Por Jacinto Chiclana.-

Como ya sé que abundan los fanáticos que no entienden razones, doy por supuesto que alguno de ellos saldrá a roerme los tobillos, bautizándome como un nuevo émulo de la Gata Flora.

Asumiendo ese riesgo, necesito pedirles algo a los integrantes de este nuevo y fecundo equipo que hoy, bajo el mando descentralizado de nuestro Presidente (ahora sí con mayúscula), está en plena tarea de desbrozar la maraña de injusticias, acomodos, oferta sin límite ni pudor de cargos en el Estado para premiar lealtades oscuras, nepotismo generalizado y proliferación de conchabos, todos pagados por nosotros, los boludos de siempre, que cumplimos con nuestras obligaciones como contribuyentes.

Ese algo es que no usen la guadaña, muchachos.

Las herramientas más aptas para hilar fino y cortar las malezas que infectan la quinta es la tijera o la hoz. Y así y todo, hay que tener cuidado, porque se pueden cometer injusticias irreparables de tanto cortar y cortar con los ojos vendados o utilizando una herramienta grosera.

Me parece genial que se acabe de una vez por todas con los famosos ñoquis y los cargos de favor repartidos de a miles por la agrupación del famoso tío al que Perón corrió de un cachetazo. Casi siempre poniéndolos en manos de inútiles o gente no capacitada para ejercerlos y como puntas de lanzas para entorpecer y encarajinar al nuevo gobierno.

Esa suerte de lotería de última hora de aquel pasado 2015 en el que miles y miles de militontos de La Cámpora ingresaban de a decenas y se reproducían como conejos en primavera en los puestos más insólitos y variados… Y cuando el puesto no existía, lo inventaban.

Tenemos sobradas noticias de los desastres de Aerolíneas, la Casa de Moneda, el Senado de la Nación y muchos otros organismos e instituciones copadas por las huestes de Atila, transmutada en Nefertiti, con quiebres arrabaleros por obra y gracia de la reencarnación, como para que sea necesario abundar en detalles.

Pero el desmalezamiento debe ser con cuidado, para no cometer injusticias con gente que nada ha tenido que ver con la fiebre invasora o con gente que simplemente está en el lugar equivocado en el momento ídem.

Es fácil agarrar la guadaña en medio del campo de trigo maduro y hacer una carnicería pretendiendo erradicar los yuyos malos que salen aquí y allá.

Tienen todo el tiempo del mundo como para desbrozar una por una las malas hierbas, antes que transformar la fecunda tarea en una caza de brujas, blandiendo el arco y las flechas con punta de plata.

Y no olviden el valor del ejemplo.

Suena bastante feo que pontifiquemos sobre el tema y algún ministro de la Nación acomode a su novia o que la señora vicepresidente ascienda a su prima.

Recuerden que todos los que pusimos nuestra papeleta en la ranura maravillosa de la caja de cartón, para que ustedes vengan a administrar este país y a concitar nuestro apoyo para hacerle recuperar el papel que nunca debió de perder, creímos a rajatabla todo lo que nos prometieron.

Y entre esas promesas estaba la de administrar el Estado con total imparcialidad y dando siempre el ejemplo.

Me parece que en algunos casos se les fue la mano y, en lugar de buscar la tijera, manotearon la guadaña sin complejos y arrasaron con muchas espigas de trigo junto con pocas malas yerbas.

Se ha quedado sin laburo gente que nada ha tenido que ver con el gobierno anterior. Gente que cumplía con sus obligaciones sin anteponer militancia alguna y con la idoneidad necesaria para ello.

Y me temo que los han rajado como a perros y sin analizar cada situación.

Con la guadaña no, muchachos.

La acción es la acción, pero no es bueno ni edificante medir a todos con la misma vara y hacer actuar como si La Mole Moli se pusiera a bailar El Lago de Los Cisnes dentro de una cristalería.

¿Qué me pregunta usted allí abajo?

¿Con qué derecho critico?

Con el derecho de haberlos elegido, con el derecho de cumplir con todas y cada una de mis obligaciones como ciudadano y haber utilizado esta digna tribuna para denunciar cada uno de los atropellos cometidos en estos doce años de oprobio institucionalizado, disfrazado de gobierno nacional y popular.

Porque les entregué y aún sigo haciéndolo, toda mi fe y mi esperanza, porque creo en ustedes y quiero seguir creyendo.

Pero no claudico en mi derecho de opinar, ni de criticar si algo me parece mal.

Si así fuera, sería más de lo mismo.

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