Por Hugo López Carribero.-

El reclamo, en nuestro país se hace sentir con fuerza desde la clase media, de manera constante y uniforme. Los sectores más conservadores del estamento social ven con buen agrado la creación de nuevas unidades carcelarias destinadas a albergar y aislar a los delincuentes peligrosos que muy especialmente merodean los conurbanos de las grandes ciudades.

A mayor abundamiento, los componentes de ese sector social se pronuncian enfáticos y entusiasmados para la instalación de un mega complejo carcelero en la olvidada Isla de los Estados. Allí los reclusos estarían lejos y sin chances de evadirse, aun cuando los carceleros no portaran armas por razones religiosas.

Sin embargo, las cosas no son así en otras partes del planeta. Y para asombro, celos y envidia tenemos dos casos visibles. La inversa, la posibilidad de cerrar y clausurar unidades carceleras también existe en el mundo.

Primero empezó Suecia, cerrando definitivamente cuatro cárceles, de un plumazo, por falta de presos. Una medida que los suecos vieron con total normalidad y razonabilidad. Los edificios, tres de ellos, están siendo remodelados para convertirlos en centros de investigación científica. El restante ya ha sido acondicionado para que funcione un museo y el Instituto de Enseñanza Histórica para alumnos universitarios.

Sin perjuicio de ello se podía observar que durante el funcionamiento de la cárcel, las medidas de seguridad eran escasas, pero  aun así no había intentos de fugas.

Más tarde, en Holanda comenzó la especulación a raíz de la cual se ponía en tela de juicio la existencia nada menos que de 19 unidades carcelarias que eran observadas por los ciudadanos como lugares de abundante ocio por parte de los carceleros por la falta de reclusos.

En el año 2009, desde el Ministerio de Justicia se hizo saber que muy factiblemente se procedería al cierre de varias prisiones por estar considerando que se trataban de lugares sin labores concretas, a raíz de su vaciamiento.

Finalmente se acaba de conocer la novedad, en el sentido de  clausurarse las prisiones holandesas en cuestión, comenzando ahora el debate ciudadano sobre cuál será finalmente el destino que se les dará a las edificaciones. Entre las opciones también existe la moción de demolerlas y crear espacios públicos verdes para la recreación.

Se destaca que las Justicias suecas y holandesas están en la punta de las más eficientes de Europa, por lo cual el motivo de la falta de reclusos sólo se debe a la ausencia de delitos.

En este sentido hay quienes propician la disminución de cargos en la Justicia penal, pues también allí se ha detectado la merma de trabajo. Lo más curioso es que los propios jueces del fuero penal han reconocido esta situación y están en condiciones y dispuestos a renunciar a sus cargos para que el Poder Judicial funciones sólo con lo necesario. ¡Caramba!

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