Por Hernán Andrés Kruse.-
“Para Trump: «La globalización ha hecho muy rica a la élite financiera, pero ha dejado a millones de nuestros trabajadores sin nada salvo pobreza y dolor de corazón». La ideología de Trump puede causar estupor en gran parte del público conocedor de los datos objetivos acerca de los progresos que el mundo está haciendo en el periodo histórico al que genéricamente se llama globalización, pero conecta bien con otra parte del público al que se suele considerar perjudicado por la globalización: clases medias y bajas que temen por su futuro económico y clases medias y altas sin miedos económicos, pero si culturales y sociales. En el primer caso, personas con bajo nivel de estudios, desempleadas o con empleos mal retribuidos, a los que les preocupan sus ingresos y los de sus hijos ante la llegada de inmigrantes y que sienten debilitarse sus derechos sociales bajo la presión de una economía globalizada. En el segundo, personas que creen perder la hegemonía del grupo social, racial, sexual o religioso del que forman parte, o desvanecerse el modelo de sociedad en el que creen, y a los que sienten amenazados por extranjeros, minorías, feminismo, etc. (…).
Para Mead, puede que la elección presidencial de Trump fuera una sorpresa, pero el movimiento que le condujo a la victoria no es nuevo, sino que hunde sus raíces en la historia estadounidense, siendo sus seguidores los herederos de aquellos que apoyaron al presidente Jackson, personas que no solo sienten descontento económico y que rechazan una dirección tecnócrata y elitista del Estado, sino que ven los cambios que sufre su país (como el vuelco demográfico a una sociedad menos blanca y más multiétnica) como una declaración de guerra.
Mead atribuye a Trump haber percibido en la sociedad estadounidense el auge del populismo nacionalista jacksoniano, esto es, del sentimiento de la América jacksoniana de estar bajo sitio, con sus valores atacados y su futuro amenazado tanto por las élites cosmopolitas (de ambos grandes partidos) como por los inmigrantes y otras minorías que, en conjunto, se han apoderado del gobierno y están transformando la esencia de los EE. UU. Por tanto, situar a Trump como un nuevo hito en la evolución del populismo histórico estadounidense puede resultar apropiado en el sentido de considerarlo como alguien que se presenta como un campeón de las clases populares, y en especial de la América WASP, frente a los denunciados atropellos de las élites, pero sin perder de vista que su emergencia, teniendo antecedentes típicamente estadounidenses, obedece igualmente a razones específicamente contemporáneas derivadas de la globalización y sus efectos. Resulta significativo, en el contexto de este choque entre clases populares y élites, que haya figuras como la ex secretaria de Estado Albright que consideren a Trump como el presidente de los tiempos modernos cuyas afirmaciones y acciones están más en desacuerdo con los ideales democráticos”.
PROPUESTA DE CARACTERÍSTICAS DEL POPULISMO
EL LÍDER CARISMÁTICO
“El populismo se apoya en la legitimidad carismática del líder (Mudde). Establece una fuerte relación entre el pueblo y el líder al que, excediendo sus funciones constitucionales concretas como jefe de Estado o de Gobierno, concibe como voz del pueblo-«no soy yo, soy el pueblo», dirá Chávez-(De la Torre), y personificación del mismo (Mudde y Rovira) y lo caracteriza como un caudillo, un salvador o un mesías. El líder suele asumir un rol hipermasculinizado, machista, fuerte, resolutivo, viril y confrontador (De la Torre), como si de un macho alfa de carácter tribal se tratara. No es por ello sorprendente que el líder populista casi siempre sea un hombre, rara vez una mujer.
La identificación que se produce entre el líder y el pueblo lleva a que las manifestaciones del líder se consideren la voluntad del pueblo. Por ello, cualquier opinión divergente-bien proceda de la oposición, de otra institución política o de la prensa-se asumirá como contraria al pueblo y malintencionada. Dice Erdogan: «Nosotros somos el pueblo. ¿Quién eres tú?» (Müller). Al darse esta identificación entre líder y pueblo, cualquier ejercicio de control sobre el líder, particularmente de la oposición parlamentaria, queda anulado a efectos prácticos.
El líder es para el populismo el eje en torno al que se unifican en una única voluntad todas las demandas y sensibilidades del pueblo. Laclau se refiere a este proceso como la emergencia del líder: «El populismo emerge, asociando entre sí estas tres dimensiones: la equivalencia entre las demandas insatisfechas, la cristalización de todas ellas en torno de ciertos símbolos comunes y la emergencia de un líder cuya palabra encarna este proces».
EL PUEBLO COMO UNIDAD
“Se crea la ilusión de concebir al pueblo como una unidad sin divisiones, ni fragmentaciones (Müller). No hay distintas sensibilidades ni intereses, sino un único pueblo que, en función de la idéntica racionalidad de todos sus miembros, no puede más que constituirse en una voluntad única que por necesidad debe ser buena, debe tener la razón y de la cual el líder se erige como intérprete necesario. La virtud del pueblo, frente a la maldad de la oligarquía, es uno de los pilares del populismo y puede rastrearse en los primeros partidos que recibieron la denominación de populistas, como el People´s Party de finales del xix en los EE. UU. (Rivero). La visión unitaria del pueblo, en realidad, no es otra cosa que una apariencia generada por una fracción que pretende que el todo se identifique con ella para servirse así de su legitimidad (Laclau). El populismo afirma que sobre el pueblo se ciernen amenazas internas y externas que tratan de aprovecharse de él, perjudicarlo o incluso destruirlo. Frente a estas amenazas, el populismo y su líder se ofrecen como medio de protección.
El pueblo acostumbra a ser identificado con unos elementos determinados (dependiendo del país: idioma, raza, religión, cultura, etc.) que llevan a que todos aquellos que no los cumplan sean, en la práctica, expulsados o no aceptados en él. Este es el caso de los extranjeros, inmigrantes o refugiados, que buscando integrarse en la comunidad receptora son tenidos como extraños, como enemigos del pueblo, como no pueblo. En palabras de Trump, «la cosa más importante es la unificación del pueblo porque el otro pueblo no vale nada» (Müller, De la Torre). Se fomenta una oposición en la que el líder dirige al pueblo contra el no pueblo (Krauze) y en la que se generan rupturas entre los grupos sociales, distinguiendo a unos como virtuosos y a otros como corruptos (Bonikowski y Gidron)”.
LA APELACIÓN AL PUEBLO
“La relación entre el líder y el pueblo se materializa en la recurrente solicitud que el primero hace al segundo para que se pronuncie. Indica De la Torre que Chávez, Correa y Morales «gobernaron a través de campañas y de elecciones permanentes […]. Los venezolanos votaron en dieciséis elecciones entre 1999 y 2012, los bolivianos en nueve entre 2005 y 2016 y los ecuatorianos en once entre 2006 y 2013». La apelación al pueblo se hace generalmente mediante la tergiversación de los instrumentos de la democracia participativa, particularmente las preguntas directas a la ciudadanía como referendos (Ivarsflaten) y plebiscitos, para legitimar el poder del líder frente al de las restantes instituciones del Estado. Estos instrumentos participativos, especialmente en los ámbitos municipales, no se utilizan para mejorar la democracia, sino para establecer relaciones clientelares en las que los ciudadanos autónomos acaban convertidos en masas agradecidas (De la Torre).
Dado que el populismo implica una crítica radical de la democracia representativa, a la que ve como materialización de la división entre élites y pueblo-representantes y representados-(Rivero), se apela al poder constituyente materializado en el pueblo y a su capacidad de refundar la sociedad, si bien con el fin último de concentrar el poder en el Ejecutivo (De la Torre), permitiendo al líder superar los límites y controles que impone la representación. Como para el populismo los representantes forman una élite corrupta, la única manera que concibe de tener una verdadera democracia es enajenar el poder de las élites y devolvérselo al pueblo, el cual, a su vez, se lo transmitirá al líder, quien materializará la voluntad popular. Por ello, el populismo, si bien afirma no tener otro objeto que darle el poder al pueblo, no hace más que servirse instrumentalmente de él para fortalecer al líder.
Renegar de las instituciones representativas, apelar al pueblo reunido en la plaza pública y apoderarse de la legitimidad de él emanada para ofrecérsela por aclamación al líder no es un descubrimiento contemporáneo y puede ser rastreado, entre otros, en el fascismo o el nacionalsocialismo durante el periodo de entreguerras. Conocida es la crítica de Sartori al recurso a referendos y plebiscitos, que, indica, multiplica los problemas y es una puerta abierta al demagogo que pone en peligro la democracia”.
EL ENEMIGO
“El populismo dota de un poder extraordinario al líder para que pueda salvar al pueblo del enemigo. El enemigo del pueblo (Weyland) puede ser interno o externo, concreto o difuso. Las élites políticas y económicas fueron el enemigo habitual para los populismos de finales del siglo xix y principios del siglo xx (Mudde y Rovira) y siguen siendo el enemigo más recurrente del populismo en la mayoría de los análisis actuales (Rivero). Enemigo pueden ser también los inmigrantes, refugiados y extranjeros, un país determinado o, incluso, el capitalismo internacional. El enemigo puede ser cualquiera, pero ha de haber un enemigo con el que no es posible negociar, solo cabe luchar y solo el líder capitaneando al pueblo puede imponerse a él. La existencia de un enemigo es crucial para el populismo porque una ruptura populista solo se produce cuando ha tenido lugar una dicotomización del espacio social en la que los ciudadanos se ven a sí mismos como miembros de dos campos enfrentados (Laclau)”.
EL RECHAZO AL ACUERDO
“Dado que el pueblo es una unidad, fuera de él solo puede habitar el enemigo. Esta es «la lógica schmittiana del populismo» (De la Torre). Con el enemigo no es posible pactar. No cabe concebir la política como un proceso de cesiones y transacciones, sino como una lucha en la que solo puede llegarse a la victoria o a la derrota; donde uno ha de imponerse al otro, establecer su hegemonía y materializar sus objetivos. El populismo rechaza las instituciones representativas, instrumento para el acuerdo entre rivales, al verlas como herramienta de las élites para hurtar el poder al pueblo (Bonikowski y Gidron). Ejemplo de este modo de concebir la política es la forma en la que, en el marco del debate político estadounidense, se ha denunciado que Trump negocia, comparándola con un secuestro con rehenes en el que el secuestrador es Trump, aquel que debe pagar el rescate la otra parte y los rehenes cualquiera que esté bajo el poder del presidente. Así, en la negociación con el Congreso sobre los inmigrantes se acusó a Trump de usar como rehenes a las familias que al cruzar la frontera son separadas (Chait)”.
EL IDEAL
“El populismo trata de volver a un pasado glorioso o alcanzar un futuro utópico. No cabe conformarse con reformas sociales parciales ni es aceptable realizar los cambios que la sociedad requiere de un modo progresivo. Hay que echar abajo la podrida sociedad actual y, desde cero, construir una nueva sociedad que carezca de todo defecto. El populismo gusta de presentarse «como subversivo del estado de cosas existente y también como el punto de partida de una reconstrucción más o menos radical de un nuevo orden» (Laclau). Las fuerzas populistas, tanto antes de alcanzar el poder como una vez alcanzado, acostumbran a defender la necesidad de refundar la sociedad realizando una nueva constitución que dé comienzo a una diferente etapa nacional, lo que puede desembocar no en textos de consenso, sino en textos partisanos que busquen perpetuar al líder y al movimiento populista en el poder (Müller). Señala Popper, y quepa aplicarlo al populismo, que uno de los rasgos que diferencia a la sociedad abierta de la cerrada es la concepción holística que tiene la segunda (a la que identifica con el totalitarismo) de las transformaciones sociales, a las que no ve como un proceso gradual, sino como un cambio brusco”.
LA EMOCIÓN
“El populismo no apela a la razón, sino a la emoción. No se dirige al cerebro de los votantes, sino a su corazón. Es habitual representar al votante populista como aquel que responde a estímulos más emocionales que racionales, pero no debe ignorarse a Müller cuando critica la relación necesaria entre los estados psicológicos dominantes de los votantes y su opción política, pues generalizar que todos los votantes del populismo son perdedores de la globalización que sienten más que razonan sería como decir que todos los votantes socialdemócratas son trabajadores envidiosos de los ricos. El populismo no ofrece tanto argumentos racionales, como consignas maximalistas. No duda en recurrir a las pasiones, alentando en no pocas ocasiones los más bajos instintos de los ciudadanos. Se argumenta, por ejemplo, que desde que Trump llegó al poder, el tribalismo, la división de la sociedad estadounidense en grupos de carácter racial, cultural o incluso lingüístico, vive un momento de auge (Felton).
Se habla de los hechos alternativos, que acostumbran a ser la versión subjetiva y generalmente falsa que de los hechos (objetivos) tienen sujetos particulares. Se relativiza la verdad, se ponen en duda las afirmaciones científicamente probadas y se deslegitima a los intelectuales a los que se acusa de engañar al pueblo y estar al servicio de poderes económicos o políticos interesados. Esta deslegitimación de los intelectuales parece encajar con la idea de que el votante populista tiene escasa formación y por ello desconfía de los que sí la tienen. Así, en el referéndum británico sobre la permanencia en la UE se comprobó que gran parte de los votantes pro brexit o no tenían cualificaciones o tenían un escaso nivel educacional: quince de las veinte áreas con menor nivel de formación del Reino Unido votaron a favor del brexit, mientras que las veinte más formadas votaron por continuar en la UE (Goodwin y Heath)”.
LA OPOSICIÓN A LA LIMITACIÓN AL PODER
“Dado que el líder habla en nombre del pueblo, no cabe limitar el poder del líder, pues hacerlo supondría limitar el poder del pueblo. El populismo erosiona los controles que existen para limitar el poder ejecutivo, tanto los ejercidos por los otros poderes del Estado como los que pueda hacer la prensa o las organizaciones de la sociedad civil. El populismo no es pluralista (Müller), concentra el poder y tiene tendencia al autoritarismo (De la Torre). Suele llevar a que la democracia desaparezca o quede desfigurada, si bien no súbitamente, como en un golpe de Estado militar, sino progresivamente, como un lento estrangulamiento (De la Torre).
El antagonismo entre liberalismo-como ideología que busca la limitación del poder-y populismo se sintetiza en el diferente grado de limitación del poder del líder: en el primero el líder no es más que un representante de la ciudadanía que ocupa un cargo limitado constitucionalmente en sus facultades y en el tiempo; en el segundo, el líder, como encarnación del pueblo, tiende a exceder todo límite constitucional llegando a situarse por encima de todo límite constitucional. No es extraño en el populismo demandar sucesivas reformas constitucionales que adapten el texto constitucional a la cada vez mayor ambición de poder material y temporal del líder. Sin embargo, como indica Popper, la virtud crucial de la democracia es contener y equilibrar el poder. De ahí el imposible maridaje entre populismo y democracia liberal”.
EL RECHAZO AL LIBRECAMBIO
“El populismo crea nuevas fronteras y las fortalece allí donde ya existen, y ello mientras afirma proteger con ello al pueblo. Por ello, el librecambio, al permitir que el capital y, en menor medida, los trabajadores extranjeros puedan moverse con libertad, penetrar en el país y romper la unidad del pueblo es visto como un riesgo que debe ser controlado y, si es posible, extirpado. De ahí que el populismo opte por renegociar los tratados de libre comercio o salirse de ellos; opte por el proteccionismo e imponga aranceles, provocando subidas de precios que perjudican a los consumidores-los aranceles impuestos por Trump encarecieron el precio de las lavadoras una media de cien dólares (Zilber)-; se oponga al movimiento internacional de las empresas y de los trabajadores, y defienda una cierta autarquía en la economía nacional. Especialmente es hostil con los inmigrantes, a los que acusa de robar los trabajos de los nacionales o perjudicarles bajando los sueldos y los derechos sociales: la web de la Casa Blanca, bajo el epígrafe «Inmigración», relaciona su limitación con la protección de los trabajadores americanos (White House), y la Liga en Italia utiliza publicidad electoral con lemas como «Stop Invasione» en referencia a la alegada invasión de inmigrantes (Leganord)”.
NACIONALISMO
“El populismo plantea una concepción unitaria del pueblo y una idealización del pasado que le lleva a interpretar la historia de un modo interesado; además, su identificación habitual del enemigo con lo extranjero hace que el populismo sea normalmente nacionalista. Busca recuperar la soberanía supuesta o efectivamente perdida, ya sea rompiendo los acuerdos internacionales y aislando al país, ya tratando de independizar regiones de un Estado al aplicar a una menor escala territorial los mismos principios. En esta clave de recuperación de soberanía cabe entender algunas de las promesas electorales del partido Vox para las elecciones de 2019, o lemas electorales como Take back control («recuperar el control»), que usaron los defensores del brexit (Goodwin y Heath).
Los lemas electorales de Trump, America first («América primero») y Make America great again («Hacer América grande de nuevo»), resumen un nacionalismo que cree que el mundo exterior le agrede. Lemas que han sido relacionados con los usados por los grupos antisemitas y nazis estadounidenses de los años treinta y cuarenta (Calamur). Este nacionalismo suele concretarse en el deseo de fortalecer las fronteras frente a la denunciada invasión de extranjeros, no siendo extraño que el fortalecimiento fronterizo se materialice en la propuesta de construir muros. El más famoso es el muro con México propuesto por Trump, pero en Europa no son pocos los partidos que defienden esta misma respuesta a la inmigración. En España, en la propuesta electoral de su programa electoral de 2019 Vox propone construir sendos muros infranqueables en Ceuta y Melilla”.
(*) Alfredo Ramírez-Nardiz (Universidad Libre-Barranquilla-Colombia): “Aproximación al pensamiento político de Trump: ¿es el presidente de Estados Unidos un populista?” (Revista Española de Ciencia Política-2020).
02/09/2024 a las 9:48 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La virtual guerra fría entre Milei y Villarruel
Fernando Laborda
Fuente: La Nación
(*) Identidad Correntina
1/9/024
La tensión que por momentos caracteriza la relación entre Javier Milei y Victoria Villarruel reconoce no pocos antecedentes sobre conflictos entre presidentes y vicepresidentes argentinos. Ya desde la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, entre 1868 y 1874, existen registros de rispideces entre el llamado padre del aula y su vice, Adolfo Alsina. Se ha escrito que Sarmiento le advirtió a su compañero de fórmula: “Usted no se meta en mi gobierno. Limítese a tocar la campanilla en el Senado durante seis años y lo invitaré de tiempo en tiempo a comer para que vea mi buena salud”. Tal frase fue premonitoria de las complejas relaciones, tantas veces dominadas por los celos personales y las desconfianzas mutuas, entre presidentes y vicepresidentes.
Nuestra historia está plagada de situaciones conflictivas entre esas dos figuras. Uno de los datos más curiosos es que ninguno de los cinco presidentes argentinos que gobernaron durante más de un período –esto es, Julio Argentino Roca, Hipólito Yrigoyen, Juan Domingo Perón, Carlos Menem y Cristina Kirchner– repitió a su vicepresidente en su segundo mandato. En rigor, solo Perón accedió a que su primer vicepresidente, Hortensio Quijano, lo acompañara en su segundo mandato, pero este falleció en abril de 1952 y no pudo asumir el cargo, que quedó vacante hasta que, en 1954, se realizó una elección que consagró como vicepresidente al almirante Alberto Teisaire.
Quijano podría ser considerado como el prototipo del vicepresidente ideal por aquellos líderes políticos temerosos de ceder poder. Se lo ha caracterizado como un hombre dócil y de bajo perfil, que no opuso mayores reparos a los manejos de Perón. Incluso, toleraba con resignación que Eva Duarte lo llamara Mar Caspio, debido a la caspa que caía profusamente sobre sus hombros, tal como lo recuerda Nelson Castro en su libro La sorprendente historia de los vicepresidentes argentinos. En cambio, la relación entre Perón y Teisaire fue algo tirante, a tal punto que, tras la caída del peronismo en septiembre de 1955, el gobierno de la Revolución Libertadora hizo pública una filmación en la que se veía a Teisaire acusando a Perón de desleal y cobarde.
Arturo Frondizi, tras asumir la presidencia de la Nación en 1958, enfrentó un serio conflicto con su vicepresidente, Alejandro Gómez, quien presentó su renuncia seis meses después de iniciado su mandato, en discrepancia con la política de concesiones petroleras a empresas extranjeras.
Uno de los conflictos más recordados fue el que se manifestó en el año 2000 entre el presidente Fernando de la Rúa y Carlos “Chacho” Álvarez, quien renunció a la vicepresidencia poco antes de cumplir diez meses en el cargo. La dimisión se produjo en medio del escándalo desatado por una denuncia sobre supuestas coimas a senadores para que apoyaran una ley de reforma laboral impulsada por el gobierno. Apuntando contra el titular del Poder Ejecutivo, Álvarez, en una elíptica referencia a que, así como habría senadores coimeros, también habría alguien responsable de ofrecer los sobornos, sentenció: “Se necesitan dos para bailar un tango”. Su renuncia fue el principio del fin de la coalición entre la UCR y el Frepaso y debilitó al presidente De la Rúa, cuyo gobierno caería en diciembre de 2001 en el contexto de una grave crisis política, económica y social.
No menos complicada fue la relación entre Cristina Kirchner y Julio Cleto Cobos, en particular luego de que este último, como presidente del Senado, desempatara en 2008 la votación por el proyecto kirchnerista tendiente a incrementar las retenciones a las exportaciones agrícolas, votando en contra de la posición de su propio gobierno. Cristina Kirchner completó su primer mandato presidencial reprochándole a su esposo, Néstor, la elección de Cobos. Su alivio llegó en su segundo mandato presidencial (2011-2015), para el que Cristina eligió como su compañero de fórmula a Amado Boudou, aunque la historia no terminó bien: el vicepresidente fue procesado y, en 2018, condenado a cinco años y diez meses de prisión por los delitos de cohecho pasivo y negociaciones incompatibles con la función pública, a raíz de la adquisición irregular de la imprenta Ciccone Calcográfica.
Los celos entre Milei y su vicepresidenta se manifestaron por primera vez durante la misma noche del triunfo electoral de la fórmula presidencial de La Libertad Avanza, en el escenario montado junto al Hotel Libertador para los festejos. No solo se le negó la palabra a Victoria Villarruel, sino que se la relegó a un segundo plano en las fotos. Poco después, con la incorporación de los extrapartidarios Luis Petri y Patricia Bullrich a los ministerios de Defensa y de Seguridad, respectivamente, Milei olvidó su anuncio público de que iba a dejar ambas áreas en manos de su vicepresidenta.
Sus detractores no admiten que la vicepresidenta no se resigne a tocar la campanita del Senado
Desde entonces, los desencuentros entre el Presidente y la vicepresidenta fueron en aumento. Cobraron intensidad cuando Victoria Villarruel calificó a Milei como “pobre jamoncito” que debía lidiar entre ella y su hermana Karina Milei. Se intensificaron con un tuit en el que la vicepresidenta tildó a Francia como un país colonialista, en medio de la controversia suscitada por una canción con tufillo racista que habían entonado futbolistas de la selección argentina tras la obtención de la Copa América, y que movió a Karina Milei a concurrir a la embajada de Francia a pedir disculpas en nombre del gobierno nacional por lo sucedido.
El presidente y la vicepresidenta prácticamente no se hablan y miden muy cuidadosamente la necesidad y la conveniencia de participar juntos en actos públicos oficiales, al tiempo que la virtual guerra fría entre ambos se ha trasladado a las milicias digitales que operan en las redes sociales.
Desde el llamado “triángulo de hierro”, que integran Karina Milei y Santiago Caputo, se imagina a Victoria Villarruel al frente de un proyecto político propio, que asimilan a un complot político contra el primer mandatario. La desconfianza y los recelos aumentan cuando aprecian los resultados de las encuestas.
Los analistas de opinión pública les asignan a Milei y Villarruel niveles de imagen positiva muy semejantes, que rondan el 50%, aunque algunos de ellos, como Cristian Buttié, de la Consultora CB, estiman que el mayor grado de desconocimiento de la vicepresidenta, en torno del 20%, le brinda a esta última un potencial de crecimiento mayor, pese a tener un menor núcleo duro fidelizado que el jefe del Estado.
Las suspicacias crecen también ante el hecho de que la vicepresidenta quiera imponer una agenda propia. Sus detractores en la Casa Rosada no admiten que quien supuestamente le debe el lugar que ocupa pura y exclusivamente a Milei no se resigne a consagrarse a tocar la campanita del Senado, tal como le sugirió Sarmiento a Adolfo Alsina más de un siglo y medio atrás.
Además de su rechazo a la nominación de Ariel Lijo para la Corte, el anuncio hecho por Victoria Villarruel en el sentido de que buscará reabrir todas las causas de víctimas del terrorismo para que la Justicia condene a los responsables de las organizaciones guerrilleras que pusieron en vilo al país en los años 70 provocó una reacción negativa en la Casa Rosada. “La lucha de Victoria Villarruel es un tema que hoy no es agenda del presidente de la Nación”, afirmó el vocero de Milei, Manuel Adorni.
En rigor, la actual vicepresidenta viene bregando desde hace mucho tiempo, desde el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv), por la visibilización de las muertes provocadas por el accionar de los grupos terroristas y por la puesta en práctica del beneficio de la prisión domiciliaria para los militares mayores de 70 años que se encuentran detenidos en cárceles comunes por estar procesados o condenados por su presunta responsabilidad en delitos de lesa humanidad.
En octubre de 1989, el presidente Menem indultó a 220 militares y a 70 civiles. Pero luego de que, durante la presidencia de Néstor Kirchner, el Congreso anulara las leyes de punto final y obediencia debida que, en tiempos de Raúl Alfonsín, habían beneficiado a militares acusados de violaciones de los derechos humanos, la Corte Suprema anuló los indultos de Menem a la cúpula del régimen militar iniciado en 1976. Así, se reabrieron innumerables causas por delitos de lesa humanidad contra militares y funcionarios, pero no así aquellas contra los integrantes de organizaciones terroristas como Montoneros o el ERP.
La intención de Victoria Villarruel es reivindicar a los familiares de 17.000 personas agredidas, secuestradas o asesinadas por aquellas células terroristas, de las cuales 1074 perdieron la vida en unos 21.000 atentados y en unos 500 “ajusticiamientos”, según datos del Celtyv. Los nombres del sindicalista José Ignacio Rucci, asesinado en 1973 por Montoneros, o del coronel Argentino del Valle Larrabure, secuestrado en 1974 por el ERP y muerto después de 372 días de cautiverio, son algunos de los casos más recordados.
El hecho de que Milei señale públicamente que la agenda de la vicepresidenta no es la suya puede relacionarse con su objetivo de fidelizar su piso y limitar el techo electoral de Villarruel. Otra interpretación posible del distanciamiento presidencial respecto de la bandera que expone la vicepresidenta es que Milei no estaría dispuesto a arriesgar su capital político innecesariamente cuando su principal nicho electoral son los representantes de una joven generación alejada hoy de los conflictos setentistas.
Lo cierto es que la hipotética profundización de un conflicto entre el Presidente y la vicepresidenta perjudicaría a ambas figuras, del mismo modo que terminaría de dañar la potencialidad de La Libertad Avanza como marca política que pretende diferenciarse de la llamada casta. Una posibilidad que ya han advertido las primeras espadas del kirchnerismo.
02/09/2024 a las 9:51 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Solo con las milanesas no alcanza
Eduardo van der Kooy
Fuente: Clarín
(*) Identidad Correntina
1/9/024
Durante 16 meses, poco antes de declararse la pandemia en el mundo, Bélgica funcionó sin gobierno. La política falló recurrentemente para conformar una mayoría parlamentaria. Hasta que lo consiguió. La vida cotidiana de esa sociedad europea no se alteró en aquel tránsito largo. Como contracara, la Argentina lleva 9 meses de un ensayo político inédito, libertario, con el presidencialismo de un líder irascible (Javier Milei), un sistema político desmembrado y una comunidad que padece profundos sobresaltos en medio de la crisis. Pero no hay eclosiones y la democracia sobrevive. Algo de magia existiría.
Parte de ese fenómeno estaría reflejado en un estudio cualitativo de la consultora ARESCO. Los entrevistados sostienen, mayoritariamente, que la están pasando mal. Los ingresos son muy insuficientes. Admiten que la inflación ha bajado, aunque menos de lo que asegura el Gobierno. Temen por el desempleo. Pese a eso, un 40% mantiene expectativas de que aquel cuadro se modifique en los años de poder que le restan a Milei. Un 10%, aproximadamente, estaría apostando a una mejora en un plazo mucho menor. La sumatoria explica el principal activo que posee el líder libertario para continuar operando en su laboratorio.
Aquel conglomerado social no repara demasiado en los avatares de la política. Salvo que tengan vinculación con el bolsillo. La mayoría de los que depositan su confianza en Milei observan de mala forma el veto a la compensación jubilatoria (35%). Del mismo modo, la decisión de disponer $ 100 mil millones para gastos reservados de la Secretaria de Inteligencia del Estado (SIDE). Esos registros figuran también en el trabajo de ARESCO.
El Gobierno acaba de resignar una ventaja. Los conflictos en las fuerzas opositoras prosiguen. El pero-kirchnerismo no abandona el estado de confusión en que lo tiene sumido el escándalo por violencia de género que la ex primera dama, Fabiola Yañez, denunció contra Alberto Fernández. Los radicales nunca controlan la diáspora. El PRO no termina de definir su perfil y pugna por defender la identidad propia, pese a la colaboración que mantiene con el oficialismo. El gran problema radica ahora en la implosión que se verifica en La Libertad Avanza. Ocurre en Diputados y el Senado. Consecuencia del origen improvisado y opaco que tuvo la formación de la fuerza. Allí llegaron oportunistas, peronistas marginales y dirigentes acercados aviesamente por Sergio Massa. El ex candidato y ex ministro conjeturó, equivocadamente, que su ayuda a Milei mellaría a Juntos por el Cambio y franquearía las puertas de su ambición suprema.
Aquel estado de cosas motorizó los últimos cuatro encuentros de Milei con Mauricio Macri, matizados con las buenas milanesas y alguna carne asada que se cocinan en Olivos. Ambos tienen una misma percepción que no saben todavía de qué manera podría ser encaminada: el amplio espectro social que representan no tendrá destino si no logran converger en un mismo cuerpo. Dicho de otro modo: hay un 40-45% de la oposición que estaría dispuesta a amalgamarse, sin esfuerzo extremo, para enfrentarlos en la elección legislativa del año próximo. De nuevo un dato de ARESCO que puede tenerse en cuenta: en su pico de expectativa y con la hipótesis de una alianza, difícilmente la LLA y el PRO vencerían hoy al peronismo en Buenos Aires. El Conurbano, a diferencia de lo que ocurre en varias provincias, revela los peores índices de popularidad de Milei.
El Presidente está en una encrucijada. Como estuvo después de las elecciones generales del 2023. En aquel momento fue clave el pacto que selló con el ingeniero. Significó el traslado casi absoluto de los votos que había cosechado Patricia Bullrich. Así se coronó en el balotaje. El entorno del libertario -y él mismo- presume que la marca PRO dispondría ahora sólo del 10% de los votos nacionales. Sin ellos, sin embargo, el Gobierno correría riesgo de perder los comicios del año próximo. En esa debilidad aparente se esconde la fortaleza de Macri para intentar negociar.
Después del traspié con la compensación jubilatoria y los fondos reservados de la SIDE, que serían crucificados en el Senado, Milei habría comenzado a entender el grado de desprotección que soporta en el Congreso. Dio una vuelta de campana: recibió a los jefes de bloques de Diputados. Esos que dijo que si trabajaran gratis serían caros. La “casta” pura. Lo hizo también por insistencia del ingeniero. El Presidente anhelaría la formación de un interbloque con el PRO. Sugiere que debería ser conducido por el diputado Cristian Ritondo. El deseo atendible resulta por ahora impracticable debido a la descomposición que envuelve al bloque libertario. Ni siquiera logra ordenarlo el titular de la Cámara baja, Martín Menem. Guillermo Francos, el jefe de Gabinete, por igual motivo, dejó de frecuentar el Congreso. Ritondo le habría confesado a Macri: “No puedo hacerme cargo de un loquero”.
La punta de la enorme crisis se advirtió en febrero. Ocurrió cuando cayó en Diputados la Ley Bases que provocó el alejamiento del entonces titular del bloque, Oscar Zago. Fue impulsado a ese lugar el cordobés Gabriel Bornoroni. Con la bendición de Karina Milei. El descontrol se acentuó después que una delegación de libertarios realizó la visita al penal de Ezeiza donde cumplen prisión represores de la última dictadura. Entre ellos Alfredo Astiz. Nadie se quiso hace cargo de la decisión. Se repartieron culpas que rozaron desde Patricia Bullrich, cuya cartera tiene a cargo el Servicio Penitenciario Federal (SPF) hasta Victoria Villarruel, la vicepresidenta.
La crisis terminó derivando en la renuncia de la diputada Lourdes Arrieta, que estuvo en Ezeiza, aunque acusó a sus colegas de haberla llevada engañada. Se sacó una foto con los represores. Confesó que no sabía quién era Astiz. Presentó un proyecto de resolución para que la Cámara de Diputados condene aquella visita que, a juicio suyo, pondría en duda los valores de la Argentina en materia de derechos humanos. Sucesión de disparates imposible de ser descifrados.
Tampoco lo de Arrieta representa un caso aislado. El senador Francisco Paoltroni cuestionó la postulación de Ariel Lijo para la Corte Suprema. Citó al joven asesor Santiago Caputo como artífice de la maniobra. Con la crisis en curso aseguró que votará incluso en contra de los fondos reservados para la SIDE y a favor de la compensación jubilatoria. Fue echado del bloque de senadores. La nota pidiendo ese relevo resultó elevada a la titular del Senado. Villarruel explicó que técnicamente no le corresponde tomar una medida de ese carácter. Le asiste razón. ¿Fue una provocación del bloque libertario hacia la vicepresidenta? ¿O un error por desconocimiento del reglamento? La diputada Lilia Lemoine, por suerte, admitió estar estudiando las normas del Congreso. La hojarasca no ocultaría, sin embargo, la diferencia de fondo que Villarruel mantiene con el entorno presidencial. Santiago Caputo y Karina Milei.
El Gobierno no dudó en desautorizarla cuando planteó que deberían reabrirse las causas contra los terroristas de la década del 70. Soslayó que fueron indultados junto a los jerarcas militares por Carlos Menem, el espejo donde se reflejan los libertarios. Néstor Kirchner canceló el perdón sólo a los dictadores. El portavoz Manuel Adorni aclaró que no se trata de “una agenda del Gobierno”. Que Villarruel, como sucedería en La Libertad Avanza, tiene el derecho a pensar distinto. Habría que pedirle una opinión al senador Paoltroni.
Llamó la atención cómo el dirigente de Formosa jugó tan a fondo contra Santiago Caputo y las decisiones de Milei. Los malpensados suponen que la ofensiva no fue inocente. Habría respondido a una iniciativa de su protectora en el Senado, Villarruel. Paoltroni se ha ido a un monobloque y dispondrá ahora de todas las facilidades para seguir marcando diferencias. Quizá ponga en la agenda un conflicto que Macri le acercó al Presidente. El papel de Santiago Caputo y la Secretaria de Inteligencia del Estado.
Milei demostró, al menos una vez, sensibilidad. Ordenó echar a dos abogados de la SIDE que habían indagado en un par de causas judiciales pendientes que tiene el ex presidente. Habló personalmente con Sergio Neiffert, a cargo del organismo, para que se disculpara con Macri. El discípulo del joven Caputo brindó una cándida explicación: en medio de un intento de ordenamiento jurídico en la SIDE aquellos profesionales habían carecido de celo. Descuidados. El ingeniero sonrió ni bien se lo contaron.
Macri volvió a machacar en sus últimos encuentros con Milei sobre la necesidad de dinamizar la gestión y ordenar la política. Los mileístas del “no se puede” descifran entre líneas la intención del ingeniero de cooptar áreas de la administración. Aseguran que pregunta con frecuencia sobre la demora para la adjudicación de la Hidrovía del Paraná.
Milei y Luis Caputo, el ministro de Economía, continúan apostando al único caballo que, a juicio de ellos, podría acercarlos al disco: la baja de la inflación y el equilibrio fiscal. No atinan por ahora a imaginar otras medidas que incentiven la producción y el consumo. Se aleja la esperanza de un rebote en V y asoma el fantasma de una L. De acuerdo con un relevamiento de la consultora Scentia, la caída del consumo en supermercados registró hasta mediados de agosto una marca del 22.6% interanual.
Esa realidad y los interrogantes sobre el porvenir de la política monetaria y cambiaria de Milei son obstáculos que impiden la regeneración de confianza. Los inversores vacilan. El RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones) parece un imán. La vigencia del cepo, un freno.
En ese contexto la desarticulación de la política, ahora en el oficialismo, solo agudiza el complicado panorama.
02/09/2024 a las 9:55 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Un testimonio compromete a la jueza Capuchetti por el daño al celular de Sabag Montiel
Irina Hauser
Página/12
1/9/024
A casi dos años del intento de magnicidio contra Cristina Fernández de Kirchner todavía no se sabe cómo fue que quedó dañado en los inicios de la investigación el celular del principal acusado, Fernando Sabag Montiel, el hombre que intentó dispararle el 1 de septiembre de 2022. Pero una reciente declaración testimonial dejó en una posición complicada a la jueza de esa causa, María Eugenia Capuchetti, al abrir dudas sobre qué pasó con el teléfono durante el transcurso del día que estuvo en su juzgado. Juan Martín Mena, quien era viceministro de Justicia al momento del atentado, reveló que un secretario de la magistrada le dijo meses después del ataque que su jefa le había pedido en esas primeras horas cruciales que lo sacara de la caja de seguridad del despacho y se lo diera a ella. Más tarde –y esta es la parte ya conocida– su custodia lo llevó a la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) en Ezeiza y, según el acta que quedó como constancia, fue entregado en un sobre abierto (sin cadena de custodia), estaba encendido y tenía un mensaje de alerta en letras rojas. Cuando los peritos quisieron salir de esa leyenda y extraer la información, el teléfono quedó reseteado de fábrica.
Nunca hasta el día de hoy fueron recuperados chats de Whatsapp u otras aplicaciones del celular de Sabag Montiel. Solo algunos grupos de Telegram. Más allá de conversaciones suyas que aparecieron en celulares de otras personas, no se sabe con quién ni de qué hablaba. De las tarjetas SIM y de memoria se obtuvieron fotos relevantes, entre ellas las que lo muestran tanto a él como a su exnovia, Brenda Uliarte, posando con el arma que usó para el atentado, así como otras que exhiben las balas que tenía guardadas en una caja en su casa. También fue hallada una selfie del acusado con Javier Milei. El contenido teléfono es clave en la esperanza de encontrar alguna pista sobre qué hubo detrás del intento de asesinato. No es seguro que ahí aparezca algo, pero es una de las evidencias más preciadas en una causa de este tenor
Por qué Mena
Mena es ministro de Justicia de la provincia de Buenos Aires y al momento del atentado era el número dos de Martín Soria en la cartera de Justicia de Nación. Hace años que es alguien de extrema confianza para CFK y se ocupa del seguimiento de la causa judicial sobre el atentado, además de sus ramificaciones, y de analizar con ella los pasos a seguir. Le tocó declarar como testigo ante la jueza María Servini, quien investiga cómo fue que quedó averiado y borrado el celular de Sabag Montiel.
Mena contó que meses después del atentado tuvo una conversación con uno de los secretarios de Capuchetti, Federico Clerc, un joven que ya no interviene en el expediente, pero que tuvo un papel estelar cuando hizo detener a una formación del tren San Martín e impidió que se fugara Uliarte después de pasar por delante de las narices de los policías que debían monitorear la casa en Barracas donde estaba con algunos de los llamados «copitos». Mena declaró que cuando le expresó sus quejas «por el devenir bastante desastroso a mi entender de la investigación» –dice su testimonio– «le recriminó puntualmente por la rotura del teléfono y lo que pasó a lo largo de ese día en el juzgado con ese teléfono, que si estaba en una caja fuerte debidamente cerrado y con una cadena de custodia no debía haber pasado nada con ese teléfono».
Ahí fue cuando Mena hizo sobresaltar a todos los que estaban presentes, incluida la juez Servini: «El doctor Clerc me responde ‘El teléfono estaba en la caja fuerte, y durante el día solo saqué a requerimiento de la dra Capuchetti para dárselo a ella'». «No recuerdo que me haya dicho el horario en que pasó esto –aclaró el ministro/testigo–, pero entendí que hacía referencia a que había pasado el mediodía, mucho antes de ir a la PSA. No me dijo por qué se lo había pedido o para qué. Quise profundizar sobre el punto y no lo logré». Aclaró que quería «dejar a salvo el buen rol del doctor Clerc, que hizo todo lo que pudo y estuvo a su alcance» en el caso.
Clerc había declarado unos días antes en el juzgado de Servini. Quedó claro que él tenía la llave de la caja fuerte, pero no mencionó que Capuchetti le haya pedido que sacara el teléfono de Sabag Montiel durante el día posterior al atentado. Solo dijo que lo extrajo para enviarlo al laboratorio de la PSA en Ezeiza hacia la noche. Previamente, describió, una empleada abrió el sobre para verificar en qué condiciones se encontraba, lo vio encendido y lo cerró con ganchos. La mujer, Mercedes Gasipi, declaró lo mismo: que dejó el sobre cerrado para que Priscilla Santillán, la cabo de la Policía Federal que custodia el juzgado de Capuchetti lo llevara a la PSA, como le había ordenado la jueza.
Santillán también declaró y afirmó que llevó el sobre cerrado a la PSA. Pero un acta que ella misma firmó la desmiente, al igual que el testimonio del ex director de Inteligencia Criminal, Damián Neustadt, quien dijo que estaba con los peritos de la PSA cuando la mujer llegó a Ezeiza en la noche del 2 de septiembre de 2022. Traía el sobre bajo el brazo abierto, el teléfono encendido, con el cartel que decía «Samsung Galaxy A50-WARNING: CMDLINE PARAMETER». Lo habían dicho ya la oficial de la PSA Camila Seren y el subinspector Pablo Kaplan apenas ocurrido este episodio. Estos dos últimos son los únicos imputados hasta ahora por Servini, junto con el cabo de la Federal Alejandro Heredia, quien hizo el primer peritaje fallido.
Nuevas medidas
Algunos testigos pueden estar en problemas, pero todavía no está claro quién quedará peor parado/a. Servini volvió a citar al secretario Clerc, al secretario Leandro Noguera (quien se había subido al auto de Santillán rumbo a Ezeiza pero se bajó en su casa) y a dos empleados del juzgado. Pidió también el testimonio del fiscal Eduardo Taiano (quien reemplazó a Carlos Rívolo unas horas esa noche) y del exdefensor oficial de Sabag, Juan Martín Hermida, así como expertos de Gendarmería, Policía Federal y la Dirección General de Investigaciones y Apoyo Tecnológico de la Procuración, que interviene en el peritaje actual del celular. Hermida, como funcionario, pidió contestar por escrito.
Este jueves volvió a declarar Juan Ramón Meza, encargado de un edificio de Recoleta que fue testigo del procedimiento sobre Sabag Montiel. Dijo que no se acordaba nada. Hasta que le mostraron su declaración anterior y la ratificó: había dicho cosas que ningún otro testigo dijo, como que cuando la policía secuestró el celular estaba encendido, intentaron desbloquearlo y la pantalla quedó azul. Luego lo pusieron en un sobre con precintos y en un maletín. Servini reclamó la filmación del procedimiento y, entre otras cosas, la geolocalización del auto de Santillán la noche que llevó el celular a la PSA, la nómina del personal de esa fuerza que prestó funciones entre el 2 y 4 de septiembre de 2022, el acta donde consta el estado en que llegó el teléfono, informes a la empresa Samsung y que la israelí Cellebrite explique si la leyenda que apareció en rojo puede ser propia del sistema de extracción de datos UFED, entre otras cosas.
La cronología
En su declaración, Mena relató desde el instante en que se enteró por televisión que algo grave había ocurrido pero no entendía qué. Hablaban de un arma y se descompuso de los nervios. Fue a toda velocidad a la vivienda de la vicepresidenta. «Estuve con ella unos minutos para ver cómo estaba a nivel personal», recordó. Luego fue a «averiguar qué había pasado y colaborar con la investigación». En la calle, cerca de las 22.30, se encontró con una carpa montada a unos metros de la escena del hecho y, al lado, un patrullero donde estaba Sabag Montiel. La carpa tapaba las puertas del móvil. Estaba –señaló– el subjefe de la Policía Federal Osvaldo Mato (el jefe, Juan Carlos Hernández, estaba de viaje y no volvió). Miró adentro del auto y vio que Sabag Montiel estaba esposado pero aún tenía sus pertenencias. Cuando llegó la Policía Científica lo metieron en el gazebo. «Yo estaba muy preocupado por los elementos que se le pudieran secuestrar al atacante, por eso me quedé mirando» desde un costado, dijo Mena.
Reseñó cómo le vaciaron los bolsillos del pantalón y la campera: tenía papeles, anillos, una tarjeta Sube, un ticket de un tatuador de Quilmes, monedas, el celular y un cargador. Quedó todo exhibido en el piso. A pocos metros la militancia seguía cantando. Un policía «inmediatamente le sacó el chip» al teléfono. «Aparentemente el celular no tenía carga, esto lo escuché pero yo no lo vi. Le extraen las tarjetas al teléfono y se las pegan atrás. Completan las planillas de rigor y lo revisan a Sabag Montiel», declaró. Según el funcionario, todo fue guardado en bolsas de evidencias y se labraron actas frente a testigos, en un procedimiento filmado duró cerca de una hora. En el ínterin habló con el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández. Estaban el director de Inteligencia Criminal, Damián Neustadt, el custodio histórico custodia de CFK, Diego Carbone, y el exsuperintendente Alejandro Ñamandú. Al saber que la jueza de turno era Capuchetti la llamó y le avisó que se verían en Comodoro Py. Ella estaba por salir de su casa.
La Policía tenía orden de llevar a Sabag Montiel para la sede de la calle Cavia y las pruebas iban para el juzgado en Retiro. Eran varios autos. «Yo especialmente me subí al que llevaba la prueba», enfatizó Mena. «Vi que el teléfono no fue manipulado durante el viaje» y que se cumplió con «la cadena de custodia». Mena dijo que se quedó hasta la mañana siguiente en el juzgado. «Tanto a la doctora Capuchetti como al doctor Clerc les manifesté mi preocupación en particular por el teléfono y el arma, y me dijeron que me quedara tranquilo», contó. Les ofreció colaboración del Estado Nacional. Respecto del teléfono «la jueza dijo que la pericia la hiciera la Policía Federal porque iba a ser la fuerza encargada de la investigación». Convocó a los peritos de Cibercrimen a su despacho, pese a que –según Mena– el director de inteligencia criminal le había dicho que la PSA tenía una versión «PREMIUM» del sistema UFED usado para extraer información.
A las seis de la mañana, relató, apareció Clerc y anunció que habían descargado «un millar de fotografías» pero «no se había podido acceder al teléfono». «No se comentó que estuviera roto, dañado o con algún error. Pero cuando dice eso yo pregunto ‘¿y el teléfono?’ y Clerc me muestra una llave y me dice ‘quedate tranquilo que ya está en la caja’…», testificó Mena. Más tarde le informaron que mandarían el equipo a la PSA. «A las diez u once de la noche recibo un llamado de Neustadt (estaba en la PSA en Ezeiza) que me dice ‘che tenemos un problemón, el teléfono llegó con el sobre abierto, prendido y roto», repasó el momento de nerviosismo. «Roto» aludía a un «mensaje de error». Cuando pidió más información supo que el traslado lo había hecho la custodia del juzgado de Capuchetti. Neustadt le dijo que ella estaba ahí con él y los peritos y que firmó el acta que describía las condiciones en las que había llegado el celular.
«Llamé a la doctora Capuchetti muy enojado –sinceró Mena– por lo que había ocurrido, preguntando qué había pasado que el personal de su juzgado había llevado el equipo en esas condiciones y por qué no convocó a personal específico para el traslado de semejante prueba, que el teléfono había estado en todo momento en su juzgado. Tuvimos una discusión bastante fuerte con la doctora Capuchetti donde yo trataba de que tome dimensión de que era la prueba más importante que había en el caso del atentado contra la vicepresidenta. Discutimos largo rato y en un momento me dice, cuando le recrimino la ruptura de la cadena de custodia, que para ella no regía la cadena de custodia. Ahí le contestó con qué códigos y manuales se estaba manejando, le discuto lo que acababa de decir, que la cadena de custodia alcanza a todas las personas que manipulan una prueba, y ella me contesta que no, que rige para afuera del juzgado. Obviamente no nos pusimos de acuerdo…».
02/09/2024 a las 9:59 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El circo libertario: ¿Milei
conduce?
Jésica Bossi
Infobae
01 de Septiembre, 2024
Marcela Pagano a Lilia Lemoine: “Marche la pastillita psiquiátrica para Lemoine, se ve que hoy no la tomó”.
Lilia Lemoine a Victoria Villarruel: “Está haciendo campaña y diciendo barbaridades (…) Dice que va a meter presos a todos los montoneros. ¿También a Patricia Bullrich?”.
Francisco Paoltroni a Santiago Caputo: “Está haciendo un gran daño. El Presidente tiene la posibilidad de desplazar a este muchachito”.
Lourdes Arrieta a sus compañeros de bloque: “Me echaron como a un perro”.
La única relación que en apariencia transita con cierta calma en La Libertad Avanza es la del Presidente con Yuyito González, quien esta semana reveló en su programa de televisión que están casados con Dios.
El oficialismo es un circo, no muy diferente a lo que había sido durante la campaña, sólo que ahora la escena se desarrolla en el centro del poder. El desorden y el insulto público entre miembros del mismo elenco no dejan de sorprender, aunque puede engañar si se toma ese parámetro para medir el estado real del Gobierno.
Fuerte pelea en redes sociales entre Marcela Pagano y Lilia Lemoine
En agosto, Javier Milei consolidó su imagen positiva, a pesar de las peleas, de la recesión y de las derrotas en el Congreso. Por supuesto, ayudó el deplorable espectáculo de Alberto Fernández, con el sinfín de amoríos pagos durante su mandato y la denuncia de violencia de género de Fabiola Yáñez.
La centralidad del Gobierno en la agenda política es total, nadie desde la oposición se puede subir al ring, ninguna voz imprime y otras hacen silencio. La Libertad Avanza no es ni siquiera un partido político nacional. El Presidente recién tendrá la conformación de su sello en dos semanas, cuando obtengan el aval definitivo en 12 distritos, más de lo requerido por la ley, y lo anuncien.
Quizá parezca un contrasentido un Presidente sin partido, pero pasó con Juan Domingo Perón, que ganó las elecciones el 24 de febrero de 1946 y recién creó el Partido Justicialista el 21 de noviembre de ese año. Más o menos ese lapso de tiempo, entre nueve y diez meses, es lo que tardará Milei en tener el suyo.
¿Milei conduce? Eso es lo que puso en duda Mauricio Macri, cuando le facturó desentenderse de la política y, especialmente, del Congreso. El Presidente percibe al poder como el ejercicio de tomar decisiones y no se interesa en cómo es el camino para ejecutarlas una vez que da la orden. Busca imponer y es inflexible con sus ideas, se lleva todo o nada.
Karina Milei es casi siempre la que está detrás del sistema de premios y castigos, pero no hay nadie que actúe en la prevención de los problemas internos. Eso pone el foco sobre Guillermo Francos y Lisandro Catalán; y también sobre los Menem, Martín y Lule.
Francos no tuvo una gran semana. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, lo llamó para avisarle que debía apartar al jefe de su custodia, el comisario mayor Rodolfo Colaianni. Su esposa manejaba el lunes un auto que fue detectado por uno de los anillos digitales de la ciudad de Buenos Aires como incautado en una causa narco en Rosario. “Lo tengo que pasar a disponibilidad. Es una falta grave”, insistía Bullrich ante el pedido de clemencia del jefe de Gabinete.
En términos de matemática parlamentaria, el oficialismo tuvo un retroceso a causa de su mala praxis. LLA superaba por muy poco al PRO en ambas cámaras y ahora están empatados en cantidad de integrantes.
El bloque de diputados tuvo una baja antes de arrancar: Carolina Píparo, candidata a gobernadora de la provincia de Buenos Aires, no se sumó a La Libertad Avanza tras romper con Milei. Luego rodó la cabeza del jefe de bancada, Oscar Zago, quien arrastró a dos más, Eduardo Falcone y María Cecilia Ibáñez, al espacio del MID. Lourdes Airreta, la mendocina que no sabía quién era Alfredo Astiz, fue la última eyectada pero se esperan más cambios.
Es prácticamente imposible la convivencia entre Lilia Lemoine, cercana a Karina Milei, y Marcela Pagano, quien solía tener llegada directa al Presidente, bajo el mismo techo.
Así, el bloque oficialista pasó de 41 a 37, sólo compensado por la incorporación de José Luis Espert.
En el Senado, la salida de Francisco Paoltroni dejó en 6 a LLA, exactamente el mismo número que el PRO. La cosa no está en orden allí porque ya hubo entre los que se quedaron un intento de desbancar al jefe de ese grupo, Ezequiel Atauche, que por ahora quedó neutralizado. Victoria Villarruel, encima, no cuenta para la Casa Rosada como parte de un engranaje propio.
Es notoria la dificultad del Presidente para domar a su tropa. Todos se creyeron la frase de Milei “los liberales no somos manada” y desconocen la disciplina partidaria. Por eso en el Gobierno esperan que la reciente purga sirva para entender el nuevo mensaje.
El caso Paoltroni fue el más importante porque su posición es un obstáculo para la designación del juez Ariel Lijo. El Gobierno diseña una Corte para los próximos 20 años y para conseguirlo debió abrir una negociación “con toda la política” para la ampliación del tribunal. No sólo el kirchnerismo está en esa mesa, sino también piden su parte los radicales.
La hoja de ruta del Gobierno incluye seis pasos: 1) firmar los dictámenes de Lijo y de Manuel García Mansilla; 2) fijar fecha de sesión para votar; 3) aprobar los pliegos (“son los dos o ninguno”); 4) en paralelo se va puliendo el proyecto para ampliar la Corte; 5) sanción de esa ley; 6) enviar pliegos de 142 jueces para cargos vacantes, en tandas de 40/50 cada una, cada 15 días.
Hasta el jueves, día en que los senadores se van a sus provincias, el dictamen del pliego de Lijo tenía 7 firmas a favor; y el de Mansilla, 3. Se necesitan 9 para lograr despacho de mayoría. Los integrantes de la Comisión de Acuerdos son quienes opinan sobre cada nominación antes de llegar al recinto, pero el Gobierno busca cerrar a la vez los dictámenes y los dos tercios de los votos.
El senador Atauche, por Mansilla; y el peronista Carlos “Camau” Espínola, por Lijo; estuvieron haciendo circular los papeles para conseguir voluntades por distintos despachos. Dicen que, hasta ahora, ningún K firmó, pero que hay mayor cantidad de apoyos comprometidos.
La negociación por el paquete judicial está 100% a cargo de Santiago Caputo, y su brazo ejecutor es Sebastian Amerio, el segundo del Ministerio de Justicia. Por ahora, juran que no está sobre la mesa el pliego del Procurador, para el que suenan distintos nombres, entre otros, el de un fiscal muy en boga en el último tiempo.
Excepto el Presupuesto 2025, ninguna otra de las medidas que más le importan y le urgen al Gobierno deben pasar por el Congreso.
Las batallas más efectivas que parece estar ganando Milei, no aparecen en primer plano. Se cocinan en silencio, sin estridencias.
En el Ministerio de Salud se avanza en la depuración del sistema, incluidos negocios de distintos actores. Hay 291 obras sociales en el país y, según estiman sindicalistas al tanto de la movida, el Gobierno se va a llevar puestas por lo menos a 100.
La “guillotina” va por dos vías. La primera: se puso en marcha hace unos días la posibilidad de cambiarse de obra social o prepaga de manera on line, sin necesidad de intermediarios para derivar aportes. Esto, por goteo, va a liquidar a aquellos sellos que no dan prestaciones, y solo hacían un pasamanos de fondos. La segunda: la Superintendencia de Servicios de Salud hace dos o tres auditorías por semana desde hace meses y ya dispuso seis intervenciones. La semana que entra, se vendrían otras tres más.
El desmanejo con los subsidios y las irregularidades administrativas son el denominador común que surgen de los informes. Un ejemplo es la Obra Social del Personal de la Industria del Fósforo, cuyo secretario gremial Clay Jara Toledo falleció en enero. Su hija pidió auxilio a otro gremialista para entender qué maniobra se había detectado. “Menos mal que tu viejo se murió porque si no iba preso”, fue la exagerada respuesta.
El ministro de Salud, Mario Russo, prevé modificar la forma de adquisición de vacunas, cuyas licitaciones pronto se pondrán en marcha. Se hará una orden de compra abierta anual cuya finalidad es demandar la cantidad justa, algo que creen no ocurría en gestiones anteriores, que terminaban con innumerables lotes descartados por vencimiento. Eso, claramente, va en contra de los intereses de los fabricantes, que solían imponer mejores condiciones, pero habrá que ver si no se pasan del otro lado y hay escasez de dosis.
El otro gran tema que se trabaja puertas adentro es el proceso de privatizaciones. El Gobierno creó esta semana la Agencia de Transformación de Empresas Públicas, que funcionará bajo la órbita del Ministerio de Economía, pero que reportará a Diego Chaher, puesto allí por Santiago Caputo. La forma en que se realice esta operación sería bastante distinta al modo elegido en los 90 por Carlos Menem. Y muy audaz.
De hecho, en simultáneo se estudia cómo comunicarlo, a partir de lo que consideran errores de cálculo en aquéllos años. “Además del tema de la corrupción, mucha gente cree que se regalaron las empresas. El tema es que se entienda cuánto valen hoy”, explican. La construcción del relato es, para los libertarios, tan importante como la medida.