Por Paul Battistón.-

Las euforias fueron desparejas, lo cual sería algo así como una cotización inicial en discordancia.

El anuncio de la creación de una moneda común en la voz de Alberto tuvo un eco en la otra mitad de una menor intensidad. Literalmente podría decirse una bajada de tono.

Lo que para el lado argentino tiene el color de casi una urgencia para el lado brasilero medido con las palabras de Lula sería un largo camino a recorrer y si en ese camino marcha Argentina (por detrás) entonces podría ser casi una utopía.

La utopía bajó a realidad difícil cuando de tanto insistir las noticias secundarias avisaron que la existencia de “Sur” no implicaría la desaparición de “Peso” ni “Real” con lo cual la salud de Brasil quedaría resguardada. Lula sabe que su figura es dañina para su propia economía, el socialismo viene a infligir daño al sistema capitalista (no lo ocultan, lo predican). Repartir es su lema, lo que es sinónimo de empobrecer, en forma más adornada podríamos decir bajar la media en pos de la equitatividad. Pero la preservación del Real paralelo al Sur seria como una ingesta casi permanente de antibióticos ante la bacteria del Peso y su constante salpicado.

En Argentina es moneda corriente creer en esa fórmula de la miseria llamada peronismo. Solo necesitan para hacerlo que se les ofrezca un nuevo mesías del reparto con su libreta de postulados fracasados pero de buena intención y una tira de asado humeante como meta de futuro.

Esta moneda corriente trae otras consigo (las de la libreta) el aumento del gasto público (obra, rentados, robo y despilfarro) sus consecuencias emisión y toma de deuda. Aclaremos que no solo el peronismo lo ha hecho pero en estos últimos no se ha visto ni un esbozo de intento de revertir esta situación ya que en definitiva es su receta oficial desde Perón al infinito.

Todo lleva a que también sea moneda corriente la eterna devaluación de nuestros efímeros papeles pintados que caen en sucesivo desfile muertos ante el dólar. En realidad caen muertos, el dólar es solo el termómetro visible.

Es de esperar que el “Sur” en iguales circunstancias (peronismo presente) se convierta en un indicador local, un termómetro de escala a menor distancia de nuestra realidad y por lo tanto más incisivo a exponer nuestras miserias.

Podríamos ya no solo ver el naufragio mirando los niveles del dólar sino mirando mucho más cerca en la concreta devaluación del Peso dibujada en el alza del Sur frente al mismo (lo cual ante la idiotez reinante podría ser una fuente ambigua de festejo y lamento típica del peronismo evolucionado en el kirchnerismo ya sin escala de valores).

De conservar en nuestra administración la pusilánime categoría gobernante que tenemos, el paso obvio seria llorar ante Brasil la posibilidad de “surificación” de lo que quede de nuestra economía.

Podrán decir que esto es un análisis contrafáctico pero la voluntad existe (no quiere decir que así será) en el Frente de Todos (o como quieran llamar al peronismo) de eternizarse con su libretas doctrinarias

La miseria perdurable (estructural) conseguida por las políticas de la doctrina sólo es comparable en su conveniente sustentabilidad en el tiempo, a la conseguida por los Castro en Cuba (a cierta distancia aun, por suerte). Existen pocos lugares donde se adhiere a la miseria tan jovialmente.

Por algún motivo me suena la voz cavernosa de Edmundo Rivero como una advertencia de esas que sólo son un metafórico adorno por que no serán tomadas en cuenta.

Sur, paredón y después…

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