Por Milcíades León Clementi.-

Esta frase que estaba grabada en piedra en el oráculo de Delfos y repetía Sócrates, según su discípulo Platón -atribuido a Heráclito, Tales de Mileto, Pitágoras, etc.- es el grave problema de la juventud de hoy en día que la han embrutecido el rock pesado, las drogas, la previa y la mar en coche.

El resultado es que no saben quiénes son, de dónde vienen y cuál es su destino. A los jóvenes no les enseñan que hay que buscar la paz, de vez en cuando la soledad y la meditación para escuchar la voz de adentro, la voz del alma.

El ruido, el vértigo, la frivolidad, la soberbia y la maldita televisión que copia modelos paranoicos de comportamiento (importados de Hollywood), han logrado que nuestra juventud adopte patrones estereotipados de vida totalmente ajenos a nuestra idiosincrasia. Les falta sentido poético de la vida. Y encima durante doce años les han mentido descaradamente, les han vendido un buzón deleznable.

Desgraciadamente, el kirchnerismo le ha lavado miserablemente el cerebro a nuestra juventud. Falsearon la historia del pasado reciente que fueron los dramáticos hechos desencadenados por las organizaciones criminales marxistas-leninistas-trotkystas, autodenominadas Montoneros, ERP; FAP, FAR y demás bandas criminales afines.

El gobierno anterior, especie de Leviatán pervertido y demente, no termina de irse de una vez y siguen mintiendo y gruñendo como los cerdos. Les ha suministrado el peor veneno que se le puede administrar a la juventud, no combatir como corresponde al narcotráfico. El narcotráfico en breve plazo puede hacer añicos el futuro del país.

A nuestra juventud le hace falta un gran poeta, una voz honesta, transparente, una voz valiente pero al mismo tiempo prudente y ejemplar, cuyos versos sean como un surtidor de agua fresca que refresquen las mentes afiebradas. Sólo el arte salvará al mundo, dijo Fedor Dostoyevski. Si en la Argentina la política no se convierte en una verdadera obra de arte -como La Piedad o el David, de Miguel Ángel- todo lo bueno por lo que se ha luchado hasta el presente, estará irremediablemente perdido

Un poeta de la talla de Rafael Alberti -autor de “Marinero en tierra”, “Cal y canto”, “La arboleda perdida”, etc.- quien al regresar a España del exilio -vivió en la Argentina de 1940 a 1962- tuvo el valor de decir: «Me fui con el puño cerrado y vuelvo con la mano abierta».

“De ayer para hoy. / Después de este desorden impuesto / de esta prisa, / de esta urgente gramática en que vivo, / vuelva a mí toda palabra precisa, / virgen, el verbo exacto / y el justo adjetivo. / Que cuando califique de verde el monte, / al prado, / repitiendo al cielo su azul / como al mar, / mi corazón se sienta recién inaugurado / y mi lengua el inédito asombro de crear”.

Este poema de Alberti -Marinero en tierra, por el cual recibiera en España en 1930 el Premio Nacional de Poesía, refleja en cierta forma y medida la sed y necesidad que tienen los argentinos que anhelan que el país salga del chiquero y alcance paz, progreso y prosperidad. Enseñar y dar buenos ejemplos es una forma de crear o recrear la parábola del buen sembrador (Mt 13:1-9).

Al regresar el poeta a España y le fue ofrecida por el Partido Comunista -al que siempre había pertenecido-una banca de diputado que al poco tiempo renunció. Este es el renunciamiento que hay que enseñarle a la juventud.

¿Pero quién hace esto en la Argentina? ¿Quién renuncia aquí a un privilegio, a una canonjía o puesto del Estado? ¿Quién de los supuestos exiliados políticos volvió sin el puño cerrado y con la mano abierta como Alberti a su país? Los nuestros volvieron del extranjero en 1984 con la mano izquierda abierta para recibir dineros del Estado y el puño derecho cerrado para exigir venganza.

¿Cómo va a encontrar la juventud el camino de la grandeza si los legisladores son unos miserables y unos corruptos? ¿Cómo los bribones y pillos van a enseñar la virtud si son los maestros del vicio y el mal ejemplo?

Si pudieran los jóvenes despegar por un rato sus oídos de los auriculares, podrían descubrir que no sólo de pan y circo, recitales de rock, alcohol, sexo, drogas y fútbol vive el hombre, sino de toda palabra reflexiva, poética, noble, que no siembre odios ni venganzas. Al arbolito hay que enderezarlo a tiempo para que no crezca torcido. Es la única manera de crecer derecho.

El buen ejemplo debe venir de arriba. Se necesitan buenos maestros y guías que enseñen a la juventud cosas buenas, que aprendan a encontrarse a sí mismos. Meditar y no especular, hablar con uno mismo -nosce te ipsum-, frecuentar “el hombre interior” -aunque no lo veamos- que siempre camina a nuestro lado”, como decía Antonio Machado, compatriota de aquél.

Milcíades León Clementi y Luis Illuminati

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