciones, ha promovido la salida de Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, de la UNESCO y ha manifestado su deseo de sacar a Estados Unidos del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático”.
UNILATERALISMO Y MILITARISMO
“Trump ha urgido a los países de la OTAN a asumir mayores gastos en defensa, sugiriendo la posibilidad de que Estados Unidos se inhiba si alguno de los miembros de la Alianza es atacado por un tercero (Raymond). Esto lo ha simultaneado con una política exterior agresiva, abierta siempre a la opción militar (incluso nuclear, frente a Siria, Irán o Corea del Norte) y muchas veces contradictoria, en la que se pasa de la amenaza y el insulto a la cordialidad y el halago. Así, por ejemplo, en relación con China se ha afirmado que Estados Unidos se retirará de Asia, para a continuación negarlo; o se critica a la nación asiática, para después manifestar admiración por su líder. Como ha argumentado Abad, el estilo negociador de Trump parte de establecer unas exigencias muy duras, creando un escenario de tensión, para después rebajarlas, aparentar dar concesiones y así conseguir los resultados favorables buscados desde el principio.
No se puede olvidar su propuesta estrella de construir un muro con México; así, desde el comienzo de la campaña electoral en 2016, prometió «construir un gran muro en la frontera sur» y «hacer que Méjico pague por ese muro» (Qiu). En conjunto, plantea una política exterior que abandona la visión de los Estados Unidos como fuerza hegemónica en el mundo, máximo defensor y beneficiario de la globalización, para asumir otra en la que Estados Unidos actúa como potencia imperial que interviene en el exterior exclusivamente movida por sus intereses particulares. No es tanto que Trump sea un aislacionista puro, aunque atribuya todos los problemas de EE. UU. a terceros países, sino que desea un enfoque de la política exterior estadounidense diferente al globalista y de tipo imperialista, que no busca el liderazgo, sino la dominación (Smith)”.
NEGACIONISMO E ANTIINTELECTUALISMO
“Trump se ha caracterizado por relativizar la objetividad y tratar de crear su propia concepción subjetiva de la realidad, con la pretensión de que sea igualmente respetable que la objetiva y procedente de los datos probados. Ello puede observarse en su relación frente a la comunidad científica al negar el cambio climático, con expresiones como «no soy un creyente en un calentamiento global hecho por el hombre». También en su relación frente a los medios de comunicación, al relativizar los hechos y poner en igualdad las noticias con los rumores, las teorías conspirativas o las mentiras. La expresión «hechos alternativos» ganó fama cuando la asesora presidencial Kellyanne Conway la utilizó para justificar unas palabras del portavoz presidencial que habían sido acusadas de ser falsas.
Trump no apela a la razón de los ciudadanos, sino a sus emociones (a menudo a las negativas, como el racismo y la xenofobia) en un intento de establecer con ellos una vinculación emocional impermeable a cualquier crítica argumentada. Apunta Lowndes que esta vinculación que Trump establece con los votantes se construye sobre identificaciones emocionales en las que Trump interrelaciona elementos sensibles para dichos votantes: la ansiedad que generan los temas raciales con la precariedad económica, la masculinidad, el abandono sufrido por las élites políticas, etc.
Una manifestación del antiintelectualismo de Trump es la consciente y constante voluntad de ser políticamente incorrecto, de enfrentarse a los usos cultos y civilizados recurriendo a expresiones groseras, vulgares y denigrantes para las minorías, en la concepción de que así se visibiliza el enfrentamiento con las élites y se produce la identificación con un supuesto hombre sencillo que se expresa y comporta de un modo normal (Almansa). El contraste en el modo de expresarse en las elecciones presidenciales de 2016 de Clinton (seria, inteligente, sensible) y de Trump (intimidatorio, grosero, despreciativo) muestra la diferencia entre el lenguaje atribuido a las élites y el políticamente incorrecto utilizado por los populistas (Moffitt)”.
PERSONALISMO, CAUDILLISMO, MESIANISMO, PATERNALISMO
“Frente al lema de Obama, Yes, we can («Sí, podemos»), que manifestaba su propuesta de un pacto social transversal para mejorar la sociedad estadounidense, Trump se caracterizó durante la campaña presidencial de 2016 por presentarse a sí mismo como el único individuo capaz de solucionar todos los problemas del país. Para ello, se identificó con el «hombre medio» americano, víctima de los poderosos, de los medios de comunicación y de las élites económicas, políticas e intelectuales, y se presentó como la única herramienta que tienen los maltratados hombres buenos para recuperar sus puestos de trabajo perdidos, su sociedad rota y su dignidad pisoteada. Así, afirmó: «Os lo daré todo. Soy el único. Yo solo puedo arreglarlo».
En la misma línea, en la Convención del Partido Republicano de 2016 declaró: «Estos son los hombres y mujeres olvidados de nuestro país. Gente que trabaja duro pero que ya no tiene una voz. Yo soy vuestra voz». Trump materializa de este modo el elemento más tradicionalmente populista: la lucha del pueblo y del hombre sencillo contra las élites que abusan de él. Con todo, para Lowndes Trump no es tanto un campeón de la clase trabajadora frente a las élites, como sí fue habitual en pasadas oleadas populistas en Estados Unidos, sino que el presidente se muestra sobre todo como una figura que confirma el estatus degradado de estas clases trabajadoras, y cuyos seguidores responden menos a llamados por su condición de trabajadores que a la rabia brutal contra las élites, los inmigrantes, los musulmanes o los negros, a quienes consideran causantes de su miseria.
En función de estas características y asumiendo la complejidad que proporciona un líder capaz de pasar en apenas unas pocas semanas de una opinión a la contraria-así ocurrió en el caso de Corea del Norte que, de recibir amenazas de destrucción, «fuego y furia como el mundo nunca ha visto», pasó a ser reconocida como interlocutor válido con el que mantener reuniones cordiales, puede afirmarse que la ideología de Donald Trump se resume en una sola palabra: reacción. Es una ideología reaccionaria, si por tal se entiende aquella que reacciona frente a otra previa y que trata de revertir gran parte, si no la totalidad, de las transformaciones políticas, económicas y sociales realizadas en la presidencia anterior.
Frente a los años de Obama, en los que se apostó por el internacionalismo, los derechos sociales o la lucha contra el cambio climático, la presidencia de Trump parece en ocasiones no tener más objeto que derrumbar todo lo hecho por su antecesor: oposición al Obamacare, salida del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, ruptura del pacto nuclear con Irán, etc. No obstante, afirmar que Trump es el opuesto perfecto a Obama sería un enfoque excesivamente centrado en el personaje, en sus filias y fobias personales porque, más allá de las personas, la ideología que Trump encarna es la respuesta frente a aquella que Obama personificó.
Así, frente a una visión del mundo enmarcada en las dinámicas globalizadoras, aparece un movimiento reactivo que pretende cerrar todo lo que la globalización abre. Frente a un Obama que simboliza —incluso personalmente— el cosmopolitismo y el triunfo de las minorías, Trump defiende alzar muros, físicos, económicos y sociales, que detengan la apertura que la globalización implica. En sus propias palabras, «americanismo, no globalismo, será nuestro credo».
La ideología de Trump es la reacción. La negación de los cambios producidos en las últimas décadas, que han llevado a una mayor interconexión mundial a nivel internacional (tanto política, como económica) y a una mayor aceptación de la heterogeneidad (racial, sexual, religiosa) a nivel nacional. Es posible ubicar esta ideología reaccionaria en distintas opciones políticas a ambos lados del Atlántico: Trump en los EE. UU. o diversos partidos europeos que ya en Alemania (AfD), Francia (Frente Nacional) o Italia (Liga) abogan por revertir gran parte de las transformaciones generadas por la globalización en aspectos económicos (libre comercio), políticos y sociales (inmigración), retornando a un mundo previo a dichas transformaciones”.
31/08/2024 a las 10:31 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La doma en la jaula de hierro
Luciano Anzelini
El Cohete a la Luna
25/8/024
En su clásico La ética protestante y el espíritu del capitalismo (1905), el sociólogo alemán Max Weber utilizó la metáfora de la “jaula de hierro” para dar cuenta de la pérdida de libertad y autonomía que experimentaban los seres humanos ante la racionalización intensiva y la expansión de la burocracia como forma organizativa de las sociedades industriales. Pese a que concebía al orden burocrático como la forma más eficiente de organización del Estado y de control de la gestión administrativa, también interpretaba que el carácter técnico llevado al extremo producía una suerte de “desencantamiento del mundo”. Ante ello postulaba la centralidad de la política como respuesta a ese desencantamiento, ubicando a la racionalidad material —los conceptos políticos, éticos o culturales— por encima de la racionalidad formal, asociada al funcionamiento práctico e impersonal de las burocracias. En definitiva, la burocracia era fundamental para la eficiencia de las organizaciones modernas, pero sabiamente entendía que la política debía estar por encima y conducir los destinos de la sociedad.
En el plano de la política exterior, quien resumió con más agudeza el peso de las organizaciones en los procesos de toma de decisiones fue Theodore Sorensen, ex consejero, speechwriter y biógrafo de John F. Kennedy: “Raramente los Presidentes toman decisiones —especialmente en el campo de los asuntos internacionales—, en el sentido de escribir sus conclusiones en un pizarrón (…) Con frecuencia, las decisiones básicas, que confinan sus elecciones, se toman antes de que ellos intervengan” [1]. Puede inferirse de la afirmación de Sorensen que el peso decisorio de un Presidente, de un canciller o de un ministro de Defensa se encuentra acotado por el papel que juegan las burocracias profesionales tales como el servicio exterior, los profesionales civiles del Ministerio de Defensa, las propias Fuerzas Armadas o el servicio de inteligencia nacional.
En el plano de la teoría de la decisión, no podemos obviar el notable aporte de Graham Allison. El todavía activo experto estadounidense —con 84 años es miembro de la Junta Directiva del Belfer Center de la Universidad de Harvard, alma mater en la que dirigió por más de una década la Escuela de Gobierno “John F. Kennedy”— escribió a principios de la década de 1970 su obra seminal, La esencia de la decisión (1971). Allí desarrolla un minucioso análisis explicativo de la crisis de los misiles en Cuba (1962) a través de tres modelos analíticos, a los que denomina del “Actor racional” (Modelo I),
del “Proceso organizacional” (Modelo II) y
de la “Política gubernamental” (Modelo III).
El segundo de ellos es útil para analizar el desempeño de las burocracias profesionales. Allison explica que en el modelo del “Proceso organizacional”, el comportamiento gubernamental se explica menos como un asunto de elección y más como resultados derivados del desenvolvimiento de varias organizaciones, coordinadas sólo tangencialmente por líderes gubernamentales, quienes «pueden perturbar esencialmente, pero no controlar esencialmente el comportamiento de estas organizaciones”, que resultan estar más determinadas por procedimientos de rutina, “con desviaciones que pocas veces son más que graduales. (…) Hay una significativa brecha entre lo que los conductores eligen (o habrían elegido racionalmente) y lo que las organizaciones implementan” [2].
En el campo de la política exterior y de la defensa, el gobierno de Javier Milei se encuentra en el reverso del Modelo II de Allison. La provisión de conocimiento experto por parte de las agencias burocráticas para la toma de decisiones se encuentra en su punto más bajo desde 1983. Tal vez un Presidente menos desatado, menos guiado por sus pasiones y más constreñido por la “jaula de hierro” de las burocracias profesionales, podría atemperar el daño que su política exterior y de defensa le está infligiendo al país.
Antes de referir algunos ejemplos que exhiben crudamente a un Poder Ejecutivo desandando lo poco que queda del núcleo de coincidencias básicas en materia de política exterior y de defensa, conviene recordar las enseñanzas de Maquiavelo de hace más de 500 años. En el capítulo XXII de El Príncipe aseveraba: “No quiero dejar sin tratar un punto importante y un error que difícilmente evitan los príncipes excepto si son extremadamente prudentes (…). No es de poca importancia para un príncipe la elección de los ministros, los cuales son buenos o malos según la prudencia del príncipe (…). La razón de esto es que no hay otro medio de defenderse de las adulaciones que hacer comprender a los hombres que no te ofenden si te dicen la verdad”. Si los ministros Mondino y Petri no están a la altura, las burocracias profesionales de Cancillería y Defensa deberían salir de su “estado de cautiverio” y expresar sin ambages el deterioro irreversible que la continuidad de las políticas actuales podría implicar para la consecución del interés nacional.
Agenda 2030 y condescendencia con el Reino Unido
Un buen ejemplo es lo que ha sucedido con la denominada Agenda 2030, aprobada por Naciones Unidas en 2015 y que fija 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en las esferas económica, social y ambiental. Entre ellos, se destacan el fin de la pobreza, la igualdad de género, la educación, la seguridad alimentaria, el crecimiento económico inclusivo y la lucha contra el cambio climático y sus efectos ambientales. En una muestra de abandono de los lineamientos históricos que han guiado a la diplomacia profesional, la economista Sonia Cavallo —hija del ex ministro y actual representante argentina ante la OEA— propuso dos proyectos de resolución en dicho organismo que, según Daniel Kersffeld, borran “todo rastro de afirmaciones referidas al fortalecimiento de la democracia; a la protección a los derechos humanos, medioambientales y reproductivos; a la lucha contra el racismo y la discriminación hacia personas con discapacidad, comunidades indígenas y afrodescendientes; y al reconocimiento de la perspectiva de género, incluyendo la violencia sexual contra mujeres y niñas”.
Como si esto fuera poco para un país que ha logrado avances notables en este plano —como las leyes de Matrimonio Igualitario e Identidad de Género, la de Reproducción Médicamente Asistida—, el desempeño argentino en la ONU exhibe un retroceso ostensible. En esta dirección, el gobierno criticó a fines de marzo un informe de la “Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer”, colocándose —a pesar de la autoproclamada defensa de los valores de Occidente— en una postura compartida con Nigeria, Rusia, Irak, Irán, Nicaragua y Mali. Lo hizo durante la mayor reunión anual de la ONU sobre igualdad de género y empoderamiento de las mujeres. En tándem con aquellas naciones, la representación argentina votó en contra de una declaración que enfatizaba la necesidad de «movilizar recursos financieros de fuentes públicas y privadas, garantizar la perspectiva de género en los procesos presupuestarios nacionales y evitar la fiscalidad regresiva que afecta de forma desproporcionada a las mujeres y niñas con ingresos bajos o nulos».
Como resultado del alejamiento por parte de la política exterior argentina de su núcleo de coincidencias básicas, el interés nacional se ha visto afectado en aspectos cruciales. Estos desvaríos se hacen sentir, por ejemplo, en un tema altamente sensible a nuestra historia como la cuestión Malvinas. Durante la última sesión del Comité Especial de Descolonización de la ONU (C24) en junio, el tradicional apoyo al reclamo argentino estuvo a punto de naufragar debido a que algunos países manifestaron malestar por “el cambio de la política exterior argentina, la postura anti Agenda 2030 y el alineamiento con Israel, especialmente el traslado de la embajada a Jerusalén”. Por otra parte, en julio Milei fue el único mandatario ausente en la 64° Cumbre de Presidentes del Mercosur y Bolivia. Uno de los resultados de esta desconexión de la región fue que, por primera vez desde 1996, la declaración final no contempló un posicionamiento respecto de las Malvinas.
A pesar de los elocuentes retrocesos en materia diplomática y de los altos costos que el país paga por estas improvisaciones, nada parece torcer el rumbo en la Cancillería. La estructura profesional del servicio diplomático parece no tener capacidad de respuesta frente a una canciller que semanalmente se supera en desaguisados, acompañada por una letrada de confianza de Karina Milei que tiene por tarea “filtrar temas de género y ambiente en los foros multilaterales” y una Secretaría de Malvinas, Antártida, Política Oceánica y Atlántico Sur que profundiza la lógica concesiva del escandaloso acuerdo Foradori-Duncan.
Policías militares y subordinación cibernética
Las cosas en Defensa no marchan mejor. Con una estructura profesional sin la tradición del servicio exterior; con carencia de cuadros político-técnicos con conocimientos en materia defensivo-militar y capacidad de conducción política del sector; con funcionarios internacionales cuya máxima experiencia en el área se limita a tres décadas de elaboración de análisis para algún capitán de fragata en el piso 5 del Edificio Libertad; y con una voluntad de sumisión al eje Washington-Londres que supera todo lo conocido hasta la actualidad, los resultados son los previsibles. A ello debe sumarse una conducción del Estado Mayor Conjunto con un nivel de identificación con Washington de nivel mileísta y jefes de cada una de las fuerzas sin el aplomo necesario para indicarle al ministro de Defensa el despropósito que implica en términos de desprofesionalización el proyecto enviado al Congreso de modificación de la ley 24.059 de Seguridad Interior para convertirlos en policías y que puedan empezar a combatir el terrorismo “a través de tareas de patrullaje, control de personas y vehículos, operaciones de control en puestos fijos o móviles, control y vigilancia de instalaciones inmuebles y aprehensión en flagrancia”. Tales destrezas poco se relacionan con las labores anticipatorias que desarrollan los servicios de inteligencia en su faz antiterrorista y que nada tienen que ver con lo internalizado durante años de formación en las Escuelas de Guerra.
Finalmente, y en un esfuerzo de superación que hay que reconocer en materia de colaboracionismo periférico y subordinación intelectual, el gobierno argentino —siguiendo las instrucciones del embajador Mark Stanley en una nota del 24 de junio— ha designado a un asesor de Ciberseguridad de los Estados Unidos que “dará apoyo al gobierno de la Argentina en las áreas pertinentes”. Como no podía ser de otro modo en materia de rendición de cuentas, la nota del martes 13 lleva la firma de alguien “casado y embarcado” con la embajada: el secretario de Asuntos Internacionales de la Defensa, Juan Erardo Battaleme.
Entre la información sensible a la que tendría acceso el designado asesor estadounidense se cuenta, según informa el sitio Agenda Malvinas, la “topología de redes e infraestructuras TI y TO de las organizaciones: IAF (Instituto de Ayuda Financiera), UNDEF (Universidad de la Defensa Nacional), IGN (Instituto Geográfico Nacional), SMN (Servicio Meteorológico Nacional), IOSFA (Instituto de Obra Social de las FFAA), TANDANOR S.A.C.I. y N. (Astilleros), FADEA SA (Fábrica Argentina de Aviones), COVIARA (Construcción de Viviendas para la Armada), Corporación Interestadual Pulmarí y FM SE (Fabricaciones Militares S.E.)”. Además del conocimiento sobre estas capacidades tecnológicas, las notas firmadas por funcionarios del Ministerio de Defensa relativas al “Memorando de Entendimiento entre el Gobierno de los Estados Unidos y el Gobierno de Argentina firmado el 25/03/2024” refieren al acceso a información relativa a formas organizacionales, dotaciones de personal, planes de emergencias ante ataques cibernéticos, existencia de play books específicos e informes de resultados, resiliencia de redes e infraestructura.
Como advierte el experto Oscar Niss: “Es casi un consenso internacional la necesidad de cooperar en materia de Ciberseguridad y Ciberdefensa, ya que el ambiente operacional es accesible y transversal a todas las naciones y contiene a sus infraestructuras críticas y en particular a sus sistemas de Defensa; y el carácter transfronterizo de las amenazas hace necesaria esa cooperación. Sin embargo, una cosa es cooperar mediante el intercambio de información, la capacitación de recursos humanos y los ejercicios conjuntos [3], y otra muy distinta es que un advisor del gobierno de una nación extranjera se interiorice de todos los aspectos clasificados de la seguridad cibernética de otro Estado, o de su Sistema de Defensa”.
Reflexión final
Según se aprecia, a pesar de no pertenecer al mundo de la política partidaria y de que la “rosca” propia de ese campo pareciera aburrirlo, Milei se ha mostrado implacable en materia de conducción política. El Presidente libertario ha dado lugar a una suerte de festival de doma de la “jaula de hierro” de las burocracias profesionales. La debilidad o incapacidad del servicio exterior de la Nación para persuadir a la ministra Mondino de poner freno a los desatinos, sumado a funcionarios del ministerio de Defensa que combinan desconocimiento de gestión y sumisión intelectual al eje Washington-Londres, arrojan por resultado una combinación letal para los intereses nacionales.
Weber planteaba la necesidad de la política como respuesta al “desencantamiento del mundo”. Paradójicamente, la Argentina de Milei requiere de la “jaula de hierro” para poner un freno a los extravíos de su política exterior y de defensa. Por el momento, la obediencia característica de las estructuras burocráticas ha obturado cualquier rapto de rebeldía por parte de hombres y mujeres que, se sabe —al menos en el caso de la Cancillería—, cuentan con conocimientos y expertise en la materia. Es tiempo de releer el El Príncipe de Maquiavelo y de que los burócratas profesionales empiecen a poner algún freno a la combinación de imprudencia y desmesura que caracteriza a los decisores gubernamentales.
* El autor es profesor e investigador (UBA-UNSAM-UNQ).
[1] Sorensen, T. (1967, 19 de marzo). “Hay que ir caminando al Trabajo”. New York Times Magazine.
[2] Allison, G. (1988). La esencia de la decisión [1971]. Buenos Aires: GEL.
[3] En efecto, durante el gobierno del Frente de Todos (2019-2023) hubo —como describe con precisión Sergio Eissa— “actividades académicas de enseñanza y capacitación» por parte de los Estados Unidos (como las hay con tantos otros países). Sin embargo, no hubo habilitación para reunirse con el Comando de Ciberdefensa ni con las áreas de Ciberdefensa de las Fuerzas Armadas, ni se le solicitó a ningún asesor estadounidense que lleve adelante tareas de relevamiento y análisis de la situación de la Ciberdefensa en el país. La cooperación bilateral definida por el gobierno de Milei pareciera no limitarse a capacitación y formación de recursos humanos, sino que el asesor de Estados Unidos sería parte de la planificación y el relevamiento de la totalidad de activos y redes de la jurisdicción Defensa.
31/08/2024 a las 10:34 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Milei da señales de desconfianza
interna: encabezó en secreto una
reunión de Gabinete reducida
Brenda Struminger
Infobae
30 de Agosto, 2024
Además de enfrentar serias dificultades para concretar -o defender- su agenda legislativa en el Congreso, el Gobierno sufre en estas semanas un nuevo brote de desconfianza interna. El “triángulo de hierro”, conformado por el presidente, Javier Milei, su hermana y secretaria general, Karina Milei, y el asesor Santiago Caputo está a la caza de traidores en el propio equipo, con el convencimiento de que hay funcionarios que ventilan a la prensa o transmiten a otros partidos información confidencial.
Los problemas de fiabilidad en el Gabinete vienen de larga data. El manoseado despido del ministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro, había sido el gran ejemplo disciplinador que aplicaron los Milei para mostrar que cualquier señal de autonomía en la comunicación tenía consecuencias irreversibles. Pero ahora hay suspicacias en torno a otro actor libertario, por ahora desconocido. En Balcarce 50 deslizan que aún no detectaron al “topo”, como ellos mismos lo calificaron, pero aseguran que “están en eso”.
El martes, el Ejecutivo anunció a último momento que suspendería la reunión del Gabinete que se hace ese día, cada semana, prácticamente sin falta, lo cual generó suspicacias, principalmente, entre los propios. La Casa Rosada intentó disimular, y en los ministerios siguieron el juego. Así, tanto en la sede del poder central como en las distintas dependencias respondieron a las consultas sobre los motivos de la decisión de suspenderla con el argumento de que se habían interpuesto los -siempre convenientes- “temas de agenda”.
Concretamente se referían a la charla presencial que mantuvo Milei con el embajador de Estados Unidos, Marc Stanley. Pero no contaron que esa mañana también hubo una reunión de Gabinete “reducida” o, como la llamaban en Gobierno, “blue”.
Milei, y sobre todo su hermana Karina, cuidan especialmente que no se conozca una sola palabra de lo conversado en esos extensos y bastante amplios cónclaves semanales. Y, de hecho, lo logran. Es prácticamente imposible para la prensa conocer detalles de esas charlas más allá de los escuetísimos detalles que brinda, siempre a grandes rasgos, el vocero Manuel Adorni, en sus conferencias de prensa matinales. Sin embargo, dicen que percibieron ciertas desobediencias, y decidieron hacer un fuerte recorte en la habitual convocatoria.
El encuentro fue extremadamente cerrado, al punto de que los colaboradores de los referentes presentes nunca supieron en qué salón de la Casa Rosada se celebró. Según pudo reconstruir Infobae, se hizo por la mañana y duró cerca de dos horas. Estuvieron, además del Presidente, los miembros de su mesa chica, Karina y S. Caputo; el jefe de Gabinete, Guillermo Francos; el vocero Adorni, especialmente cercano a la hermana del primer mandatario; la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, principal representante de la fusión con -una parte- de PRO, que se ganó y sostiene la confianza del Presidente; el titular de la Cámara de Diputados, Martín Menem.
En general, la lista es mucho más amplia e incluye, además, a Luis Caputo (Economía); a Mariano Cúneo Libarona (Justicia); a Federico Sturzenegger (Desregulación); a Diana Mondino (Relaciones Exteriores)️; a Sandra Pettovello (Capital Humano); a Luis Petri (Defensa); a Mario Russo (Salud); al secretario de Prensa, Eduardo Serenellini; el Secretario de Legal y Técnica, Javier Herrera Bravo; el vicejefe de Gabinete del Interior de la Jefatura de Gabinete, Lisandro Catalán y el Vicejefe de Gabinete Ejecutivo de la Jefatura de Gabinete, José Rolandi. Hasta hace algún tiempo asistía también la vicepresidenta, Victoria Villarruel, que se encuentra distanciada como nunca de la dupla presidencial y hace tiempo no se suma.
Sin apuntar contra nadie en particular, en Gobierno sólo se encargaron de desvincular de cualquier sospecha a la amiga del Presidente, Sandra Pettovello. “Javier jamás desconfiaría de ella”, dijeron. Y atribuyeron su ausencia a su enfrentamiento subterráneo con Santiago Caputo. “Siente que no la reconocen como deberíamos y tiene razón”, deslizaron en Balcarce 50.
“Fueron sólo siete u ocho los presentes”, deslizaron en una de las carteras lideradas por ministros que no formaron parte, pero se enteraron de que los habían excluido. Mientras tanto, en el entorno de Milei casi todos se mostraban receloso de mostrar detalles y masticaban bronca por la divulgación, también, de este encuentro, que querían mantener en secreto.
31/08/2024 a las 10:38 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Kirchner, Villarruel y la memoria de los 70
Daniel Bilotta
Fuente: La Nación
(*) Identidad Correntina
29/8/024
“A Villarruel, como a Kirchner, le gusta buscar asesinos en los geriátricos. Alfonsín los cazaba en la selva”, la frase la posteó en su cuenta de X el politólogo Andrés Malamud a propósito de la intención que manifestó la vicepresidenta de la Nación, Victoria Villarruel, sobre el pedido realizado el martes para la reapertura de las causas, algo que ya se intentó en varias oportunidades, sin éxito, que será realizado por la Asociación Civil Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv), fundada por la propia Villarruel. Claro, ahora desde el poder las intenciones toman otra forma.
Tiene todo el derecho el gobierno libertario de plantear su idea respecto a la búsqueda de justicia por los oscuros años 70 que nos tocó vivir. La polémica se da porque lo hace desde con una omisión fundamental -a esta altura ya no es un olvido o una mala interpretación- como es negar los verdaderos acontecimientos históricos sobre la actuación de la política en la búsqueda de la verdad y la justicia. Y es ahí donde la frase de Malamud cobra un sentido especial y que lo acerca a la verdad.
Villarruel, que intenta ser muy cuidadosa en sus palabras y no reivindicar la dictadura militar a pesar de que desconoce la figura de “terrorismo de estado” para calificar los delitos cometidos entre 1976 y 1983 por el Proceso de Reorganización Nacional, remarcó y reiteró la palabra “impunidad” en su discurso: “Argentina merece no ser un nido de impunidad y para eso hace falta que construyamos sobre los cimientos que se hacen con justicia. Por eso, reabriremos todas las causas de víctimas del terrorismo, para que sea la Justicia la que haga lo que debió hacer hace más de 20 años. Todos los montoneros tienen que estar presos, respondiendo por ensangrentar nuestra Nación”, sentenció.
Villarruel toca un nervio muy sensible en un sector de la sociedad, sobre todo para los familiares de las víctimas de los atentados de las organizaciones terroristas. Pero hay, en su arenga, una falta de apego a la verdad que nos recuerda el discurso de Néstor Kirchner del marzo de 2004, cuando habló en un acto en la ESMA y dijo: “Como presidente de la nación vengo a pedir perdón del Estado nacional por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia tantas atrocidades”.
Tanto Kirchner, y todo el kirchnerismo, que adhirió ciegamente a esa afirmación, como Villarruel ahora, y todo aquel que se ve representado con aquellos sectores encolumnados en la defensa del accionar de las Fuerzas Armadas en ese tiempo, ocultan una parte reciente de la historia democrática argentina que, por distintas razones, prefieren obviar.
Al hablar de “impunidad” y de “silencio” están borrando el tramo más importante de nuestra historia en cuanto a “derechos humanos, Verdad y Justicia” como fue la actuación del gobierno de Raúl Alfonsín, que apenas asumió convocó al Congreso a sesiones extraordinarias para derogar la autoamnistía decretada por los propios militares, cuando el 23 de septiembre de 1983 el general Reynaldo Bignone promulgó la ley 22.294, denominada por los militares como “Ley de Pacificación Nacional” que, vale recordar, el Partido Justicialista de ese entonces se comprometió en la campaña electoral a sostener. Alfonsín lo logró y consiguió que esa ley se derogase por inconstitucional y se declarara “insanablemente nula la ley de facto N°22.924″. Luego puso en marcha la Conadep (Comisión Nacional de Desaparición de Personas) que el peronismo se negó a integrar, y que permitió recoger testimonios, denuncias y pruebas para llevar adelante en 1985 el histórico juicio a las Juntas Militares. No hubo silencio de parte del estado como dijo Néstor Kirchner 21 años después. Las disculpas, en todo caso, debió darlas por su silencio cómplice en todos esos años y en los 90, cuando, como fiel adherente al menemismo, acompañó los indultos de Carlos Menem.
En paralelo al proceso a las Juntas Militares, con la promulgación del decreto 157/83, se dispuso los juicios a las cúpulas guerrilleras. Así fue que el ministerio público puso en marcha los procedimientos judiciales a fin de cumplir con ese mandato para que los jefes de ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) y Montoneros fueran juzgados y condenados. Resultados: Mario E. Firmenich fue condenado a 30 años de prisión, Fernando Vaca Narvaja; Ricardo Obregón Cano; Rodolfo Galimberti; Roberto Perdía; Héctor Pardo, todos dirigentes de Montoneros; y Enrique Gorriarán Merlo, único sobreviviente de la conducción del ERP todos juzgados, aunque sólo dos lo fueron presencialmente, Mario Firmenich y Ricardo Obregón Cano. El resto se mantuvo prófugo hasta los indultos de Menem de 1989 y 1990 que favorecieron a 220 jefes militares procesados o encarcelados, a 70 miembros de organizaciones guerrilleras que se encontraban presos o prófugos y también sumó a los responsables del levantamiento de Semana Santa de 1987 de Monte Caseros de 1988 y Villa Martelli de 1989, todos contra el gobierno de Alfonsín, y a los jefes militares condenados por la guerra de Malvinas.
Un dato para agregar, José López Rega, jefe de la Triple A, falleció en la cárcel, luego de ser extraditado, un mes antes de la asunción de Carlos Menem. Es decir, también se enjuició al mayor responsable del “terrorismo de estado”, la Triple A, que era una organización paraestatal, por violaciones a los DDHH. Esto también es bueno recordar porque una parte de las víctimas de las organizaciones armadas y de parte del estado se dieron durante el gobierno de Juan Domingo Perón y de Isabel Perón. De hecho, Italo Luder fue firmante del Decreto 261/75 que procuraba el “aniquilamiento” de las fuerzas subversivas. Decreto utilizado por la defensa de los comandantes de las Juntas enjuiciados en 1985. Las desapariciones, torturas, detenciones arbitrarias y persecuciones políticas, de algún modo amparadas desde el estado, ya existían cuando llegó el golpe del 24 de marzo de 1976.
Los argentinos recuperamos la democracia hace ya 41 años, pero volvemos una y otra vez a los setenta por todos los acontecimientos que se describen en esa columna: procesos, juicios, leyes de impunidad, indultos, derogación de esas normas y decretos, regreso de juicios de modo parcial, pero sobre todo por una mirada sesgada de los acontecimientos y las consecuentes medidas adoptadas por los distintos gobiernos, desde 1989 a la fecha. Ese año, Alfonsín entregó prematuramente el mando a Carlos Menem con los máximos responsables de la etapa más oscura de nuestra historia enjuiciados y presos. Claramente no hubo silencio del estado con los crímenes que cometió la dictadura militar y tampoco hubo impunidad, como señala Villarruel, con los jefes y varios miembros de organizaciones terroristas. Lo que sí existió fue un perdón, arbitrario y nocivo, que no respetó a las víctimas y familiares de un lado y de otro, que descompuso todos los relatos del presente. Los indultos fueron un manto de injusticia inconmensurable dictados por Carlos Menem, y la derogación de aquéllos solo para los militares tuvieron un efecto contrario al de la reconciliarnos con la verdad histórica. Curiosamente, Menem es el presidente al que Javier Milei señala como “el mejor presidente de la democracia” y al que Néstor Kirchner calificó en 1995 como “el mejor presidente desde Perón”. En definitiva, Villarruel es la vicepresidenta de un presidente que reivindica como prócer a Carlos Menem, el que sí garantizó la impunidad de todos. Deberán resolver esta otra puja interna, entre tantas que ya tienen.
El 21 de agosto de 2003, al comienzo del kirchnerismo, se anularon las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, tras la Corte Suprema dio lugar (con los fallos Simón y Arancibia Clavel) a la reapertura de los juicios por lesa humanidad a los militares. Hoy un sector del gobierno libertario busca abrir los procesos contra las organizaciones armadas que participaron en hechos de sangre mientras en paralelo desata un escándalo público, con consecuencias internas en el seno de su bloque con características desopilantes por el nivel de las acusaciones y el intento de judicialización de una decisión política, como fue la visita realizada por seis legisladores a los genocidas detenidos en el Penal de Ezeiza.
Otra vez el viaje en el tiempo que instala un debate en la actualidad que se niega a soltarnos. Es que es otra Argentina ésta, una que debería dedicarse a resolver como prioridad los problemas que hoy violan otros derechos humanos, como la pobreza cercana al 60% de la población, según mediciones preliminares y con un crecimiento exponencial desde que asumió Javier Milei sobre todo en lo referido al hambre y la indigencia. Siempre se resalta, Milei no es responsable de estos niveles de degradación social, pero en nueve meses sus políticas los agravaron a niveles históricos: solo en el conurbano el 78% de los menores están debajo de la línea de la pobreza.
Nunca es tarde para llevar justicia a las víctimas y familiares de hechos de violencia, en cualquier sentido o escenario político y social donde haya sucedido, pero se sentiría mejor si esto forma parte de una agenda actual que comparte con otros temas de demanda social y no que lo hagan parecer una prioridad porque el oficialismo, de la mano de su vicepresidenta, pone en el breviario nuevamente la revisión de los 70 y, así como hizo el kirchnerismo, lo hace con una mirada con sesgo propio y con una fuerte voluntad de fortalecerse y generar consenso en un sector de la sociedad que ve en ella una alternativa, incluso mejor que la que ofrece el mismo Presidente.
No solo el kirchnerismo y los libertarios nos llevaron y nos están llevando a anclarnos en los setenta, sino que tanto unos como otros parecen más interesados en volver al pasado para germinar en la sociedad un vínculo de pertenencia política que en mejorar nuestro futuro. Por suerte para nuestra historia, Raúl Alfonsín careció de esa mezquindad.
31/08/2024 a las 2:32 PM
SR. KRUSE, LAS MILES DE VICTIMAS ASESINADAS, POR EL TERRORISMO GUERRILLERO, LOS MILES DE MUTILADOS, LOS DAÑADOS, LAS FAMILIAS DESTROZADAS POR LOS EJERCITOS IRREGULARES DE LA GUERRILLA APOYADOS POR ESTADOS EXTRANJEROS.
OBSERVARON ANGUSTIADOS Y DOLIDOS DESDE SUS CASAS, COMO POLITICOS VENTAJEROS Y PERIODISTAS COBARDES, PAUTEROS Y ACOMODATICIOS, HACIAN APOLOGIA Y REPORTEABAN A CRIMINALES GUERRILLEROS, QUE CONTABAN SUS HAZAÑAS, DE ASESINATOS, COLOCACION DE MAS DE 5.000 EXPLOSIVOS, VOLADURAS, ATAQUES A UNIDADES MILITARES.
IMAGINESE COMO SE SENTÍAN ESAS FAMILIAS.
SUS VICTIMARIOS INDEMNIZADOS Y PREMIADOS CON CARGOS PUBLICOS.
PARA PEOR, A PARTIR DEL KIRCHNERATO, EL RELATO SE ASENTUO, EN TODOS LOS ORGANISMOS DEL ESTADO LA T..V. LAS ESCUELAS.
UNA DOBLE VICTIM,IZACION, CRUELDAD Y DOLOR PARA LAS FAMILIAS, QUE SUFRIERON EL ACCIONAR DE LAS BANDAS SUBVERSIVAS.
ES HISTORIA.
31/08/2024 a las 10:42 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Con presencia del Gobierno y la
oposición, ADEPA celebró su
cena de camaradería y defendió
el rol del periodismo profesional
Facundo Chaves
Infobae
30/8/024
Empresarios y directivos de medios compartieron la noche de este jueves la tradicional cena de camaradería que organiza la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA), en un encuentro que contó con la presencia de destacados funcionarios nacionales y legisladores, tanto del oficialismo como de la oposición. En los discursos se abordaron los desafíos y oportunidades que enfrenta la industria, hubo una fuerte defensa del rol del periodismo profesional y de la libertad de expresión.
En uno de los salones del distinguido Círculo Italiano, del centro porteño, se convocaron dueños, ejecutivos y periodistas de diarios, radio y televisión y, en esta oportunidad recibieron entre los invitados al jefe de Gabinete, Guillermo Francos; el vocero presidencial, Manuel Adorni; el secretario de Trabajo, Julio Cordero, funcionarios del área de Prensa de Casa Rosada, y legisladores. Entre ellos, estuvieron los diputados Miguel Ángel Pichetto, presidente del bloque Encuentro Federal; Silvana Giudici y Alejandro Finocchiaro, del PRO; Gisela Marziotta, de Unión por la Patria; mientras que por La Libertad Avanza estuvo Santiago Santurio.
Antes de los discursos que brindaron el presidente de ADEPA, Martín Etchevers, y Guillermo Francos, hubo un emotivo homenaje a los periodistas José Ignacio López y José Claudio Escribano, por sendas trayectorias profesionales, que los hicieron merecedores de múltiples premios y galardones.
El rol del periodismo
Después de una breve introducción y de la presentación de los invitados, el presidente de ADEPA pronunció un discurso que resaltó la función social y política de la prensa libre en el mundo, pero sobre todo aquí, en el país. En ese sentido, subrayó: “Pocos se animarían a discutir el papel del periodismo profesional en echar luz sobre episodios que convulsionaron a la sociedad argentina en las últimas semanas, que provocaron contundentes reacciones del Gobierno y aun posicionamientos geopolíticos de fuerte impacto regional e internacional”. Y luego se preguntó: “¿Por qué, entonces, denostar al periodismo que posibilita poner al desnudo tantos atropellos e inmoralidades?”.
El ejecutivo resaltó la actuación de “un periodismo que reveló además, en las últimas décadas, muchos de los problemas de corrupción, de distorsión económica, de inflación desenfrenada, de crecimiento escandaloso de la pobreza, de desinversión educativa, de gasto político exorbitante, de clientelismo y asistencialismo, frente a los cuales la sociedad decidió mayoritariamente levantar la voz en las últimas elecciones”. “Nada de eso hubiera sido posible sin periodismo auténtico, sin medios de comunicación, sin quienes tradujeran ese descontento social en números, datos, historias, en situaciones develadas hasta sus entrañas”, consideró.
Etchevers puso de relieve que “el propio presidente encontró en los medios una plataforma para potenciar y llegar con su discurso, rupturista y convencido, enfático e histriónico, a buena parte de la sociedad”.
“Matizamos y debatimos con esas afirmaciones absolutas que sostienen que las redes sociales, los motores de inteligencia artificial o las plataformas tecnológicas han venido a democratizar la información, a emanciparnos de la manipulación informativa o a posibilitar la participación ciudadana. No renegamos del avance tecnológico ni relativizamos las nuevas puertas que se han abierto para la expresión de más ciudadanos, para la aparición de nuevos actores comunicacionales, para el acceso a nuevos puntos de vista, para la conformación de un menú a la carta en el que creemos sentirnos casi como editores individuales”, agregó el presidente de ADEPA.
Y agregó: “Sabemos que eso no reemplaza la búsqueda y los hallazgos profesionales de la información; que los dogmas y las creencias, por más convencidos e identificados que estemos con ellos, no necesariamente nos brindan toda la información disponible, sino que ratifican nuestros prejuicios. Que la ira y el enojo, si bien muchas veces naturales y justificados, no pueden ser la única guía a la hora de informarse, porque son el combustible para las noticias falsas, para los relatos manipulados, para la construcción de enemigos permanentes y, en definitiva, para el enfrentamiento y no para la construcción social. Hagamos todo lo que sea necesario para configurar los debates públicos en unión y libertad, como dice nuestra Constitución Nacional”.
“Desde Adepa lo venimos diciendo sin ambigüedades. Medios y periodistas no tenemos la verdad revelada ni estamos exentos de ser confrontados, rebatidos, e incluso desmentidos. Tenemos pecados y cometemos errores. Pero cuando eso sucede, debemos dar cuenta de ellos ante la Justicia y ante la audiencia. Tenemos profesionales, tenemos firmas, tenemos los nombres y apellidos de quienes escriben, editan y se hacen responsables de lo que dicen y publican. ¿Esto nos garantiza infalibilidad o razón? Claro que no. Pero la labor de la prensa está protegida por la Constitución porque alimenta, desde su pluralidad de miradas, el debate democrático, la transparencia de los actos de gobierno y, en definitiva, la gestión de la cosa pública”, consignó.
“Las redes, muchas veces celebradas sin beneficio de inventario, atraen nuevas audiencias y generan nuevos lenguajes. Pero también favorecen el anonimato, potencian la desinformación, permiten que el escarnio se multiplique de modo exponencial y actúan con efectos intimidatorios en la conversación pública… En definitiva, no garantizan necesariamente más y mejor información. Tampoco más y mejor democracia, o más y mejor capitalismo. Sobran ejemplos de esto alrededor del mundo”, amplió.
Finalmente, destacó que “las nuevas batallas serán, en definitiva, tan relevantes como aquellas, porque en ese campo se jugará la sostenibilidad del periodismo profesional y el acceso ciudadano a una información confiable y jerarquizada en el ecosistema digital. En definitiva, lo que está en juego es la posibilidad de que el periodismo profesional siga cumpliendo su cometido de “perro guardián” en la democracia moderna. A eso aspiramos”.
La voz del Gobierno
Tras el discurso del presidente de ADEPA, el jefe de Gabinete Francos compartió unas palabras sobre la libertad de expresión, los medios, el derecho a la propiedad intelectual y los desafíos que tiene la industria. Empezó con una chanza que recibió los aplausos de todos los presente: “Hoy para nosotros es un día muy bueno porque no se fue ningún diputado ni ningún senador de nuestro bloque”.
“Estamos todos un poco convulsionados por lo que ha significado la irrupción de la tecnología en la difusión de contenidos y hace que todos los actores de la sociedad nos sintamos permanentemente confrontados con distinto tipo de emociones. Muchas veces quienes ocupamos la responsabilidad política -del Legislativo, del Ejecutivo- nos vemos sometidos también a esas presiones que nos impone, por un lado el periodismo y por otro lado la tecnología”, afirmó el ministro coordinador
Aunque destacó que para él “todo es bienvenido”, advirtió que para él “no creo que sea negativo para la convivencia encontrar la forma de equilibrar esos factores”. “Es cierto que las redes se manejan mucho desde el anonimato, y conocemos a fondo operadores en distintas redes, pero no conocemos quiénes son. Y es cierto también que muchos de utilizan los contenidos y es lógico que se reclame el derecho de propiedad”, consideró.
El jefe de Gabinete reconoció que “hoy tenemos representantes importantes del Parlamento argentino que se han expresado sobre esto también en muchas oportunidades: tal vez nos falte encarar un proyecto que contemple los intereses de todos en este nuevo juego de la tecnología de la información; para que podamos trabajar en conjunto a fin de encontrar un sistema en el que nos podamos adaptar todos sin grandes estridencias y sin grandes confrontaciones”.
“También creo que esta tecnología ha servido mucho para dividir a la sociedad y tal vez lo que debiéramos hacer todos en conjunto es ver qué mecanismos podemos utilizar para unirla”, consideró.
Al respecto, Guillermo Francos compartió un anécdota vinculada al momento en que fue convocado para asumir el Ministerio del Interior y se reunió con Carlos Corach, el último funcionario en ese cargo que tuvo en su presidencia Carlos Saúl Menem. Tras reconocer la habilidad que tuvo y el rol destacado que cumplió en ese momento, contó que le pidió un consejo, una sugerencia: “Le pregunté qué es lo que pensás que debería ser hoy un ministro del Interior, qué debería hacer hoy un gobierno nacional. Y él respondió que hay que buscar la forma de generar la unidad nacional”.
“Esa es un poco la responsabilidad de todos. Más allá de que seamos políticos del Ejecutivo, del Legislativo, periodistas, empresarios de medios. Lo que deberíamos buscar es cómo contribuimos todos, desde la defensa de todos los derechos individuales, la libertad, la democracia, generar la unidad. Cuando no hay unión se generan los problemas que hemos visto en muchos de nuestros países”, manifestó Guillermo Francos.
Y agregó: “Tal vez en los 40 años de democracia de Argentina, el único resultado que hemos podido ofrecer los políticos al país ha sido la democracia, que no es menor, es mucho, porque hay países que no la tienen y lo sufren. Pero del otro lado, tampoco hemos podido ofrecerles a los argentinos una mejor calidad de vida de aquella que había cuando comenzamos a vivir en democracia, en el sentido de bienestar económico. Sí, en el de la libertad, pero no en el bienestar económico, que es tan importante”.
31/08/2024 a las 6:31 PM
RESPECTO A LA CONADEP, LE COMENTO QUE HAY CIENTOS DE ERRORES Y FALSEDADES, EN EL INFORME, MUCHAS DE LAS PERSONAS FALLECIDAS, CITADAS, EN REALIDAD, MURIERON EN ENFRENTAMIENTOS CON LAS FUERZAS LEGALES, ATACANDO UNIDADES MILITARES, COMISARIAS O COPANDO PUEBLOS.