Por Hernán Andrés Kruse.-

Lo que se vivió el domingo 9 en la Plaza de Los Dos Congresos fue sencillamente penoso, impropio de una democracia que se precie de tal. Un grupo de docentes comenzaron a armar en ese lugar la denominada “escuela itinerante” pero no lograron concluir su faena porque un nutrido grupo de policías los molió a golpes. Incluso utilizaron gas pimienta para sofocar a los “revoltosos”. Como siempre sucede en estos casos hubo versiones cruzadas. Que hubo autorización de la autoridad competente para la ocupación momentánea de un espacio público. Que no la hubo. Que los policías se limitaron a obedecer órdenes del más alto nivel político. Lo cierto es que las imágenes brindadas por C5N fueron espantosas, lacerantes, indignas. Parecía mentira que unos uniformados fuertemente pertrechados embistiera de manera tan brutal contra docentes desarmados, completamente indefensos. La relación de fuerzas era tan abismal a favor de los policías que sólo cabe tildar de cobarde su accionar. Escenas de violencia que se creían superadas para siempre retornaron para hacernos recordar que la intolerancia y la represión siguen vivitas y coleando. ¿Había necesidad de un accionar policial tan violento? ¿Tan peligrosos eran los docentes que bajo la lluvia intentaban armar la “escuela itinerante”?

Envalentonado por las manifestaciones del 1 de abril el presidente de la nación cree contar con el suficiente apoyo popular para poner en práctica el método que considera más adecuado para despejar el espacio público: la violencia policial. Para Macri da lo mismo que quienes ocupan el espacio público sean manifestantes de izquierda preparados para el combate o docentes desarmados. Insólito, realmente. Lo cierto es que la policía actuó contra los docentes como si se trataran de fuerzas de choque altamente peligrosas. Teniendo en cuenta nuestro trágico pasado es de esperar que escenas como las que se vieron anoche por televisión no se repitan, para bien de todos nosotros. Mucha gente murió en las últimas décadas víctima de la violencia política y seguramente nadie quiere que nuevamente se derrame sangre de compatriotas. Desde marzo que el clima político se viene enrareciendo peligrosamente, lo que obliga a la clase política en general y al presidente de la nación en especial a hacer lo imposible por calmar los ánimos, por hacer que nuestra convivencia se apoye en la tolerancia y el respeto mutuo. Los argentinos hemos sufrido demasiado a partir de los setenta como para tener que volver a soportar escenas de violencia que sólo echan más leña al fuego.

En su edición del domingo 9 de abril, Página/12 publicó una entrevista efectuada por Ailín Bullentini al titular de Suteba, Roberto Baradel. Respecto al levantamiento de la huelga su respuesta fue contundente: “De ninguna manera. Teníamos votada la huelga hasta el paro general del 6 (de abril), no teníamos más medidas de fuerza votadas todavía. Así que con los fallos de la Justicia que obligan al gobierno nacional a llamar a paritarias y al provincial a devolver los montos descontados, decidimos reclamar a la gobernadora un diálogo sin condicionamientos y que cumplan con los fallos para concluir este conflicto. Quedó claro en nuestro comunicado (difundido el viernes) que continúa la lucha en reclamo de un salario digno” (…) Luego agregó: “La consulta que realizamos a los docentes de la provincia de Buenos Aires indagó sobre cómo seguir el conflicto, pero no sobre si el conflicto debía seguir o no. Los docentes optaron no por el paro por tiempo indeterminado, sino por una alternancia entre medidas de acción gremial, como clases públicas, clases abiertas con padres y madres, marchas de antorchas o abrazos a escuelas, y paros o medidas de fuerza cuando sean necesarios. No creo que el mes de conflicto haya revelado un límite, sino un cambio de etapa” (…) “Fue muy importante el tiempo transcurrido: un mes de movilizaciones masivas y contundentes, con medidas de fuerza muy fuertes que lograron algunos objetivos. Entendemos que ahora es tiempo de pensar y desarrollar medidas que articulen con la comunidad, que la involucre, pero siempre para reclamarle al gobierno un diálogo sin condicionamientos para llegar a una solución para este conflicto” (…).

“Quieren condicionar el diálogo y eso no lo aceptamos. La de hacer medidas de fuerza es una decisión que nos reservamos los trabajadores, es nuestro derecho constitucional. De ninguna manera aceptaremos ese condicionamiento ni ningún otro que implique una rendición de los trabajadores” (…) “Pero la intención de este gobierno es clara: quiere bajar salarios, entones maltrata, acusa, amenaza y dice que dialoga pero no dialoga” (…) “El hecho de que recusen a la jueza (Dora Temis) da la pauta de que este es un gobierno elegido democráticamente pero con comportamientos dictatoriales. Es un gobierno elegido democráticamente pero está tomando un viraje autoritario. Avanza sobre otros poderes del Estado. Cuando los jueces fallan conforme a derecho pero en contra de sus planes, ellos piden juicio político” (…) “El gobierno nacional es el que debe establecer el piso salarial. Es el cumplimiento del artículo 10 de la ley de financiamiento educativo, que entre otras cosas, dice que se tiene que convocar a los gremios docentes con representación nacional para fijar un piso salarial nacional y eso este año el gobierno no lo hizo. En cuanto a los descuentos, también están equivocados. Primero: no se trató de ningún error administrativo, es una irregularidad que cometieron, una ilegalidad, porque pidieron información a los establecimientos por un circuito que no es el normal y habitual, la entrega de controladores por parte de las escuelas. Segundo: tienen que devolver todos los descuentos” (…).

“Nos amenazan, nos acusan de ser los únicos responsables de la decadencia de la educación pública y también de resolver este problema. Nada es más alejado de la realidad; no dicen que no modificaron prácticamente la oferta paupérrima que hicieron al comienzo. Eligieron la confrontación porque quieren doblegar nuestra lucha, no quieren solucionar el conflicto” (…) “En realidad, no ganó nadie, sino que fue derrotada la política. Si un gobierno no puede anticipar un conflicto, sentarse con los actores de ese conflicto y resolverlo para que haya más y mejor educación y que los chicos tengan clase. Si no es capaz de hacer eso, la que pierde definitivamente es la política que lleva a cabo ese gobierno. Deberían repensar su posición. ¿Por qué considero que no abandonan esta posición? Por que quieren generar una crisis fuerte en la escuela pública para mercantilizarla, privatizar determinados segmentos de ella y por el otro lado, intentan mostrar que son capaces de doblegar a un sector tan importante como el docente, disciplinarlo, para poder después avanzar sobre el resto de los trabajadores”.

En la misma edición aparece publicado un artículo de Edgardo Mocca titulado “La nueva mayoría”. Dice el autor: “Una interpretación habitual atribuye a una estrategia de gobierno y sus publicistas, la polarización política en la que ha entrado el país; es interesante analizar esa atribución. El antagonismo que da lugar a esa polarización está en realidad, en la calle, en los medios, atraviesa la vida cotidiana, tanto como en los últimos años. Lo que sí puede entenderse como un recurso político-publicitario es la utilización sistemática del nombre de Cristina como expresión excluyente de ese antagonismo. No es muy difícil captar el razonamiento que alienta esa estrategia: es necesario agitar el anticristinismo porque es la única bandera que puede concitar alguna simpatía con el macrismo en un amplio sector de la población” (…) “La esperanza amarilla es, entonces, conducir el antagonismo político realmente existente en estos días por el camino de antiguas querellas no resueltas y convenientemente manipuladas en la actualidad”.

“Lo que no está funcionando bien en la estrategia comunicativa -para la que trabajan intensa y unánimemente los medios oligopólicos- es su correspondencia con la política real. Lo que se huele en la calle no es un estado de ánimo de tranquilidad colectiva, alterada demagógicamente por pequeños grupos organizados ya se sabe por quién. Lo que se huele es una profunda y mayoritaria preocupación por la realidad y por las tendencias que anidan en ella: no hay observador más o menos decente que lo esté negando” (…) “Y ese ánimo quedó reflejado en la masividad y el clima político que caracterizó las grandes movilizaciones del mes de marzo y comienzos de abril” (…) “Es un descontento muy amplio en lo social y cada vez más plural en su composición política” (…) “Sin embargo, según las crónicas de casi todos los medios la misma fuerza a la que se considera un fenómeno residual es capaz de poner a millones de personas en las calles: milagros del choripán y el colectivo” (…) “El principio del antagonismo dejó de ser la experiencia de la década pasada y pasó a ser la experiencia de hoy. Lo que antes se veía como una exageración absurda de uso electoral-una “campaña del miedo”-quedó corporizado duramente en estos meses. Hubo ajustes, descenso del salario real, apertura de las importaciones y consecuente penuria de la industria nacional. Hubo devaluación, disminución de retenciones al agro y a la minería, cayó el consumo popular, aumentó el desempleo, se produjo un endeudamiento externo brusco y gravoso hacia el futuro” (…).

“Por lo pronto, el cálculo de un rápido proceso de “deskirchnerización” del peronismo no se plasmó en la realidad: hace varios meses que asistimos a una serie muy grande de movidas a favor de la unidad del peronismo, de la cual son muy pocos y muy poco representativos los que se animan a proponer la exclusión del kirchnerismo; el nuevo clima popular hizo que hubiera que barajar y dar de nuevo. En la misma medida y al mismo ritmo que el peronismo fue rearmándose después de la derrota y los cálculos errados sobre el futuro que suelen acompañarla, el macrismo fue endureciendo esa conocida combinación entre realidades adversas y violencia verbal” (…) “Es en este contexto que hay que comprender el giro hacia la agresividad que ha tomado el discurso gubernamental y la creciente amplitud de sus ataques. Ya no se trata exclusivamente del kirchnerismo, lo acompañan ahora, entre otros, “los mafiosos sindicalistas” y el peronismo como tal, según lo proclamó la movilización ultramacrista del 1 de abril” (…)”.

“La idea de una nueva mayoría, de una nueva fórmula política de unidad nacional-popular-democrática-dejó de ser percibida como una ilusión o una simple consigna de ocasión, se convirtió en un proceso político real. Buena parte del futuro de mediano plazo en la Argentina empieza a girar alrededor de la suerte de ese proceso. Si es bien conducido, su importancia superará largamente la de una elección y se convertirá en un fenómeno de época: hoy sabemos más claramente que nunca que un proceso de transformación de la profundidad que es necesario en la Argentina- a tal punto que inevitablemente lleva a la discusión de una nueva constitución-solamente puede ser recuperado y profundizado con una relación de fuerzas muy superior a la de los años del kirchnerismo. Claro que para llevar a la práctica con éxito un proceso de construcción de esta naturaleza no se pueden “saltar” las elecciones de octubre. No se puede aludir a un fenómeno fantasmal llamado “unidad nacional” por fuera de un proceso de la importancia de estas elecciones de medio término, signadas como estarán por un problema político central que empezará a dirimirse en ellas: la de si el macrismo y sus políticas neoliberales se consolidan en el tiempo o no” (…).

“La inercia es un enemigo poderoso en esta tarea. Lo más fácil es sostener el “cassette” propio y no enriquecerlo en un proceso de mutuo aprendizaje. Lo más fácil es también la desconfianza, las prevenciones mutuas. Por eso el liderazgo es decisivo. Y no se inventa para cada ocasión, está ligado a un determinado proceso histórico, se alimenta de él y debe elevarse con él” (…) “Está claro que sin ese nivel de unidad es difícil generar una situación de freno al macrismo en sus políticas antipopulares y de preparación de condiciones para superar en plazos lo más breves posibles esta dramática circunstancia nacional” (…) “Se necesita producir una fuerte advertencia popular sobre el funcionamiento de las instituciones. En ambas cámaras del Congreso, las oposiciones al gobierno son amplias mayorías, lo que no impidió que algunas de las medidas socialmente más lesivas fueran acompañadas por las mayorías de ambas cámaras. La primera regla de una unidad verdadera es la existencia de un compromiso en la defensa del programa común que sustenta la unidad. Las nuevas mayorías no son necesarias solamente para abrir un nuevo capítulo en la elección presidencial de 2019. Lo son también como forma de ponerle límites a un ejercicio arbitrario y tendencialmente violento del gobierno que se ha profundizado en los últimos meses”.

En su edición del 9 de abril, La Nación publicó un artículo de Pablo Sirvén titulado “La calle no resuelve el futuro argentino”. Dice el autor: “Hay que desenamorarse de la calle lo más urgente posible. La idea de que deliberar en la vía pública resuelve todos los temas es meramente virtual y atrasa. Lo único que falta es que a la manía que tiene el peronismo, en cualquiera de sus vertientes, para demostrar su poder de convocatoria reclutando gente, y la izquierda, infinitamente más minoritaria, pero siempre presta a sumar al malestar callejero, los ciudadanos sin militancia-esencialmente pertenecientes a la clase media-se envalentonan con marchas a repetición, como la del sábado de la semana pasada. La representación teatral de los estados de ánimo de una sociedad en la vía pública deben quedar reservados a acontecimientos excepcionales. Cuando la ocupación de la calle es constante, como ha venido sucediendo en las últimas semanas, termina siendo contraproducente porque se resquebraja lo más elemental de la vida en sociedad: el respeto por el otro, la libertad de circular y el derecho a llegar a tiempo a las obligaciones laborales y educativas, amén de poner en riesgo extremo la atención de emergencias” (…).

“Las interpretaciones demagógicas del tipo “que se jorobe la república de los automovilistas”, que pulula del lado supuestamente progre de las redes sociales, choca contra el salvaje extremo opuesto, que encarna el animador Baby Etchecopar, que en reciente arenga reveló que “cada palazo en el lomo de esta gente, nosotros lo disfrutamos y gritamos “gol” en casa”, en referencia a la represión de la Gendarmería a los manifestantes que cortaron la Panamericana durante el paro general de la CGT el jueves último. El primer argumento deriva de una visión elitista, prejuiciosa y reduccionista de la realidad” (…) “Se olvidan de los colectivos repletos de trabajadores, de los camiones y camionetas de reparto de mercaderías, de los taxistas que se quedan atrapados horas en los permanentes caos de tránsito que se generan” (…) “El segundo argumento expresa con rancia franqueza autoritaria la cólera contenida de millares de personas que casi a diario son usados como rehenes para que con su sufrimiento den visibilidad a reclamos de todo tipo, inclusive legítimos. El corte a repetición, lejos de ampliar libertades, genera fatigas y resentimientos que no contribuyen a la construcción democrática” (…).

“La ocupación de la calle el mes pasado con sucesivas protestas relacionadas entre sí agregaron un plus de gravedad que, paradójicamente, desataron una nueva e inesperada concentración el sábado pasado, en repudio de aquéllas y en defensa de la democracia y del gobierno actual, fogoneadas a pulmón desde las redes sociales ante la incredulidad de su éxito por parte del periodismo y de la que también tomó distancia, en principio, el Gobierno para que no se le endosara el eventual fracaso. Las protestas de marzo, el extendido paro docente, la reivindicación del terrorismo armado setentista, la franqueza brutal de Bonafini, la euforia del “Club del Helicóptero” (…) “resultaron un “deja vu”, un “volver al futuro” del todo conveniente para el actual gobierno, en un tiempo de cosecha todavía muy magra desde el punto de vista del bolsillo de la población, porque refrescó de qué se trataba todo aquello contra lo que se votó mayoritariamente en noviembre de 2015. Un favor enorme que retempla a la administración de Cambiemos y que llega por el lado más inesperado”.

En su edición del 9 de abril Página/12 publicó un muy interesante artículo de Atilio Borón titulado “La guerra de Trump”. Dice el autor: “Acosado por sucesivas derrotas en el Congreso…y en la Justicia…Donald Trump apeló a un recurso tan viejo como efectivo: iniciar una guerra para construir consenso interno. El magnate neoyorquino estaba urgido de ello: su tasa de aprobación ante la opinión pública había caído del 46 al 38 por ciento en pocas semanas; un sector de los republicanos lo acosaba “por izquierda” por sus pleitos con los otros poderes del estado…; otro hacía lo mismo “por derecha”, con los fanáticos del Tea Party a la cabeza que le exigían más dureza en sus políticas anti-inmigratorias y de recorte del gasto público. Por su parte, los demócratas no cesaban de hostigarlo. En el plano internacional las cosas no pintaban mejor: mal con Merkel durante su visita a la Casa Blanca, un exasperante subibaja en la relación con Rusia y una inquietante ambigüedad acerca del vínculo entre EEUU y China”.

“Con el ataque a Siria, Trump esperaba dotar a su administración de la gobernabilidad que le estaba faltando. Los frutos de su iniciativa no tardaron en aparecer. En el flanco interno, el chauvinismo y el belicismo de la cultura política norteamericana le granjearon de inmediato el apoyo de republicanos y demócratas por igual” (…) “Tanto Hillary Clinton como John Kerry no ahorraron elogios al patriotismo y la determinación con que Trump enfrentó la amenaza del régimen sirio, a quien se le acusó, contra toda la evidencia, de haber utilizado el gas sarín que días atrás produjo la muerte de al menos ochenta personas en un ataque perpetrado en la ciudad de Jan Sheijun. Fuentes independientes señalaron que esa macabra operación no fue causada por Damasco sino por los “rebeldes” amparados y protegidos por Occidente, las tiranías petroleras del Golfo y el gobierno fascista de Israel” (…).

“El inesperado giro de Trump (que en su campaña había divulgado 45 tuits diciendo que “atacar Siria era una mala idea porque podría precipitar el estallido de la Tercera Guerra Mundial”) debe poner en guardia a los países de América Latina. No otra debe ser la actitud cuando se analizan las declaraciones del Jefe del Comando Sur, Kurt Tidd, quien ante el Comité de las Fuerzas Armadas del Senado de Estados Unidos, textualmente habló de “una creciente crisis humanitaria en Venezuela que eventualmente podría obligarnos a una respuesta regional”. Cuando comienzan su periplo descendiente los imperios potencian su barbarie y tratan de retrasar lo inevitable lo más posible. No sería de extrañar entonces que Trump intentara “normalizar” el mapa sociopolítico del hemisferio recurriendo también aquí al lenguaje de los misiles”.

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