Por Hernán Andrés Kruse.-

17 de noviembre de 1972. Una jornada lluviosa y desapacible. En Ezeiza estaba todo preparado para recibir al avión en el que viajaba Juan Domingo Perón, el líder del movimiento peronista que había sido derrocado por la Revolución Libertadora el 16 de septiembre de 1955. Apenas descendió Perón el secretario general de la CGT, José Ignacio Rucci, lo cubrió con su paraguas para que la lluvia no lo molestara. La foto que registró el hecho se transformó con el correr del tiempo en un documento histórico. Perón estuvo horas en el país, las suficientes como para bendecir la fórmula presidencial del FREJULI, Cámpora- Solano Lima. Luego retornó a Puerta de Hierro. Alejandro Agustín Lanusse, por entonces presidente de facto, había dicho que a Perón no le daba el cuero, dando a entender que no se atrevería a retornar al país para ser otra vez presidente de la nación. Sin embargo, debe haber sospechado lo contrario ya que unos meses antes había prohibido su candidatura aduciendo que no tenía domicilio legal en el país. En ese momento la situación política y económica era harto complicada. La Revolución Argentina estaba agotada. Tanto Ongañía como Levingston habían fracasado en su intento por regenerar el sistema de partidos y, fundamentalmente, por hacer que el pueblo peronista se olvide de Perón. A través de las “formaciones especiales” el anciano líder consiguió lo que se propuso desde el principio: obligar a los militares a retirarse del poder. La desestabilización generada por las organizaciones guerrilleras peronistas y no peronistas fue de tal magnitud que finalmente el grueso del pueblo se convenció de que el único capaz de garantizar la paz social era Perón. El 11 de marzo de 1973 tuvieron lugar las elecciones presidenciales. Cámpora obtuvo casi el 50 por ciento de los votos pero igual debía competir en el ballotage. Balbín, que había salido segundo, prefirió no arriesgarse en una elección que ya tenía perdida y aceptó el resultado reconociendo que no tenía sentido presentarse en el ballotage. El antiperonismo había sido el gran derrotado. Los resultados del 11 de marzo demostraron que el pueblo había castigado a todos los gobiernos, tanto civiles como militares, que se habían sucedido en el poder entre el 16 de septiembre de 1955 y las elecciones de 1973. Los fracasos de Aramburu, Frondizi, Guido, Illia, Ongañía, Levingston y Lanusse terminaron por entregarle a Perón el país en bandeja. Cámpora asumió el 25 de mayo. Esa jornada fue la más gloriosa para el peronismo de izquierda. Montoneros había colmado la plaza y en el parlamento todo era júbilo y alegría. Por la noche, los presos políticos fueron liberados y horas más tarde se declaró una gran amnistía. La revolución socialista, de la mano de Perón, se había hecho realidad. Al menos así lo creyó el peronismo de izquierda. Perón les demostró al poco tiempo cuán equivocados estaban los miembros de la JP. El 20 de junio fue el día elegido por Perón para regresar definitivamente al país. Era obvio que se sentía presidente. Lamentablemente para el país, lo que debió ser una jornada de júbilo popular se transformó en una tragedia. Los dos sectores antagónicos del peronismo decidieron dirimir sus diferencias a balazos. La masacre de Ezeiza fue el comienzo de una etapa trágica para el país. A los pocos días Perón dejó bien en claro con cuál de los sectores del peronismo tenía decidido gobernar. En julio Cámpora y Solano Lima fueron eyectados del gobierno. La JP lo consideró una traición. Seguramente fue entonces cuando adquirió conciencia de lo que siempre había sido para Perón: tan solo un medio para conseguir lo que se proponía, ser nuevamente presidente de la nación. El 23 de septiembre tuvieron lugar las elecciones presidenciales que consagraron nuevamente a Perón como presidente. Al asumir el 12 de octubre se rodeó de conspicuas figuras del peronismo de derecha, como “Isabel” y López Rega. Perón no había hecho otra cosa que ser fiel a sí mismo.

En la sesión del miércoles 16 el Senado le dio media sanción a la ley de Emergencia Social, que contó con el respaldo de casi toda la oposición. En efecto, votaron a favor de la norma 45 senadores (FPV, parte del peronismo federal, el GEN, el Movimiento Popular Neuquino, Proyecto Sur y Magdalena Odarda, de la CC). Quienes votaron en contra fueron once senadores del oficialismo y dos senadores del peronismo disidente. Ahora el proyecto pasará a la Cámara de Diputados. Ahí el macrismo, aprovechando el fin de las sesiones ordinarias, procurará frustrar la aprobación que establece, por ejemplo, el incremento del 15 por ciento en la AUH y en la asignación universal por embarazo. En caso de que la ley sea aprobada no se descarta que el presidente de la nación decida vetarla. Lo que hizo la mayoría de los senadores fue apoyar una iniciativa cuyo objetivo es paliar el ajuste que vienen sufriendo los sectores más débiles de la población. Lo concreto es que la ley ya tiene media sanción y que, de aprobarse en diputados, se extendería por el plazo de un año. La norma estipula la creación de un millón de nuevos empleos bajo el paraguas protector del Programa Solidario de Ingreso Social con Trabajo, la constitución del Consejo de la Economía Popular encargado de la fijación de un salario social complementario y la creación de un Registro Nacional de la Economía Popular bajo la órbita del Ministerio de Trabajo, en el que deberán inscribirse todos aquellos trabajadores de la Economía Popular si desean percibir el salario social complementario. El senador Abal Medina consideró que “aquellos que realizan un trabajo deben ser considerados trabajadores y el camino que estamos haciendo con la media sanción de esta ley, es avanzar hacia ese lugar de una sociedad más justa, más igualitaria y más integrada”. La ley, enfatizó, es “histórica” por representar “un paso muy importante para salir de la idea de los planes sociales y pasar a la idea del trabajo”. Claro que la ley, de aprobarse, no será gratuita. En efecto, se calcula que para diciembre el costo fiscal ascenderá a unos mil millones de pesos y para 2017, a unos once mil millones. Precisamente para desactivar la crítica macrista respecto al costo fiscal de la norma, fue presentado en la Cámara Baja un proyecto de ley que busca gravar los plazos fijos, la minería y el juego. Luis Naidenoff (radical macrista) se manifestó contrario a la ley: “generar expectativas de crear un millón de puestos de trabajo no podemos hacerlo sólo con el objeto de conseguir un título de la emergencia”. Calificó la ley como “un catálogo de buenas intenciones” (…) “Se puede decir que Diputados avance en impuestos al juego y a los plazos fijos o el giro de utilidades de empresas al exterior. Me parece bien, pero es el reino del revés”. Como siempre sucede cada vez que hace uso de la palabra un legislador de Cambiemos, hay una crítica al kirchnerismo. “Nunca, en doce años, se quiso gravar al juego o a los plazos fijos”, acusó el senador. Por su parte, Laura Rodríguez Machado, senadora macrista, especuló con la probable búsqueda de apoyo de las organizaciones sociales de parte de algunos senadores. “Tenemos que gobernar no sólo para aquellas organizaciones sociales que nos acompañan y nos apoyan políticamente. Las leyes tienen que ser universales”. Sostuvo que las personas deben “tener un trabajo digno y no esperar el apalancamiento del Estado” mientras que Juan Carlos Romero se preguntó: “¿antes no había pobres acá? Lo que no había eran estadísticas oficiales”. Liliana Negre de Alonso, del peronismo federal, se preguntó: “¿Qué tiene de malo que el congreso legisle sobre políticas públicas sociales?”, mientras que Fernando Pino solanas expresó que el proyecto es “absolutamente necesario” para luego cuestionar a quienes consideran que el estado no puede hacerse cargo financieramente de la medida. “Es falso que no tenemos recursos, lo que tenemos es una grandísima insensibilidad social”, acusó. La senadora K Virginia García reivindicó “la lucha de las organizaciones sociales que lo promovieron” pero advirtió que la iniciativa “considera a nuestros compatriotas como beneficiarios y no como sujetos de derecho”. El reglamento de la Cámara Baja sostiene que tiene un plazo hasta el 20 de noviembre para emitir dictamen. Ahí se verá qué decisión adoptarán el massismo y el Bloque Justicialista, habituales aliados del macrismo (fuente: Sebastián Abrevaya, “La Emergencia Alimentaria ya se cocina en el Congreso”, Página 12, 17/11/016).

Roberto Lavagna es el economista más respetado por Sergio Massa. Ministro de Economía de Duhalde y Néstor Kirchner, cuenta con una vastísima trayectoria profesional y política. En las últimas horas advirtió que el modelo económico del macrismo “no genera desarrollo”. Además, no tuvo reparo alguno en compararlo con el programa de “los militares y los noventa”. Estas comparaciones entre la política económica macrista y la política económica que estuvo vigente entre 1976 y 2001, comenzaron a florecer con las primeras transformaciones estructurales ejecutadas por Cambiemos: desregulación financiera, liberalización del comercio, retorno a las relaciones carnales y redefinición del rol estatal. Hasta que el ex ministro decidió criticar la política económica del oficialismo sus voceros se valían de la “pesada herencia” para justificar los problemas que el gobierno aún no puede resolver. Prat-Gay acaba de sostener que “este es un régimen totalmente diferente, con una flotación cambiaria que nos permite amortiguar los movimientos del exterior” e inmediatamente comparó despectivamente a Lavagna con Hebe de Bonafini. Como defensa de su gestión el ministro redujo la dictadura militar y la convertibilidad a normas cambiarias estrictas como la “tablita” o el “1 a 1”. De esa forma, pasó por alto las demás transformaciones que se produjeron en ese largo período: la reforma del sistema financiero, el endeudamiento externo, la flexibilización laboral, el desmantelamiento del aparato productivo, la pérdida de capacidades tecnológicas del Estado, la cesión de soberanía a tribunales del exterior (los holdouts), las privatizaciones, etc. Según destacó el funcionario el gobierno está en condiciones de recurrir a la denominada “flotación cambiaria”, la que ocasionó a comienzos de la semana un incremento de 60 centavos en el precio de la divisa norteamericana. Prat-Gay no tuvo mejor idea para retrucar a Lavagna que descalificarlo comparándolo con Hebe de Bonafini, quien en más de una oportunidad había comparado a Macri con la dictadura. Pese a todas las críticas que recibió, lo que siempre hizo Bonafini fue analizar no sólo los lineamientos fundamentales de la política económica de Macri sino también todo lo referido a la lucha entre los diferentes bloques de poder y su relación con el nuevo patrón de acumulación. Esto último fue sugestivamente ignorado tanto por Lavagna como por Prat-Gay y otros funcionarios que también salieron al cruce de las declaraciones del ex ministro de Economía (Peña y Frigerio). En este sentido cabe tener en cuenta al equipo del Cifra que conduce Eduardo Basualdo, que explica que a partir de principios de este año “la estrategia económica de la alianza Cambiemos reflejó un giro copernicano en el tipo de Estado a través de la implementación de un fuerte shock ortodoxo de carácter neoliberal”. Luego de cuestionar el proceso de desregulación y las políticas de ajuste, destacan que “el objetivo prioritario e innegociable para el conjunto de las fracciones del capital que conforman el actual bloque de poder es que desde el Estado se impulse un giro copernicano en la relación entre el trabajo y el capital reduciendo significativamente tanto el salario real como la ocupación, porque recién bajo esas circunstancias sería posible retomar los dogmas de fe por parte de la ortodoxia económica”. Además, advierten que desde comienzos de año “las contradicciones entre los integrantes del bloque de poder (la oligarquía agropecuaria, los grupos económicos, el capital extranjero radicado en el país y el capital financiero) están centradas, como ocurrió otras tantas veces, en determinar de qué manera se distribuye el excedente expropiado a los trabajadores con las actuales políticas económicas” (fuente: Tomás Lukin, “¿Es o no una vuelta a los ´90 y a la dictadura?”, Página 12, 17/11/016).

Los bancos no se pueden quejar. En septiembre ganaron 6503 millones de pesos (un aumento del 18,8 por ciento en relación con septiembre de 2015). De enero hasta hoy ganaron 57.607 millones de pesos (un incremento del 43,9 por ciento respecto al mismo período de 2015). Estos datos surgen de un informe elaborado por el propio Banco Central sobre el sistema financiero. Los bancos tiene que darles las gracias por la montaña de dinero que recibieron en septiembre a las Lebacs, al cobro neto de intereses y la ganancia obtenida por diferencia de cotización de activos. En la vereda de enfrente están las ramas referidas a la producción, especialmente la industria manufacturera y construcción, cuyos negocios se contrajeron notoriamente. Según el informe, los bancos ganaron en septiembre, gracias a la bicicleta financiera de las Lebacs, 9016 millones de pesos. En septiembre de 2015 la suma ascendía a los 7990 millones de pesos, lo que implica un incremento del 12,8 por ciento. Durante los primeros 9 meses de este año el acumulado es de 85.842 millones de pesos mientras que durante el mismo período del año anterior el acumulado fue de 59.288 pesos, lo que significa un aumento del 44,8 por ciento. El Banco Central acumula como deuda un determinado stock de letras. Pues bien, la mitad de ese stock es propiedad de los bancos. En lo que va de 2016 el stock de letras ascendió hasta arribar a los 703.000 millones de pesos, cifra similar a la de la base monetaria, ubicada en 719.000 millones de pesos. Un año atrás el stock de Lebacs ascendía a los 424.000 millones de pesos, representando el 56 por ciento de la base monetaria, ubicada en 573.000 millones de pesos. Según Sturzenegger el endeudamiento en letras no es riesgoso porque cuenta como respaldo a las reservas internacionales. Sin embargo, los números indican que en lo que va de 2016 el incremento del stock de letras fue de 357.000 millones de pesos mientras que las reservas sólo aumentaron 170.000 millones de pesos (11.000 millones de dólares). Ello significa que una parte relevante del incremento de las Lebacs-187.000 millones de pesos-fue emitida sin contar con el respaldo de nuevos dólares provenientes de las arcas del Banco Central. Las ganancias de los bancos también se computan en función de la diferencia entre la tasa de interés cobrada por los créditos y pagada por los depósitos. Esa diferencia sumó en septiembre 8506 millones de pesos cuando en septiembre de 2015 la suma había sido de 6622 millones de pesos (un incremento del 28,4 por ciento). En los primeros 9 meses de 2016 las ganancias ascendieron a los 66.518 millones de pesos implicando un avance del 16,7 por ciento respecto al mismo período del año anterior (56.967 millones de pesos) (fuente: Federico Kucher, “La revolución de la bicicleta”, Página 12, 17/11/016).

Según el CEU (Centro de Estudios de la Unión Industrial Argentina) la producción fabril registró en septiembre una caída interanual del 7,6 por ciento, acumulando en lo que va de2016 una caída del 5,1 por ciento. Según el informe, el sector más perjudicado fue el de los metales básicos (22,8 por ciento) debido a la merma en la producción de acero. Otros sectores que registraron importantes bajas en la producción fueron el automotriz (19,6 por ciento); edición e impresión (10,5 por ciento); alimentos y bebidas (5,3 por ciento); y metalmecánica (4,9 por ciento). Por su parte, la producción del bloque de sustancias y productos químicos se incrementó en forma interanual un 6,4 por ciento a raíz del impulso dado por la fabricación de agroquímicos y fertilizantes. Mirados en términos acumulados, el sector de metales básicos registró una caída del 15,6 por ciento; el sector automotriz, del 14 por ciento; el sector de minerales no metálicos, del 13,3 por ciento; y el bloque metalmecánico, del 8,4 por ciento. La Federación Económica de la Provincia de Buenos Aires (FEBA) registró retrocesos en casi todas las ramas de la industria, fundamentalmente en el sector de las industrias metálicas básicas (23,1 por ciento); la actividad automotriz (22,5 por ciento); ediciones e impresiones (16,2 por ciento); la industria textil (12,1 por ciento); el caucho y el plástico (11 por ciento); y metalmecánica (10,9 por ciento) (fuente: “El calvario de la industria no cesa”, Página 12, 17/11/016).

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