Por Giuliano Iezzi.-

Es ya evidente que sólo un milagro evitará la liberalización del aborto en Argentina. Le pongan el nombre marketinero que quieran, se trata de matar a un ser humano indefenso.

Como nada es gratuito, yendo a los papeles de la cuestión, alguien deberá pagar los costos de la práctica. Lo cual afectará de manera diversa los distintos niveles.

Las prepagas, obligadas a reconocerlos, inmediatamente aumentarán proporcionalmente las cuotas incluyendo los costos y los beneficios como corresponde. Parece inocuo, pero resulta que hay personas que “comen un bocado menos” para poder sostener esa “seguridad” sanitaria. Muchos de ellos de la tercera edad, por lo tanto se corre el riesgo de que muchos se verán frente a la disyuntiva de abandonarlo por imposibilidad.

En el caso público es bien sabido que los recursos no alcanzan en ningún campo de la salud. Se trata de una ecuación de suma cero, o sea que si pongo acá irremediablemente debo sacar de algún lado. Lo que le doy a alguien se lo debo sacar a otro alguien.

En resumidas cuentas, para matar a un ser por venir, inexorablemente, pongo en peligro la vida de un ser vivo.

Esa será la elección de hierro de los médicos.

O sea que inevitablemente duplicarán el dolor, lo hagan como lo hagan.

¿Objeción de conciencia?

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