Por Hernán Andrés Kruse.-
El presidente de la nación asistió el viernes 23 de agosto a la conmemoración del centésimo cuadragésimo aniversario de la Bolsa de Comercio de Rosario. Los dos canales de la ciudad transmitieron en vivo su discurso. Una vez más quedó dramáticamente en evidencia su megalomanía. El primer mandatario se cree dueño de la verdad absoluta, fundamentalmente en el área económica. Lo que él piensa en materia económica no se discute. Y quien se atreve a cuestionarlo no duda en humillarlo públicamente. Para Milei sólo existe un pensamiento válido, verdadero, el suyo. Es por ello que es un apologista del pensamiento único surgido luego del derrumbe del Muro de Berlín y de la implosión de la URSS, un fiel seguidor del pensamiento de Francis Fukuyama, quien acuñó la expresión “el fin de la historia” para legitimar el surgimiento de Estados Unidos como la única potencia planetaria luego del desmoronamiento del comunismo.
Buceando en Google me encontré con un ensayo de Fernando M. Pérez Herranz (Departamento de Humanidades Contemporáneas- Universidad de Alicante) titulado “Del fin de la historia al pensamiento único”. Es un magnífico análisis del surgimiento del neoliberalismo como justificación doctrinaria del nuevo orden mundial emergente como consecuencia de los hechos mencionados precedentemente.
LA RESISTIBLE/IRRESISTIBLE ASCENSIÓN DE LA GLOBALIZACIÓN
“Ante todo, en lo que concierne al mundo económico-político-cultural envolvente, es necesario preguntarse: ¿Es inevitable este camino emprendido por el capitalismo liberal individualista? ¿Es una mera escaramuza o tiene todas las de ganar? Y en lo que concierne al sujeto creador: ¿Habrá de someterse libremente a los nuevos señores del mercado? ¿No habrá resistencias? Si damos valores positivos (1) y negativos (0) a cada una de esas posiciones, obtenemos cuatro posibles respuestas: (0,0).
El triunfo del capitalismo liberal individual es inevitable, un destino absoluto y toda resistencia subjetiva es inútil; a lo sumo, retrasaría el triunfo del liberalismo y la consumación de los tiempos. La antinomia es, por tanto, real. Es la posición que defienden el Pensamiento Único y los entusiastas de la telecomunicación, Negroponte, Perry Barlow…
Es inevitable o como mínimo irreversible, pero hemos de tratar de democratizar, de humanizar esa nueva sociedad. La antinomia es real, pero puede corregirse suavizando los dos términos. Es la posición armonista que defiende Echeverría.
No es inevitable, pero no hay capacidad de resistencia, pues no sólo es la globalización la responsable de esta situación. La sociedad se está transformando y se hace más compleja, rompiendo muchos moldes tradicionales: la ruptura del equilibrio generacional y de las familias nucleares; la complejidad de la división del trabajo; el papel de la mujer; los empleos irregulares; el paro; la flexibilidad laboral… Todo ello debilita y desgarra las respuestas tradicionales organizadas alrededor de los partidos políticos, de los sindicatos… La antinomia es aparente, pero se vive como si fuera real. Es la posición derrotista, realista, de muchos políticos de izquierda.
Ni es inevitable ni se puede aceptar. Hay que resistir, buscar otras formas de desarrollo social y económico. La antinomia es aparente. Es la posición que defiende Ramonet y el círculo vinculado a Le Monde Diplomatique. También Chomsky, Dieterich y Castells…
Desde una perspectiva filosófica todas estas posiciones dan lugar a muchas preguntas de difícil respuesta: ¿Por qué el Capitalismo ha de interesarse por la Comunicación (cultura) cuando es un sistema basado en el beneficio y la explotación? ¿Cómo es posible democratizar y humanizar la sociedad informacional (tercer entorno de Echeverría)? ¿Por qué este entorno habría de admitir la democratización? ¿La falta de resistencia se debe a una característica esencial del hombre deslumbrado ante la tecnología? ¿Es posible la acción social y la política transformadora?…”
EL FIN DE LA HISTORIA
“El capitalismo triunfante (mercado global frente a mercado nacional; empresas por encima del Estado; privilegio de la comunicación respecto de la energía) está provisto de su propia filosofía de la historia, formulada cuasi-oficialmente por F. Fukuyama. La historia de la humanidad se caracteriza por la lucha (¿drama? ¿negaciones?) entre distintos sistemas político-jurídico-económico-sociales y uno de ellos ha resultado vencedor, aunque no por superioridad ideológica, sino por el uso de la violencia o de estrategias económicas. El liberalismo ha triunfado sobre el absolutismo, el comunismo, el fascismo y el tercermundismo: El Absolutismo quedó destruido por la Revolución Francesa; el Fascismo desapareció por la fuerza de las armas en la IIª Guerra de las Mundiales; y, ahora, el Comunismo ha sido eliminado en el campo económico dentro de su apartado de la Redistribución de Bienes: el consumo, que ha resuelto de una vez por todas el problema del enfrentamiento de las clases sociales, no sólo en el mundo occidental, sino también en la Unión Soviética y en China.
Bajo la hipótesis de que los fundamentalismos y los nacionalismos no tienen la fuerza suficiente para generar contradicciones (los unos apenas si tienen fuerza en Occidente; los otros se paralizan al conseguir sus demandas), la universalización política (democracia) y económica (mercado común) es un hecho (Pérez Herranz). Este triunfo no es meramente pasajero, sino esencial, puesto que conduce a un Estado homogéneo y universal. El tiempo que nos aguarda no será ya el de los héroes sino el de los tristes, el de los melancólicos, el de los decadentes; no será el tiempo de las utopías, sino el de las técnicas. El “final de la historia” no significa el final de los acontecimientos humanos, sino el fin de la evolución del pensamiento humano sobre estos principios.
Para rebatir la tesis de Fukuyama habría que demostrar no que el futuro encierra grandes y trascendentales acontecimientos, sino que éstos estarían movidos por una idea sistemática de justicia política y social, alternativa “real” al socialismo fracasado. La tesis de Fukuyama afirma que todas las formas histórico-políticas han sido accidentes y su eliminación, aunque costosa, ha dado lugar a una sociedad esencial y definitivamente estable: la sociedad posthistórica. El fin de la historia sería la culminación de una tendencia histórica y los individuos, tras haber ensayado diversas situaciones, habrían acabado por encontrar un estado de cristalización o de estabilización definitiva, que puede calificarse como término del proceso constituyente del fin de la historia. Una tendencia que es objetiva (lógica), aunque el hombre pueda intervenir para alcanzarlo; esta tendencia conduce a una última forma irreversible –forma final del equilibrio–, que se ha de aplicar no ya a sociedades particulares, sino a la misma Humanidad Universal, pues los hombres, conociendo el fin, desean ajustarse a él, porque lo consideran deseable o ineluctable.
Mas, ¿cuál es el criterio de racionalidad que utiliza Fukuyama para establecer ese fin constitutivo? No es un criterio universal, sino especial, tomado de la política (en el mismo sentido que lo hacían los teóricos clásicos del ciclo histórico-político, desde Platón a Lenin): la forma de Estado. Por eso no se refiere tanto a una historia universal, cuanto a una historia política: la forma democrática, que se funda en las tesis metafísicas del reconocimiento mutuo. A lo que parece apuntar Fukuyama, más que a un “fin de la historia” absoluto, es al fin de las historias particulares, disgregadas: desde la Unión Soviética o China, hasta los papúes o los bororo. Y si Fukuyama deja abierta una puerta y reconoce que pueden continuar historias especiales, siempre habrán de quedar enmarcadas en la historia universal de los estados democrático-liberales.
La tesis de Fukuyama no requiere, desde luego, ni la intervención, ni la intencionalidad del sujeto histórico. El fin de la historia es un hecho empírico, la consecuencia de una serie de luchas (guerras), que han conducido a la desaparición del nazismo (la guerra caliente) y del comunismo (la guerra fría). El camino hacia ese fin es un camino lógico, objetivo y los procesos subjetivos quedan subordinados a un orden supra-individual que conduce al término final de modo ortogenético (como ocurre con la salida de una masa de gente de un teatro en llamas: un comportamiento que se adecua a un gas en un recipiente).
Fukuyama reconoce, en cualquier caso, que esos procesos no están exentos de dificultades, “ni que se fueran a desarrollar sin la intervención activa de gobiernos o individuos”. Podríamos decir que es un proceso evolutivo antes de alcanzar un estadio en el que ya no se puede evolucionar más y en el que se fijan las especies en su morfología natural, de acuerdo con uno de los modelos, el modelo triunfante, aquél que ha logrado ser el vencedor, mas no por accidente o casualidad sino por adecuarse a la verdad del Estado de Derecho, que es el estado democrático:
Nuestra conciencia democrático-igualitaria es en cierto modo una adquisición permanente; es tan parte de nuestra naturaleza fundamental como lo son nuestra necesidad de dormir o nuestro miedo a la muerte. Fukuyama apela a un sujeto ya constituido, a un sujeto que, después de haber pasado por diversos avatares y situaciones, pero siempre en el terreno de los accidentes –feudalismo, fascismo, comunismo…–, ha llegado a estabilizarse en el estado democrático. Es decir, que el resultado del uso de la fuerza habría llegado felizmente a coincidir con la legitimidad impuesta por la naturaleza democrática y liberal humana. Al fin, Historia y Naturaleza se habrían identificado”.
LA INSTITUCIONALIZACIÓN DEL PENSAMIENTO ÚNICO
“El Pensamiento Único va mucho más lejos del fin de la historia: el fin constitutivo se transmuta ahora en fin consumativo. El fin de los tiempos se ha cumplido y el referente o sujeto histórico se ha consumado. La historia es una dimensión esencial y no accidental del sujeto histórico, y el fin de la historia es el acabamiento de la humanidad. El Estado, que todavía para Fukuyama tiene la misión del acoplamiento a esta nueva situación, deja de ser un sujeto de la historia constituyente. El Estado, con el que se había constituido el fin de la historia, habría de dar paso a un estado homogéneo, democrático y universal (caricatura de La paz perpetua de Kant), la realización plena de un reino del amor a través del Internet y del consumo. No es necesario salir del hombre actual, que ha alcanzado el fin de la historia: las políticas de Margaret Thatcher o Ronald Reagan, la caída del muro de Berlín o la guerra del Golfo han precipitado a la sociedad hacia lo que tiene que ser. Y quienes no quieran participar de este éxito, peor para ellos: se les marginará, como en otras ocasiones se marginó al pecador.
Consumo y comunicación son los signos de la verdad esencial del mercado libre y la libre circulación de capitales. Si el estado natural del hombre es el que se ha alcanzado tras una larga marcha y una buena “remoción de obstáculos” –absolutismo, fascismo, socialismo y comunismo–, sólo hace falta acabar con las voces disonantes que aún quedan, gentes fanáticas, malvadas o ignorantes. Una sociedad universal sin Estado y un Único Pensamiento. Finis coronat opus: el mérito de un negocio se manifiesta cuando está concluido. La historia se ha consumado, pero no comporta la muerte de la filosofía. Sólo que ésta ya no es polémica –pensar es pensar contra alguien–, sino una filosofía única: el Pensamiento Único, que se organiza como una institución académica, aunque fuera de la Universidad.
El Pensamiento Único tiene sus teóricos: Milton Friedmann y sus Chigago Boys en EE.UU. y Friedrich August von Hayek en Inglaterra, que teorizaron sobre el monetarismo y la libre circulación de capitales. El Estado sólo tiene la misión de guardar el orden. Es ésta una teoría con diferentes registros: el liberalismo ortodoxo de J. Buchanam y la escuela de Virginia; el liberalismo radical de R. Nozick; el liberalismo deontológico de R. Dworkin; y hasta el liberalismo social de J. Rawls Tiene su tradición crítica contra la que oponerse: desde El capital de Marx a El hombre unidimensionalde H. Marcuse. De su enemigo secular, el comunismo, ha fagocitado planes –el internacionalismo– y programas –el economicismo–. La Internacional de los privilegiados económicamente –financieros y afines–, agrupados en pos de sus intereses (frente al proletariado, que nunca se unió, porque nunca tuvo intereses, sólo necesidades).
Tiene sus organizadores y colaboradores en las grandes organizaciones bancarias –Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional (FMI), Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE)…– que no tienen por objetivo restablecer las condiciones que supongan un crecimiento económico para los países endeudados, sino para conseguir que la deuda sea pagada y salvar así el sistema crediticio internacional y los intereses a largo plazo. Tiene su Academia y sus Congresos en donde defienden sus fines u objetivos en relación con quienes los proponen: el Foro Económico de Davos, donde se reúnen desde el año 1970 los principales jefes de Estado, los banqueros, los financieros… En Seattle, en Praga… Desde los acuerdos de Brenton Woods (pueblo de las montañas de Wisconsin donde se reunieron las potencias victoriosas de la Segunda Guerra Mundial en julio de 1944) el dólar sirve de referencia a las transacciones internacionales. Poseen sus medios de exposición en los periódicos económicos y políticos –Financial Times, Wall Street Journal, The Economist, Les Echos, Frankfurter Allgemeine Zeitung, agencia Reuters–.
Y tiene su mensaje –“la bondad natural del liberalismo”– que no expone ni deductiva ni justificativamente, sino mediante la repetición. El mensaje no se argumenta, sino que se repite las veces que sea necesario, como si este liberalismo fuese un destino universal e inevitable, una fatalidad. Se repite continuamente que esta o aquella industria se ha vuelto obsoleta; que el desempleo es inevitable y beneficioso, etc. El corto plazo prevalece sobre el medio y el largo; el futuro ya no existe y todo es presente: el fin consumativo de la historia. Los planes que se diseñan en esos congresos por un grupo privilegiado, una parte mínima de la humanidad, afectan a todo el mundo, porque han decidido que no hay otra alternativa.
El Pensamiento Único tiene, además, unos programas (es decir, unos fines respecto de los contenidos) que se racionalizan (se coordinan) como un sistema científico, un sistema formal: Axiomas y postulados. El primer axioma establece el marco: “El fundamento de la sociedad es la economía”. El segundo se utiliza como criterio de realidad: “El objetivo de los individuos es la Ganancia, el Beneficio”. El Mercado es el postulado que permite cerrar el sistema y el mercado financiero su modelo. El Mercado administra todas las facetas humanas, todas sus actividades, no sólo las económicas, sino también las sociales, las culturales, las amorosas, las derivadas del ocio…
Reglas de inferencia. Las reglas del sistema se constituyen por antítesis: a) Desregularización de la rigidez del mercado de trabajo. b) Liberalización del mercado, que es quien estabiliza la oferta y la demanda. c) Privatización de lo socializado, que siempre es perjudicial o innecesario.
Definiciones. Las definiciones que se incorporan al sistema son de conceptos que se articulan alrededor de la competencia: competitividad, librecambio sin límites, división internacional del trabajo, prioridad de los balances, flexibilidad laboral…
Modos del sistema. Los modos de operar en el sistema olvidan los modelos clásicos del primer liberalismo: la física newtoniana o la química orgánica. Sus modelos cientificistas proceden de las ciencias del azar, de la probabilidad y de la estadística… Las clasificaciones se hacen a partir de la teoría de juegos, la lógica difusa, la teoría del caos… Pero los modelos y las clasificaciones sólo sirven de coartada y referencia al cientifismo que la técnica utilizada exige de justificación; no van más allá de un lavado de imagen. ¿Por qué? Porque la Razón suprema es la Economía y la racionalidad interpretada por los jóvenes ejecutivos utiliza como parámetros de sus funciones, los rumores, las brujerías y la psicología de andar por casa. Se mueven capitales en manos de individuos cuya fragilidad intelectual es obvia.
Sujeto operatorio del sistema. El primer capitalismo había puesto la figura del empresario como el fundamental sujeto operatorio (su finis operis) de este sistema. Un empresario trabajador y emprendedor, que arriesga su vida y hacienda por la producción. No parece que hoy sea éste el verdadero sujeto que opera en el sistema. Más bien es el jugador aventajado que sin arriesgar lo mínimo se hace con fortunas de la noche a la mañana. Un sujeto que actúa en una “economía-casino”, con sus “magos de las finanzas”, etc. Las riquezas ya no se crean a partir de bienes materiales sino de especulaciones abstractas sin vínculo alguno con las inversiones productivas. (Véase la película Wall Street en la que el broker sin escrúpulos destruye una compañía aérea, comprando sociedades anónimas a crédito y luego vendiéndolas divididas en partes libres de los trabajadores excedentarios).
La economía se reduce a juegos de casino, a apuestas, ni siquiera a transacciones financieras simbólicas (pero valoradas de acuerdo a activos reales). Se juega al supuesto: por ejemplo, se juega con los riesgos asumidos por los contratos a medio o largo plazo, los cuales no han sido firmados todavía; acuerdos sobre valores virtuales, aún no creados, pero ya garantizados, los cuales suscitan, a su vez, otros contratos, etc. Negocios imaginarios, especulaciones artificiales basadas en nada exterior, sólo en sí mismos: un mercado ilusorio, basado en simulacros (Forrester) (1997). La sobrevaloración de Wall Street se calcula entre el 30% y el 40%.
Y luego está el sosías de este sujeto: el hombre individual corriente y moliente transformado en homo oeconomicus; individuos racionales autónomos, egoístas que sólo piensan en la maximación de los beneficios desde sí mismos. Son hombres y mujeres sin niñez, sin vejez, sin enfermedades, sin afectos… si acaso juegan al Monopoly. Se despreciará a todo aquel que no se parezca a un corredor de bolsa londinense: todo el mundo ha de ser un individuo calculador y astuto, ya sea un humilde fraile franciscano, un arrogante ganadero masai o un astuto cazador esquimal”.
26/08/2024 a las 11:06 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Hipocresías de peronistas y radicales
Joaquín Morales Solá
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
25/8/024
No todo es como parece. Ni siquiera como lo cuentan. El peronismo está exponiendo argumentos falaces para respaldar la candidatura del juez federal Ariel Lijo como miembro de la Corte Suprema. Al mismo tiempo, se refugia en encendidos discursos de oposición para manotear la conducción de la Comisión Bicameral de Seguimiento de los Servicios de Inteligencia, para derogar el decreto de necesidad y urgencia de Javier Milei que dispone de 100.000 millones de pesos más para la SIDE (sin la obligación de rendir cuentas) y para crear una nueva fórmula de aumentos para los jubilados, que siempre fueron la variable de todos los ajustes del Estado.
Debe reconocerse que la carga de recursos previsionales que necesita el Estado es una herencia que dejó Cristina Kirchner cuando agregó tres millones de jubilados más a la Anses, que no cumplían con los aportes estipulados por la ley. Como propuso en su momento el senador peronista Omar Perotti, se podría haber creado un subsidio para la tercera edad por fuera de la Anses para los que no podían jubilarse. La consecuencia del populismo es siempre la misma: el despilfarro lo terminan pagando los inocentes, que en este caso son los jubilados que trabajaron toda su vida.
El radicalismo merodea las mismas posiciones del peronismo: un acercamiento disimulado para darle el acuerdo a Lijo mientras vocifera una oposición a cuestiones que, en rigor, el Gobierno instrumentó siempre mal. Los dos tercios de cada cámara del Congreso para la nueva fórmula de aumentos jubilatorios vacilan después del apoyo de Mauricio Macri a Milei, que Milei no le agradeció a Macri. Tras un veto presidencial a una iniciativa del Congreso, este puede insistir –y rechazar el veto– con los dos tercios de los votos de los legisladores presentes en cada cámara.
El proyecto de reforma jubilatoria tuvo el voto de los dos tercios de las dos cámaras en la votación que aprobó hasta un pago retroactivo para los jubilados. Si la mayoría de los legisladores de Pro siguiera la indicación de Macri y no insistiera con el proyecto, la oposición podría perder los dos tercios de cada cámara y, por lo tanto, el veto de Milei quedaría firme. Podría, porque se trata de los dos tercios de los legisladores presentes. Milei no contribuye a ninguna solución: volvió a llamar “degenerados fiscales” a los legisladores que necesita para que su veto funcione. Resígnense: es lo que hay.
Martín Lousteau, senador nacional y presidente del radicalismo, tiene un estómago generoso para digerir hasta acuerdos con el kirchnerismo, facción que está en su peor hora política desde que denunciaron a Alberto Fernández como un golpeador de mujeres. Nadie conocía la vocación de suicida político de Lousteau. Ya venía en caída libre en las encuestas (luego de haber sido un dirigente esencial en la Capital) porque votó precisamente junto con el kirchnerismo en el Senado. Lousteau hace ahora acrobacias verbales para decir que podría votar por Lijo, pero que todavía no decidió cómo votará por Lijo. Es más que probable que, tras semejantes galimatías, Lousteau termine votando por el acuerdo al candidato más polémico que se recuerde para integrar la Corte Suprema.
Mientras tanto, Lousteau acordó con el kirchnerismo para alcanzar la presidencia de la Comisión Bicameral de Seguimiento de los Servicios de Inteligencia. Eso así: vigilado de cerca por Leopoldo Moreau, como vicepresidente, y por Oscar Parrilli, como secretario de esa comisión. Ese cuerpo bicameral (integrado por senadores y diputados) puede ser molesto, pero no tiene facultades resolutivas para el funcionamiento de los servicios de inteligencia. Si el jefe de la SIDE les dijera, por ejemplo, que la respuesta a una pregunta de esa comisión está dentro de lo que se considera secreto de Estado, es suficiente para que los legisladores no insistan durante un tiempo. Ni siquiera esa comisión tiene facultades para pedir información sobre los gastos reservados de los servicios de inteligencia. La comisión bicameral no cambiará el destino de nada ni de nadie, como no cambió en los últimos 40 años de democracia. ¿Cuántos argentinos, acaso, sabían –o saben– que existe esa comisión que supuestamente controla los sumideros de la política? Muy pocos.
El formoseño José Mayans, presidente del bloque peronista de senadores, dijo en los últimos días que esperaba un acuerdo político para votar por Lijo, pero que nadie del Gobierno hablaba con ellos. No votarían, por eso, el dictamen de la Comisión de Acuerdos del Senado, indispensable para que el pliego de Lijo llegara al plenario del cuerpo. El gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés, y el propio Lousteau corrieron en auxilio del Gobierno y cambiaron a un miembro radical de la Comisión de Acuerdos, el senador Pablo Blanco, que había anunciado su oposición a Lijo, y colocaron en su lugar a otro radical, el senador correntino Eduardo Vischi, que quiere votar a favor de Lijo. Era un voto crucial para que hubiera dictamen de esa comisión. El Gobierno podía dormir tranquilo. Misión cumplida, juez Lijo.
Sin embargo, algunos senadores adelantaron que esperan la decisión del senador Rodolfo Suárez, exgobernador de Mendoza y con un importante grado de influencia ética y moral dentro del bloque. “Si Rody dijera: ‘Lijo es mi límite moral y ético y no lo votaré’, podría dar vuelta la posición del bloque”, aseguró un senador radical. El sucesor de Suárez en Mendoza, Alfredo Cornejo, señaló en su momento: “Los antecedentes de Lijo nos generan muchas dudas”. Si Suárez y Cornejo se pusieran de acuerdo en votar contra el pliego de Lijo en el plenario del Senado, una parte importante del bloque radical los seguiría. De hecho, otra senadora radical, Carolina Losada, ya anticipó su voto contra la designación de Lijo. Lousteau perdió varias votaciones en su propio bloque, a pesar de que es el titular del radicalismo.
En el fortín kirchnerista pasaban otras cosas. Al día siguiente de aquella declaración de Mayans, apareció el senador peronista Mariano Recalde, un amigo más consecuente de Cristina Kirchner, y reveló que existían negociaciones entre el Gobierno y el kirchnerismo por el acuerdo a Lijo. ¿Había negociaciones o no las había?
Veteranos senadores intuyeron que existían las negociaciones luego de la sesión pública de la Comisión de Acuerdos en la que se analizó la postulación de Lijo con Lijo presente. Los senadores peronistas parecían seres de otro planeta. Estaban mal preparados o se propusieron ser demasiado benévolos o directamente no sabían ni por qué estaban ahí. La intención política corre separada, desde ya, del escaso nivel intelectual y político de muchos senadores. Eso no tiene remedio. Sea como fuere, al día siguiente volvió a aparecer públicamente Mayans, pero esta vez ya no fue tan categórico en su defensa de la negociación (porque seguramente ya existía) y se dedicó, en cambio, a criticar duramente a la Corte Suprema de Justicia. Los argumentos fueron peores que malos. La voracidad de poder de la Corte, según el criterio kirchnerista de Mayans, podía justificar la designación de Lijo. No hay incoherencia: Lijo vive en un elegante departamento de la avenida Alvear, una de las zonas más caras de la Capital, que está a nombre de Carlos Bettini, embajador argentino en España durante los 12 años de los dos presidentes Kirchner. Bettini es un rico lobista en España desde los tiempos de Felipe González. Llama la atención la cantidad de amigos ricos que existen en la política argentina dispuestos a prestar departamentos caros en los barrios elegantes de la Capital. Alberto Fernández vive desde hace 20 años en un departamento prestado por un amigo en el exclusivo barrio de Puerto Madero.
Es cierto que el Senado podría rechazarle al Gobierno los 100.000 millones de pesos extras que le destinó a la SIDE, pero eso no parece preocuparle mucho a Milei. La conclusión muestra al peronismo y al radicalismo en una actitud de decidida oposición a medidas del Gobierno, pero dispuestos a votarle un juez de la Corte Suprema que tendrá mandato por 20 años. Nadie sabe si lo que están negociando es la ampliación de la Corte (para colocar mujeres en un tribunal que no tiene ninguna) o si, en cambio, las tratativas entre kirchneristas y mileístas se refieren a las designaciones de 143 jueces federales y nacionales que propone el Gobierno.
El peronismo en el Senado ya hizo eso en los años 80 con Raúl Alfonsín, y así terminó la Justicia. El peronismo y el radicalismo (sus conducciones, al menos) están cayendo en una notable hipocresía: actúan como opositores, pero al final ayudan para que se concrete la decisión institucionalmente más transcendental, como es el nombramiento de un juez de la Corte.
Ni Mauricio Macri ni Elisa Carrió participan de esa simulación: Macri se opuso a la designación de Lijo desde antes que se conociera públicamente que Lijo era un candidato a juez de la Corte, y Carrió criticó a Lijo desde que Lijo estaba en la cuna. “Macri se opuso a los temas institucionales, Lijo y los fondos para la SIDE, y le sigue reclamando al Gobierno mayor eficacia en la instrumentación de sus políticas”, dijeron a lado del expresidente, que come con Milei un día sí y otro también. La milanesa del miércoles pasado sorprendió a Macri cuando se cruzó en la puerta de Olivos con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que acababa de criticarlo duramente. Francos se paralizó, pálido y perplejo. Macri suele separar a Milei de estos desquicios institucionales y acomoda toda la culpa en el asesor presidencial Santiago Caputo. Debería atribuirle alguna culpa también a Francos, porque lo vapuleó de la peor manera. Le recordó las denuncias judiciales que le hicieron los servicios de inteligencia en manos del kirchnerismo, de las que Macri fue sobreseído. Ni Caputo ni Francos son satélites sin órbita. Solo una mirada de Milei cambiaría sus posiciones o los colocaría en la calle. Los entornos hacen lo que el Presidente quiere. No hay lugar en el poder para el libre albedrío.
26/08/2024 a las 11:11 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Semana negra para Milei. El peligro de jugar a la mancha con aviones
Martín Rodríguez Yebra
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.asr
25/8/024
Tres derrotas legislativas volvieron a poner sobre la mesa la cuestión de la gobernabilidad; la sombra de los dos tercios, el abrazo a Santiago Caputo y el complejo vínculo con Macri
Una vez más la política sacó a Javier Milei con un sobresalto de las actividades que realmente le importan. Tres votaciones perdidas en el Congreso, el estallido de un cambalache en el bloque de diputados libertarios, una crisis que embarra el camino hacia una hipotética alianza con el Pro de Mauricio Macri y la rebeldía de la vicepresidenta Victoria Villarruel dejaron a la vista la precariedad del dispositivo institucional en el que se sostiene un gobierno bendecido aún por el respaldo popular.
En la adversidad, Milei aplicó la fórmula del éxito que le ofrece el gestor Santiago Caputo y que sus propagandistas de redes expusieron con dibujos y mensajes de rasgos adolescentes: “El Javo contra todos”. La noción del hombre solitario que lucha contra poderes oscuros tiene un atractivo amniótico para el Presidente. Le da una épica y una conexión con sus votantes, pero empieza a revelarse como un recurso insuficiente para los desafíos que acechan al proyecto libertario.
El dedo acusador que Milei levanta como escarmiento de una dirigencia política aquejada por el desprestigio no tapa el sentido más profundo de la semana de desdicha que acaba de vivir: la cuestión de la gobernabilidad vuelve a estar sobre la mesa y proyecta sombras sobre el proceso económico.
Es una consecuencia gravosa para una administración que forja su destino a partir del plan de desinflación y la estabilidad cambiaria, mientras convive con una recesión pronunciada, reservas escuálidas y una desconfianza de los mercados que se traduce en la tasa de riesgo país amesetada en torno a los 1500 puntos.
La furia de Milei se agigantó el jueves con la sanción en el Senado de un aumento a los jubilados y una nueva fórmula de actualización de haberes. “Los degenerados fiscales quieren romper mi gobierno”, denunció. Confirmó que vetará de forma total la ley.
En privado, le dijo a un grupo de economistas que convocó a Olivos que lo consideraba “una declaración de guerra” por parte del Congreso. Por primera vez incluyó en la lista de “los malos” al Pro de Macri, a raíz de que seis de los siete senadores del partido amarillo votaron en general con la oposición.
La noche anterior había cenado a solas con Macri en el mismo lugar. Lo convocó después de que el Pro acompañó el rechazo al decreto que otorgó 100.000 millones de pesos para gastos reservados a la SIDE que domina Santiago Caputo. Había sido una buena reunión, según retrataron a poco de terminar fuentes cercanas a los dos protagonistas.
“Javier tomó aquello como parte de la batalla de Macri contra Santiago. No lo comparte, pero lo tolera. Lo de las jubilaciones lo vivió como una agresión contra él”, traduce un funcionario de Casa Rosada.
Acaso por eso Milei se abrazó el viernes a su asesor Caputo. Advirtió que “ni sueñen” que lo va a echar. Lo describió como “una inteligencia superior” y dijo que “juega a la mancha con aviones”. Es un elogio que le dedica a menudo, con el que destaca una combinación de viveza criolla y audacia. A veces reemplaza “aviones” por “tiburones”. En cualquier caso, un deporte de riesgo que esta semana colocó al Gobierno ante dilemas de primer orden.
“De derrota en derrota, un día este muchacho lo pone a Milei frente a un juicio político”, dice un dirigente macrista; la frase llegó a oídos de altos funcionarios.
La alusión al juicio político resulta urticante cuando la oposición le mostró el fantasma de los dos tercios -requisito para la remoción presidencial- en las votaciones de Diputados (por la SIDE) y del Senado (por jubilaciones). Para colmo, en el Congreso las Fuerzas del Cielo viven un infierno de internas que ya es indisimulable.
Karina Milei tuvo que intervenir para blindar a su aliado Martín Menem, presidente de la Cámara baja, en medio de las denuncias que presentó entre chillidos y disturbios la mendocina Lourdes Arrieta a raíz del escándalo desatado por la visita a Alfredo Astiz y otros represores en la cárcel de Ezeiza. Quiere echarla del bloque.
En el Senado, los siete libertarios son cuentapropistas que casi no se hablan entre ellos. Madura allí una ruptura con el formoseño Francisco Paoltroni, que se embanderó contra la designación de Ariel Lijo en la Corte Suprema, denunció sin tapujos a Caputo y promete convertirse en una voz de la conciencia del “espíritu anticasta” que vendió Milei. Villarruel, también lanzada contra Lijo, parece reírse del destrato de su compañero de fórmula. Basta ver el humor con el que entró a la chicana del “jamoncito” que le dedicó el kirchnerista José Mayans en la sesión del jueves.
La relación Milei-Macri
Milei había disfrutado de dos semanas de sosiego en medio de la perplejidad social por las revelaciones de la bochornosa conducta personal de Alberto Fernández durante su presidencia.
En aquellas horas se había fortalecido el proyecto de un acuerdo formal entre La Libertad Avanza y el Pro. Macri le había transmitido a Milei su apoyo al rumbo económico, la disidencia en cuestiones institucionales y una crítica respecto de la eficiencia burocrática del gobierno. También le expresó el desagrado por lo que considera una “falta de respeto” hacia su partido, que achaca al asesor Caputo. Básicamente, la noción de que el Pro “ya no existe” y que sus votantes se mudaron definitivamente al mileísmo.
Por disposición de Milei, Caputo abrió una mesa de negociación hace dos semanas con Cristian Ritondo, como delegado macrista. La Inteligencia metió la cola. Poco después de esa primera cita exploratoria, el asesor presidencial le pidió a Ritondo que apoyara al senador peronista Edgardo Kueider para presidir la comisión bicameral que controla al espionaje. Macri y su gente estallaron: creían tener el consenso para designar en esa silla preciada para el poder al misionero Martín Goerling, confiable para el expresidente y también para la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.
Empezó entonces un tironeo, en el que perdieron los dos. El lugar le quedó al radical Martín Lousteau, tras un acuerdo con la oposición dura que impuso como vices a dos laderos de Cristina Kirchner, Leopoldo Moreau y Oscar Parrilli.
Caputo, derrotado, se consoló: prefiere a Lousteau –con quien cree poder negociar a través del operador Emiliano Yacobitti– que a un alfil de Macri, a quien asume como enemigo personal. Además, como les recordó a los Milei, Goerling era el candidato que movía Villarruel. Cartón lleno.
“Es una derrota autoinflingida, inexplicable. Se suma al destrato contra nuestros gobernadores, relegados siempre ante los peronistas”, se quejaba un interlocutor de Macri el miércoles.
En el caldo de esa bronca se cocinó el voto del Pro contra el decreto de la SIDE. Hasta ese momento –y pese al malestar por el ninguneo libertario– los macristas habían acompañado al Gobierno en todos los debates parlamentarios.
La jauría digital de Caputo reaccionó contra Macri, a quien llegaron a tratar de “kirchnerista” en cuentas de Twitter (X) que sigue el propio Milei. Las redes pueden ser el reino de lo efímero. Dos semanas atrás algunos de esos tuiteros publicaban fotos de Alberto Fernández antes de las elecciones de 2019 y el mensaje “era con Mauricio”. El miércoles, en cambio, se viralizaban alusiones nostálgicas del 2015, con la foto del libertario de toda la vida Daniel Scioli y un lapidario: “Era con el Pichichi”.
Los petardistas digitales quedaron durante un rato como patrullas perdidas cuando se supo que Milei había invitado a Macri a comer milanesas en Olivos después de la votación que debilitó a Caputo. “Sigue todo igual. Con Javier está todo bien”, resumió alguien que habló con Macri a poco de salir.
Milei escuchó los reclamos contra Caputo, que se hacen eco en gente de su máxima confianza, como Sandra Pettovello, cada vez más indignada con los movimientos del asesor estrella. La lista se amplía por todos los ministerios. Cualquier funcionario que se ve representado negativamente en los medios sospecha de la mano invisible del propagandista en jefe. A Caputo le divierte que el mito crezca.
La reacción
Si las acciones de Caputo venían en baja por las derrotas en las cuestiones de Inteligencia, lo que pasó en el Senado pareció revigorizarlo. La votación de la ley de aumento de las jubilaciones fue un manual de mala gestión política. El Gobierno entró tarde a la discusión, los senadores del Pro priorizaron el costo político personal a la coherencia, Macri no intervino para imponer la posición que después defendió en público.
Milei, enfurecido, quebró la tradición de excluir a Macri de las admoniciones contra “la casta”. Cómodo en la hipérbole, acusó a los que apoyaron el recorte a la SIDE de ser responsables de un eventual atentado terrorista y chicaneó al expresidente: “O no maneja la tropa o la tropa no entiende el daño que están haciendo”. No se olvidó de Villarruel, a quien sugirió como posible responsable de la visita a Astiz y compañía. Y eso que su hermana Karina, en paralelo, se empeñaba en echar a las diputadas (Arrieta y Rocío Bonacci) que denuncian haber sido llevadas por engaño a esa cita en la prisión.
La contradicción es un arte del mileísmo, capaz de indignarse hasta el desgarro con los macristas que votaron leyes con los kirchneristas, mientras la Casa Rosada pacta con los delegados de Cristina una nueva composición de la Corte con Lijo como estandarte (y muy probablemente sin el académico Manuel García-Masilla, resistido por la expresidenta).
El viernes Macri trató de pegar las piezas rotas en el Senado con un apoyo enfático al veto que anunció a Milei, aunque eso provocó el disgusto de sus senadores. Ellos alegan que habían acordado con el Gobierno cómo votar: a favor en general y en contra en los artículos más gravosos para las arcas estatales. Si es así, todos fallaron en prever la lectura obvia que tendría el tablero del Senado en el contexto de una semana tan crítica.
El Presidente a medida que pasaban las horas se fue aflojando, dicen en su entorno. Se reafirma en la idea de no romper con Macri y al mismo tiempo mantiene a Santiago Caputo en el “triángulo de hierro” del poder.
“Tener cerca al Pro es vital para la gobernabilidad. Mirá lo que son nuestros bloques. Si después hay un pacto mayor o no se verá. Hoy los necesitamos”, se sincera un funcionario de primera línea, a sabiendas de que la suerte del plan económico es todavía una moneda en el aire. Es mutuo: en el macrismo entienden que sus votantes no entenderían una ruptura total con el Gobierno. “Vamos a apoyar, pero también a poner límites y defender nuestra identidad”, insisten cerca de Macri.
Una prueba de fuego será la discusión sobre el veto de Milei. Si en las dos cámaras se repiten votaciones con dos tercios de los presentes, la ley de aumento previsional quedaría convalidada y sería un shock para el plan económico. El discurso oficial contra “la casta” busca sacar del foco lo obvio: el “ajuste más grande de la historia de la humanidad” del que alardea el Presidente se hizo en gran medida a costa de los jubilados.
En el Senado el número para insistir está. En Diputados quedó todo abierto. El Pro –que votó allí con el oficialismo– es clave para inclinar la balanza. Para impedir una confluencia de dos tercios debería garantizar el apoyo de todos sus legisladores que votaron en primera instancia y también de los siete que se ausentaron aquella vez. En la lista sigue la discusión del presupuesto 2025. No es momento de jugar a la mancha con aviones.
Sobre el horizonte se recortan las elecciones del 2025. La última medición de Poliarquía muestra cómo el gobierno retiene un apoyo a la gestión del 55%, la imagen positiva de Milei es de 47% (+10 de diferencial) y la proyección del voto luce alentadora para el oficialismo. La disputa inconfesable resulta ser por quién le va a aportar el sostén institucional a un gobierno frágil que por ahora ostenta esos índices de popularidad extraordinarios: ¿el Pro de Macri o los peronistas con poder territorial que huyen del derrumbe kirchnerista, como imagina Caputo?
26/08/2024 a las 11:19 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Milei, tras los pasos de Bukele
Fernando Laborda
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
25/8/024
El presidente argentino sueña con repetir la historia de acumulación de poder de su par salvadoreño y con gobernar sin tener que negociar con nadie
El respiro que los ecos de las desventuras de Alberto Fernández le dieron al gobierno nacional duró poco. Javier Milei acaba de concluir una de las peores semanas para su gestión en términos políticos, con tres traspiés parlamentarios en apenas 72 horas: la pérdida de la presidencia de la Comisión Bicameral de Control de los Organismos de Seguridad e Inteligencia, el rechazo de la Cámara de Diputados al decreto que aumentó los fondos reservados de la SIDE y la sanción por parte del Senado de la ley de movilidad jubilatoria por una abrumadora mayoría de votos que incluyó a cinco senadores de Pro.
Lo ocurrido podría dejarle al menos un par de enseñanzas a un gobierno frecuentemente reacio a las negociaciones con la oposición. La primera es que ni aun en medio de su desgraciada situación se puede subestimar al kirchnerismo, siempre cómodo en la resistencia. La segunda es que el costo del impacto de la diferenciación de Mauricio Macri puede resultar para el Gobierno más alto que el beneficio político de los escándalos de Alberto Fernández.
Sin embargo, Milei no se amilana. Siguiendo los consejos de quienes junto a él integran su “triángulo de hierro”, su hermana Karina y su asesor Santiago Caputo, el Presidente está convencido de que cuanto más lo obstaculice el Congreso, mayor será la paliza electoral que les asestará a sus opositores en los comicios legislativos de 2025.
El sueño de Milei de legislar sin tener que negociar absolutamente nada con quienes ha calificado originalmente como “la casta” y más tarde como “ratas” y “degenerados fiscales” encuentra un reflejo en el camino que, para acumular poder, siguió el actual mandatario de El Salvador. Nayib Bukele llegó en 2019 a la presidencia de un país devastado por la inseguridad y el crimen, que exhibía el mayor número de homicidios per cápita en el mundo. Accedió al poder tras imponerse en elecciones a los dos grandes partidos que hasta entonces dominaban el escenario político salvadoreño –Arena y el FMLN– y debió lidiar desde el principio con el hecho de tener que gobernar con una franca minoría parlamentaria, situación que derivó en no pocos conflictos, en particular cuando Bukele llegó a ordenar el ingreso de tropas del Ejército a las instalaciones de la Asamblea Legislativa. Pero su exitoso plan de lucha contra la inseguridad, al margen de las acusaciones por cercenar los derechos de los detenidos y la independencia del Poder Judicial– le valió un fuerte apoyo popular, que le permitió ganar en 2021 las elecciones legislativas de mitad de mandato con alrededor del 70% de los sufragios. En los comicios presidenciales de febrero de 2024, fue reelegido presidente con nada menos que el 84,6% de los votos, por lo que las fuerzas opositoras han quedado reducidas a su mínima expresión.
La historia de acumulación de poder de Bukele puede sonar como música para los oídos de los libertarios. Pero la política argentina es mucho más compleja.
Si la clave para la llegada de Bukele a la cima de su poder actual fue la lucha contra el crimen, para Milei la representa el combate contra la inflación. Y no es poco lo que el presidente argentino puede ostentar en esa materia. Haberla bajado desde el 25% en diciembre hasta el 4% en julio es muy meritorio para propios y extraños. El problema es que, de acuerdo con las últimas encuestas de opinión pública, la inflación ya ha dejado de ser la principal inquietud de los argentinos, para dar lugar al desempleo.
El más reciente sondeo de Synopsis Consultores, concluido el 14 de agosto entre 1186 casos en el ámbito nacional, indica que el desempleo es la mayor preocupación que afecta al país, con el 39,2% de las menciones, seguido por la corrupción, con el 27,1%, y por la inflación, con el 17,7%. La inquietud por la desocupación alcanza así nuevos niveles máximos en ocho años.
La misma encuesta parece indicar que las críticas que semanas atrás formuló Mauricio Macri a la gestión de Milei pudieron haber mermado el potencial caudal electoral de La Libertad Avanza. Aun así, la fuerza política libertaria se sigue ubicando a la cabeza de las preferencias de los votantes frente a un hipotético escenario electoral.
Frente a la pregunta “si hoy fueran las elecciones legislativas de 2025 y tuvieras que decidir a quién votar, ¿por qué partido votarías?”, el 30,9% mencionó a La Libertad Avanza; el 22,2%, al PJ no K; el 15,8%, al kirchnerismo; el 9,4%, a Pro, y el 4,7%, a la izquierda, con algo más de un 10% de indecisos.
Un dato relevante es que la intención de voto por La Libertad Avanza cayó del 42,2% en junio al 39,9% en julio y al 30,9% en la actualidad. Según la interpretación de Lucas Romero, director de Synopsis, la explicación de esta caída podría relacionarse con las críticas vertidas por Macri a la gestión y al entorno de Milei. Algo de esto se puede observar cuando se analiza la evolución de la intención de voto en el segmento de votantes de Patricia Bullrich en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2023. Si en junio casi dos de cada tres de esos ciudadanos manifestaban su intención de votar a La Libertad Avanza, en agosto ese caudal se retrajo al 36,8%, en tanto que el apoyo a Pro entre ese segmento se duplicó del 15,2% al 30,3%, según el análisis de Romero.
La conclusión sería que así como las desventuras de Alberto Fernández no le agregan apoyos a Milei, los cuestionamientos de Macri pueden restárselos. Algo que probablemente haya percibido el Presidente, a juzgar por la frecuencia de sus encuentros en la quinta de Olivos con Macri, tras un largo período de distanciamiento.
Consciente de que si Pro es garante de la gobernabilidad, el Gobierno debería tratar a esa fuerza política como tal y respetar a sus dirigentes, Macri ha buscado desmarcarse de Milei, aunque no del todo. “Esto no es el cambio”, afirmó frente al decreto que incrementó en 100.000 millones de pesos los gastos reservados de la Secretaría de Inteligencia, avalando su rechazo por la Cámara de Diputados. También se opuso a la propuesta presidencial de designar a Ariel Lijo en la Corte Suprema de Justicia. En cambio, respaldó la decisión de Milei de vetar la ley de movilidad jubilatoria, pese a que cinco senadores de Pro apoyaron su sanción.
Hay quienes dentro de su propio partido le endilgan a Macri cierta insensibilidad frente a la situación que viven muchos jubilados, sin advertir que la ley de movilidad jubilatoria sancionada no contempló la inclusión de ninguna disposición que indique cómo se compensaría el impacto fiscal de los aumentos en los haberes. Todo nuevo gasto exige reducir otros gastos, aumentar o crear impuestos, o lisa y llanamente emitir dinero. Esta última opción ha sido la elegida por los gobiernos kirchneristas y colocó a la Argentina al borde de la hiperinflación, al tiempo que terminó incrementando la pobreza que el populismo decía querer combatir.
El gesto de Macri, que de alguna manera podría evitar que la Cámara de Diputados pueda alcanzar los dos tercios de los votos para insistir frente al veto presidencial a la ley de movilidad jubilatoria, no fue debidamente valorado por Milei, quien prefirió atacar indirectamente al expresidente al poner en duda su liderazgo y sugerir que “no maneja a su tropa”. Al mismo tiempo, el expresidente cosechó furibundas críticas de parte de la militancia digital libertaria. Y un diputado provincial cercano a Santiago Caputo, Agustín Romo, lo acusó de “ordenar a sus diputados que voten junto al kirchnerismo y en contra del Gobierno para extorsionar y pedir más cargos”.
Si bien Milei se declara partidario de una coalición electoral con el macrismo el año próximo, en su entorno se ocupan de bajarle el precio a la fuerza conducida por Macri. Los libertarios aspiran a ir absorbiendo de a poco a Pro, comiéndole dirigentes en tajadas. Los macristas conocen esa estrategia. Es probable que a Macri le gustase colaborar con el actual gobierno desde una negociación entre partidos de una coalición, precisamente la idea que desechó frente a la Unión Cívica Radical cuando llegó a la Casa Rosada, en diciembre de 2015. En aquel entonces, les cedió a hombres del radicalismo algunos ministerios sin consultar al comité nacional de ese partido. Milei hizo lo mismo: escogió a dirigentes vinculados a Pro que le gustaban, como Patricia Bullrich y Luis “Toto” Caputo, sin consultar a Macri.
El problema de Milei es que, ante la falta de sistematización de una coalición de gobierno, seguirá necesitando de mínimos y probablemente costosos acuerdos con la oposición en el Congreso si aspira a avanzar en la sanción de leyes necesarias para el éxito de su gestión. La ley de presupuesto 2025 será uno de los próximos tests más importantes. Pero ¿puede el Presidente exigirles algo a legisladores a quienes no duda en calificar como miserables degenerados fiscales? Se trata de una táctica tan absurda como acusar a todos aquellos periodistas que osen cuestionarlo de “ensobrados” o como tildar de “ecochantas” o “comunistas” a economistas cercanos al liberalismo que expresan sus dudas sobre su programa.
Aquel sueño mileísta de gobernar sin tener que dialogar o negociar con nadie está muy lejos de poder cumplirse. Y a la lejanía de ese objetivo se suma una triste realidad del presente, reconocida incluso entre funcionarios del Gobierno: sus bloques de diputados y senadores están plagados de dirigentes impresentables, que ya han dado sobradas muestras de amateurismo y protagonizado no pocos papelones.
Milei tiene un desafío mayúsculo: ordenar la economía del país antes de que se termine de desordenar la política.
26/08/2024 a las 11:26 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La película cambia, ¿Milei la ve?
Eduardo van der Kooy
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
25/8/024
El Gobierno sufrió tres derrotas en el Congreso por mala praxis. Se produjo una nueva configuración de alianzas que difícilmente sea definitiva. Macri se animó a marcar un límite. Pero el PRO seguirá siendo soporte oficialista. El Presidente no repara en el caos libertario.
Javier Milei ha tenido la oportunidad de constatar la vida efímera de las realidades políticas de este tiempo. Podría obedecer, en parte, al concepto de estado líquido que el ensayista polaco-británico Zygmunt Bauman introdujo para auscultar el comportamiento actual de las sociedades. Respondería además a la existencia de un sistema extremadamente fragmentado en la Argentina que estimula mutaciones. Cualquier imagen de solidez sería simplemente un espejismo.
El Gobierno supuso que el escándalo por violencia de género que la ex primera dama, Fabiola Yañez, denunció contra Alberto Fernández representaría un blindaje para sus propias debilidades y miserias. El espoleo del conflicto entre el líder libertario y la vicepresidenta, Victoria Villarruel, pareció la primera pincelada que insinuó una modificación del paisaje. Sobrevinieron otras: la derrota por la titularidad de la Bicameral de Inteligencia, el rechazo en Diputados al Decreto de Necesidad y Urgencia que cedió $ 100 mil millones de fondos reservados a la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE); la aprobación en el Senado del ajuste compensatorio y la reforma para los jubilados (8%) que Milei anunció que vetará en defensa del equilibrio fiscal.
Aquellos enunciados tuvieron un contenido político diverso, imprescindible de ser desmenuzado. Se produjeron votaciones verticales que, en el caso de los fondos reservados para la SIDE, encontró en una misma vereda al kirchnerismo, a Encuentro Federal, a los radicales, a la izquierda y al PRO. Más que eso: tres diputados disidentes de La Libertad Avanza aportaron al quórum. Otros dos, Carolina Píparo y Lorena Macyszyn, votaron con la mayoría que redondeó un número no demasiado lejano de los dos tercios: fueron 156 sufragios los del heterogéneo bando victorioso.
Es muy probable que ese fenómeno no resulte tan sencillo de ser repetido. En la misma sesión la diputada del PRO, Silvia Lospenatto, propuso votar la suspensión del intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, procesado por abuso sexual. Un tema que hace dos meses intenta en vano que sea tratado por la Comisión de Mujeres y Diversidad que conduce la K Mónica Macha. El kirchnerismo huyó despavorido y el pedido, que requería votos de las tres cuartas partes de los asistentes, naufragó.
Aun así, habría a la vista un par de novedades que el Gobierno no debería desdeñar. Puede haber empezado a menguar, tras nueve meses de usufructo, sin computar la campaña electoral, el efecto de “la casta” como demonio agitado siempre por Milei. Aquella mayoría circunstancial en Diputados encontró el argumento perfecto para propinar el golpe: ¿Ha existido en estos 40 años algo más familiar a “la casta” que la utilización de fondos millonarios y opacos para realizar espionaje interno y negocios? El Presidente cayó en la trampa. Con un agravante: ya devengó de aquel total $ 82 mil millones que nadie sabe si la SIDE consumió. Y en qué menesteres.
La otra cuestión tiene relación con la actitud del PRO. Principal soporte parlamentario del Gobierno. Sin ese cuerpo la plataforma parlamentaria del oficialismo podría caerse como un piano. Sus 35 diputados han conformado un esperpento con peleas constantes y denuncias internas por violencia. Carecen de una conducción. Se avecina otra fractura. El dato relevante sería que el PRO aportó 20 votos sin necesidad, pero con convicción. Sin ellos el rechazo al DNU por los fondos reservados de la SIDE hubiera ocurrido igual.
En ese contexto afloró la figura de Mauricio Macri. El ingeniero tuvo la segunda cumbre en diez días con Milei de la cual salió, de nuevo, conforme. Sería un microclima. En el entorno libertario no le darían ni la hora. Esa es la brecha que nunca se cierra entre el Presidente y su entorno operativo. Determinante en la instrucción que el ingeniero bajó a su tropa y fue cumplida. Entre los diputados del PRO reinaba la duda de promover la abstención o sumarse al rechazo de aquel DNU. El ex presidente prefirió la segunda opción. Desde Estados Unidos el jefe del bloque, Cristian Ritondo, lo comunicó a sus colegas.
Con el hecho consumado Macri se convenció que la decisión había sido la correcta. Las patrullas digitales de Santiago Caputo, su joven enemigo en el círculo libertario, salieron a despellejarlo con los tuits. “Son pibes peligrosos”, alertó el ex presidente. En especial, si se conjetura que podrían manipular la SIDE con aquellos fondos reservados multimillonarios. Esas patrullas digitales se han incorporado con demasiada naturalidad y riesgo en la política argentina. No sólo critican, descalifican e insultan. Se animan a lanzar amenazas temerarias.
La víctima no fue Macri. Le tocó al senador libertario Francisco Paoltroni, de Formosa. Denunció que Santiago Caputo fue la persona que indujo a Milei a proponer a Ariel Lijo como juez de la Corte Suprema. Contó que el joven asesor lo llamó para que cerrara la boca y no hablara más de Lijo. Desde una de esas cuentas tenebrosas de tuit (de un tal John) lo remataron. Luego de una agresión pornográfica le advirtieron que “disfrute la beca porque su carrera se terminó”. Paoltroni fue desde una óptica política quien más incomodó al magistrado. Secundado por la radical Carolina Losada, persistente en su postura que la vacante cortesana correspondería a una mujer. El kirchnerismo prefirió no hacer olas y sugirió la posibilidad de convalidar la designación de Lijo si se abre una discusión amplia sobre el máximo Tribunal.
Macri ya fijó públicamente el rechazo a la postulación de Lijo. Su preocupación inmediata está centrada en la Inteligencia y en saldar algunas cuentas pendientes con Patricia Bullrich. El rechazo del DNU de los fondos reservados también le pegó a la ministra de Seguridad, que reaccionó enfurecida. Quizás acicateada por otro traspié: el empinamiento del radical Martín Lousteau en la Comisión Bicameral de Seguimiento de Organismos de Inteligencia. La mujer empujaba para ese sillón al misionero Enrique Goerling. Ahora será auditada, junto a Luis Petri, de Defensa, por esa comunión entre el titular de la UCR y el kirchnerismo.
La maniobra de Lousteau, que no encantó a todos los correligionarios, fue señalada por los libertarios como un acto presunto de traición. Es factible que el dirigente radical pague un costo político en su carrera por haberse atrevido a una alianza con el kirchnerismo experto en espionaje. Basta para entenderlo con nombrar a dos integrantes de la Bicameral: Leopoldo Moreau y Oscar Parrilli. Pero el enojo no debería impedirle al Gobierno descubrir su torpeza: tuvo a disposición mucho tiempo aquella presidencia. Casi nueve meses. La descuidó por los desacuerdos entre Santiago Caputo, promotor del senador peronista de Entre Ríos, Edgardo Kueider y aquel delfín bullrichista.
Los callos pisados de Bullrich y Petri significaron una satisfacción para Villarruel. Se trata de dos áreas en las cuales Milei, en las épocas de armonía entre ambos, le había prometido participación. Quedó afuera. La figura de la vicepresidenta se transformó en el primer fotograma de la nueva película que comenzó a desplazar de la pantalla pública el escándalo entre Fabiola y Alberto. La dama fue marginada de la celebración del Día del Ejército, universo de su vida. Su padre fue militar. Como desquite resolvió no asistir a la recordación de José de San Martín que el ministro Petri organizó en Mendoza.
El aumento de la dieta de los senadores, indexada al convenio de los empleados del Congreso, sirvió para que las patrullas digitales se descargaran contra ella al compás de un tuit de Milei que los calificó de “traidores a la Patria”. Villarruel está segura que esa polvareda fue levantada desde la Casa Rosada. Había convenido con los jefes de bloque del Senado desacoplar aquel enganche como hace meses hizo Martín Menem en Diputados. No se quedó callada. Dijo que lo hicieron para terminar con las “sobreactuaciones”. Correo para el Presidente.
Villarruel tampoco quiso participar de negociaciones propuestas por senadores macristas para introducir algunos cambios en el proyecto de compensación a los jubilados. Se retiró del recinto momentos antes de la votación que produjo un desenlace apabullante: sobre 69 presentes 61 se pronunciaron a favor de aquella compensación y apenas 8 la rechazaron. Siete senadores del PRO figuraron entre los adherentes, con una salvedad: respaldaron el 8% de aumento adicional para los jubilados, aunque votaron en contra de la reforma integral. Hubo una excepción: la senadora Guadalupe Tagliaferri avaló todo el proyecto.
Ese sendero intermedio que tomaron le permitió a Macri una doble pirueta con secuelas internas: omitió que sus diputados habían votado en junio en contra; dio respaldo al veto presidencial y desairó a sus propios senadores. El líder libertario nunca deja de ser paradojal. Achacó al ingeniero no saber conducir a su tropa o ignorar el supuesto daño que causan sus posturas. Jamás repara en el pandemonio que, en corto tiempo, se convirtió La Libertad Avanza en el Congreso.
Seguramente la diversidad de la política no representa la viga maestra del conocimiento de Milei. Ese lugar lo ocupan las finanzas, el equilibrio fiscal y la inflación. Por la misma razón, a lo mejor, no termina de asimilar ciertas aristas de la democracia. La conformación del Congreso ocurrió en la elección de octubre cuando obtuvo el 30% de los votos. El balotaje fue una historia adicional que lo legitimó en la cima del poder.
El PRO es su aliado principal. No un perro faldero. El Congreso debe funcionar con autonomía para no repetir las épocas aciagas recientes. A Milei le asiste el derecho al veto, con sus beneficios y consecuencias. Siempre es mejor que cada cosa permanezca en su lugar.