Por Juan Manuel Otero.-

«Celebro la remoción del monumento porque es un mensaje para los jóvenes que nos muestra que el Estado nunca más debe aniquilar a los disidentes, sino ser el primer garante del cumplimiento de nuestra Constitución», expresó a Télam el concejal Martín Ávila intentando vanamente justificar su decisión de destruir el Monumento a los Bravos de Manchalá.

Este señor edil que pomposamente representa al frente peronista denominado Memoria y Movilización, de lo que carece en forma absoluta es justamente de Memoria.

Porque quienes atentaron contra la Patria fueron los terroristas que, bajo un gobierno democrático elegido por el pueblo, habían planeado para el 29 de Mayo de 1975, día del Ejército Argentino, un ataque al Puesto Táctico de Famaillá, que era el Comando de las operaciones llevadas a cabo por el Ejército en el frente rural.

Eran 117 integrantes de la compañía subversiva Ramón Rosa Giménez, contaban con el apoyo del ERP y se trasladaban en dos micros llevando a bordo, armamentos, munición, equipos varios, documentación conteniendo un plan de ataque al Puesto de Comando Táctico, una maqueta de éste último, un organigrama detallando la operación y estandarte.

Pero antes de llegar a su destino, al pasar frente a la Escuelita de la localidad de Manchalá y ver en ella conscriptos, suponiendo una emboscada deciden atacarlos.

Eran 11 conscriptos y 2 suboficiales que a la sazón se encontraban refaccionando la Escuela en base a tareas de albañilería y pintura. Los terroristas les intimaron a rendirse y entregar sus armas, pero el pedido fue rechazado y comenzó la desproporcionada lucha. 117 contra 13, ametralladoras contra viejos fusiles…

Se trata de una página de heroísmo de nuestros soldados que en inferioridad numérica y armamentista, repelieron el ataque y pusieron en desordenada fuga a los «jóvenes maravillosos». Es que en compensación por la falta de armamento y personal, les sobraba honor, patriotismo y bravura, elementos de los que carecían sus atacantes.

Y un humilde monumento recordaba esta gesta de los bravos servidores de la Patria. En Salta se erigió el recordatorio que era el orgullo de los lugareños.

Sin embargo en 2013, el edil Martín Ávila, tergiversando perversamente los hechos, supone que el ataque a una escuela y el intento de asesinato de soldados conscriptos era apenas un «acto disidente» contra el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón. Y que el lógico rechazo representaba un acto de «genocidas», tal el calificativo vergonzante que estampó a estos héroes.

13 soldados pobremente armados se defendieron del ataque de 117 terroristas provistos de todo tipo de material bélico.

Y los tupidos cañaverales vieron correr desbandados a los traidores a la Patria que hasta horas antes pensaban tomar el Puesto táctico, asesinar al Comandante del Operativo Independencia y a todos los oficiales. En su carrera abandonaron los armamentos y demás equipos tácticos que portaban para llevar a cabo su ataque.

Hoy el humilde y merecido monumento es una pila de escombros, las placas que honraban los héroes han sido arrancadas, el cobarde y mentiroso edil Ávila intentó borrar de la memoria colectiva aquella gesta, pero en su supina ignorancia no sabe que jamás olvidaremos a los valientes soldados que defendieron a la Patria. Otro cobarde que deshonró a la celeste y blanca y a su uniforme es el General Emilio Jorge Luis Rodríguez, Comandante de la V Brigada de Montaña quien aceptó mansamente destruir el monumento y arrancar las placas de bronce que honraban la memoria de aquellos Bravos de Manchalá…

Una muestra del revisionismo histérico que ha nacido al amparo de la década ganada, la da apenas un párrafo de la extensa nota que la periodista Sandra Russo de 6,7,8 publicara en «La hora de Salta» justificando la destrucción del recuerdo: «El monumento al combate de Manchalá es en si mismo un homenaje al golpismo militar, a la destrucción de la República, al fin de la democracia, a la dependencia económica y al mayor terrorismo de estado, que con métodos aberrantes se apropió de la vida y los bienes de miles de argentinos». No vale la pena explayarse sobre esta burda e interesada mentira.

Y no quiero cerrar esta recordación sin dejar sentado que el Gobernador Juan Manuel Urtubey se refugió en un cobarde silencio ante esta afrenta.

A ellos todos ellos les recuerdo: El pueblo NO OLVIDA ni a sus héroes ni a sus traidores.

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