Por Hernán Andrés Kruse.-
“Arreciaron las presiones externas (e internas) para revertir esa reticencia inicial: “Frente a las voces reticentes dentro del gobierno, los funcionarios cercanos al entorno presidencial y los oficiales de las Fuerzas Armadas sostuvieron la conveniencia del envío inmediato de tropas al Golfo como un “gesto” destinado a la Casa Blanca. Señalaban que la necesidad de que se produjese ese gesto había sido sugerida por Washington al menos en dos ocasiones: durante la entrevista pedida de modo urgente al presidente Menem por el vicepresidente norteamericano, Dan Quayle, en Colombia, durante la asunción del presidente César Gaviria Trujillo, y en una reunión que altos funcionarios de la Cancillería mantuvieron con representantes de la Embajada de Estados Unidos, entre ellos, el consejero político, James Walsh. Este sector proclive a una respuesta inmediata en favor de la participación de efectivos remarcó la necesidad de aprender de las “lecciones del pasado”, es decir, las derivadas de la tardía declaración de guerra por parte de la Argentina al Eje, en 1945, que le costó a Argentina un tratamiento muy diferente que el que tuvo Brasil, premiado con inversiones productivas por los miles de brasileños muertos en Europa durante su participación en la Segunda Guerra” (Corigliano).
Según Corigliano, estas supuestas presiones provenientes de la Casa Blanca surtieron efecto: “Tras el envío de dos cartas al presidente Menem (la de su par norteamericano, George Bush, del 20 de agosto, agradeciéndole su preocupación por la situación en el Golfo Pérsico; y la del jefe de Estado de Egipto, Hosni Mubarak, del 13 de septiembre, en la que éste explicaba al mandatario justicialista las razones por las cuales el mundo debía reaccionar en bloque ante la agresión de Irak a Kuwait), el presidente argentino abandonó su bajo perfil inicial y adhirió a la posición norteamericana, partidaria del envío de tropas aún sin la aprobación de la ONU. Así, el 16 de septiembre, Menem señaló que su gobierno enviará tropas al Golfo Pérsico sin ningún tipo de consulta “si el objetivo perseguido es consolidar la paz”. En ese caso, anunció el primer mandatario, “sólo consultaré a sectores de la comunidad. Pero si se tratara de tropas de intervención […] tendría que resolver el Congreso”.
Esta decisión suscitó amplias oposiciones en el Congreso, no sólo en la bancada de la UCR, sino también del PJ y otros partidos. También el secretario general de Confederación General del Trabajo (CGT), Saúl Ubaldini, expresó su enérgico rechazo: “Nunca fuimos una nación mercenaria o una colonia proveedora de carne de cañón para defender intereses ajenos. No podemos aceptar el argumento utilitario según el cual esta intervención podrá procurar, en el futuro, ventajas económicas a nuestro país”. Fue el hermano del presidente, el influyente senador Eduardo Menem, a cargo de la presidencia provisional de la Cámara Alta, quien comandó el giro del bloque del PJ y frenó las iniciativas de la bancada radical para condenar la iniciativa del poder ejecutivo. En septiembre, a pesar de que hasta hacía muy poco se oponía a enviar tropas, declaró: “Hemos resuelto apoyar la decisión del Gobierno de enviar fuerzas de paz, por entender que esto se enmarca dentro de la resolución de las Naciones Unidas”. Al ser fuerzas de paz, justificó, no se requería la autorización parlamentaria.
El 20 de septiembre, Bush envió una carta a Menem, felicitándolo por esa decisión: “Me sentí muy complacido al conocer su decisión de participar en la fuerza multinacional en la región del Golfo Pérsico. Su franca posición en contra de la intolerable agresión y de la flagrante desobediencia al derecho internacional por parte de Saddam Hussein es sumamente apreciada. Constituye un ejemplo de su firme determinación de que la Argentina desempeñe un papel preponderante y destacado en los asuntos mundiales. Deseo profundamente que la creciente nómina de países dispuestos a defender nuestros intereses comunes en la región del Golfo Pérsico induzca a Saddam Hussein a retirarse de Kuwait. Espero verlo el 1º de octubre en Nueva York. Sinceramente, George Bush”.
Cuando se encontraron en New York, en el marco de la Asamblea de la ONU, Bush volvió a agradecerle a Menem la participación argentina en las acciones contra Irak: “…entiendo que los argentinos están apoyando lo que usted hace, señor”. Dos meses más tarde, Raúl Granillo Ocampo, Secretario Legal y Técnico de la Presidencia, declaró que enviarían al Congreso un proyecto de ley para que las tropas argentinas enviadas al Golfo fueran autorizadas a participar activamente en caso de que estallase un conflicto bélico. Esa noticia generó un inmediato rechazo de los representantes de diversas fuerzas políticas opositoras (UCR, MAS, PI, PSU). Las distintas expresiones de la izquierda fueron protagonistas de la oposición al envío de tropas al Golpe. El MAS, PTS, PO, PC y algunos sectores aislados del peronismo y del radicalismo (grupo peronista Descamisados, Grupo de los Ocho y Mujeres Radicales) organizaron actos el 15 de enero (vencía el ultimátum de la ONU a Saddam Hussein para que retirase sus efectivos de Kuwait) y 23 de enero, frente al Congreso, con dos consignas centrales: “Fuera yanquis del Golfo Pérsico” y “Regreso de las tropas argentinas”. En sentido similar se pronunciaron la Juventud Radical, el Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ), Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas y Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) (Corigliano, 2003). Esta inédita participación argentina, enviando tropas a un conflicto bélico extra continental, fue, como ser verá en el apartado siguiente, uno de los temas centrales que abordaron Bush y Menem en Buenos Aires”.
LA VISITA
“El presidente estadounidense arribó el 5 de diciembre, acompañado por su hija Dorothy y por el vicepresidente Dan Quayle, el secretario de Estado saliente George Schultz, James Baker (primero Secretario del Tesoro y luego Secretario de Estado), Nicholas Brady, Secretario del Tesoro que renegoció la deuda externa latinoamericana, y John Sununu, una suerte de Secretario General de la Presidencia. Los recibieron Menem, su gabinete en pleno y autoridades nacionales, provinciales y locales. La primera conversación entre ambos mandatarios fue en el salón VIP del Aeroparque Jorge Newbery. Desde allí, y siguiendo el tradicional protocolo, se trasladaron a la Plaza San Martín, para realizar una ofrenda floral en el monumento al Libertador. El operativo de seguridad fue extremo. Pocos días antes del viaje, un grupo adelantado del Servicio Secreto había solicitado que el vehículo en el que se desplazaría Bush subiera a la vereda y se detuviese al pie de la estatua, para evitar los riesgos que suponía caminar 50 metros desde la calle, en una zona rodeada de edificios –el 30 de marzo de 1981, el presidente Reagan había sido baleado a la salida de un acto, siendo por entonces Bush el vicepresidente.
Si bien las autoridades locales habían accedido al pedido, luego plantearon que el peso del vehículo blindado -más de 7 toneladas- podía provocar un derrumbe, debido a los túneles que cruzaban la plaza por debajo. Finalmente, la seguridad estadounidense aceptó que Bush realizara esa caminata. Se instalaron francotiradores en las terrazas y eventuales lugares desde los que se pudiera atentar contra la comitiva. Para la doble fila de granaderos que cubrieron el trayecto desde el auto hasta el monumento se seleccionó a los efectivos más altos, teniendo en cuenta que el mandatario estadounidense medía 1,88m. Desde allí se trasladaron a la Casa Rosada, donde ambos se entrevistaron a solas, tras lo cual hubo un almuerzo íntimo en el comedor de la Casa de Gobierno, para 16 personas. Bush dio allí una conferencia de prensa, en la cual agradeció la participación argentina en la coalición liderada por Estados Unidos para atacar a Irak.
Ambos expresaron que la única salida para el conflicto era el retiro total de Irak de Kuwait. Cuando un reportero local le preguntó qué le daría Estados Unidos a la Argentina a cambio del envío de los dos buques al Golpe Pérsico, Bush le contestó: “No están haciendo esto por Estados Unidos, sino por el orden mundial y el derecho internacional, y porque sienten, tanto como yo, rechazo por esta brutal agresión”. Menem, por su parte, enfatizó que no buscaban ninguna retribución o recompensa. “Eso sería indigno”. El intercambio entre ambos mandatarios, en esa primera actividad, se ocupó especialmente de analizar la Iniciativa para las Américas, que había lanzado Bush poco antes. Así lo reseñaba Carlos Mendo, enviado especial del principal matutino español: “Durante su entrevista privada en la Casa Rosada, los dos presidentes discutieron, entre otros temas, la situación en el Golfo y la Iniciativa de las Américas, el proyecto enunciado el pasado junio por Bush para establecer una zona de libre comercio hemisférica que abarque desde Alaska a Tierra del Fuego. En el tema del Golfo, George Bush encontró en Carlos Menem al líder latinoamericano más favorable a su política frente Irak. Argentina, por decisión personal de su presidente, es el único país iberoamericano que ha contribuido con efectivos militares, dos unidades navales, al despliegue militar en el Golfo”.
Tras la conferencia en la que Bush lanzó la Iniciativa para las Américas, el 27 de junio, la plana mayor del gobierno argentino la apoyó sin fisuras. Menem: “estoy satisfecho con los términos del discurso de Bush”; Cavallo: “La iniciativa de Bush es seria y favorecerá a la Argentina porque se encuadra en los alcances de las propuestas de Washington”; Erman González: “vamos hacia una integración de todo el continente”; Di Tella: “la propuesta es valiosa porque las iniciativas estás dirigidas a naciones que han hecho reformas y la Argentina está entre los líderes de esas reformas”. Tras esa reunión, partió en caravana hacia el Congreso Nacional, a través de la Avenida de Mayo: “Siguiendo a los motociclistas escolta de la Policía Federal, en el primer vehículo iba el Jefe de Protocolo de la Casa Blanca, embajador Joseph Verner Reed, quien tiene un físico bastante similar al de su amigo el presidente Bush. Muy entusiasmado por la cálida acogida popular que estaba recibiendo la caravana, en un momento en que ésta se detuvo, Reed se bajó del auto para mirar a su alrededor y contestar con gestos efusivos las demostraciones de simpatía que prodigaba el público. Bush, claro está, venía más atrás en su coche personal, aquel de las siete toneladas. Es probable que, no conociendo bien la apariencia del presidente norteamericano, lo habían confundido con Reed. Lo cierto es que algunos despachos de prensa al día siguiente aseguraban que Bush había viajado con un doble como medida de precaución ante cualquier posibilidad de un atentado. Al enterarse de lo que decían los diarios, Joe Reed rió de buena gana, pero enseguida confesó que no le hacía ninguna gracia que lo tomaran por un blanco alternativo” (Ortiz de Rozas).
Bush permaneció por unos 40 minutos ante los diputados y senadores, reunidos en Asamblea Legislativa, ante extremas medidas de seguridad -300 agentes del Servicio Secreto y de la Policía Federal fueron desplegados en el edificio-. Fue recibido por el vicepresidente Eduardo Duhalde, el presidente de la Cámara de Diputados, Alberto Pierri, y legisladores de distintos partidos, aplaudido por la bancada oficialista y recibido fríamente por los opositores, quienes lo escucharon de brazos cruzados. Allí se produjo el recordado episodio, protagonizado por el diputado de izquierda Luis Zamora, quien denunció a Bush a viva voz, cuando se presentó y fue empujado por el diputado de la UCEDÉ Alberto Albamonte para acallarlo. Mientras Duhalde presentaba al presidente estadounidense, recordaba los abusos a los derechos humanos durante la última dictadura y se refería a la insurrección carapintada de esa semana como la de un “minúsculo grupo de fanáticos” que no desviarían a la Argentina de su curso democrático, el diputado del MAS pidió a los gritos la palabra, que le fue denegada. Más tarde, Bush dijo que ese era “el precio que debíamos pagar por la democracia”, tolerar esa “vieja forma de pensar”, el “marxismo declinante del pasado”.
En el Congreso, Bush felicitó a la Argentina por la consolidación de la democracia y dio un fuerte respaldo a Menem por sus esfuerzos para reformar el Estado, combatir la inflación, mejorar la economía a costa de grandes sacrificios, privatizar empresas estatales y estrechar las relaciones bilaterales con Estados Unidos. El discurso no difería demasiado del que había pronunciado ante congresistas en Brasilia, alabando las políticas económicas liberales que estaba implementando Fernando Collor de Mello. Tras su paso por el Palacio San Martín, la Casa Rosada y el Congreso, Bush se retiró a descansar a la residencia del embajador estadounidense. Esa misma tarde, y fuera de la agenda, Menem lo invitó a disputar un partido de tenis en Olivos, a lo cual el accedió el mandatario estadounidense. Jugó -y perdió- en pareja con su hija, enfrentando a Menem y su profesor de tenis.
Por la noche, el visitante fue agasajado en el salón comedor del predio de la Sociedad Rural Argentina. Hubo una demostración de destreza criolla a caballo en la pista central y, durante la cena, un show de tango, algo que se repetiría durante la visita de Obama, un cuarto de siglo más tarde. Menem aprovechó la ocasión para ofrecer un brindis en honor de Bush y para reiterar su voluntad de profundizar al máximo la relación entre ambos países y la de tipo personal que habían consolidado en esta visita. El estadounidense se pronunció en el mismo sentido. Al día siguiente, recibió a delegaciones de entidades estadounidenses y al Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), que lo nombró Miembro Honorario.
El 6 de diciembre, el diario Clarín tituló: “Rotundo respaldo de Bush a Menem. Elogió su política de privatizaciones y su decidida defensa de la democracia, y valoró la intervención argentina en el Golfo. Menem reclamó que se eliminen trabas a las exportaciones agrícolas argentinas”. La Nación, por su parte, tituló: “Bush elogió la alineación de nuestro país tras los objetivos de Occidente”. Destacó que “prometió respaldo político a las negociaciones por la deuda externa y que instó a hacer del continente americano “el centro comercial más grande del mundo”. No casualmente, y a menos de 24 horas de la partida de Bush, Menem remitió al Congreso el ya mencionado proyecto de ley para autorizar la participación de las Fuerzas Armadas en caso de que estallase una guerra en el Golfo Pérsico. Los buques argentinos, argumentó Menem, prestarían “apoyo logístico”, sin intervenir en forma directa en las acciones bélicas. Más allá de las quejas de la oposición, finalmente el Congreso aprobó el proyecto del Ejecutivo el 23 de enero de 1991: las naves argentinas estarían autorizadas a brindar “apoyo logístico” a las fuerzas de la coalición que lideraba Estados Unidos.
Esto se votó pese al rechazo de muchos legisladores justicialistas y requirió una enorme presión y logística por parte de los operadores Alberto Pierri y José Luis Manzano: “…Manzano pidió a la Policía Federal que despachara telegramas de citación por su red de comunicaciones para que quedara registrada la obligación de asistencia a la sesión a la que recién nos referíamos. Pierri, por su lado, recorría en un avión privado los lugares de veraneo acarreando miembros del bloque, y Cavallo distribuía un memo con tres eslóganes: pedir la paz era lo mismo que ayudar a Saddam; la Argentina cumpliría funciones de apoyo logístico y no dispararía salvo en defensa propia; la Unión Cívica Radical no tenía autoridad para criticar la permanencia de las naves porque antes había desarrollado el misil Cóndor II con apoyo iraquí” (Míguez). Está claro que la visita de Bush fue utilizada, en el plano interno, para presionar a los legisladores oficialistas y aliados a aprobar esta inédita y resistida iniciativa de enviar tropas a un conflicto bélico en Medio Oriente (…)”.
(*) Leandro Morgenfeld (Profesor de la UBA e Investigador del CONICET): “El inicio de las relaciones carnales” (cap. 4 de “Bienvenido Mr. President. De Trump a Roosevelt: las visitas de presidentes estadounidenses a la Argentina (Bs. As.: Ed. Octubre)-IADE-Realidad Económica).
28/09/2024 a las 9:22 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El Gobierno y la política ya pasaron la página de la pobreza, pese a la cifra dramática y a la peor señal como tendencia
Eduardo Aulicino
Infobae
28 de Septiembre, 2024
El dato oficial sobre el nivel de pobreza en el país, difundido hace apenas 48 horas, ya desapareció de la agenda política. En rigor, ocupó sólo por un rato el primer renglón de ese temario y lo hizo con exculpaciones variadas y cruces menores. Nada cercano siquiera a un debate. El contraste con el día a día y con el archivo es muy fuerte: la cifra publicada ahora es dramática -una escalada impresionante- y la tendencia es una noticia aún peor, porque se agudiza gestión tras gestión.
Los números son aplastantes. El informe del INDEC registra que la pobreza alcanzó en el primer semestre de este año al 52,9% de la población en los principales aglomerados urbanos del país. Traducido al total nacional: unos 24 millones de personas. Dentro de esa cifra, se registra un 18,1% de indigentes. Y todo, con un agregado expuesto por otros estudios: los porcentajes aumentan especialmente entre chicos y adolescentes.
El trabajo en cuestión ocupa 28 páginas, con desagregados por áreas geográficas, edades, evolución de las canastas básicas y otros datos que exponen el estado de la mitad de la población, aún con las limitaciones de este tipo de estadística, en base exclusivamente a ingresos para establecer las líneas de indigencia y de pobreza. La información de sucesivos trabajos -salvo la etapa oscura del organismo oficial en la segunda etapa de CFK- añade la posibilidad de analizar la caída como secuencia y sus efectos, algo que no descarga la responsabilidad presente.
El juego de estas horas resultó previsible y a la vez impactante frente a la gravedad de una situación que el informe muestra con detallados números. El Gobierno, ya en la previa, salió a destacar la herencia recibida y, sobre todo, a explicar la situación como consecuencia de un ajuste inevitable, sin medir la velocidad con que se agudiza el cuadro frente a las políticas de coyuntura y, hacia adelante, la dificultad de mejora en el caso de un proceso de recuperación económica.
En medios del oficialismo señalan que después del primer semestre -el período medido por el INDEC en el informe de pobreza- y sobre todo en agosto y septiembre, aparecen números sobre cierta recuperación económica, desparejos según la actividad. También, una mejora de los salarios respecto de la inflación acumulada desde enero, aunque no en la interanual y de modo diferente en la actividad privada registrada, en el sector público y en el ámbito de la informalidad.
Por supuesto, la batalla central para el oficialismo sigue siendo contener y bajar la inflación. Es, más allá de consideraciones de diferentes consultores, el punto gravitante en una línea económica de fuerte trazo fiscalista.
La línea argumental sobre el costo social de la última gestión peronista/kirchnerista y sus estribaciones fue sostenida en lugar destacado por Mauricio Macri, que apuntó contra las “consecuencias del populismo” y el “desquicio económico” del kirchnerismo. Por debajo, se anotaron cruces en redes sociales. El mayor ejemplo del intento de despegar de cualquier responsabilidad quizá haya sido el de Victoria Tolosa Paz: “Todo tuyo, Milei”, fue su frase. Y el intercambio de chicanas exhibió a Juan Grabois y Patricia Bullrich.
El crecimiento de la pobreza en el primer semestre de este año marcó más de 11 puntos porcentuales respecto de lo ocurrido en el 2023. En esta primera etapa de Milei, expuso un registro similar a los años de salida de la crisis del 2001. Fue un salto alarmante, que a la vez confirmó la constante de los últimos gobiernos, de diferente color político: el aumento respecto de las gestiones anteriores y la consolidación de la pobreza estructural en escalones cada vez más altos.
El recorrido estadístico no es lineal. Existen momentos a la baja y picos posteriores. Valen algunos ejemplos. Ocurrió con Cristina Fernández de Kirchner, que en el segundo mandato desanduvo las mejoras del primero y, a pesar de la manipulación y el freno de los relevamientos, terminó escalando en 2015. Macri logró un respiro inicial, pero la segunda mitad de su gestión le hizo desaprobar lo que él mismo consideró su prueba central. Y Alberto Fernández, después de una promocionada mejora respecto de los números marcados por la enorme cuarentena, terminó también mal en este terreno.
Puesto en cifras y en línea de tiempo, los datos son expresivos. CFK marcó una mejora en su primera etapa, que terminó con un 25,9%, y en su segunda entrega empeoró las cifras. En medio del apagón impuesto al INDEC, otros estudios indican que terminó con algo más de 30 puntos. Macri arrancó en ese escalón y -luego ya de normalizar las mediciones oficiales- traspasó el gobierno con 35,5%.
Volvió a empeorar en el ciclo de Alberto Fernández y CFK: concluyó con 41,7%. Es cierto que según la norma deben ser comparados iguales semestres, pero en cualquier caso no cambia el panorama con lo que acaba de ser informado sobre los primeros seis meses de Milei, una escalada que llega al 52,9%. Es posible que, si resulta positiva y sostenida la ecuación entre ingresos e inflación -en rigor, las canastas básicas-, mejoren los índices.
De todos modos, aún en ese escenario, vale tener en cuenta un aspecto mayor: la relación entre la pobreza y las etapas de mejora o caída económica. La pobreza se profundiza rápidamente en los momentos de graves crisis pero no retrocede a la misma velocidad en los ciclos de mejora y crecimiento de la economía.
Eso, con un añadido que expone la gravedad del deterioro: el nivel cada vez más alto del piso que marcan los relevamientos. Desde hace veinte años, la pobreza se anota por encima del 25%. Y desde 2018, no baja de los 30 puntos.
Como se ve, nadie puede declararse ajeno, dentro y fuera de lo que se denomina como “la” política.
28/09/2024 a las 9:28 AM
Nuevamente alineados tras los objetivos de occidente. En caso de abandonar la neutralidad, propongo por una cuestión de coherencia ideológica, se constituya la «Legión libertaria Argentina», integrada por todos aquellos dispuestos a ofrendar sus vidas por los objetivos de occidente, es decir de EE. UU. y la OTAN. Es más, podrían comenzar pidiendo se les autorize montar un destacamento de vigilancia en las Islas Malvinas, por eso de que los argentinos no son confiables.
28/09/2024 a las 9:35 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La culpa es del otro
Mónica Gutiérrez
Infobae
28 de Septiembre, 2024
De “La patria es el otro” a “La culpa es del otro”. Parece un juego de palabras pero hoy este enroque verbal da cuenta de un estado de cosas. La publicación en la tarde de este jueves de los datos oficiales de la pobreza medidos por el INDEC desató una estampida mediática.
“Es toda tuya, Milei”, marcó el inició de una seguidilla de recriminaciones. La clase política en su conjunto salió a desmarcarse de responsabilidades y tomar distancia de los números que causan espanto.
“No nos engañemos: las consecuencias del populismo se pagan”, aportó desde X Mauricio Macri. El ex presidente salió a respaldar al libertario a apenas minutos de que se oficializara el dato y mientras Javier Milei en un destiempo que tendrá costos políticos, se pavoneaba en el balcón de la Casa Rosada con Susana Giménez a pura algarabía.
“El día que Thor conoció a la Su”, posteó Karina Milei, exactamente a las 16 de este jueves, en el mismísimo instante en que las pantallas se recalentaban con los datos más crueles de la realidad.
La foto que la secretaria general de la Presidencia subió a su cuenta la muestra exultante, tan sonriente como feliz junto a Susana Giménez, sujetando ambas al Boyero de Berna que le endulza los días en el despacho presidencial, un hermoso cachorro macho tricolor a quién el vocero presidencial presentó a su llegada como “un nuevo integrante del equipo en Casa Rosada”. Todo muy tierno pero desfasado. Muy poco empático con la gravedad social del momento.
Si las imágenes celebratorias que salieron de la Casa Rosada fueron parte de una estrategia para distraer de los amargos números del INDEC, puede que no haya resultado una maniobra acertada. No funcionó.
Mientras en el reality de Casa de Gobierno se registraban estas dulces escenas de la vida familiar, la dirigencia de todos los espacios se desgañitaba en los micrófonos y las redes identificando responsabilidades.
Luis Caputo también tuiteó. “Prueba contundente de que no es una exageración cuando el presidente Milei dice que si no hubiéramos evitado la catástrofe que muchos predecían, la pobreza podría haber llegado a niveles del 80 o 90%”. Argumentos contrafácticos para justificar la demolición.
“Los pobres del massazo”, instaló el dispositivo en redes del troleo oficialista. El control de daños incluyó una arremetida desde el Ministerio de Capital Humano replicando con el aumento de los montos otorgados vía AUH y Tarjeta Alimentar y la denuncia de las “bombas implantadas” por el kirchnerismo a las que el vocero presidencial atribuyó el devastado panorama socio-económico.
La foto del presente es insufrible. La pobreza medida por ingresos da cuenta de que el 52,9% de los argentinos vive por debajo del nivel del mar. Son veinticinco millones de personas, de las cuales 5.379.588 revistan en condición de indigentes. O sea, pasan hambre.
Todos con el espejo retrovisor. Nadie se anima a mirar hacia adelante. Si el 66,1% de los niños menores de 14 años son hoy pobres en la Argentina, no hace falta ser muy agudo para imaginar cómo será nuestro país en los próximos años, cuando esta generación, de verdad diezmada, llegue a la mayoría de edad.
El Gran Resistencia aparece como un agujero en el mapa del futuro inmediato. Con una pobreza del 76,2% está al tope de la catástrofe generacional que preanuncian estos datos.
En el Conurbano tampoco hay nada que alivie el desasosiego. En las zonas más pauperizadas del gran Buenos Aires el 59,7% de los mortales no araña los mínimos ingresos para no ser pobre y el 22,7% chapalea en la indigencia.
Con relación al segundo semestre de 2023 la pobreza aumentó 11,2 puntos. Pasó del 41,7% al 52,9%. Esto significa que en el primer semestre de 2024 ingresaron en la estadística 5,3 millones de nuevos pobres, de los cuales 2,9 son indigentes. ¿Son de Milei, o vienen de arrastre del Plan Platita?
El argumento de que la ayuda social que está bajando de la “billetera abierta” de Sandra Pettovello emparda con la canasta básica alimentaria y que el desplazamiento de los “gerentes de la pobreza” augura que los datos se revertirán ignora una realidad aún más dura: la emergencia de una nueva y creciente pobreza. Se trata de quienes, teniendo trabajo se caen por debajo de la línea cada día.
No se trata de vagos, ni de indolentes, ni de planeros, ni de gente que vive esperando la dádiva del Estado. Hay millones de almas que se trepan en los trenes todos los amaneceres para salir a ganarse el mango y no llegan a redondear un ingreso digno.
La novedad más contundente es el ingreso a la categoría de pobres de miles de trabajadores ocupados registrados y no registrados y de cuentapropistas. Son los que llevan la parte mas dura del ajuste, a los que el salto inflacionario del 79,8% de los primeros seis meses de este año golpeó en su línea de flotación.
La discriminación de culpas y responsabilidades no alcanza para mitigar los efectos de esta devastación social. Para estos argentinos sobrevivir es hoy un acto de heroísmo. Es la abnegada paciencia social a la que hay que salir a confortar y celebrar, no el transfuguismo de ocasión de un grupo de diputados.
El argumento del oficialismo de que estos números empezarán a reaconomodarse y que los datos de la UCA, que mide la pobreza con parámetros multidimensionales, ya dan cuenta de esa tendencia, no alcanza frente al desconcierto que genera el futuro.
La explicación de que sólo el ordenamiento de la macro permitirá naturalmente que el mercado derrame sus beneficios confronta de manera perdidosa con los tiempos vitales de esta generación.
Puede que el descarte de los viejos sea un precio que muchos están dispuestos a pagar para sanear la economía, puede que la “batalla cultural” incluya un costo inexorable en vidas perdidas, pero la idea de un futuro de país se extravía cuando los abandonados a la buena de de Dios son los jóvenes y los niños.
Las señales de alarma que las últimas mediciones de imágen del Presidente de la Nación, quien en septiembre ha perforado el 50%, y la conciencia de que es el acompañamiento social el principal insumo de un gobierno lleno de fragilidades, obligan a mirar en cuanto las formas de la comunicación política empieza a dañar al oficialismo.
Interesa saber si los errores no forzados de las últimas semanas tienen que ver con una dificultad personal del jefe de Estado para empatizar o con fallas profesionales en el manejo de la política comunicacional. Los liderazgos no se sostienen solo con artilugios del marketing político.
El gobierno de Javier Milei entró en una nueva etapa. El oficialismo enfrenta el desafío de avanzar en temas muy sensibles. Sostener el veto presidencial a la reforma jubilatoria y la posterior celebración en Olivos se va llevando puestos algunos cuantos puntos del fervor popular por el presidente libertario. La cuestión del financiamiento de las universidades, cuya ley Milei ya anunció que vetará de manera total, probablemente sea el tema más crítico de los que están en puerta.
Las veleidades de líder global del libertarianismo que Milei desplegó en su presentación ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, en la que descalificó en durísimos términos a la Organización de las Naciones Unidas y oficializó la disociación de la Argentina del Pacto del Futuro seguramente complicará la llegada de inversiones al dejarnos aislados del mundo y alineados con los regímenes más autoritarios del planeta.
¿Cuánto puede tardar en llegar un relativo alivio económico que vaya rescatando de la pobreza a cientos de miles de argentinos? ¿Cuánto se tardará en salir de pobres si todo sale bien? ¿Quiénes y cuántos sobrevivirán en el intento? ¿Cuántos quedarán en el camino?
Alguien tiene que salir de la mezquindad política de andar revoleando culpas y proponer algunas acciones que ayuden a amortiguar las consecuencias inevitables que implica haber desalojado a millones de argentinos de una vida digna.
La fatiga social por el esfuerzo sostenido que implica el ajuste más profundo de la historia reciente demanda algún tipo de compensación relacionada con la empatía. Mirar para otro lado, anclar solo en consignas irreductibles, desconocer los cambios emocionales que animan este tiempo puede ser muy detersivo de la consideración popular.
Se esperan señales, gestos compasivos, algo que ayude a sobrellevar el ominoso peso de la realidad.
28/09/2024 a las 9:43 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La Justicia asocia a Milei con Cristina
Claudio Jacquelin
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
27/9/024
El enojo alcanza niveles que hasta ahora parecían destinados, casi exclusivamente, a “los degenerados fiscales”, a “los gerentes de la pobreza” y a los periodistas no alineados. Ahora, llegó a los miembros de uno de los tres poderes del Estado. La Justicia es por estos días destinataria de la ira mileísta.
Los recientes fallos judiciales contra decisiones del Gobierno, la reelección de Horacio Rosatti como presidente de la Corte Suprema por tres años más y los tropiezos que siguen sumando las postulaciones de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla para integrar el máximo tribunal son el combustible que hace hervir la sangre de Javier Milei y sus principales colaboradores.
Esa triple combinación derivó en una conclusión singular: el abroquelamiento de todo el Gabinete para justificar y militar la postulación del cuestionado juez federal Ariel Lijo para integrar la Corte Suprema de Justicia.
Se trata de una auténtica novedad, expresada en la inscripción en el flamante equipo pro-Lijo de algunos funcionarios, como la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que en un pasado cercano tenían al magistrado como ejemplo máximo de “la casta” judicial, de las opacidades del sistema y de los vínculos espurios con otros factores de poder. Como para que nadie diga que este Gobierno carece de pragmatismo.
“Necesitamos una Justicia que nos dé gobernabilidad y con esta Corte, con Rosatti al frente, eso no es posible. Si no, íjate en todos los fallos que salen en nuestra contra en temas supersensibles, como el de conflicto de Aerolíneas. Atrás de todo está la orientación de Rosatti. Por eso tienen que llegar Lijo y García-Mansilla”. La queja (y justificación) proviene de una de las principales figuras del Gobierno, muy cercana al Presidente y resume el malestar que fermenta por estas horas en la Casa Rosada.
La argumentación, calcada de la defensa que hizo Ricardo Lorenzetti en su carácter de autor intelectual de esa postulación, es repetida, casi sin modificaciones, por funcionarios de diversas jerarquías y áreas del Gobierno, incluidos muchos que hasta hace nada no se hubieran animado a justificar en público la nominación del juez federal.
Nadie se sonroja cuando en el espejo retrovisor aparece la Corte Suprema del menemismo, hecha a medida para llevar a cabo las políticas de ese gobierno sin obstáculos. Varios hasta la reivindican en nombre de la real politik.
Las restricciones que le impone el Poder Judicial al decisionismo presidencial, así como el amparo que allí encuentran quienes resisten a las políticas oficiales, son causa de frustración, además de motivo de enojo oficialista.
Curiosamente (o no tanto) este es otro de los puntos en los que se asocian y explican cierta admiración (o respeto) mutua entre el kirchnerismo más puro y el mileísmo irreductible.
En estos días, ambos comparten padecimientos tribunalicios, aunque en planos muy diferentes. Para Cristina Kirchner, los desvelos personales provienen del fuero penal y de la Corte Suprema. Para el Gobierno, sus males funcionales surgen del fuero laboral tanto como del máximo tribunal.
NI VETO NI PLEBISCITO
Por eso, ambos comparten la impugnación a ese poder institucional que no logran controlar y sobre el que no han tenido ni pueden ejercer el veto. Así como sobre el que tampoco funciona la (ya archivada) amenaza del plebiscito con el que alguna vez Javier Milei soñó para domesticar al Congreso. La popularidad tiene sus límites. Institucionales y fácticos.
Por esa razón, el Gobierno sigue empeñado en imponer a sus dos candidatos (el polémico Lijo y el académico conservador García-Mansilla) en la Corte y está dispuesto a negociar hasta con sus demonios para lograrlo, aunque se siguen sumando complicaciones y el kirchnerismo sube el precio de la negociación.
El pronunciamiento de la mesa de conducción del radicalismo que exigió la nominación de mujeres para cubrir la vacante nunca cubierta dejada por Elena Highton y la que en dos meses dejará Juan Carlos Maqueda (por jubilación obligada e involuntaria) complicó un poco más las cosas para el Gobierno.
La participación en esa mesa y su adhesión al pronunciamiento del senador y presidente de la UCR, Martín Lousteau, parece despejar una gran incógnita, que el Poder Ejecutivo tenía la ilusión de que se resolviera en su favor.
El ambiguo silencio que hasta ahora había mostrado Lousteau respecto de este tema alentaba las esperanzas oficialistas, sustentadas en la influencia que sobre él se le atribuye a dos estrechos allegados a Lijo: el vicerrector de la UBA, Emiliano Yacobitti, y el zar del juego Daniel Angelici.
EL CONFLICTO UNIVERSITARIO
Para los conocedores de la interna radical no resulta ajeno a este desenlace (aunque no es un motivo excluyente) que siga abierto el conflicto abierto entre el Gobierno y las universidades públicas nacionales por los recursos.
La disputa tendrá el miércoles próximo un nuevo capítulo estelar con la anunciada marcha contra el anunciado veto presidencial a la ley de financiamiento universitario, sancionada por el Senado, y en reclamo de una recomposición del atrasado salario de docentes y no docentes.
El antecedente de la movilización del 23 de abril, que convocó a más de un millón de manifestantes de todo el país, es un espejo al cual mira no solo la comunidad universitaria sino un oficialismo preocupado y una oposición expectante.
La masividad de aquella manifestación implicó un freno a la marcha de un gobierno frágil en soportes institucionales y sostenido por el mayoritario apoyo de la sociedad, que hasta eso momento no mostraba ninguna fisura.
La nueva protesta, en momentos en que las encuestas muestran evidencias de fatiga social y luego de que el Indec revelara que el 52,9% de los argentinos es pobre, representa un desafío mayúsculo para el oficialismo. Más aún después de que su oferta de recomposición salarial de último momento (“histórica”, según el comunicado oficial) fuera rechazada por los representantes de los docentes, cuyos sueldos, según el gremio, experimentan desde diciembre una pérdida del poder adquisitivo de hasta el 75% y de hasta el 50%, según otros cálculos.
La nueva marcha también implica un reto para la dirigencia universitaria y para los opositores políticos. El precedente les dejó la vara muy alta ellos. Una movilización menos espectacular será celebrada por el Gobierno, que festeja por anticipado la adhesión de la muy deslegitimada dirigencia de la CGT. Hay mucho puesto en juego.
Ese conflicto no es, sin embargo, el único disparador del pronunciamiento radical y, sobre todo, de la adhesión de Lousteau, que hasta aquí venía resistiendo a las demandas de una vasta legión de dirigentes partidarios que le reclamaban que se manifestara en contra de la nominación de Lijo.
“Lousteau es el activo más presentable que tiene Yaco [por Yacobitti]. Si seguía rayándolo, dejándolo pegado con Lijo, terminaba de devaluarlo. Ya Martín tiene suficiente con los cuestionamientos internos masivos que enfrenta, como para perderlo todo por eso. Ya se lo dijeron varios. Y parece que al final lo entendió”, explica un veterano consultor y operador radical, al que el dirigente universitario escucha cuando huele el peligro de perderlo todo.
La divulgación de una foto de Yacobitti viajando en clase exclusiva desde Miami podría haber sido otro buen aliciente para liberar de presiones al senador respecto de la nominación del juez federal.
La Corte no es el único frente judicial que desvela al Gobierno. En lo inmediato, la Justicia laboral es casi el objetivo más urgente, aunque también preocupan otros fueros.
Al fallo que desestimó la denuncia penal de Bullrich contra el líder de los pilotos de Aerolíneas, Pablo Biró, se sumó ayer la aceptación del recurso de amparo interpuesto por ese gremio contra la declaración de servicio esencial al transporte aeronáutico para condicionar los medidas de protesta.
Esta resolución se suma a los fallos en similar sentido contra algunas disposiciones laborales del mega-DNU 70/23 y podría preceder a otras resoluciones judiciales desfavorables referidas a la flamante desregulación en materia de relaciones del trabajo lanzada anteayer por el Gobierno, respecto de la cual algunos gremios ya anticiparon que llevarán a la Justicia.
Este escenario de conflicto con el Poder Judicial Nacional lleva al Gobierno y, especialmente, a las autoridades de la Secretaría de Trabajo, a cargo del abogado Julio Cordero, a pensar en caminos alternativos. Así es que miran con ansiedad (casi con desesperación) el derrotero de la creación del fuero laboral en la Justicia porteña.
Se ilusionan con encontrar allí pocos obstáculos para sus políticas en la interpretación de las leyes por parte de nuevos jueces “sin dependencia de los gremios y sus abogados (como la familia Recalde), que tienen colonizada la justicia laboral nacional”, dicen en el exministerio de Trabajo, ahora convertido en una secretaría del Ministerio de Capital Humano.
Sin embargo, las necesidades y urgencias del Gobierno deberán ser dominadas por la paciencia.
Los tiempos institucionales, por lo general, no son los de los funcionarios. El proyecto de ley del gobierno de Jorge Macri todavía tiene por delante un largo proceso de debate en la Legislatura porteña.
“Faltan aún 10 días para la audiencia informativa del Ministro de Justicia porteño, Gabino Tapia, en las comisiones de Justicia, Legislación Laboral y Constitucional, lo que permitiría seguir avanzando con este tema”, explican en el gobierno de la ciudad.
La expectativa es que “antes de fin de año salga la ley de puesta en funcionamiento del Fuero Laboral de la Ciudad y del Código de Procedimiento Laboral de la ciudad de Buenos Aires”, explican. Solo el comienzo de un largo camino.
Mientras tanto, el Gobierno deberá seguir lidiando con una realidad (o con una traba) que para modificarla tiene muy pocas herramientas apropiadas. Para peor, en algunos casos, ha elegido las que generan más resistencias o lucen menos apropiadas.
28/09/2024 a las 9:47 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La renuncia del ministro Mario Russo por la grave denuncia de Sandra Pettovello al Papa
Marcelo Bonelli
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
27/0/024
La denuncia de la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, ante el Papa Francisco sobre un hecho de corrupción, finalmente estalló este jueves a la noche. Fue una bomba que explotó después de las 22 y sacudió a las redacciones: se va el ministro de Salud, Mario Russo.
La semana traía novedades económicas por el encuentro de Luis Caputo con los hombres fuertes de Wall Street. «Toto” les dijo: “Javier es un Presidente que va a vetar todo lo que tenga que vetar”. Tomó aire y concluyó: “Cueste lo que cueste”. Intentó ser convincente. Enfrente tenía a 70 influyentes banqueros. Uno de los “lobos” de Wall Street fue picante. Hurgó hiriente: “¿La caída en las encuestas que tiene Milei, no hará ablandar y cambiar al Presidente?”. Caputo contragolpeó: “Nunca vi a alguien tan comprometido con el ajuste”. Así, lo diferenció de Mauricio Macri. El declive en las encuestas –esta semana– fue un dato central y llegó a Wall Street.
Este jueves, Marco Lavagna provocó un sacudón político: confirmó que la pobreza es récord, de 25 millones de personas. La bochornosa cifra tocó pico en marzo. Ahora trepa al 52,9%.
Clarín reconstruyó el encuentro secreto de Toto con los “lobos” de Wall Street. Ocurrió en las impactantes oficinas del JP Morgan. En la coqueta zona de New York, 388 de Madison. Habló unos 40 minutos. Diego Pereira moderó el encuentro. El funcionario del JP Morgan le permitió a Caputo abrir con una humorada: “Quédense tranquilos, no vengo a pedirles plata”. Todos rieron a carcajadas. Fueron piadosos. Saben que Toto sueña -y negocia todavía- un salvataje de Manhattan. Caputo estuvo ultra-optimista: “La economía va a volar”. Y también expuso sus broncas y acusó a la “profesión”: “Los economistas hacen comparaciones irrelevantes”.
Pero los “lobos” estaban – como en jauría – afilados en las preguntas. Hubo distintas conclusiones. Varios aplaudieron al ministro: “Toto aprobó”, decían, mientras esperaban el ascensor de salida. Otros se fueron con las manos vacías. Quieren creer, pero no ven los billetes para confiar.
La decena de banqueros que hablaron fue insistente en cuatro cuestiones: el evidente atraso cambiario y la persistencia del cepo; el peligro eventual de default y la ausencia de dólares en el BCRA. Un banquero fue a quemarropa: “Toto, te creo que vas a pagar, pero no veo los dólares”.
El ministro contragolpeó: “Los dólares van aparecer. No vamos a defaultear”. Y fue categórico al defender su polémica “tablita cambiaria”. Así lo dijo: “el tipo de cambio se va a encarecer. Eso es irreversible cuando las cosas van bien”.
Fue una defensa cerrada. Ocurrió porque intentó pulverizar una información caliente en Manhattan. Se trata de lo siguiente: que hay oficialistas que prefieren un pequeño salto cambiario ahora, para enfrentar el cimbronazo y llegar en calma a las elecciones. Caputo desestimó esa posibilidad. Después, pateó la pelota a la tribuna con el cepo. Los inversores se fueron con una idea clara: estaría hasta las elecciones de medio término.
Toto, al final, trató de inflamar los ánimos y de atacar a aquellos – ortodoxos locales – que lo acusan de no tener un plan. No dudó en alabarse: “Llevo adelante un plan perfectamente diseñado y que se aplica a la perfección”. Ese programa se encuentra metido ahora en el Presupuesto. Tiene una cuantas y serias incongruencias. Le dicen el “Presupuesto Lamolina”: “Siga, siga”.
El anticipo exclusivo de Clarín sobre la decisión de Petronas cayó como una bomba. La empresa malaya no participaría en la mega-inversión de YPF. Un vocero confirma: “En un 95% la decisión es irreversible”. El poderoso Horacio Marín, de YPF, admitió la conflictiva situación. El impacto fue también político. La Casa Rosada quería mostrar esa inversión como fruto de la expectativa que genera Milei entre empresarios. Mala noticia. Petronas aduce cuestiones técnicas. Y también políticas: en Malasia no comprenden la adicción al “nihilismo” de todas las fuerzas políticas locales. Es confidencial, pero YPF busca ya socios. Marín dice que igual va a concretar el proyecto. La prioridad es reflotar el convenio con Petronas. Pero – en simultáneo – ya se abrieron negociaciones en India y Arabia.
La intención de propiciar un “pool” de petroleras locales se abortó antes de iniciarse. Marcelo Mindlin, Marcos Bulgheroni, Paolo Rocca y Miguel Galuccio tuvieron similar respuesta: el proyecto requiere fondos que exceden incluso a las poderosas petroleras locales.
La cuestión se calentó en la semana. El tema energético arde. Los contradictorios movimientos oficiales reflejan desconcierto frente a un informe confidencial de Cammesa. Ese “paper” aclara tres cuestiones claves.
Primero, que la oferta de electricidad en el verano será en promedio – en los picos mucho peor – un 13% inferior a la que se necesita para que no haya cortes.
Segundo, el informe confirma que Brasil no va a poder entregar 2000 mega por la sequía, y que Bolivia tampoco ayudará por no tener contrato con Argentina.
El tercer punto es “power”. Cammesa hace una referencia a las múltiples obras que se frenaron, para engordar el superávit fiscal. Equivaldrían a unos 3.300 megavatios.
La cuestión – cuándo no – abrió una interna fuerte en el gabinete. Están a los tiros el secretario de Energía y el Coordinador de Energía.
Eduardo Chirillo acusa a Daniel González de entorpecer y trabar su gestión. El coordinador de Caputo hace lo posible para que Chirillo se dé cuenta que debe presentar su renuncia. Toto lo puso ahí, precisamente, para desbancar a Chirillo. González tiene una particularidad: trabajó como CFO – director financiero – en la YPF de Cristina y fue “CEO” con Macri. En ese momento se anexó un apellido para relacionarse mejor con los “chetos” de la Casa Rosada: Daniel González Casartelli.
La frontal pelea entre ambos se nota en todas las estructuras de decisión energética. Sus fieles se pelean como “perro y gatos”, incluso en Cammesa.
La cuestión llevó a un disparate esta semana. La Casa Rosada anunció que habría un severo plan de “cortes programados” para el verano. Un día después se esfumó el anuncio y se dijo que iban a racionalizar a la industria.
El insólito “minué” refleja una cosa: aún no hay una respuesta clara a un problema serio. El viaje a Manhattan reavivó cuestiones internas. La decisión de Karina de subir al avión privado a Patricia Bullrich es una fuerte señal política. Pato se consolida en la “mesa política” de Milei. Mauricio, embroncado: “Es una traidora”.
Karina dio otra señal fuerte: impidió que Mondino subiera a esa aeronave presidencial. La canciller tuvo que hacer cola en un vuelo comercial. Gerardo Werthein armó la agenda de Milei en EE.UU. En Cancillería minimizan las versiones de recambios y ventilan que ya el embajador adquirió en Washington una lujosa casa valuada en millones. Sería de dos dígitos.
Las turbulencias generan ruido. Ahora se insiste en una posible candidatura de Guillermo Francos a Cancillería y un empoderamiento de Martín Menem a la Jefatura de Gabinete. Cristian Ritondo lo reemplazaría en Diputados.
También apareció en escena Sandra Pettovello. Es intocable para Javo. Pero su viaje al Vaticano provocó intranquilidad entre los ministros.
Francisco – un día después- tiró con munición gruesa y habló de coimas que exigió un ministro. El Papa no precisó nombres y, pícaro, dejó un manto de sospecha sobre qué ministro y que administración estaba involucrada. Pero fue la propia Pettovello quien le confesó a Francisco los detalles de ese intento de corrupción.
Por ese motivo, este jueves a la noche renunció en forma inesperado el ministro Russo.