Por Paul Battistón.-

Las comparaciones suelen ser odiosas y eso es lo que puede ser divertido de ellas.

¿No se parece Putin acaso a esos viejos jerarcas soviéticos que detentaban todo el poder y eran intocables hasta que los tocaba la muerte o la desgracia improbable de un camarada en vertiginoso ascenso desde las sombras?

Es cierto, la URSS ya no existe y el comunismo en Rusia literalmente tampoco, pero Putin les ha devuelto a los rusos ese pequeño detalle que era factible de extrañar de su pasado soviético, ser los matones del barrio. Pocos parecen preocuparse de que un opositor a Putin choque con proyectiles perdidos. El ex KGB nada tiene que ver con sus deflagraciones, monta osos, vuela en cazas interceptores, resiste lluvias, soporta teatro y se divorcia en buenos términos occidentales. Putin es la derecha de la izquierda, si eso existiera.

Su sagacidad lo preparó para transmitir libertad desde una opresión confortable fruto de una nostalgia imprecisa. Putin ha abarcado todo el espectro dejando a cualquier posible oposición sin espacio en la continuidad de la escala ideológica.

Putin es como el comunista anticomunista o el comunista bueno.

¿De qué sirven estas apreciaciones sobre Putin? Pues con certeza hay alguien que las está teniendo en cuenta.

La construcción del Berni irrompible puede haber surgido del propio temperamento y ambiciones de Berni pero lo ha hecho bajo el permiso dibujado como omisión de frenos de la gran jefa. Ninguna queja o mueca pública que haga pensar en descontento con el histrionismo y ejercicio de Berni ha surgido de ella, lo que podría medirse como una clara aprobación.

Lo maquiavélico multiplicado por bipolaridad puede permitirse un espectro insospechado de ensayo de personajes construidos con incoherencias pero las lecturas de mano firme de Berni logran un cultivo de empatía circunstancial que por ejemplo el espía militar Milani nunca logrará con su horroroso discurso de izquierda muerta y hasta combatido por sus ex colegas.

Berni monta en Harley, porta armas de terminator, camperas infladas con 50 lb, salva vidas, discute del lado del sentido común y tiene exceso de adorables mascotas. Y aún no hemos visto a los colectivos LGBT o pañuelos verdes dirigirle quejas, quizás su despilfarro de testosterona sea una medida extrema de orientación sexual a incorporar a las minorías de las rayas.

Las 30 llamadas de ida y vuelta todas en un día con su jefa deben ocupar peso en su virtual currículum, en especial cuando virtualmente tiñeron sus suelas de rojo. ¿Cómo encaja este antagonismo en un Frente de puros relatos que hasta ahora fue orientado desde la izquierda usufructuando cualquier situación en la que pudiera sacar provecho el lobby de los DDHH.

Encaja simplemente porque encaja en el desquicio personal de la reina madre de la colmena donde bajo su influjo todo lo que disponga está permitido y aceptado.

Fue anticipado por quienes analizan los derroteros de la política que el nuevo intento de viraje profundo hacia la izquierda (escondido en la oferta electoral como moderación) sólo produciría un efecto rebote más profundo hacia la derecha ante el menor indicio de fracaso.

Pues si el rebote es hacia la derecha, la capacidad bipolar de la dueña de la fe colmenar no tendrá restricciones en correrse de margen, lo que simplemente será obedecido y aceptado por el bien del modelo. La colmena no piensa solo acepta.

La dirección de rebote hacia la derecha o el endurecimiento de posiciones ya había quedado claramente visible en el interludio post PASO 2019 cuando el discurso de Pichetto cobró una relevancia insospechada o cuando la alta aprobación de la gestión de la ministra Bullrich se transformó en estandarte.

Que Bullrich presida el Pro es resultado también de una lectura de esa realidad de rebote.

Bullrich viene del otro lado de la frontera cuando aún ni siquiera era una zanja, lo de la grieta sería más tarde.

Merkel viene de la RDA de atrás de una frontera que en partes tenía muros y si no los tenía cruzarla era mortal. Aunque ella y su familia tenían permiso para hacerlo.

Bullrich cruzó la frontera particular de nuestra existencia en varias oportunidades. Se dio el permiso de hacerlo. Construyó su carácter, construyó sus propios espacios, los arrimo y alejo de variadas alianzas según las circunstancias hasta llegar a presidir uno que no le es propio desde sus inicios al otro lado exacto de su militancia juvenil.

Merkel tránsito desde el CDU (Unión democrática cristiana alemana) variedad de alianzas y acuerdos. Protestante liderando un partido de raíces católicas, se definiría más adelante salvando toda diferencia como profundamente cristiana.

Mentada nada menos que por Helmut Kohl, le tocó reemplazarlo y luego desplazarlo, autocrítica mediante, pidiendo la renovación del CDU.

La nueva Patricia mentada por Mauricio Macri es reclamada como renovación temprana de un espacio que aún no se ha consolidado pero que quienes lo votaron quieren consolidar tras el sentido común de ese lado de la grieta más allá de todas las subdivisiones e intentos traicionados que los componen. Todos piden lo mismo y Patricia parece no defraudar esas expectativas en casi nada, excepto en que la figura de Macri brilla desde ese tardío intento de remontar una elección convirtiéndose aun con sus fracasos a cuesta (el económico y el electoral) en el fundador de la nueva unidad anti populista.

El posible rebote hacia la derecha potenciado por el estropicio de la supuesta moderación K no puede tomar por sorpresa a quien siempre puede darse el lujo de ir un paso más adelante libre de todo escrúpulo y marcando agenda. Si la tendencia es el rebote, la reina de la colmena no necesita dar explicaciones para anticiparlo tomando la delantera y Berni en su prueba piloto de enfrentamiento con la calle premiado con silencios de aprobación parece ser el indicado ante el riesgo que significa para la continuidad del  modelo la radicalización anti populista

Bullrich aún tiene un problema, su peinado sin traspasar la grieta. Lo de enfrentar en autocrítica a su mentor será para más adelante. Sólo a modo de comparación Kohl decía de Merkel “mi muchachita”, Bullrich ya dejó de ser “la piba” ha llegado a la tierra firme anti populista sumamente crecida con un discurso recatado en torno del sentido común pero que puede volverse de recto filo certero en pocos caracteres. Sus twits podrían ser una plataforma de campaña.

Derecha contra derecha puede ser el escenario donde los contrincantes pretendan aprovechar ese rebote consecuencia del hartazgo y fracaso de la izquierda.

Pero una de esas derechas puede ser tan de derecha como moderado fue el regreso K.

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