Por Claudio Valdez.-

Los políticos, proclamando el bien, siempre estuvieron a disposición del mal. En La Argentina (1955), un general del Ejército empleó como eslogan para una llamada “Revolución Libertadora” la voluntarista frase del título que encabeza estas reflexiones.

Su aparente liderazgo fue prontamente relevado. De allí en adelante, se sucedieron errores geopolíticos, económicos, judiciales y sociales, devenidos a partir del noble propósito de aquel “artillero” (Eduardo Lonardi). Como siempre, la búsqueda de liderazgo resulta infructuosa. Los líderes se revelan por su propia disposición y la aceptación popular sin necesidad de demasiado “aparato mediático”. Incluso quienes con esfuerzo han logrado imponerse electoralmente por ese recurso, la experiencia demuestra con reiteración que fracasan: es necesario “carisma personal” y circunstancias que habitualmente no son posibles generar artificialmente. América y el mundo así lo atestiguan.

El siglo XXI comenzó con guerra y continúa “en escalada” expandiendo hecatombes ilimitadas. Los beligerantes se expresan públicamente por la paz y la justicia; claro que a propia conveniencia… en consecuencia muertes y destrozos resultan inconmensurables. Casi todos proponen “ni vencedores ni vencidos” cuando la situación se pone demasiado crítica, pero sin dejar de considerarse vencedores.

En el mundo actual esto no es viable desde que “multipolaridad es la realidad”. Ya no imperan solo tres potencias, desde que las tres están en vulnerable guerra, desplegada mediante diplomacia, comercio, además de codiciosa geopolítica. La racionalidad política es presentada como excusa para la supremacía y dominación. Se omite aquel “imperativo categórico” de que “Mal es todo lo que destruye y corrompe, y el bien lo que conserva y aprovecha” (Platón dixit).

Aun despreciándose la sabiduría se continúa valorizando, por causa e intereses propios, aquello de “ni vencedores ni vencidos”. Y no deja de ser cierto, porque ese sería el residuo que quedaría luego del “asalto final”, debido al auxilio de la promocionada “Inteligencia Artificial” (I.A.) ¡Las ojivas nucleares acechan!

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