Por Juan Martín Perkins.-

Rodrigo Valdez es el ministro de hacienda de Chile. Repantigado en la catrera en el cuarto del piso 12 del Atton Las Condes de Santiago, lo veo en la tele. Acabo de llegar.

El viaje ha sido sorprendente. El Chile de hace 25 años no tiene nada que ver con este del futuro.

El periodista indaga sobre la estrategia del gobierno para enfrentar la crisis de la caída del precio del cobre.

El ministro responde con tranquilidad. Promete a los chilenos que velará por el orden de las cuentas fiscales. Explica que no será necesario echar mano al fondo anticíclico y manifiesta su confianza en la capacidad emprendedora de los chilenos. Resalta el hecho histórico de que en cada crisis del cobre Chile impulsó con más fuerza el surgimiento de actividades alternativas que desarrollaron su economía.

El periodista insiste con la posibilidad de tomar deuda a tasas muy convenientes para cubrir el bache sin “ajustar” pero Valdez le recomienda descartar recetas que tanto daño le hacen a “nuestro vecino trasandino que lleva tantos años de quebrantos”. (¡Qué vergüenza ser el mal ejemplo del vecindario!)

El ministro se dirige al periodista y a todos los chilenos mirando a la cámara y les dice que confía en ellos y en sus fuerzas para sobreponerse a todo. Les pide que confíen en la libertad de mercado y en la iniciativa privada y les promete austeridad y prudencia por parte del gobierno en el manejo de las cuentas públicas…

“Trabajen tranquilos porque este gobierno tiene bien claro que estas reglas son las que hacen grande a Chile y por lo tanto, son y serán una política inalterable”.

Me asomo a la ventana. Lo que se ve puede explicarse más fácil después de haber escuchado al ministro.

El Santiago de hoy es increíble para los ojos de un argentino tan acostumbrado a la frustración de años de decadencia.

Desde el paso “De los Libertadores” hasta el cuarto del hotel que vengo con el maxilar inferior caído y paralizado. Aparte de esta ciudad acojonante, vengo garroteado por 150 km que son ejemplo de cómo sobreponerse a la adversidad.

Trabajo, trabajo y trabajo de hormigas humanas en cultivos en terrazas, olivares, paltos, viñedos, cerezales, frutas, quintas, flores de autopistas, túneles que horadan los cerros… Y todo sobre un desierto y una cordillera que vive temblando. ¡Todo sobre un cinturón de fuego y una falla de placas que cada tanto corcovea y te rompe todo!!

“No hagas de tu camino un basural” te recomiendan los carteles y a juzgar por la limpieza y el orden, en Chile han entendido que no solo se trata de limpiar, sino que también es muy importante no ensuciar.

“Si vas a Chile, atendé las señales de tránsito y no se te ocurra coimear a un carabinero” es la recomendación de rigor que te hacen en Mendoza, mientras tiran la bolsa de basura por la ventana.

Intriga saber como es que un ministro de hacienda de gobierno SOCIALISTA usa un discurso tan liberal.

Taxistas, empleados del hotel, despachantes de bencina, guía de turismo, mozo de restorán… Todos coincidieron en que el ministro dijo y dice siempre lo que la gente quiere oír…

Dice pero obligado por la opinión pública… ¿no es genial?

Hay fastidio con el gobierno de Bachelet. Mucho fastidio que le ha bajado su imagen positiva al 20%, pero te lo manifiestan sólo si preguntas.

Un chofer me dio una respuesta maravillosa: “Es que ese es el discurso políticamente correcto y el ministro es un político… ¿Qué otra cosa puede decir?”

¡Qué maravilloso integrar una sociedad donde ese sea el discurso políticamente correcto!!!

Una sociedad donde los ciudadanos no pasen la vida succionando la teta de un Estado estafador!

Siguiendo con mis reportajes continué la investigación para saber porque ese discurso económicamente liberal es el correcto. ¿Cómo se llega a esta realidad desde el Chile marxista de los 70?

Recorriendo librerías pude observar que casi no existe bibliografía demonizando esos años como en la argentina.

No se repudia a Pinochet. Los trabajadores, la gente común no reaccionan con rechazo, por el contrario.

Llama la atención la presencia e integración a la ciudad de los militares. Barrios, academias, clubes, colegios que los contienen, abiertos a la vida pública.

En la puerta de una academia hay un gran cartel sobre la avenida que dice: “En esta academia militar está basado el porvenir del ejército y sobre éste ejército, la grandeza de Chile”

Cuando pregunté si existieron juicios o hay militares presos por los años 70 me miraron con estupor.

Leí en la presentación de un libro (no recuerdo nombre ni autor) que Pinochet fue un vivillo oportunista no menos bruto que ninguno de todos los generales que gobernaron en Latinoamérica pero tuvo la visión y la virtud de saber elegir la receta económica y persistir en ella para sentar las bases y hacer de Chile un país económicamente viable y exitoso.

El autor destacaba que la receta provenía de “Chicago” y había posibilitado que todo el poder económico, la “aristocracia intelectual” y el pueblo habían apoyado.

De allí proviene la corrección del discurso actual en Chile. Su proceso militar no hizo populismo ni robó.

Por eso el ejército es una institución con prestigio a la que ningún trasnochado le baja los cuadros y ninguna señora le da vueltas en la plaza.

Hay mucho menos pereza intelectual que en la argentina, donde nadie piensa y dice desde otro lugar que no sea el estatismo socialista.

En Chile hay dos ideas. Nadie dice que murieron las ideologías. Hay izquierdas y derechas que se alternan pero todos son chilenos y saben que viven de exportar, exportar y exportar.

El 80% de la gente que deambula por la calle tiene rasgos indígenas, actitud humilde, habla en voz baja y tono amable pero es común ver en la calle un mozo de restorán que atiende a turista en alemán e inglés.

Lean, dice un cartel en el centro a dos cuadras de la moneda. “Lean, hay que leer porque ayuda a pensar y pensando es como se llega a conocer la verdad… ¡LEAN!”

Cuando volvíamos, no sé si la cordillera temblaba o que pero caían piedras por la ladera y obstruían el paso. Nos demoró algo pero pasamos. Al día siguiente, leo en el diario y veo en el noticiero de la que nos salvamos!!!

Un forista bien argento pone como comentario en el artículo de los derrumbes: Dícese de cordillera de los Andes, tapial del fondo para que no se vean la sarta de hueones que están del otro lado.

Típica argentinidad al palo. Me hizo recordar a esa tarde que estaba sentado en el shopping esperando a mi mujer. Me entretenía mirando a la gente en los recreos de lectura. Miraba con vergüenza como se destaca la actitud de mis compatriotas que pululaban por doquier haciendo compras. De lejos ya sabes cual es argentino, los delata la actitud.

Esos HUEONES, como los llamó el forista, nos están pasando por arriba. Calladitos los hueones producen para exportar y consumen la mejor calidad a menos de la mitad de precio.

Son tan hueones que los vivos que escriben en los foros de argentina cruzan la cordillera para comprarles el Iphone para la Yoli y el Brayan.

Los muy hueones tienen un parque automotor que te caes de traste… ¡y no arman nada en Punta Arenas!! La Ford es americana y la Toyota de Japón porque no lo tienen a “De Mendikurren” con la sanata de la sustitución.

La frutilla del postre me la dio un tachero: “Acá en Chile no hay gratuidad porque no vivimos de ilusiones. Nada es gratis señor mío!! No hay gratuidad en la educación, la jubilación es por AFJP, las obras sociales son privadas… ¿¿¿¿¿???????? Y así debe ser. Este gobierno va por la gratuidad en la educación pero va por mal camino, lo vamos a enderezar”

La frase del viaje fue: “Nada es gratis”. Tan cierta es, tan alevosamente cierta es que hasta en la Argentina, el país de los vivos, nos estamos dando cuenta de que “la gratuidad” nos está saliendo muy cara.

#Cambiemos, hasta Mick Jagger nos lo pide.

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