Por Paul Battistón.-

La destrucción del sistema energético es una constante en las administraciones populistas, al mismo tiempo que tratan de obtener el mayor rédito ideológico mediante lo que dibujan como una recuperación de soberanía, sin ser otra cosa (en el mejor de los casos) que una mala o innecesaria nacionalización para sostener el adoctrinamiento de sus seguidores.

De la misma forma que los populismos y la izquierda (por su naturaleza) desconocen el origen energético de cualquier transformación productiva, también lo hacen con el financiamiento como energía motora de cualquier transformación económica con posibilidades de prosperar.

El endiosamiento del estado y la exacerbación de toda su parafernalia son la base del sostenimiento de los regímenes populistas que se mimetizan con el estado mismo.

La libertad individual es también coartada, los populismos no pueden permitirse disidencias y esta solo puede provenir de la libertad de cada individuo. Todo conduce a una doctrina de la dependencia que no puede culminar en otra cosa que la miseria.

El derrotero es sencillo, un régimen que se roba o se transforma en el mismo estado solo logra que sus practicantes se transformen en dependientes del dios-padre-estado sin el ejercicio de su libertad.

El peronismo ha ejercitado hasta el hartazgo el desfinanciamiento, sencillamente atacando cualquier concentración de capital que le es ajena, tal como dicta su carta magna “la marchita”.

Cuando intentan justificar como simbólica la expresión de combatir el capital alegando que sólo se apunta a una distribución equitativa sólo justifican su condición negada de Izquierda. Como tal, intolerante a la capitalización como única fuente natural de financiación genuina.

Un resorte debe estar apretado acumulando energía potencial para poder devolverla como energía cinética en la dirección que se lo apunte y en el momento que se disponga.

Una financiación sólo puede provenir del potencial de un capital acumulado dispuesto a ser liberado ante una oportunidad provechosa en una dirección precisa.

La esencia del peronismo es de izquierda, sus estandartes de celeste preponderante, su escudo de deformidad patriótica y su discurso de simulación nacionalista pueden haber creado la idea de un movimiento a la derecha de lo que había, una pluma y un martillo sobre un fondo rojo rebajado con la soda del color blanco pero sus políticas restrictivas son de izquierda.

La incomprensión del concepto de energía, el destrozo de la soberanía monetaria en pos de un constante falso financiamiento de desvaríos y despilfarros y las restricciones a las disidencias le ponen el sello de izquierda. Esquema constantemente resucitado y repetido, como decía Borges, tienen todo el pasado por delante.

Pero todo evoluciona y un movimiento que siempre rescata su pasado no podía dejar de evolucionar en otra dirección que no fuera una involución.

Como si fuera magia, de la galera, la más irracional de las ideas acaba de salir en la mano de Alberto (o quizás sólo le pidieron que prestara su mano). La genialidad de lo irracional pone duda sobre su pertenencia. Alberto podría aportar irracionalidad, no se duda, pero lo de genial cuesta creerlo.

La magia, en definitiva, “pagar con miseria” nuestras deudas. Curiosamente algo que el peronismo le ha endilgado constantemente a toda administración que no les pertenezca. Para ponerlo más en claro, pagar con cupos de producción de Monóxido de Carbono (CO).

El repentino impulso a la lucha contra el calentamiento global provocado por el compromiso de un gobierno demócrata en EEUU y el giro de China en el mismo sentido ha puesto en las agendas valores precisos a alcanzar en la disminución de las emisiones de Monóxido de Carbono. Cuestión que estaría lejos de alcanzar a Argentina con una Industria retraída, podríamos desarrollar la misma, recibir inversiones y aumentar el parque automotor sin afectar ningún valor crítico de emisión de CO.

Pero al movimiento involutivo le resulta más lógico vender esa falta de emisión como cupos de emisión de monóxido en lugar del desarrollo tecnológico o industrial.

Los cupos serán vendidos a esos países que están jugados con los límites evitándoles tener que disminuir sus emisiones, lo haríamos nosotros en lugar de ellos (o simplemente deberíamos mantenernos en nuestros niveles).

Nuestro potencial cliente para esta venta de cupos es obviamente EEUU y el precio de estos cupos sería quitas en la deuda.

Un negocio redondo acorde a las nefastas ideas acerca del financiamiento que el “movimiento” siempre ha tenido. Y además un negocio totalmente concordante con el espíritu siniestro del peronismo.

Aclaremos lo segundo primero, vender cuotas de emisión de CO significa sin vueltas no encender nuestra industria o no encender más de lo que hay pero suponiendo la natural constante involución a la que el movimiento nos somete es de esperar que en su insaciable capacidad de fagocitar seguramente el paso siguiente sería “ir apagando” ¿hasta dónde? ¿Hasta Venezuela? ¿Cuba quizás? ¿O hasta el pago total de las deudas? Algo que seguro no se alcanzaría nunca con una producción en caída, una recaudación en picada, un déficit irrecuperable y el exterminio de la moneda. Toda una sucesión de eventos difícilmente revertidos por un movimiento que los alimenta en un constante loop irracional desde el mismo día de su nacimiento.

En segundo término aclaremos lo primero acerca de las ideas contrariadas de financiamiento que el movimiento ha ejercitado.

La emisión de títulos para sostener planes quinquenales en el fondo no difiere de la emisión monetaria sin sustento para cubrir déficit. Ambas escapan de la lógica de la capitalización como fuente de financiación. Es lógico, ven la capitalización a contramano de la equidad pretendida. Prefieren que todos los resortes apenas tengan energía potencial sin posibilidades de saltar por encima de su autoridad.

Lo curioso es que este gran “movimiento” requiere para sí de un gran financiamiento, el cual es succionado de las masas productivas.

Las agrupaciones gremiales son una máquina aceitada y provechosa por fuera del aparato estatal para complementar el sostenimiento del movimiento, que cada vez que toma el control se introduce en el estado adueñándose del mismo y en especial de forma muy acertada de las grandes cajas donde finalmente obtendrá el genuino financiamiento.

Como no podía ser de otra manera el movimiento ha involucionado y ha pasado de ser financiado vía estado por los aportes de la masa trabajadora a pretender ser financiado directo desde el imperio con el apagón industrial y la venta de no emisión.

El movimiento ha sido siempre equiparable al movimiento de agitación molecular, la temperatura lo acelera pero la resultante de todos sus movimientos individuales de agitación es nula y sólo le queda repetirse una y otra vez sin resultados de avance medibles.

Share