Por Enrique Guillermo Avogadro.-

“Si haces que los adversarios no sepan el lugar y la fecha de la batalla, siempre puedes vencer”. Sun Tsu

Antes de entrar en materia, me parece oportuno recordar a Cristina Fernández, que hizo una rara apología del régimen capitalista de partido único de China, que allí a los corruptos literalmente los matan; como quizás lo ignore, le recomendaría no pensar en Beijing o Shanghai como exilios dorados, no vaya a ser que pase a engrosar la lista de condenados. Y también que su mentor, Vladimir Putin, además de vendernos carísimas y mundialmente rechazadas vacunas que tantos negociados permitieron a funcionarios y dueños de laboratorios argentinos, sencillamente asesina, en cualquier país, a sus ex-cómplices en el saqueo monumental que siguió a la implosión de la Unión Soviética. ¡Otro eventual refugio peligroso para ella!

Pero volvamos ahora a la mesa de arena nacional, en la cual Alberto Fernández, renovando sus patéticas credenciales como visitante oficial a Europa, modificó desvergonzadamente su posición geopolítica sobre la sangrienta invasión de Rusia a Ucrania e, inclusive, sobre China, habló públicamente de asuntos internos, criticó a la oposición, se disfrazó de rupturista con el kirchnerismo y anunció que aspira a la reeleción, de todo lo cual, como siempre, se arrepintió un día después. De todas maneras, ¿con qué capital intentaría repetir su mandato si su imagen y su intención de voto son aún más negativas, si cabe, que las de su jefa?

Durante su periplo turístico e inútil llegó a afirmar que tendrían que irse los funcionarios que no se alinearan con su “política económica” (¿será lo mismo que el plan plurianual, tan anunciando como inexistente?), en especial los vinculados al área energética; éstos -el Secretario (Darío Martínez), el Subsecretario (Federico Basualdo) y los titulares de Enargas (Federico Bernal) y del ENRE (Soledad Manín), todos integrantes de La Cámpora, le respondieron ausentándose de las audiencias públicas donde se discutían los aumentos tarifarios de la luz y el gas. ¿Qué hará ahora el MemePresidente, que hace tiempo dejó colgado del pincel a su tan adorado Ministro de Economía, Martín Guzmán, cuando éste intentó expulsarlos del Gobierno?

El título de esta nota se refiere a una duda que me corroe: ¿otra vez Cristina Kirchner intentará vendernos gato por liebre? ¿Se están disfrazando ella y su pibe de los mandados de policía bueno y policía malo, como tantas veces han hecho? No tenemos que perder de vista un tema central: la amoralidad de la jefa de la asociación ilícita que nos gobierna (no digo “inmoralidad”, pues hacerlo supondría que sabe qué es la moral y prefiere faltar a sus mandatos, cuando en realidad ignora por completo qué significa). Tampoco es cuestión de desconocer su perversa, pero admirable, genialidad política, de la cual partir en dos el bloque oficialista en el Senado para robar a Luis Juez su silla en el Consejo de la Magistratura fue sólo el más reciente botón de muestra.

Si el enfrentamiento entre el MemePresidente y la PresidenteVice sólo fuera un nuevo truco de prestidigitación, Cristina tiene un aliado fundamental: Juntos por el Cambio. A pesar del denodado esfuerzo que están realizando las fundaciones que han armado los partidos que integran la alianza para preparar y consensuar planes de gobierno, las disputas públicas entre sus líderes, sobre todo porque se trata de aspiraciones personales para unas elecciones que ni siquiera tenemos la certeza de que se realizarán antes de un monumental estallido social, actúan como fuelles para aumentar el fuego electoral del oficialismo. Cuando digo esto, me refiero a que, con estos índices de inflación que, anualizados, ya superan el 80%, estamos peligrosamente cerca de una hiper; ¿resistirá esta sociedad, tan golpeada y con una inédita pobreza, volver a caer pacíficamente en ella?

En el breve espacio restante debo anotar dos hechos. El primero fue la actuación del Ministerio de Defensa en el pleito que los falsos mapuches iniciaron contra el Estado para quedarse con 180 hectáreas de la Escuela de Montaña del Ejército, donde dejó vencer el plazo de apelación y así dio firmeza al fallo que concedía ese disparate monumental. La asquerosa frutilla del ese postre la puso la vocera presidencial, Gabriela Cerruti, que reivindicó a los “pueblos originarios” calificando al Presidente Julio A. Roca como criminal por su Campaña al Desierto.

Esa actitud del Ministerio conducido por Jorge Taiana, con amplio pasado en las organizaciones subversivas financiadas y entrenadas por Cuba, Líbano y Argelia, que ensangrentaron a la Argentina en los 70’s, es un nuevo paso en el camino de venganza contra las fuerzas armadas que, si bien lleva casi cuarenta años, tomó trágico vuelo de la mano del fundador de la asociación ilícita claramente organizada por la familia Kirchner para saquear el país hasta la extenuación.

Y el segundo es la recomendación que hizo la Corte Suprema de la Provincia de Buenos Aires a los tribunales inferiores en el sentido de moderar la aplicación de las prisiones preventivas para aliviar la superpoblación en las cárceles y comisarías bonaerenses, con el argumento de que se trata de penas anticipadas. Más allá de enfrentarnos a una renovada “puerta giratoria” para incrementar los índices delictuales, pregunto a esos señores jueces qué opinión tienen sobre las prisiones preventivas que mantienen en la cárcel, por lapsos que superan los quince años, a los cientos de militares encausados porque “debieron saber lo que ocurría” y, a partir de esa suposición, haber violado los derechos humanos de los asesinos terroristas.

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