Por Alfredo Nobre Leite.-

El jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, envió una iniciativa a la Legislatura a fin de mudar el monumento a Juana Azurduy -en mi humilde opinión un adefesio-, que se encuentra emplazado en el sitial del Monumento al Almirante Cristóbal Colón, a fin de que sea reubicado en el espacio verde del helipuerto para uso presidencial. Recordemos que se removió al Almirante Colón de su lugar original -La Plaza Colón-, obra escultórica donada por la comunidad italiana a la Ciudad de Buenos Aires y estatuida por norma legal, por la incongruente opinión del fallecido ex presidente venezolano, Hugo Chávez, a la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner, calificando al eminente navegante de esclavista, genocida, entre otras lindezas, siendo dicha obra desarmada, mutilada y sus restos marmóreos depositados cerca del Aeroparque, donde se creía fuera armada, lo que es improbable, dado el daño de lesa escultura perpetrado a la memoria del descubridor de América, con cuya hazaña, amplió la visión humana en los aspectos culturales, espirituales e históricos, hermanando dos mundos.

Considero que es la oportunidad para corregir, con una mayor amplitud de miras, la falta de respeto que tan egregia personalidad histórica sufriera, con todos los vaivenes judiciales y el acuerdo de la Ciudad de Buenos Aires con el Gobierno nacional, contradiciendo la voluntad de los donantes, de modo que los restos marmóreos que yacen esparcidos tristemente en su actual lugar, sean -bajo la guía de un escultor- reconstruidos a fin de que recobre su esplendor (dentro de lo posible) y sitial, de donde nunca debió ser removido, a fin de que los porteños recobren el Monumento a Colón, se respete la voluntad de sus donantes, y se haga un acto de desagravio, erigiéndolo en la Plaza homónima.

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