Por Hernán Andrés Kruse.-
En su edición del domingo 30 de junio, El cohete a la Luna publicó un escrito de Aleardo Laría Rajneri titulado “Liberales versus libertarios”. El autor toca un tema que a todos nos compete: el auge del libertarianismo o, si se prefiere, del liberalismo defensor del poder económico concentrado (neoliberalismo). En 2021 el filósofo y politólogo español José María Lassalle publicó un libro titulado “El liberalismo herido” (Arpa-Editores). Alude a las heridas que el crecimiento del liberalismo autoritario le está provocando al liberalismo humanista pregonado por Spinoza y Kant. El siglo XXI está presenciando el avance, aparentemente incontenible, de lo que Pierre Rosanvallon denominó “democradura”, un populismo vertical y autoritario que enarbola la libertad de mercado.
En el ensayo mencionado, Lassalle enfatiza algo que los argentinos deberíamos tener muy en cuenta: Javier Milei nada tiene que ver con el liberalismo humanista. Por el contrario, encarna un libertarianismo (anarcocapitalismo) que, en la práctica, se traduce en un régimen autoritario de derecha muy hábil para explotar la emoción y no la razón del hombre. Reivindica un ciberleviatán, aquel estado todopoderoso inmortalizado por Hobbes fortalecido por el avance tecnológico del siglo XXI. Lassalle cree que la guerra no está perdida pero que para que el ciberleviatán se imponga definitivamente, es esencial que quienes adhieren a los valores del liberalismo humanista estén dispuestos a luchar a diario por esos valores.
A continuación paso a transcribir la manera como Lassalle analiza la era populista (capítulo 1). Saque el lector sus propias conclusiones.
“Entramos en una nueva era marcada por la incertidumbre absoluta. Por primera vez en muchos siglos, somos incapaces de encontrar un relato totalizador que intérprete el mundo y nos explique cómo vivir nuestra experiencia de él. La humanidad se globaliza. Lo hace frenéticamente, con un ritmo acelerado que tensiona los ejes institucionales que marcan su gobernanza y provocan, como apunta Hartmut Rosa, una sensación generalizada de alienación y pérdida de contacto con la existencia individual y colectiva. Hasta el punto de que se abre camino la sensación de que nos enfrentamos a una situación de colapso. Un momento crítico de catástrofe que nos emplaza a preguntarnos hacia dónde nos dirigimos. Un momento refundacional de la humanidad que nos pone delante el reto de la consumación del Antropoceno y sus dinámicas de movilización utilitaria del planeta y de sus recursos físicos y humanos impulsadas desde los inicios de la modernidad hasta nuestros días.
Esta percepción colectiva de alienación no es un proceso reciente. Nos acompaña desde principios del siglo XXI. Es cierto que el coronavirus se ha convertido en una calamidad que ha agudizado y acelerado el fenómeno, pero sobre los rieles psicológicos de una experiencia que ya se había instalado con firmeza en la sociedad occidental. La pandemia lo que ha hecho es intensificar los problemas que existían y los ha relacionado entre sí. Esto ha generado una interacción compleja entre ellos que los ha agudizado localmente y, al mismo tiempo, los ha proyectado fuera de su perímetro original al hacernos a todos partícipes de ellos. Desaparecidos los tabiques de la historia y la geografía, ya no hay compartimentos estancos a la hora de abordar su gestión, propiciando esta circunstancia que surjan nuevos problemas asociados a la interacción de los que ya existían antes. De hecho, los problemas de los demás se han convertido también en los nuestros, y viceversa.
La globalización ha borrado las fronteras con la goma de la digitalización y el cambio climático, y los estados se ven incapaces de gestionar una eclosión de problemas transfronterizos para los que no tienen recursos institucionales. Básicamente porque la vieja soberanía nacional surgida en el siglo XIX se empequeñece ante la titánica sombra que proyectan sobre las cabezas de los gobiernos de nuestro tiempo las catástrofes del siglo XXI. El mayor de los problemas que actúan sobre esta trama de complejidad global es que carecemos de una gobernanza común capaz de gestionarla. Se vio en 2001, cuando el terrorismo islamista comenzó a golpear de forma deslocalizada y sistemática las manifestaciones del capital simbólico de Occidente diseminadas por todo el planeta. Después, volvió a ponerse de manifiesto en 2008, cuando la crisis financiera estalló por una iliquidez sistémica surgida de un modelo de capitalismo especulativo basado en el endeudamiento global. Y vuelve a suceder ahora, cuando un virus surgido en la ciudad china de Wuhan se convierte casi en tiempo real en una pandemia que desestabiliza el planeta. Algo que ha sido posible porque el coronavirus se ha acoplado a las redes de transporte diseñadas por el capitalismo cognitivo del siglo XXI para favorecer la movilidad que requieren los intercambios profesionales y culturales que aquel provoca.
A esta insuficiencia en la gobernanza, se añade la debilidad de una metodología moderna fundada en la razón y en el conocimiento que se desprende de ella. Un método que desfallece en la impotencia, como vuelve a demostrar la pandemia, a la hora de definir cuáles son las acciones normativas que hay que seguir para neutralizar los daños ocasionados por la propagación masiva de una enfermedad global. Esto es especialmente significativo respecto al cálculo de los consensos necesarios para operar más allá de situaciones de complejidad lineal como las que predominaban en el pasado. Ahora, los modelos fracasan ante una complejidad que no solo hace interactuar los problemas entre sí, sino que agrega otros nuevos con los que se hibrida. Fracaso que se agrava porque la racionalidad que buscaba el bien común ha sido sustituida por la eclosión de una pluralidad de sensibilidades y percepciones que, además, están en conflicto.
Esto nubla y oscurece de antemano la racionalidad anticipatoria y previsora de los consensos. La política parte en estos momentos de la premisa posmoderna de que contribuir a la elaboración de una ley ya no es invertir en un capital público que compensará en el futuro la pérdida de nuestros intereses particulares más inmediatos. Ahora, la ley es un equilibrio transitorio e inestable asociado a una mayoría provisional que identifica como interés general una alianza de intereses particulares contrapuestos a otros. El bien común no existe porque no se puede prever ni establecer un consenso estable sobre cómo identificarlo.
Este panorama ingobernable e irresoluble de complejidad sistémica que ha evidenciado definitivamente la pandemia confirma que la metodología de gestión diseñada por la modernidad liberal carece de respuestas para atajar los retos asociados a la globalización conforme a los presupuestos de análisis que se dio a sí misma en el siglo XVIII, cuando surgió. Retos que aumentan exponencialmente la revolución digital y el cambio climático, que básicamente son los vectores que resumen la interacción de problemas que provoca un mundo que está saliéndose de sus ejes normativos porque los criterios contractualistas pensados por individuos que desarrollaban responsablemente un cálculo racional de oportunidades han sido superados.
Este marco de incertidumbre generalizada genera una infraestructura inquietante y movediza que socava los cimientos de lo que podría denominarse el «mundo del ayer», que representaba la cosmovisión democrática del siglo XX. Esto hace que el contexto liminal en el que nos movemos exija de nosotros capacidad para entender hacia donde debemos reorientar nuestros pasos. Algo que, como analizaremos a lo largo del libro, no puede abordarse a partir de los presupuestos metodológicos de un individualismo expansivo y activista, seguro de sí mismo debido a los patrones de una racionalidad que le permitía tomar decisiones que se ajustaban responsablemente a las necesidades de quien aspiraba a ser frente a ellos, a la manera kantiana, un adulto. Un individualismo que, además, sintonizaba con el programa de una modernidad pletórica y provista de una hoja de ruta volcada sobre la transformación del planeta conforme a los designios de la Ilustración. Tampoco sirven los Estados democráticos, tal y como los hemos entendido hasta ahora. Entre otras cosas porque la soberanía legal sobre la que asentaban su poder, el perímetro competencial de las acciones que podían desarrollar, ha visto mermada su eficacia ante el azote de los problemas globales que surgen fuera de aquel debido a la crisis climática, la automatización deslocalizada o las pandemias de ahora y las que surjan en el futuro.
Las escenas con las que comenzó 2021 resumen plásticamente el momento de gravedad al que se enfrentan las democracias liberales. Nos han puesto delante los síntomas de la enfermedad política y social que padecemos. La ocupación del Capitolio de Estados Unidos por una multitud ciberdirigida desde las redes sociales nos alerta del peligro que nos acecha de una manera inmediata. Hay que recordar que los asaltantes lo hicieron convencidos de que eran héroes que luchaban por la democracia que otros les arrebataban fraudulentamente a través del recuento de votos. Además, la intentona golpista fracasó porque se bloquearon las cuentas en Twitter, Facebook, Instagram y YouTube de Donald Trump. No porque se hubiera dado una respuesta institucional que restableciera la legalidad cuestionada por la multitud. La democracia liberal se impuso porque las corporaciones tecnológicas decidieron por sí mismas que querían estar alineadas con lo que las urnas habían dado a entender oficialmente.
De este modo, confirmaron en la práctica que son titulares de una soberanía digital que tutela de facto la soberanía popular al disponer de un poder aristocrático que condiciona todo lo que sucede en la infoesfera. Nos adentramos, por tanto, en una era hostil a la libertad y a los valores que acompañaron la construcción de la democracia. Al menos, de acuerdo con los patrones liberales que la han definido hasta ahora. Una era que anuncia que el eje de legitimidad de aquella se desplaza, quizá irreversiblemente. Tanto, que se insinúa una democracia distinta. Una democracia que sigue siéndolo en apariencia pero que resignifica sus presupuestos y modifica sus bases y fundamentos conceptuales mediante un giro autoritario que verticaliza la relación con el poder.
Como señala Pierre Rosanvallon, la democracia evoluciona de nuevo porque nunca fue un universal predeterminado, estable e inamovible. La democracia nació movediza. Algo que se ha evidenciado con la historia. Ahora nos enfrentamos a una nueva mutación que hace que se decline probablemente como una democracia personalista, directa, polarizada e inmediata, por seguir citando al politólogo francés. Entrado el siglo XXI la democracia adopta nuevas adjetivaciones. Evoluciona de un gobierno liberal hacia otro cesarista que la reconfigura como una organización agónica y excepcionada de la política. Basada en el conflicto y no en el consenso. Dominada por las pasiones y por una multitud acechante que reclama ser gobernada a golpes de autoridad y sin más limitaciones que el alcance de la seducción populista de sus líderes.
Es cierto que hay otras versiones posibles para ella, aunque todas parecen abocadas a revestir en alguna medida estos rasgos. Pero la que se impone sobre todas ellas tiene un relato detrás que estudiaremos con detalle en los próximos capítulos. Se escribe desde una óptica autoritaria y neoliberal, que convierte al mercado en un sustituto del Estado. Así, mientras este se despolitiza, aquel se politiza hasta convertirse en un Mercado total. De este modo, se produce por la vía de los hechos una reconfiguración del fascismo a través del mercado. Una resignificación neoliberal del orden en donde el Estado y el Mercado se hibridan como una estructura disciplinaria que normaliza una teología del laissez faire tecnologizada.
Si se confirmaran estas impresiones, habrá que buscar cómo limitar y condicionar el nuevo statu quo. Es más, si acabara siendo inevitable un perímetro político tan asfixiante, habría que encontrar un espacio para que fuese posible la libertad. Esto solo podrá hacerse si se define una estrategia circunstancial que devuelva al liberalismo su razón de ser como pensamiento al servicio del humanitarismo y la dignidad crítica de la persona. Algo que, de antemano, aventuro que no será fácil. El populismo está actuando como un tsunami político. Sin embargo, ¿cuándo ha sido fácil trabajar por la libertad? ¿Lo fue cuando nació el liberalismo a finales del siglo XVII? ¿Lo fue después, en el contexto de las revoluciones atlánticas, o en el difícil marco social del siglo XIX, o en el escabroso contexto político del siglo XX? En todos esos momentos el liberalismo tuvo que evolucionar y adaptarse a las circunstancias si no quería perecer.
Baste recordar cómo John A. Hobson escribía en 1909 un ensayo que no dudó en titular como La crisis del liberalismo. Apenas una década después la influencia de este autor, y otros que también mostraron sus críticas a la situación por la que entonces atravesaban las ideas liberales, condujo a sentar las bases para un desarrollo que retomó la estirpe humanitaria y democrática que desde Tocqueville y Stuart Mill mantuvo en pie un pensamiento que ha ido siempre de la mano de la transformación de la democracia que contribuyó a legitimar. Algo que hoy, como entonces, tendrá que volver a hacer, aunque cueste más. Para ello deberá localizar el hilo que permita reconectar con el presente y ser útil para que nuestro tiempo sea más acorde con la continuidad de sus ideales emancipatorios, críticos, pluralistas y tolerantes.
La multitud se impone sobre el individuo, pero quizás haya que revisitar aquella y comprender, como advertía Spinoza, que hay «multitudes libres, y hay también multitudes sojuzgadas: una multitud libre se guía más por la esperanza que por el miedo, mientras que una multitud sojuzgada se guía más por el miedo que por la esperanza. Aquella, en efecto, procura cultivar la vida, esta, en cambio, evitar simplemente la muerte; aquella, repito, procura vivir para sí, mientras que esta es, por fuerza, del vencedor». Llevado por las palabras de Spinoza, me atrevo a aventurar que la nueva democracia que se insinúa en el horizonte posterior a la pandemia será básicamente multitudinaria. Pero entiéndase bien, o una multitud colaborativa o una multitud polarizada. O una multitud en la que el individuo desempeñe un papel que le impulse a cooperar voluntariamente con los otros, o una multitud atomizada y dispersa, en la que los individuos se confronten en una guerra civil permanente y que reactive la tesis hobbesiana de que el hombre es un lobo para el hombre”.
20/09/2024 a las 2:44 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Milei quiere el desguace de Aerolíneas Argentinas
Felipe Yapur
Página/12
20 de septiembre de 2024
El presidente Javier Milei en su plan de destruir el Estado ya vetó el incremento para jubilados, pero no se dio por satisfecho. Tiene en su lista de objetivos otro veto, esta vez para la ley de financiamiento universitario. Pero sobre todo, está concentrado junto a su equipo de gobierno en doblegar a los gremios aeronáuticos, integrantes de sector más combativo de la CGT, para avanzar en la privatización de una de las joyas recuperadas de la abuela: Aerolíneas Argentinas (AA). Para lograr este cometido, el presidente ordenó no resolver el conflicto salarial –«aumento cero», dijo el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger– y aprovechar las medidas de fuerza sindicales para justificar el desguace. Por caso, ayer mostró a sus principales funcionarios reunidos para elaborar una supuesta estrategia de venta «a empresas privadas latinoamericanas», en caso de que continúen los paros. Los aliados del gobierno hacen su aporte. Mauricio Macri públicamente respaldó la decisión presidencial, pidió «la liquidación» y el «desarme» de la aerolínea. El gobierno consiguió incluso aliados no tradicionales como Elisa Carrió. La exdiputada reapareció para dar cuenta de su respaldo a «la política de cielos abiertos». Los gremios, en tanto, ratificaron en sendas asambleas el plan de lucha para defender los salarios y la continuidad de Aerolíneas Argentinas.
Cada vez que asume un gobierno de derecha, liberal o libertario, la empresa estatal Aerolíneas Argentinas se convierte en un indisimulado objeto de deseo mercantil. En los años 90, el gobierno de Carlos Menem la privatizó. Pasó de mano en mano y fruto de la resistencia de los trabajadores y la población, la empresa se recuperó, se reestatizó, durante los gobiernos kirchneristas. Macri intentó avanzar contra ella. No tuvo tiempo para venderla y por eso ahora respalda sin miramientos la maniobra de Milei e incluso dijo que el gobierno debería apoyar el proyecto de su diputado Hernán Lombardi para privatizar AA en base a la norma que usó el menemismo en los años 90.
Los gremios aeronáuticos intentan, sin mucho éxito, hacer entender a la población que las medidas de fuerza, que van desde asambleas en los lugares de trabajo y paros, están enmarcados en la lucha por la actualización salarial y en defensa de la línea de bandera. No lo consiguen. Los grandes medios de comunicación –aliados a la Casa Rosada– no tienen problema en adjetivar como «salvaje» las medidas de fuerza y poner a los usuarios como víctimas de una voracidad sindical y así generar un consenso social a favor de la venta de la línea de bandera. En ese sentido, tanto el gremio de pilotos que conduce Pablo Biró y el de personal de cabina, que lidera Juan Pablo Brey, se limitaron ayer a realizar sendas asambleas para ratificar el apoyo al plan de lucha que incluye medidas de fuerzas, pero no para este fin de semana como esperaban en los despachos de la Casa Rosada. «No pisamos el palito», aseguró Brey.
CAFÉ Y ENERGIZANTES
Milei quiere mostrar gestión. Ayer hizo sentar a la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, el ministro de Economía, Luis Caputo; el vicejefe de Gabinete del Interior, Lisandro Catalán; el titular de la compañía, Fabián Lombardo; el asesor presidencial, Santiago Caputo; y el vocero, Manuel Adorni.
Luego de posar para la foto con tazas de café y bebidas energizantes, el vocero Adorni aseguró que el gobierno ya mantiene conversaciones con «empresas privadas latinoamericanas» para ceder las operaciones de Aerolíneas Argentinas «en caso de que las extorsiones continúen». Donde dice extorsión debería leerse los reclamos salariales continúen. «Vamos a ir a fondo con los piquetes aeronáuticos, esto tiene que quedar bien claro, es una decisión del Presidente y de todo el gabinete nacional», dijo el vocero con rango de ministro.
Adorni, engolosinado con sus dichos, dijo que una vez privatizada AA, las medidas de fuerza se terminará porque «si hacés paro en una empresa privada, te echan». La respuesta llegó de la mano de HUgo Yasky que, en sus redes sociales, escribió «o pensás que la Constitución está de Adorni, o sos un ignorante que no sabe que el 14 bis reconoce expresamente el derecho de huelga».
De todas maneras, entre los colaboradores más cercanos a Milei existe la idea de que los gremios «no tienen ninguna posibilidad de ganar la discusión». Trascendió que entre los que quiere participar del negocio de Aerolíneas Argentinas está Germán Efromovich, un hombre vinculado a Avianca, conocido y recomendado además por Macri. También está Latam en la lista de los interesados por «administrar» la línea aérea de bandera.
La decisión de «liquidación» y «desarme», como propuso Macri, está firme. El expresidente dice, para alegría de Milei, que la línea de bandera es “una estafa” y que “necesita un plan de desarme urgente” porque “la situación actual es una ruina sin salida”. Ofrece el proyecto de ley que escribió Lombardi, pero a Milei ya le advirtieron que para avanzar debe poner en funcionamiento la bicameral de privatizaciones. No es una tarea simple, porque como ocurrió con la Bicameral de Inteligencia, puede quedar en manos de la oposición no amigable.
ESTRATEGIA SINDICAL
Tanto la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA) como la Asociación Argentina de Aeronavegantes (AAA), realizaron asambleas para contener a los afiliados y, además, ratificar el plan de lucha con el que buscan recuperar el 73 por ciento que llevan perdido sus salarios desde noviembre de 2023.
El plan de lucha refrendado por multitudinarias asambleas incluye en el área sindical paros, asambleas y hasta movilizaciones. La planificación también incluye una pata judicial y son los amparos presentados ante la justicia contra el decreto que declara al servicio aerocomercial como escenciales. «Esto es fundamental para poder avanzar con algunas medidas de fuerza», reconoció ante este diario Brey de Aeronavegantes.
También está el costado legislativo. Ayer, Biró y Brey junto a otros dirigentes gremiales se reunieron con integrantes del bloque de diputados de Unión por la Patria. La idea es frenar cualquier proyecto de privatización.
Para que la resistencia no quede limitada a los gremios aeronáuticos, tanto Biró como Brey avanzaron junto al triunviro Pablo Moyano en la conformación de la Mesa Nacional del Transporte. Este espacio está integrado por Omar Maturano (La Fraternidad), Mario Caligari (UTA), Omar Pérez (camioneros), Juan Carlos Schmid (Fempinra) y Raúl Durdos (SOMU). El gobierno debería tomar nota de que estos gremios integran dos asociaciones, la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) y la Unión General de Asociaciones de Trabajadores del Transporte (UGATT), que estaban enfrentadas pero que las políticas de Milei las unificó.
La Mesa Nacional del Transporte emitió un comunicado donde expresó su «total solidaridad con la lucha que llevan adelante los gremios aeronáuticos y cualquier otro modo de transporte que se vea atacado sistemáticamente en detrimento del sector». Según dijo Brey a Página/12, la próxima semana «nos juntamos con los gremios del transporte para analizar una medida de fuerza de todo el transporte nacional”. La intención no sólo es reclamar la paritaria atrasada sino también defender Aerolíneas Argentinas. “Cualquier privatización tiene que pasar sí o sí por el Congreso. Lo que hace y dice Adorni son solo títulos de un gobierno que sigue en campaña en vez de ponerse a gestionar», aseguró Brey.
20/09/2024 a las 2:48 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
No hay vuelta atrás.
Vicente Massot
Prensa Republicana
20/9/024
El Presupuesto no es otra cosa que la síntesis y compendio de lo que el Estado piensa recaudar y, al propio tiempo, de lo que estima menester gastar. Resulta una suerte de radiografía anticipada de ingresos y egresos. En países como el nuestro, donde las instituciones tienen escasa fuerza y son poco respetadas, desde tiempo inmemorial las distintas administraciones —salvo raras excepciones— han trampeado a la hora de presentarle a la ciudadanía la estimación de cuánto evaluaban recaudar y cuánto dispondrían para eso que llamamos gasto público. Por lo tanto, al final del día, el Presupuesto era una formalidad necesaria como punto de arranque y nada más. Javier Milei, para variar, quiso ser disruptivo y lo logró. Por de pronto, montó un acto partidario en el Congreso y fue él quien —en su calidad de especialista en la materia, como se encargó de recordar— asumió la tarea que, de ordinario, le correspondía al secretario de Hacienda o al ministro del ramo. Sus críticos —que suman legión— le enrostraron el hecho de que su presentación fue más un discurso de campaña que la presentación oficial de ese instrumento de política económica y planificación gubernamental que se estila hacer público a mediados de septiembre. Y en eso, algo de razón tienen. Pero el presidente no actuó a tontas y a locas en ocasión de tanta importancia. Aprovechó la oportunidad que se le presentaba para subirse a la tribuna y dejar en claro que el equilibrio fiscal llegó para quedarse. No quiso cansar a la gente con información y números que sólo una minoría entiende en su totalidad.
Lo trascendental de su corta exposición no estuvo dado por los datos que nunca aportó acerca de cómo va a lograr que la inflación de 2024 sea de 104 %, la de 2025 de 18,3 %, la de 2026 de 11,6 % y la de su último año de gestión, de apenas 7,4 %. Tampoco importa mucho el que haya obviado informar los fundamentos de sus proyecciones acerca del crecimiento del comercio exterior y de la duplicación de los ingresos por derecho de exportación.
A propósito quiso ser didáctico y no técnico porque su objetivo no era discutir con sus pares profesionales sino explicarle al país que lo que él estaba haciendo era inaugurar un nuevo estilo de gestión en punto a cómo y cuánto gastar. Que la cita de Cicerón, extraída del libro gordo de Petete, represente una burrada del escriba presidencial, quien quiera que este haya sido, y que haya trastabillado al medir el déficit cuasifiscal, son puntos que bien podrían ser esgrimidos en su contra. Sin embargo esas pifias, los cruces con el jefe del bloque kirchnerista, el carajeo al final de la alocución, las barras futboleras que poblaron los palcos y la falta de fundamentación de los pronósticos, resultan accidentales en comparación con lo que dejó establecido: que el superávit es innegociable y que no se desviará un centímetro de su principal objetivo, el equilibrio fiscal. Si los mercados le creen y la sociedad hace otro tanto, habrá logrado su cometido.
En términos formales, el presidente pasó por encima de una larga tradición al presentar personalmente el proyecto de ley de Presupuesto. Y en cuanto a la cuestión de fondo, no se preocupó por establecer con precisión de detalle el origen y la aplicación de los fondos proyectados. ¿Cometió un pecado? ¿Acaso se equivocó al actuar así? —Depende de la lente que se utilice a los efectos de juzgar sus acciones. Con arreglo a las categorías de un hombre de estado —prescindiendo de considerar lo que prescriben la costumbre y los manuales de derecho constitucional— hizo lo que correspondía. Dicho de otra forma: Milei es consciente de que no puede perder el dominio del centro del ring que mantiene desde antes de su elección. Hasta ahora lo ha logrado a partir de una relación directa con la gente y con base en la promesa de que viene a regenerar la Argentina. Es la esperanza que ha suscitado en este sentido la que explica algo en principio inexplicable: la adhesión a él y a la administración que preside de —al menos— la mitad de las personas que sufren los rigores de un ajuste monumental. La convicción de Milei —compartida con las millones de personas que pueblan el país y los mercados— es que mientras esté aposentado en la Casa Rosada no habrá cambios en punto a la política económica que se halla en ejecución. La posibilidad de retroceder, está fuera de discusión, y esto es absolutamente inédito entre nosotros. Milei no mintió aunque no haya dicho toda la verdad. Está lanzado a ritmo de vértigo en pos de un objetivo concreto y supone que los planetas están alineándose en su favor. Es posible que peque por un exceso de osadía y exagere sus logros, pero de momento sus desmesuras forman parte del éxito.
El jefe de los libertarios, bien asesorado o por propia convicción —poco importa si lo uno o lo otro— se dio cuenta semanas atrás de que el veto a la ley de jubilaciones requería para mantenerse a flote una cantidad de votos que, en principio, el gobierno no tenía contando con el sólo apoyo del Pro. Tomó entonces una decisión de sano realismo y bajó al llano para convencer a parte de la bancada radical, del peronismo ortodoxo y de los federales acerca de la necesidad de respaldar su posición, evitando que sus opugnadores consiguiesen sumar los dos tercios necesarios para rechazar el veto. Fue la primera vez en los ocho meses que lleva en Balcarce 50 que cambió de libreto, y le fue bien. Ganó una pulseada estratégica de singular relieve, poniendo en evidencia hasta qué punto, en el arco de partidos opositores, los vientos centrífugos priman sobre los centrípetos. Es dable suponer, en atención a la cuota de pragmatismo demostrada por el presidente, que se mantendrá en esta línea y, de ahora en más, pensará dos veces antes de cargar en contra de la casta sin distinguir, en el seno de las agrupaciones dialoguistas, esa cantidad respetable de diputados y senadores dispuestos a secundar sus esfuerzos, de aquellos que sólo desean entorpecer su gestión.
En los próximos días, ni bien vete la ley de financiamientos universitario, el oficialismo deberá tender puentes con los mismos representantes que lo acompañaron hace pocos días para lograr tan resonante triunfo en la cámara baja. Asimismo tendrá que ponerse de acuerdo con unos cuantos jefes de estado provinciales a fin de que sea aprobada la así denominada ley de leyes. En una palabra, el oficialismo tendrá la obligación de pescar en las aguas revueltas de las banderías opositoras y dialoguistas. No posee —al menos, de momento— otra alternativa, si bien, a diferencia de oportunidades anteriores, las posibilidades de conseguir el número que es menester a los efectos de salir airoso de los dos trances que enfrentará —el universitario y el Presupuesto— están al alcance de la mano. A pesar de su poco volumen en sede parlamentaria, el gobierno se las ha ingeniado para compensar esa debilidad con la forja de alianzas que pocos, cuando Milei asumió en el mes de diciembre, consideraban factibles. No parecen faltarle votos en el Congreso a la administración libertaria. Le faltan —eso, sí— dólares. Pero ése es un problema diferente.
20/09/2024 a las 2:54 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Los motivos de las diferencias entre Francos y Caputo y la nueva distribución de roles para aplacar las tensiones
Brenda Struminger
Infobae
20 de Septiembre de 2024
En los más encumbrados despachos del Gobierno suelen reivindicar los modos del peronismo, al menos en contraposición a los de PRO. Quizá por eso eligieron una foto al estilo del PJ tradicional para enviar una señal de unidad, tras semanas de diferencias indisimulables en la cúpula libertaria. La imagen que publicó el vicejefe de Interior, Lisandro Catalán con unos sonrientes Karina Milei, Santiago Caputo y Guillermo Francos en la Casa Rosada fue una manera de demostrar que la unidad de la mesa chica del Presidente se mantiene, aunque nadie pone las manos en el fuego para asegurar que los encontronazos no volverán a repetirse.
La foto fue tomada y publicada, de mano propia, y no casualmente, por el funcionario de mayor confianza de Guillermo Francos, Lisandro Catalán. “Estaban almorzando y alguien tiró en chiste: miren lo peleados que están. Entonces Lisandro propuso la foto, la sacó, publicó él mismo el tuit”, contaron. En general, el vicejefe de Interior deja esas labores técnicas en manos del equipo de comunicación. Esta vez primó la necesidad de actuar espontáneamente, sin mayores demoras ni elucubraciones.
Las diferencias de criterio entre el experimentado político y el joven consultor se arrastran desde las discusiones por la Ley Bases, cuando Francos les prometía ciertas medidas a legisladores o gobernadores, y después se ejecutaban otras, contrarias o distintas. El jefe de Gabinete, aunque protestaba por lo bajo, mantenía las formas. Pero el decreto de acceso a la información pública, si bien no resultaba particularmente relevante para ninguna de las partes, fue la gota que rebalsó el vaso.
La historia es conocida: el Gobierno, a instancias de Santiago Caputo, avanzó con una reglamentación de esa ley que generó cuestionamientos en Diputados, incluso entre los aliados del PRO. Exactamente la semana en la que Francos iba a dar su primer informe al Congreso. Frente al hemiciclo, ante los planteos de una de las diputadas, el jefe de Gabinete dejó la puerta abierta a una revisión. Pero ese mismo día, en el primer piso de la Casa Rosada dejaron entrever que tal cosa no estaba en los planes.
Dos días después, el vocero Manuel Adorni, que no dice una palabra sin la aprobación del “triángulo de hierro”, ratificó la postura intransigente que ya habían mostrado por lo bajo. Francos tomó el discurso del portavoz como una forma de desautorización, y esa percepción lo llevó al punto de hervor. “Entendió que no era en su contra, pero se calentó, sí”, dijeron testigos. Sin embargo, aseguraron que su internación, al día siguiente, por un “cuadro sincopal”, no se debió a ese mal trago.
Como es habitual en los círculos de poder, los libertarios intentaban a destajo relativizar el peso de las desavenencias. Y se esmeraban, especialmente, en evitar una palabra que consideran maldita. “Esto no es una interna. Son diferencias por temas puntuales, lo cual es lógico”, insistieron en distintos despachos del poder nacional, donde respaldaron con el argumento de que Francos no tiene ambición de poder y que, por ese motivo, no se libra una disputa para ganar espacios. “Esta etapa es la frutilla del postre para Guillermo. No quiere ser candidato, ni territorios. Sólo por eso no puede ser una interna”, enfatizó un funcionario. Y planteó como ejemplo la decisión de Francos de deshacerse del manejo de las sociedades del Estado, entre otras áreas, cuando tomó el control de ministro coordinador.
Francos y Caputo hablaron varias veces desde la semana pasada, y el primero admitió las diferencias públicamente. El vínculo es cordial, hoy, y en el Gobierno se perfila una nueva distribución de roles, justamente, para evitar futuros cortocircuitos. Por un lado, se multiplican las acciones directas del outsider Milei en la arena política: de la cumbre con legisladores en Casa Rosada, hace diez días; a la inauguración de la mesa política de los martes; al asado en Olivos con legisladores, anteayer. Entre otros motivos, para ordenar a la tropa propia.
Santiago Caputo, que acumula atribuciones en todos los aspectos posibles del Gobierno, empezó a bajar el nivel de injerencia en las negociaciones con los actores del Congreso (aunque, por su llegada con varios de los diputados y senadores, nadie cree que suspenderá por completo los contactos). Y Catalán, que responde a Francos, empezó a levantar el perfil y la participación en esos menesteres que, en rigor, corresponden a su cargo.
Ya había comenzado con esa tarea, al principio tímidamente, con el debate por la Boleta Única y la recepción, en privado, de unos 10 gobernadores, por separado, a lo largo de julio y agosto. Pero últimamente empezó a dar entrevistas periodísticas; estuvo en la reunión del lunes con Francos y Caputo y los mandatarios para explicar el Presupuesto y recibir demandas; y en la del martes con los jefes de la comisión de Presupuesto para armar la estrategia. Ese día había almorzado almorzó con los miembros más encumbrados de la mesa chica de Milei, después de la reunión de Gabinete “reducido” que se inauguró hace tres semanas. Y esos almuerzos, adelantan, también se institucionalizarían.
Mientras tanto, su par de Gabinete, José Rolandi, empezó a ocuparse más de las tareas técnicas que corresponden a su rol, y menos a la negociación con el Congreso, como sí había ocurrido en la etapa de Bases. El martes se sumó a la reunión en Gobierno por el Presupuesto justamente para aportar desde ese lugar, aunque llegó a último momento y por eso no apareció en la foto. “Nos estamos ordenando mejor”, explicaron.
Anteayer, Francos y Caputo se sentaron juntos en la reunión de Gabinete. Y hoy volvieron a aparecer juntos en una foto para advertir contra las medidas de fuerza de los gremios aeronáuticos. En sus respectivos entornos aseguran que está intacta la confianza mutua del inicio de la administración, pero no aseguran que los roces de la gestión y la política puedan repetirse. “Los dos tienen roles y personalidades muy fuertes. Y tienen concepciones diferentes sobre cómo se hace política. Guillermo es más pragmático, prefiere ceder en algunas cosas para llegar a un acuerdo. Santiago te redobla la apuesta para no perder lugares. Y ahí pueden chocar”, describió un referente violeta que los frecuenta.
20/09/2024 a las 3:03 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Al que hay que vetar es a Milei
Néstor Pitrola
Prensa Obrera
19/8/024
Ante un tercio de los 329 legisladores, entre diputados y senadores convocados, Milei expuso sobre el presupuesto 2025, la “ley de leyes”, que esboza su política económica para lo que resta del año y para el año que viene. Pero tal vez el raquítico número estuviera en los cálculos porque se trata de las “ratas” de la “casta” de “degenerados fiscales”, aunque se trate de los mismos parlamentarios que le aprobaron la ley Bases y el paquete fiscal. Pero lo que seguro no estuvo en los cálculos es que el rating sumado de todos los canales de aire y de noticias se derrumbara “como nunca en la historia del prime time de la televisión”, según el experimentado Jorge Rial (a pesar del pedido a Susana Giménez de postergar su programa). El derrumbe se puede medir respecto de su última cadena nacional el 1º de marzo, cuando superó los 50 puntos de rating que ahora cayeron en la suma total a 16 puntos. Según expertos, en sus redes adictas fue otro derrumbe. Un domingo a las 21hs, en el horario exacto para que todos los argentinos preocupados lo vieran porque sus familias no llegan a fin de mes o se están quedando sin laburo, el Presidente de las redes, protagonizó un apagón televisivo y de redes.
Esa es una foto política en vivo y tiempo real, basada en el total de la población. Una segunda fue el asado en Olivos para “festejar” a los 87 “héroes” que bloquearon en Diputados la caída del veto a la movilidad jubilatoria. Más allá de los jubilados que se movilizaron a Olivos, contra quienes comían un asado más caro que el aumento vetado, es otro autogolpe político de vasto alcance. Claro que, al mismo tiempo, la celebración tendría consecuencias en el régimen político porque de mantener esos 87 enemigos de los siete millones de jubilados podría bloquear la insistencia al presupuesto universitario cuyo veto está al caer y así de corrido armar una política basada en el veto que podría extenderse a un presupuesto alterado en las pautas coloniales, antieducativas, antifederales y antipopulares que anunció en el Congreso. Pero le faltaron 17 “héroes”, con la presencia de un solo radical, en medio de una crisis política desatada en la UCR.
Bien mirado, el Milei que asumió de espaldas al Congreso, de cara a “sus masas”, que gobernaría por medio de plebiscitos para edificar un régimen bonapartista de poder personal, está mendigando 87 colaboracionistas para sortear las modestas maniobras de una oposición patronal que, de fondo, comparte su política pero quiere preservar algún lugar para un futuro recambio. Al fin de cuentas no hay mal que dure cien años y el último presidente que anunció en junio de 2001 la estrategia del “déficit cero” se fue en helicóptero como resultado de una rebelión popular.
Una tercera foto, o más bien un video, es el que muestra a decenas y decenas de jóvenes que saltan los molinetes de Constitución, Once o Retiro, a pesar de los despliegues policiales que ya desataron días pasados una revuelta que puso a nueve policías contra la pared cuando intentaban detener a un pibe por el delito de viajar en tren como sardina, sin plata para pagar el boleto. Una tensión que se vive también en el subte donde han desplegado un costoso operativo de un patovica por grupo de molinetes para evitar el mismo fenómeno. Algo agravado en distintas provincias. Y esto recién empieza porque se prevén más tarifazos como consecuencia de la rebaja de subsidios al transporte. La tensión social sólo puede crecer en el próximo período porque la altísima inflación de un 4% mensual, con salarios y jubilaciones de pobreza, cuando no de indigencia, es acompañada por topes de 2% en octubre, 1% en setiembre y 0% en noviembre y diciembre en el Estado, que se pretenden extender al ámbito privado, también con porcentajes a la baja aprovechando la recesión que resta fuerza en la negociación sectorial. Y la desocupación en CABA en el segundo trimestre del año ha saltado al 18,2% entre desocupados y subocupados, algo que en el gran Buenos Aires puede estar llegando a 30 puntos. Un polvorín social.
Es claro que al que hay que vetar es a Milei. Una maduración que se acelera según vemos en los barrios, en las fábricas, en escuelas y lugares de trabajo. Y aún en las universidades, donde la “juventud libertaria” sacó porcentajes marginales entre los 140.000 estudiantes que votaron en los centros de estudiantes de la UBA. El punto es que a Milei hay que vetarlo a partir de la lucha obrera y popular, porque la oposición patronal maniobra para que pase el trabajo sucio del ajuste. La represión a los jubilados -y hasta los niños- de Bullrich, como la represión de Pullaro en Santa Fe para garantizar una brutal reforma previsional en medio de un paro general de docentes y estatales, son expresivas de un régimen sin licencia social, de una democracia de infantería con pies de barro.
AGUDAS CONTRADICCIONES DEL PRESUPUESTO
No pasaron ni 24 horas de la bravata de Milei en el Congreso, que Caputo y Francos tuvieron que reunir a 20 gobernadores para decirles que el ajuste de U$S 60.000 mil millones adicionales en 2025 al ya realizado por las provincias no es tan así. Y al capital agrario, que el aumento de recaudación previsto por retenciones del 100,4% no significará un aumento de los derechos de exportación. O sea que ellos mismos reconocieron que se trata de un dibujo. Algo evidente si miramos, además, que la inflación prevista hasta fin de año –no digamos el 18% previsto para todo 2025- es del 1,1% por mes, un bolazo para deprimir paritarias, lo mismo que hacía Cristina, Macri, Alberto y siguen firmas para atrás.
Lo de las provincias es explosivo. En un punto se vincula a la ley de movilidad vetada, porque no prevé el pago de deudas previsionales que sólo para las provincias de Santa Fe, Buenos Aires, Córdoba y Entre Ríos suma $2,25 billones. Tan sólo asigna $254.000 millones, que no son nada porque la deuda seguirá creciendo en tanto no indexa los montos a distribuir. Se vienen “pullarazos” por todas partes. En cuanto a las obras públicas hay deudas del gobierno anterior por 1.338 obras (Cronista, 18/9) y sólo se reanudan un puñado como las de las represas Cepernic y Néstor Kirchner en Santa Cruz, sólo porque China no renovaba el swap si no eran retomadas.
El FMI festeja la regla colonial de pagar intereses primero y gastar después. O sea garantizar a sangre y fuego la caída del gasto para obtener el superávit necesario para el pago, que suma en 2025 más de U$S 24.000 millones, sólo de vencimientos en dólares. Esto supone un ajuste sobre el ajuste ya implementado, lo cual demuestra que ha fracasado porque la caída de la recaudación plantea agravar la licuadora y la motosierra, puesto que hay que disponer pesos para comprar los dólares de la deuda al Banco Central. La caída del consumo un 17,2% en agosto es una catástrofe económica y, desde luego, social, y con ella la recaudación viene en caída libre.
Pero aún así, nadie se explica de dónde saldrán los dólares, porque de la montaña de deuda (Milei sumó U$S 87.734 millones hasta agosto) sólo el 44% está contraída en moneda local. Las reservas ya son negativas en U$S 7.000 millones y se prevé llegarán en diciembre al mismo monto negativo que dejó Massa. El FMI cobrará caro renovar su crédito, porque su exigencia es devaluar para levantar el cepo y recomponer reservas. Aunque hayan corrido al funcionario que descalificó Milei, lo que no han cambiado es su política. Una crisis de deuda y/o una devaluación impuesta por el mercado pueden hacer estallar por los aires el gobierno de Milei y su “presupuesto histórico”.
Obviamente sigue el festival de “gastos tributarios” por billones de pesos en exenciones impositivas, además del Rigi y de un aumento de Ganancias por el impacto del impuesto al salario. Un presupuesto de los capitalistas que sólo podría revertir una reorganización económica bajo la dirección de los trabajadores. Así lo denunciaremos en el Congreso, pero algunos puntos dispararán ya el conflicto como la asignación de un 50% de lo requerido por las propias autoridades universitarias, al igual que las caídas de un 40% del gasto del Conicet respecto de 2023, del 46% del Inti, 39,6% del Inta y un 40% del Banco de Datos Genéticos. Los paros universitarios y la cuestión de una nueva marcha de masas se colocan en el centro de la situación política. Y del empeño de nuestro partido.
LA CGT EN ROMA, MUY LEJOS DE LAS LUCHAS OBRERAS
El paro aeronáutico afectó más de 300 vuelos y habrá un nuevo paro en el marco de la paritaria y contra los despidos, justamente, por ejercer el derecho de huelga. Se ha dictado un decreto antihuelga y ya se prevé un nuevo paro. Cuando los Majul y Cía. atacan de la manera que atacan paros como estos fingen ignorar un detalle: la respuesta de los trabajadores que ejecutan masivamente las medidas dispuestas. No se trata de Biró, son miles de trabajadores aeronáuticos, víctimas de 1.500 “retiros voluntarios”. En realidad los Biró deberían convocar asambleas conjuntas de todos los gremios aeronáuticos y preparar así una huelga general, por el derecho de huelga, contra la flexibilización, por el salario, contra los despidos y contra la privatización de aerolíneas, algo que fue una causa nacional años atrás.
Al momento de escribir estas líneas, el Sutna realizó un paro general con asamblea en la Plaza Congreso. Los trabajadores de Arsat pararon y movilizaron masivamente también con los delegados de Foetra. El Garrahan realizará un nuevo paro general con movilización a Salud. Los jubilados, que volvieron a movilizarse este miércoles 18 y sufrieron otra vez represión, con la diputada del PO-FITU Vanina Biasi -que los acompañaba- brutalmente gaseada, convocan el 20 a Plaza de Mayo. Venimos de un enorme paro general docente y estatal en Santa Fe y Neuquén debate retomar la huelga en defensa del estatuto docente. Más arriba mencionamos la lucha universitaria.
Este cuadro es el que abordó el plenario nacional de la Coordinadora Sindical Clasista con muchos de los protagonistas de este proceso. Fuimos claros en el debate. Damos lucha sin especular. Nos tocará perder y ganar. Pero así se prepara la clase obrera para reunir las fuerzas de conjunto, luchando. El escepticismo es difundido por la burocracia sindical, el miedo también, contagiando el escepticismo del peronismo por su propia responsabilidad en el ascenso de Milei y las coincidencias estratégicas de sus líderes con la burguesía, empeñada en el plan de guerra contra los trabajadores. La política de la CGT es ir a ver al Papa. Las CTAs se vuelven a unir pero por derecha, en función de una “unidad” que ayer fue cooptación al gobierno fondomonetarista del Frente de Todos y hoy es subordinarse a la oposición parlamentaria patronal. No hubo tal “diálogo tripartito” propuesto por la Embajada, tampoco. La burocracia se desnuda. La lucha por una nueva dirección está asociada a la batalla por el paro activo, por la huelga general para derrotar al gobierno.