Por Oscar Edgardo García.-

La clase pasiva es continua presa de la escalada inflacionaria y tiene otros problemas financieros adicionales que se suman a los alicaídos haberes que percibe y que contribuyen a su mayor deterioro.

Sabido es que todos los jubilados deben aportar al PAMI y que, dada la mala atención que el instituto les brinda, se ven obligados a atender su salud a través del sistema privado de medicina prepaga motivo por el que deberán cumplir con los aumentos generales, complementarios y acumulativos con respecto a los autorizados anteriormente, dispuestos por el Ministerio de Salud para las empresas de medicina prepaga para los próximos meses: mayo 8%, junio 10%, julio 4%.

A este castigo a los bolsillos de la clase pasiva cabe adicionar el aumento descontrolado de los medicamentos que sufrieron un incremento superior al 20% en los últimos cuatro meses y, además, los laboratorios actualmente están aplicando dos aumentos por mes, en algunos casos.

Como si todo lo mencionado precedentemente fuera poco, el Ministerio de Salud de la Nación modificó a partir del mes de abril la cobertura de medicamentos para patologías crónicas, las que obviamente son comunes en las personas mayores, y como consecuencia de la normativa dictada algunos fármacos que antes tenían una cobertura del 70% quedó reducida ahora al 40%.

Por si no queda claro, esa diferencia del 30% deberá ser sufragada por el paciente y como en esta medida están comprendidos medicamentos para tratamientos de hipertesión, diabetes y colesterol, entre otras patologías, es muy difícil que los jubilados no estén perjudicados con esta injustificable medida que acentúa aún más la pérdida de su poder adquisitivo, así como también la del resto de los pacientes.

Es indudable que los citados incrementos afectan a toda la población pero perjudican particularmente el bolsillo de la clase pasiva dado que su estado de indefensión es absoluto al carecer del derecho de acordar los incrementos de sus haberes previsionales por medio de paritarias y el gobierno nacional es el principal responsable de esta crítica situación, agravándola aún más disponiendo aumentos tardíos de los haberes previsionales y con porcentajes inferiores a los índices de inflación.

La conclusión final es que la clase pasiva, sin tener ni arte ni parte, debe pagar por las culpas ajenas y, como es ya habitual, acaba siendo el pato de la boda.

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