Por Juan Manuel Otero.-

Cada vez que termina un ciclo político peronista sucede lo mismo. Ahora están lagrimeando hermanados Hebe y el Papa, echando al viento sus cuitas y equiparando esta Argentina con la del ’55, «cuando había tanto odio entre peronistas y antiperonistas».

Da la sensación de que estas dos personas pretenden hacernos creer que los actuales enfrentamientos comenzaron en Diciembre pasado… a las pocas horas de asumir el Ing. Macri. También que aquellos nacieron al día siguiente del derrocamiento de Perón. Como si hasta el 15 de septiembre de 1955, hubiésemos vivido en fraterna concordia y felicidad.

Es bueno entonces recordarle, tanto a Francisco como a Hebe, que –al igual que ahora– el odio no comenzó en el ’55. Su nacimiento se había registrado mucho antes, concretamente, a partir de 1945, luego de que el “general demócrata” se hubiera hecho del poder que venía incubando desde 1930, cuando, como Capitán y ladero del General Uriburu, participó activamente del golpe militar que derrocó a don Hipólito Yrigoyen. Y en 1943 repitió la hazaña, ahora como Coronel integrante del GOU, llegando a ocupar las carteras de Guerra, de Trabajo y la Vicepresidencia de la Nación durante dicho gobierno de facto, actuaciones que le sirvieron de trampolín para ocupar por otra década el sillón de Rivadavia.

Y fue a partir de 1945 que comenzaron las recordadas y creativas frases presidenciales como “Al enemigo ni justicia” o “Cuando uno de los nuestros caiga, caerán cinco de los de ellos», o “alpargatas sí, libros no”.

Como vemos no es una creación de la década pasada el hecho de que el Primer Mandatario no considere por igual a todos los argentinos, independientemente de las ideologías políticas de cada uno.

Por el contrario, los Kirchner, confirmando tan cruel filosofía, dejaron en claro que se trata de “Nosotros” o “Ellos”. Nada nuevo bajo el cielo peronista.

Tampoco es nuevo el aliento presidencial a “dar leña” a los opositores, ni el adoctrinamiento político infantil, la tergiversación de la historia contemporánea, el cierre y clausura de medios opositores, el morboso culto de endiosamiento a la personalidad, la persecución de disidentes, etc. cosas que quienes peinamos canas recordamos perfectamente.

Algunas frases del General Perón tal vez orienten a los más jóvenes.

Dijo el General: “Yo me acuerdo con el sindicato de madereros. Hicimos preparar 300 garrotes así de grandes, gruesos así, con un clavo en la punta y dije: ‘Bueno muchachos, hoy ganamos la calle’. Dimos la orden, salimos 500… con 500 hombres, recorrimos Florida, rompimos todas las cabezas que encontramos y todas las vidrieras y todo… y al día siguiente éramos los dueños de la calle”

O esta otra: “Creo que vamos a tener que volver a la época de andar con el alambre de fardo en el bolsillo. (La multitud pide ‘Leña, leña, leña!!!’) Eso de la ‘leña’ que ustedes me aconsejan: ¿Por qué no empiezan ustedes a darla?”

Y también había para los niños: “Nosotros tenemos en este momento casi 4 o 5 millones de estudiantes, de gente que estudia. Que si no votan hoy votan mañana, no hay que olvidarse… tenemos que irlos convenciendo desde que van a la escuela primaria. Y yo les agradezco a las madres que les enseñan a decir Perón antes que a decir Papá…”

Con las lógicas diferencias ocasionadas por el avance tecnológico y cultural de la humanidad, hay muchas similitudes entre ambas décadas. Cada una tiene lo suyo, pero la médula es la misma: El afán de dividir y enfrentar a los argentinos es idéntico, es la base de sustentación de ambos gobiernos.

Por eso, los comentarios de Francisco y Hebe me resultan de una hipocresía abominable.

Sólo se me ocurre, parafraseado a Jesús, expresar: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que dicen”.

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