Por Hernán Andrés Kruse.-

Durante su periplo por Europa, el Presidente concedió una entrevista a La Nación de donde seleccionamos algunas de sus frases más destacadas. Dijo Mauricio Macri:

  1. “Acá no hay más impunidad. Eso incluye a jueces, empresarios, sindicalistas, políticos, periodistas. Todo el mundo tiene que cumplir la ley”. Su caradurez carece de límites. Nadie duda que la impunidad deba ser desterrada del país. En este sentido, si la Justicia finalmente encuentra culpables a la ex presidente de la nación y compañía, pues entonces que reciban el condigno castigo. Si alguien en la función público robó a mansalva, lo más justo es que pague las consecuencias. Lo que sucede con el presidente de la nación es que su nombre aparece vinculado a numerosas empresas offshore, tal como lo revelaron los Panamá Papers. Como estas empresas se destinan a fines ilícitos-lavado de dinero y/o evasión fiscal-sus dueños están al margen de la ley; son, por ende, delincuentes. Mauricio Macri, lamentablemente, entra en esta categoría del Código Penal. Alguien dijo alguna vez que la única verdad es la realidad. La realidad indica que el presidente argentino figura como máxima autoridad en varias empresas de esta índole. En consecuencia, está fuera de la legalidad. Carece, por ende, de toda autoridad moral para pontificar sobre la ética y el cumplimiento de la ley.
  2. “Prometí que en el segundo semestre iba a bajar la inflación, que iba a avanzar la obra pública y que iban a llegar inversiones, pero no es automático”. Pese a su proclamada fe desarrollista -ha admitido ser admirador de Arturo Frondizi- desde que asumió no ha hecho otra cosa que obligar al pueblo a ajustarse el cinturón. Al mismo tiempo, no dudó en devaluar la moneda provocando una gigantesca transferencia de recursos hacia los sectores más concentrados de la economía. La ciencia económica enseña que cuando la moneda pierde su valor la calidad de vida de los trabajadores desciende. Surge el flagelo de la inflación como efecto lógico de la depreciación de la moneda. La inflación contrae el consumo lo que termina provocando un enfriamiento de la economía. Hoy la economía está helada y, lo que es peor, hay inflación. El resultado no es otro que la estanflación.
  3. “Si al terminar mi presidencia no bajé la pobreza, habré fracasado, más allá de lo que hayamos obtenido”. Desde que asumió Macri la pobreza se ha incrementado geométricamente. Es la lógica consecuencia de las políticas de ajuste que obligan a los más débiles a hacerse cargo de los costos de la crisis. Al aumentar las tarifas y los precios en las góndolas, la gente se ve obligada a achicar gastos, a contraerse, lo que a la larga ocasiona un fuerte deterioro en su nivel de vida. Como los sueldos, jubilaciones y pensiones quedan completamente rezagados en comparación con la inflación, el número de pobres aumenta sin parar. La política económica de Macri conduce inexorablemente al fracaso, salvo que quienes gobiernan tengan en mente que en el futuro convivan en la Argentina solo dos clases sociales: los ricos y los pobres.
  4. “Si logramos una cifra superior a los 25.000, 30.000 millones de dólares, la Argentina va a estar financiando su gradual reducción de inflación”. Evidentemente el presidente apuesta la suerte de su gobierno a la ayuda foránea. Ahora bien, la pregunta que cabe formular es la siguiente: ¿por qué los empresarios extranjeros optarían por nuestro país para invertir? Enfocando el problema exclusivamente desde la óptica empresarial, cabe concluir que ningún hombre de negocios del extranjero arriesgaría a invertir en un país que, como la Argentina, reina la más absoluta impredecibilidad. Durante la década de los noventa imperó la “economía popular de mercado” y un alineamiento incondicional con los Estados Unidos. Durante la década kirchnerista imperó el consumo interno y el multilateralismo internacional. Ahora, con Macri, el país retornó, más que a los noventa, a principios del siglo XX donde ejercía su dominación el orden conservador. Semejantes cambios tanto en política interna como en política externa no hacen más que dejar perplejos a los hombres de negocios de afuera. Por eso prefieren países predecibles como Chile, por ejemplo, que por más que sea gobernado por gobiernos de centro izquierda o de centro derecha, existen políticas de estado intocables (la política exterior, por ejemplo). Los negocios exigen predecibilidad y en la Argentina ese valor brilla por su ausencia. De ahí que lo único que podemos esperar en el futuro mediato es el arribo de capitales especulativos y no de inversiones que tenga como mira la producción y el empleo.
  5. “Cuando en tu casa tu papá te miente y en vez de invertir parte de su salario en mantener la red de gas y los caños de agua va sosteniendo una aparente situación de bonanza que no es tal, un día se te cae toda la casa abajo. Esto es lo que le pasó a la Argentina”. Una mentira cruel y despiadada de parte del presidente de la nación. Uno de los objetivos fundamentales del kirchnerismo fue abrir de par en par las compuertas de la inclusión social. Es probable que no lo haya hecho de la mejor manera posible y que haya habido mucho de clientelismo político, pero nadie puede negar que los gobiernos K intentaron que la mayor cantidad posible de argentinos abandonara la muerte civil a la que los había condenado “la economía popular de mercado” aplicada sin anestesia por Carlos Menem. El kirchnerismo partió del principio según el cual toda persona, por el solo hecho de ser tal, tiene derecho a una vida digna. Todas sus medidas sociales tuvieron como meta elevar socialmente a la mayor cantidad posible de argentinos y argentinas. Eso es, precisamente, lo que la oligarquía jamás toleró del kirchnerismo. Porque como bien señaló Jauretche “ignoran que la multitud no odia, odian las minorías, porque conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor”.
  6. “Cuanto uno más hace más se equivoca. Pero nosotros si nos equivocamos, corregimos y seguimos haciendo, porque la dinámica del hacer es lo que nos va a sacar adelante”. En realidad, Macri no se equivoca sino que golpea y golpea hasta encontrar algún tipo de obstáculo, para luego retroceder esperando una nueva oportunidad para continuar avanzando. El presidente basa todo su gobierno en auscultar todo el tiempo el corazón de la opinión pública. Si observa que sus medidas le provocan taquicardia, desacelera hasta que su ritmo cardíaco vuelva a la normalidad. Pero su meta no cambia: hacer a los ricos más ricos y a los pobres más pobres. Su estrategia preferida es, por ende, el esmerilamiento por goteo, ganar por cansancio.
  7. “Lo importante es que ellos (por el peronismo) entiendan de fondo las cosas que no funcionaron. La falta de apego a la institucionalidad, a la verdad, a la inversión, a la cultura del trabajo. Si es kirchnerismo o no kirchnerismo, es una discusión que no tiene que ver con el futuro”. Es indudable que el peronismo, a lo largo de su historia, ha dado numerosas pruebas de su falta de respeto por la institucionalidad y la verdad. Pero que sea el propio Macri, un mentiroso serial, quien acuse al peronismo de burlarse permanentemente de la verdad, resulta verdaderamente tragicómico. En su “debate” con Scioli el 15 de noviembre pasado juró y recontrajuró que no devaluaría, que no aplicaría tarifazos y que protegería el empleo de los argentinos. Pues bien, su gobierno se viene apoyando en los siguientes “pilares”: una permanente devaluación del peso, tarifazos a troche y moche, y la creación del “ejército industrial de reserva”. Cuando habla de respeto a la institucionalidad pareciera como si nos estuviera tomando el pelo. ¡Cómo puede hablar de respeto a la institucionalidad un presidente que hizo entrar por la ventana a dos nuevos miembros de la Corte Suprema! Al margen de ello, lo cierto es que el peronismo está hoy en un laberinto. Los dirigentes “ortodoxos” ya no saben qué intentar para despegarse de Cristina, lo cual resulta lastimoso y patético. Porque son los mismos que hasta no hace poco no titubeaban en arrastrarse con tal de quedar bien con la ex presidente. Mientras tanto, Sergio Massa se esmera cada día más en presentarse como la “alternativa civilizada” o, si se prefiere, la “vertiente sistémica” del peronismo, en oposición al “incorregible” kirchnerismo.

El presidente estuvo en Tucumán por los festejos del Bicentenario de la Independencia. Clarín extrajo algunas frases de su discurso que no tienen desperdicio.

  1. “No tengamos miedo, no escuchemos a aquellos que se han enfermado con el poder, porque ya empezamos a caminar en la dirección hacia un futuro mejor y con otros valores: con la cultura del trabajo, del esfuerzo personal, del diálogo después de años tratando de encontrar soluciones comunes”. Que Macri hable de la cultura del trabajo es como si Lucky Luciano hablara del combate a las mafias. ¡Cómo puede ser posible que un presidente que aplica un plan económico que necesariamente implica la destrucción de miles de puestos de trabajo, hable de la cultura del trabajo! Realmente su cinismo raya la obscenidad.
  2. “Encontramos un país y un estado muy castigado por la mentira y la corrupción, que nos sigue irritando todas las semanas”. Lo que hay que soportar: que Macri hable de mentira y corrupción. Justo él, que prometió que no aplicaría, en caso de llegar a la presidencia, tarifazos ni impondría devaluaciones y que crearía las condiciones para generar trabajo digno. Sucedió todo lo contrario: su plan de gobierno se sustenta en la devaluación, el ajuste y el desempleo.
  3. “Yo me comprometo a decirles la verdad, la verdad que es exigente, la verdad que es dura, que nos desafía porque tenemos que reconocer lo que nos pasa y ahí resolverlo”. Y sí, la verdad es dura. ¿Y cuál es la verdad? La verdad es que el 51,40% votó en el balotaje a un personaje siniestro, inescrupuloso y mentiroso. Eligió a un dirigente que se desenvolvió durante gran parte de su vida al margen de la ley, acompañando a su padre, emblema de la patria contratista.

Falta la frutilla del postre. En un momento de su alocución el presidente le dijo al corrupto Juan Carlos I de España que los héroes de la independencia seguramente deben haber tenido angustia por haber tomado la decisión de independizarse de la “Madre Patria”. Poco faltó para que le pidiera perdón por semejante “atrevimiento”. Resulta increíble que un mandatario argentino le haya faltado el respeto de semejante manera a aquellos diputados que hace 200 años se jugaron la vida por hacer de Sudamérica una tierra de paz, libertad, igualdad y prosperidad. Pero claro, pedirle al presidente que respete a nuestros próceres es como pedirle al odontólogo Barreda que se manifieste en contra de la violencia de género.

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