Por Hernán Andrés Kruse.-

Cristina dinamitó el presupuesto 2022

Esta mañana tuvo lugar un hecho inédito en la historia parlamentaria argentina. Por primera vez la oposición tumbó con sus votos el presupuesto presentado por el oficialismo. El resultado fue contundente: 132 votos en contra del presupuesto, 121 a favor, y una abstención. Este resultado es consecuencia directa de la derrota del FdT en las elecciones del 14 de noviembre. El escaso 33% que cosechó a nivel nacional provocó la pérdida de las mayorías automáticas que tenía a su disposición en ambas cámaras. Al principio reaccionó de la peor manera: negando la derrota o, si se prefiere, actuando como si hubiera ganado. Esa petulancia lo llevó a presentar al congreso un presupuesto que a juicio de muchos economistas era lisa y llanamente un mamotreto y, lo que es peor, a creer que todavía era capaz de manejar las votaciones a su antojo.

La sesión fue maratónica. Todos coincidían en la imposibilidad del gobierno de alzarse con la victoria. Según narró hace unas horas el experimentado Mario Negri, la oposición le ofreció al oficialismo calmar las aguas invitándolo a suspender la sesión para mejorar el presupuesto y así tratarlo nuevamente el martes venidero. Según el legislador radical el oficialismo se negó, lo que finalmente condujo a la votación que tumbó el presupuesto. Pero hace un rato desde el oficialismo expresaron que el culpable de lo que sucedió hoy en Diputados fue responsabilidad de una oposición que sólo persiguió derrotar al gobierno. Hace un rato el canal oficialista C5N entrevistó a Agustín Rossi, quien no dudó en culpar de la derrota a la oposición. “Quienes endeudaron al país en más de 40 mil millones de dólares no dudaron en dejar sin presupuesto al presidente de la nación”, acusó.

Según pudo apreciarse por televisión, todo parecía indicar que el oficialismo y la oposición estaban cerca de acordar un cuarto intermedio hasta el martes para intentar modificar el presupuesto. En un ambiente muy pesado hizo uso de la palabra Máximo Kirchner, jefe del bloque de diputados del FdT. Sus palabras fueron durísimas. Desconozco si tomaron por sorpresa tanto a los legisladores propios como a los opositores, pero lo cierto es que, apenas concluyó, hizo uso de la palabra Cristian Ritondo, quien le respondió en duros términos. Si realmente hubo un intento de acercamiento de ambas fuerzas políticas, el discurso del hijo de Cristina lo sepultó sin miramientos. Sergio Massa, presidente de la cámara, no tuvo más remedio que autorizar la votación en general del presupuesto. El resultado significó un golpe durísimo para el gobierno, especialmente para el presidente y su ministro de Economía, Martín Guzmán, quien el lunes pasado había intentado defender su creación en la comisión de Presupuesto del congreso.

En estos momentos ambos bandos se están echando las culpas por lo ocurrido en la cámara de Diputados. Como siempre sucede cada vez que se producen estos cataclismos, nadie es inocente. Sin embargo, conviene detenerse en la actitud de Máximo Kirchner. No se trata de cualquier legislador sino del jefe del bloque de diputados del FdT y, fundamentalmente, del hijo de Cristina Kirchner. Es imposible que Máximo Kirchner haya pronunciado un discurso tan incendiario sólo porque estaba enojado con la oposición. Si Máximo Kirchner embistió de esa forma contra la oposición fue porque contó con la bendición de Cristina. Es altamente probable que antes de que diera comienzo la sesión el hijo de la vicepresidenta ya tuviera decidido pronunciar semejante discurso. En otros términos: consciente desde el principio de la imposibilidad del oficialismo de evitar la derrota decidió jugarse al todo o nada, sabiendo perfectamente cuál sería el desenlace.

Una vez más el kirchnerismo apostó por la confrontación. Una vez más actuó como el escorpión que picó a la rana en medio del río. El silencio de Cristina Kirchner es ensordecedor. La misma actitud tuvo luego de las furiosas palabras de una legisladora ultra cristinista contra el presidente Alberto Fernández luego de la derrota en las PASO. Evidentemente Cristina dinamitó el presupuesto 2022. Si ello es así cabe preguntarse lo siguiente: ¿por qué lo hizo? Pareciera que en el fondo lo que persigue es dinamitar el acuerdo que trabajosamente está tejiendo el presidente y su atribulado ministro de Economía con el FMI. Pareciera que, en definitiva, su intención fuera la de sabotear a un presidente que seguramente, aunque resulte increíble, está pensando en su reelección.

Una vez más, estamos a merced del FMI. La postura de Benegas Lynch (h)

Una vez más, estamos a merced del FMI. Una vez más, la inoperancia (¿y algo más?) de nuestros gobernantes han colocado al país en las manos de unos burócratas que responden a los intereses del capitalismo financiero transnacional. Hoy la economía depende de la buena voluntad de Kristalina Georgieva y sus empleados. Evidentemente, no aprendemos más. Somos incapaces de aprender de las lecciones de la historia. Si durante décadas cada “acuerdo” celebrado con el FMI terminó en un estruendoso fracaso, ¿por qué ahora sería diferente? Lamentablemente, las dos principales fuerzas políticas con representación parlamentaria (el FdT y Juntos) y la gran mayoría de las fuerzas menores coinciden en la imperiosa necesidad de acordar con el prestamista internacional de última instancia. La única fuerza política que se ha negado a respaldar semejante decisión es la izquierda, lo que no hace más que confirmar su coherencia.

En la Argentina se cree que únicamente la izquierda es contraria a celebrar cualquier tipo de “acuerdo” con el FMI. Aunque muchos no lo sepan, hay ciertos referentes del liberalismo cuya imagen del FMI es muy mala. Tal el caso de Alberto Benegas Lynch (h), quien desde hace muchos años viene criticando con severidad al organismo. En las últimas horas el emblema del liberalismo en Argentina publicó el siguiente artículo en La Nación, cuya lectura recomendamos vivamente.

El Fondo Monetario Internacional, una institución inconveniente

Como es de público conocimiento, entre otras características de los últimos largos tiempos, nuestros gobiernos sobresalen por su apego al default y por la monotonía en sus políticas estatistas una y otra vez fracasadas pero ensayadas con renovado entusiasmo.

En la primera ronda mendigan préstamos para financiar un aparato estatal elefantiásico que carcome todo vestigio de productividad en el contexto de cargas tributarias insoportables, déficits crónicos, inflaciones astronómicas, regulaciones asfixiantes, economía cerrada y mercado laboral antitrabajo, y henos aquí que en una segunda ronda alardean con que no hay que “pagar con el hambre del pueblo” (que los mismos gobernantes provocan) sin percatarse de que los acreedores no pretenden cobrase con hambrunas sino con dólares.

Antes he escrito sobre el FMI, pero dadas las circunstancias actuales es del caso reiterar parte de lo dicho. Henry Hazlitt, el economista estrella de Newsweek durante décadas y el célebre autor de La economía en una lección y del detallado y voluminoso análisis de la teoría keynesiana titulada Los errores de la nueva economía, escribió una columna el 11 de noviembre de 1963 que parece preparada para las instancias que corren. Se titulaba “Deshagan el FMI”; allí explica que esa institución se estableció en reemplazo de la disciplina monetaria que establecía el patrón oro clásico, al efecto, en su lugar, de dar rienda suelta a los procesos inflacionarios. Una vez establecidos los Acuerdos de Génova y Bruselas de los años 20 que permitieron abrir los grifos de la inflación a través de las bancas centrales, se instaló este “banco central de bancos centrales”, que luego se transformó en prestamista de gobiernos fallidos. Hazlitt recuerda: “Los padres de la entidad fueron Harry Dexter White por los Estados Unidos y lord Keynes por Inglaterra. White sirvió como director ejecutivo del FMI, quien en 1945 fue denunciado por el FBI como espía ruso, lo cual fue ratificado por la Justicia en Estados Unidos […] Y Keynes -el mayor apóstol de la inflación de todos los tiempos– en el Parlamento británico el 23 de mayo de 1944 aseguró: ‘Si tengo alguna autoridad para decir qué es y qué no es la esencia del patrón oro, diría que este plan es su exacto opuesto’, es decir, el derrumbe de la moneda independiente del poder político”.

En esta línea argumental es pertinente recordar que en su prólogo a la edición alemana de la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, en 1936, en plena época nazi, Keynes escribió: “La teoría de la producción global, que es la meta del presente libro, puede aplicarse mucho más fácilmente a las condiciones de un Estado totalitario que a la producción y distribución de un determinado volumen de bienes obtenido en condiciones de libre concurrencia”.

En este contexto Hazlitt concluye: “La solución real consiste en desmantelar el Fondo Monetario Internacional […] ya que es una gigantesca máquina de inflación mundial” y más adelante subraya: “Es realmente asombroso que este sistema fabricado en Breton Woods en 1944 es no solo tolerado sino considerado sacrosanto.”

Por su parte, el cuatro veces candidato a la presidencia en Estados Unidos y congresista Ron Paul en el Ron Paul Institute, el 24 de marzo de 2015, en una columna titulada “Eliminen, no reformen al FMI”, reitera que esa institución es coactivamente financiada por los contribuyentes de distintos países para dar sustento a gobiernos corruptos y quebrados como consecuencia de aplicar medidas estatistas, y cuando están por renunciar o reconocer sus fracasos reciben carradas de dólares a tasas de interés menores a las de mercado y con repetidos períodos de refinanciación y perdones de diversa envergadura. A título de ejemplo muestra la financiación que recibía del FMI Saddam Hussein y el último apoyo escandaloso a Grecia.

Al decir de economistas de la talla de Peter Bauer, Doug Bandow, Robert Barro, Karl Brunner, Ronald Vauvel y Raymond Mickesell, esta institución sirve para financiar a gobernantes ineptos empujados por la realidad de sus desaciertos; en lugar de permitir que se reviertan sus fracasadas políticas estatistas reciben cuantiosos recursos del Fondo. Sostienen estos profesionales que ese ha sido el caso repetidamente en la Argentina, México, Bolivia, República Dominicana, Haití, Indonesia, Irak, Pakistán, Tanzania, la ex-Camboya, Filipinas, Ghana, Nigeria, Sri Lanka, Zambia, Uganda, Turquía, El Salvador, Egipto y Etiopía.

En su visita a Buenos Aires, Yuri Yarim Agaev, enviado por Vladimir Bukouvsky –uno de los más destacados disidentes de la ex Unión Soviética junto con Aleksandr Solzhenitsyn– informó que luego del derrumbe del Muro de la Vergüenza liberales rusos estuvieron a punto de acceder al gobierno “si no fuera por la apresurada irrupción del FMI, que dotó de millones de dólares a miembros de la nomenclatura de donde finalmente surgió el actual gobierno”.

Fue muy difundido el caso del general Mobutu Sese Seko, que usurpó el poder en Zaire, que fue el mayor receptor de ayuda por parte del FMI en relación con su población. El poder de Mobutu fue absoluto condenando a la gente a los suplicios más horripilantes en un contexto de saqueo permanente que permitió que ese sátrapa acumulara una fortuna de ocho mil millones de dólares de esa época.

A lo consignado debe agregarse el jugoso ensayo de Anna Schwartz (la coautora con el premio Nobel en Economía Milton Friedman de la muy difundida historia monetaria estadounidense) titulado “Es tiempo de terminar con el FMI y el Departamento de Estabilización del Tesoro” y el libro de la doctora en economía por la Universidad de Oxford Dambisa Moyo, titulado Cuando la ayuda es el problema, en donde se detallan innumerables casos patéticos de países que reciben cuantiosos recursos en medio de corrupciones alarmantes y dislates económicos fomentados por la ayuda que proviene coercitivamente de bolsillos ajenos.

En el contexto de la deuda pública externa, es de interés recordar que cuando Thomas Jefferson, siendo embajador en París recibió la flamante Constitución norteamericana escribió: “Si hubiera podido agregar una cláusula adicional la concretaría en la prohibición al gobierno de contraer deuda”, que como lo expresó otro premio Nobel de Economía, James M. Buchanan, “significa comprometer coactivamente patrimonios de futuras generaciones que ni siquiera han participado en el proceso electoral para elegir al gobierno que contrajo la deuda.”

En resumen, el Fondo Monetario Internacional alimenta a burócratas que son remunerados con honorarios colosales a costa de los contribuyentes para en definitiva incentivar el despilfarro y, por ende, el empobrecimiento de todos pero muy especialmente de los más vulnerables, cuyos salarios se ven reducidos por el creciente estatismo.

En este escenario, los gobiernos que se encuentren en serias dificultades por sus mayúsculos desaciertos tendrán dos opciones: rectificar sus errores abriendo el mercado y fortaleciendo marcos institucionales civilizados o, de lo contrario, continuar con los desatinos pero financiados por Corea del Norte, Cuba o similares… si es que allí encontraran dólares, pero no de parte de Washington y sus aliados. Entonces, el fondo del Fondo estriba en terminar cuanto antes con esta entidad que tanto daño ha causado y lo sigue haciendo.

El 2015 en el horizonte

Cuando aún no se ha cumplido un año del arrasador triunfo de cristina, el 2015 ha aparecido de manera amenazante en el horizonte. Los duelos que la presidenta mantiene con Hugo Moyano, Daniel Scioli y Mauricio Macri, ponen en evidencia que la clase dirigente comenzó a pensar en las futuras elecciones presidenciales.

La relación con Moyano comenzó a enfriarse luego del fallecimiento de Néstor Kirchner. y terminó de resquebrajarse del todo cuando el líder camionero convocó recientemente a un paro general con movilización a la Plaza de Mayo. Si bien la concurrencia fue importante, el acto se redujo a una protesta del poderoso gremio de los camioneros y un discurso antigubernamental de un Moyano que estuvo acompañado en el palco por un dirigente gremial que tolera la explotación de los peones rurales. A partir de entonces, Moyano se transformó en un referente del arco opositor. Su altísima imagen negativa atenta contra sus aspiraciones políticas, pero no le impide descargar toda su furia contra Cristina cada vez que puede. De golpe, su tosca figura fue bendecida por el establishment y el poder mediático opositor. Pese a que Marcelo Borelli no ocultó el malestar que le produjo estrecharle la mano en “A Dos Voces”, el camionero se había convertido en la figura estelar del firmamento político opositor. El antiguo enemigo había pasado a ser un amigo entrañable. Qué mejor para la derecha que tener de aliado a alguien que es capaz de paralizar a la Argentina si ordena a su gremio el cese de actividades. Eduardo Buzzi, el ambiguo líder de la Federación Agraria, acaba de acercársele con el objetivo de construir un polo opositor sindical. Mientras tanto, el sector antimoyanista de la CGT confía en proclamar en octubre a Caló como el nuevo secretario general de la CGT oficial.

Daniel Scioli nunca gozó de la confianza del matrimonio Kirchner. Siendo vicepresidente de la nación entre 2003 y 2007, Néstor Kirchner aprovechó cuanta oportunidad se le presentó para vapulearlo sin piedad. Dando muestras de un estoicismo inquebrantable, Scioli aguantó las humillaciones, tragó saliva y siguió adelante. En 2007 ganó holgadamente la elección a gobernador por la provincia de Buenos aires. Sin embargo, su dependencia con el matrimonio Kirchner era cada vez más pesada. En 2009 Kirchner lo obligó a acompañarlo en la boleta bonaerense del Frente para la victoria. Soportó como pudo la derrota y siguió gobernando. Obtuvo la reelección en 2011 y al poco tiempo ejecutó su gran acto de sincericidio político: reconoció que quería ser presidente de la nación, pero aclarando que sólo se presentaría si la presidenta no obtenía la re-reelección. Si su objetivo fue provocar la ira presidencial, su éxito fue contundente. La represalia del gobierno nacional no se hizo esperar. Cristina le demostró quién manda en la Argentina. Durante varios días Scioli no encontró la manera de cumplir con el medio aguinaldo. Finalmente, la plata apareció y Scioli pudo pagar el sueldo anual complementario. Los bonaerenses respiraron aliviados y el fuerte gremio docente desactivó el paro que tenía planeado para luego del receso invernal.

Cuando el fuego cruzado entre la presidente y el gobernador comenzó a apagarse, el subte porteño comenzó a acaparar la atención de todos. Desde hace tiempo que el gobierno nacional y el gobierno porteño mantienen una dura disputa por el subte y el premetro. Desde hace una semana que el subte no funciona y los atribulados ciudadanos se ven en figurillas para arribar a su trabajo como corresponde. Casi un millón de personas se ven obligadas a utilizar el servicio de colectivos, provocando un caos en las paradas. Mientras tanto, el gobierno nacional dice que el subte es responsabilidad del gobierno porteño, Macri dice que no es responsabilidad suya, la empresa sostiene que su déficit le impide entablar negociaciones salariales con los trabajadores, y una jueza recibe en su despacho a las partes en conflicto para tratar de arribar a una solución. Lo cierto es que desde el viernes pasado el subte está parado y la gente se está enloqueciendo.

El 2015 explica esta lucha de todos contra todos. Cristina ganó holgadamente las elecciones presidenciales de 2011. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que diera comienzo la durísima lucha por la sucesión presidencial. Si la presidenta se presentara nuevamente dentro de tres años, ganaría nuevamente por goleada. Pero la constitución se lo prohíbe. En consecuencia, todos aquellos que están obsesionados por sentarse en el sillón de Rivadavia a partir del 10 de diciembre de 2015 esperaron muy poco para calentar motores. Daniel Scioli picó en “pole position” al confesar su deseo de ser presidente. Macri también quiere serlo al igual que Hermes Binner, pero ninguno de ellos fue tan sincero como el ex motonauta. En consecuencia, la presidenta no tuvo más remedio que apretar a fondo el acelerador. Tanto a Scioli como a Macri les demostró su poder de fuego. Los conflictos por el medio aguinaldo y el subte no son más que los primeros escarceos de una batalla que será encarnizada. Sin embargo, daría la sensación de que la presidente Scioli no es lo mismo que Macri. Creo que a Scioli no pretende destruirlo ya que probablemente lo considere “tropa propia”, pese a no ser un kirchnerista puro. En cambio, a Macri quiere pulverizarlo. Nada le haría más feliz que verlo preso por el escándalo de las escuchas ilegales. Macri simboliza lo que Cristina más odia: la petulancia y la soberbia del poder corporativo.

La presidente está haciendo sucesivas demostraciones de fuerza para “convencer” a sus “adversarios” que aún es la presidente y que no está dispuesta a que nadie la lleve por delante. La lucha por el poder explica los duelos que Cristina ha estado manteniendo con Moyano, con Scioli y ahora con Macri. Consciente de que en 2015 termina su segundo y último mandato, no demostrar firmeza ahora la condenaría a perder en 2013 y llegar a 2015 con un respirador artificial. Ahora bien, cabe formular la siguiente pregunta: ¿Cristina demuestra este formidable espíritu de lucha para no ser un pato rengo o porque ya tiene decidido ir a fondo con la reforma constitucional que le permita presentarse en 2015? Hace unas semanas, en un programa de televisión de la localidad santafesina de San Lorenzo (“Nadie sabe cómo”) que se emite de lunes a viernes en directo entre las 15 hs. y las 16 hs. por Televisión Regional (Cablevisión), estuvo presente la senadora nacional Roxana Latorre quien, en un momento de la entrevista, manifestó que, en su opinión, Cristina tenía decidido ir por la reforma constitucional que habilite su re-reelección. El paso previo fundamental era, agregó, la elección parcial del año que viene. Un triunfo resonante en 2013 le abriría las puertas a la presidenta a su sueño dorado: quedarse en el poder más allá de diciembre de 2015. De manera pues que lo más probable es que la presidente haya comenzado a transitar el ríspido y largo camino rumbo a la re-reelección, reforma constitucional mediante. No fue casual la confesión de Scioli. Sabe perfectamente de la existencia de los planes re-reeleccionistas del cristinismo y que sería suicida interponerse en el camino de Cristina si las elecciones de 2013 le dan luz verde. Por eso se esmeró en aclarar que sólo sería candidato si dichos planes fracasaban. Macri, en cambio, será candidato presidencial y hará todo lo que esté a su alcance para evitar la reforma constitucional. Lo mismo hará Hermes Binner. A ninguno de los dos les conviene competir con Cristina en 2015 porque sufrirían una derrota estrepitosa. Por eso tanto desde el socialismo como del macrismo se están enviando señales contrarias a la reforma constitucional.

Guste o no guste, comenzó la carrera presidencial de 2015. Faltan tres años y unos meses: para la Argentina, una eternidad. Si bien nadie discute la legitimidad de las ambiciones presidenciales de Cristina, Scioli, Binner y Macri (no son los únicos, obviamente), sería aconsejable que dedicaran la mayor parte de sus energías (Cristina gobernando y sus adversarios ejerciendo una oposición seria y responsable) en ver cómo se solucionan los graves problemas que aquejan a los ciudadanos, como la inseguridad y la inflación. El pueblo, infinitamente agradecido.

(*) Artículo publicado en Redacción Popular el 12/8/012.

La dramática y fascinante historia argentina. Lo que nos pasó a partir del 25 de mayo de 1810.

La expedición al Perú. El Acta de Rancagua

Mientras tanto Osorio había partido rumbo a Perú. Por su parte, San Martín se dirigió a Buenos Aires para pedirle ayuda financiera a Pueyrredón. El director supremo le prometió quinientos mil pesos mientras Chile le ofreció trescientos mil pesos. La promesa de Pueyrredón se vio truncada por la actitud del pueblo de Buenos Aires, que se negó a respaldar el empréstito pensado por Pueyrredón para ayudar al gran militar. Además del hartazgo por la carga impositiva que pesaba sobre sus hombros la población porteña consideró que con la victoria en Maipú la amenaza española se había desvanecido por completo. Para colmo, el gobierno chileno no demostró mayor entusiasmo en cumplir su promesa. Frente a semejante panorama San Martín amenazó con renunciar al mando del Ejército Unido dada la imposibilidad de llevar a cabo la expedición a Perú y recomendar que el ejército criollo prestara servicios en su patria.

Sin embargo, tanto Pueyrredón como O´Higgins deseaban ejecutarla. Pero ambos estaban acosados por serios problemas políticos y financieros. Pueyrredón debía hacer frente a la guerra del Litoral lo que lo obligaba a gastar mucho dinero. Además, se expandió como reguero de pólvora la noticia de una nueva expedición realista al Río de la Plata. Pese a todos los obstáculos el Director Supremo era el más ferviente defensor, dentro del elenco gobernante, de la expedición al Perú. Pero el conflicto desatado con la provincia de Santa Fe terminaría por atentar contra sus planes. Luego de firmada la alianza argentino-chilena en enero de 1819, en la que ambos países se comprometían a liberar a Perú del yugo español, Pueyrredón se vio obligado a utilizar el ejército de Belgrano en aquella lucha fratricida. A su vez, ordenó, aprovechando el consejo de San Martín, el 27 de febrero al Ejército de los Andes el retorno a Buenos Aires para protegerla de un eventual ataque realista.

Fue entonces cuando O´Higgins, asumiendo el costo de la operación militar, consideró que eran suficientes los 200 mil pesos que decidió aportar al gobierno argentino. San Martín suspendió inmediatamente la orden de regreso de las tropas a Buenos Aires y Pueyrredón avaló al gran militar. Pero el avance realista obligó a Pueyrredón a insistir con el regreso de las tropas para defender Buenos Aires. San Martín renunció y Pueyrredón revocó nuevamente su orden. En junio de 1819 Pueyrredón renunció y su sucesor, Rondeau, le ordenó a San Martín que regresara con las tropas para participar en la lucha contra Santa fe. El gran militar desobedeció y en 1820 tuvo noticias de la caída de Rondeau y la disolución del Congreso. La anarquía había impuesto sus códigos. Con el objetivo de salvar la expedición al Perú renunció al mando ante sus jefes y oficiales aduciendo que ya no existían las autoridades que lo habían nombrado. El 2 de abril de 1820 aquellos jefes y oficiales labraron el Acta de Rancagua para dejar constancia de su lealtad al gran militar. Apoyado por sus oficiales y el gobierno chileno San Martín decidió emprender la tan ansiada campaña al Perú mientras lo que hoy se conoce como Argentina era escenario de la disolución nacional (1).

(1) Floria y García Belsunce, Historia de…capítulo 18.

La influencia del constitucionalismo

Entre 1810 y 1819 germinaron en el territorio del ex virreinato del Río de la Plata las semillas de uno de los grandes presupuestos que fueron sistematizados por Montesquieu: el constitucionalismo. Enarbolado primeramente por la constitución norteamericana, siguió su ejemplo la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano que estipulaba que “Toda sociedad donde la garantía de los derechos no esté asegurada, ni la separación de los poderes determinada, no tiene verdadera constitución”. Estos principios medulares-los derechos humanos y la separación de poderes-fueron impulsados por los liberales de la época, quienes al principio bebieron de las enseñanzas de Thomas Paine para luego abrazar el pensamiento de Montesquieu. Sin embargo, hubo un tema que por aquel entonces fue dejado de lado: la forma de gobierno que debía adoptar el proceso revolucionario. Ello no significa que no hubiera un acuerdo prácticamente unánime sobre la legitimidad de la forma de gobierno republicana, sino que razones de índole jurídica lo impedían. En efecto, mientras la declaración de la independencia no se formalizara sólo cabía una forma local de gobierno que desconocía la institución monárquica y ponía en tela de juicio la regencia. Luego del 9 de julio de 1816 la adopción de la monarquía como forma de gobierno hubiera provocado serios trastornos a nivel internacional (1).

(1) Floria y García Belsunce, Historia de…, capítulo 18.

La doctrina política del federalismo

¿Qué sucedía, mientras tanto, con los federalistas? Ellos no aspiraban a una constitución formal al estilo estadounidense porque estaban inmersos en un ambiente que destacaba la vocación caudillesca, que colisionaba frontalmente con aquellos principios medulares del constitucionalismo. Los federalistas eran la cara visible de la otra Argentina, antiliberal y antirrepublicana, nacional y popular, para emplear términos actuales. Sin embargo, cuando los ánimos se apaciguaron las provincias pudieron finalmente tener sus constituciones formales, cuyos contenidos eran un fiel reflejo de las constituciones liberales. Ello ponía en evidencia el pragmatismo de los caudillos y también su acendrado localismo. Sin embargo, desde el punto de vista doctrinario el federalismo bebía de las fuentes liberales. El rígido ejercicio del poder de los caudillos federales no se sustentaba ideológicamente ni en el régimen burocrático de los Austrias ni en la concepción centralizada y despótica de los Borbones. El régimen federal era una creación de las flamantes provincias. Entre 1810 y 1820 tuvo lugar un proceso constituyente que se nutrió de estatutos constitucionales, el decreto sobre seguridad individual de 1811, la ley de prensa de 1812, el reglamento de justicia de ese mismo año, el reglamento de secretarios de Estado de 1814, entre otros. Sus creadores estaban imbuidos de la filosofía liberal consagrada por la Declaración de los Derechos del Hombre y que enarbolaba dos principios medulares: la garantía de los derechos y la separación de poderes. Sin embargo, estos principios no fueron puestos en práctica de inmediato. Si bien en los albores del proceso emancipatorio el acta del 25 de mayo de 1810 prohibía a la Junta el ejercicio de funciones judiciales, en la práctica el Ejecutivo ejerció dichas funciones, aunque de manera limitada, mucho tiempo después de haber sido creada la Cámara de Apelaciones. Lo mismo cabe acotar respecto al poder legislativo. Si bien el Reglamento Provisional de 1811 consagró la separación entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, su vigencia duró lo que un suspiro. Mientras funcionaron la Asamblea del año XIII y el Congreso de 1816 el Ejecutivo dictó leyes a piacere.

Respecto a la Asamblea de 1813 cabe destacar que, pese a no lograr funcionar en su carácter de constituyente, durante su funcionamiento fueron elaborados varios textos, tres unitarios y uno federal, para su análisis. La Asamblea designó una Comisión Oficial, integrada por Pedro José Agrelo, Nicolás Herrera, José Valentín Gómez, Pedro Somellera, José M. García, Hipólito Vieytes y Gervasio A. de Posadas, que presentó un proyecto unitario (inspirado en la constitución norteamericana y en la de Cádiz de 1812) de 263 artículos que a) declaraba la independencia de las Provincias del Río de la Plata y que a partir de entonces pasaba a ser una república libre; b) que establecía el Directorio (Poder Ejecutivo) compuesto por tres miembros respaldados por cuatro secretarios de estado facultados para refrendar; c) que creaba un Consejo de Estado; y d) que establecía un Congreso compuesto por dos cámaras y un poder judicial. Otro proyecto unitario, de 211 artículos y redactado por Juan Larrea, Francisco J. Planes, Tomás Antonio Valle, Antonio Sáenz y Bernardo Monteagudo, fue presentado por la Sociedad Patriótica que consagraba una parte dogmática (declaración de los derechos del hombre) y que, en su parte orgánica, creaba un Poder Ejecutivo a cargo del presidente, al que agregaba un vicepresidente y cuatro ministros. Estaba inspirado en las constituciones francesas surgidas con posterioridad a la de 1789. El tercer proyecto unitario del 27 de enero de 1813 fue elaborado por una comisión interna de la asamblea. Básicamente era una síntesis de los proyectos mencionados precedentemente con el agregado de un triunvirato con ministerio y un congreso bicameral. El proyecto federal fue elaborado por el diputado oriental Felipe Santiago Cardozo. Su vinculación ideológica con Artigas era harto evidente. Se nutría de los artículos de la Confederación, la constitución de Estados Unidos y sus enmiendas, y la constitución del estado de Massachusetts. Establecía un Poder ejecutivo unipersonal, un congreso bicameral y un poder judicial federal. El artículo 63 enarbolaba el principio medular del liberalismo jurídico “un gobierno de leyes y no de hombres”. Además, prescribía que cada provincia era soberana, libre e independiente, quedando facultadas para conformar alianzas destinadas a su defensa, al resguardo de su libertad y a la consecución de su felicidad. Por último, estipulaba que las Provincias Unidas debían asegurar a cada provincia la forma republicana de gobierno. Este proyecto inspiró en buena medida a los constituyentes de 1853 (1).

Además de estipular los derechos del hombre también se reglaban sus deberes: a) subordinación completa a la ley, b) obediencia y respeto a la justicia, c) pacificarse en beneficio de la Patria, d) ser un hombre de bien, e) ser un buen padre, un buen hijo y cultivar la amistad. La plétora de textos constitucionales de la época no hacía más que reflejar la despiadada lucha por el poder entre Buenos Aires y el interior. El Reglamento del 25 de mayo de 1810, el Estatuto Provisional de 1811, el Directorio Supremo y el Consejo de Estado de 1814, el Reglamento Provisorio de 1817 y la Constitución de 1819 legitimaban el centralismo y hegemonía de Buenos Aires. La Junta Grande de 1810, el Reglamento Orgánico de 1811, el Estatuto de 1813 y el Estatuto Provisional de 1815 legitimaban los derechos de las provincias. Este texto constitucional (el Estatuto Provisional de 1815), pese a esbozar una defensa de las provincias, fue rechazado por éstas porque fue creado por una autoridad central provisoria. A raíz de ello el Congreso dictó el Reglamento de 1817 como paso previo al establecimiento de una constitución definitiva.

(1) Germán Bidart Campos, Historia política y…., tomo I, págs. 105/107.

El texto constitucional de 1815 (*)

El Estatuto Provisorio de 1815 contiene una serie de disposiciones sumamente importantes. Comienza por consagrar aquellos derechos que competen a quienes habitan el Estado: la vida, la honra, la igualdad, la propiedad y la seguridad. Luego los explica de la siguiente manera: “El primero tiene un concepto tan uniforme que no necesita de más explicación. El segundo resulta de la buena opinión que cada uno se labra para con los demás por la integridad y rectitud de sus procedimientos. El tercero es la facultad de obrar cada uno a su arbitrio, siempre que no viole las leyes, ni dañe los derechos del otro. El cuarto consiste en que la ley, bien sea perceptiva, penal o tuitiva, es igual para todos, y favorece igualmente al poderoso, que al miserable para la conservación de sus derechos. El quinto es el derecho de gozar de sus bienes, rentas y productos. El sexto es la garantía que concede el Estado a cada uno para que no se le viole la posición de sus derechos, sin que primero se verifiquen aquellas condiciones que estén señaladas por la ley para perderla”.

Más adelante, se refiere a los deberes de quien es ciudadano: “…debe primero sumisión completa a la ley, haciendo el bien que ella prescribe, y huyendo del mal que prohíbe… obediencia, honor y respeto a los Magistrados y funcionarios públicos…sobrellevar gustoso cuantos sacrificios demande la Patria en sus necesidades y peligros, sin que se exceptúe el de la vida…contribuir al sostén y conservación de los derechos de los ciudadanos, y a la felicidad pública del Estado…merecer el grato, y honroso título de hombre de bien, siendo buen Padre de familia, buen hijo, buen hermano y buen amigo”.

Respecto al Poder Ejecutivo-el Director del Estado-establece, entre otras, las siguientes atribuciones: “la protección de la religión del estado, su defensa y felicidad; el puntual cumplimiento y ejecución de las leyes que actualmente rigen; el mando y organización de los ejércitos, armada, milicias nacionales, el sosiego público, la libertad civil, la recaudación y económica arreglada inversión de los fondos públicos, y la seguridad real y personal de todos los que residen en el territorio del estado”. Tiene prohibido “disponer por sí sólo a su arbitrio los gastos, obras, aprestos y erogaciones extraordinarias, sino asociado en una Junta que formarán con voto decisivo el mismo director, el Decano del Tribunal Mayor de Cuentas, el Ministro más antiguo de la Caja Principal, el Alcalde de primer voto, el Prior del Consulado, el Fiscal de la cámara y el Procurador General de la ciudad, extendiéndose los Acuerdos ante el Escribano de Hacienda y debiendo tener voto solo informativo en dicha Junta el Secretario de ella”. Además “cuidará con particularidad de mantener el crédito de los fondos del Estado, consultando eficazmente su recaudación, y el que se paguen con fidelidad las deudas, en cuanto lo permitan la existencia de caudales y atenciones públicas…remitirá a la Junta de Observación cada tres meses una prolija razón que demuestre por clases y tramos, los ingresos, las inversiones y existencias…entenderá en el establecimiento y dirección de las casas de moneda y bancos”.

El Estatuto detalla los límites de la autoridad del director. Por ejemplo, le está vedado “intervenir en negocio alguno judicial, civil o criminal contra persona alguna de cualquiera clase o condición que fuese, ni alterar el sistema de administración de justicia”. Si arresta a alguien “deberá ponerlo dentro de veinticuatro horas a disposición de los respectivos Magistrados de Justicia con toda la independencia que corresponde al Poder Judicial, pasándoles los motivos para su juzgamiento”. Tiene expresamente prohibido “conceder a ninguna persona del Estado exenciones o privilegios exclusivos, excepto a los inventores de artes o establecimiento de pública utilidad con aprobación de la Junta Observadora” ni “violar o interceptar directa o indirectamente la correspondencia epistolar de los ciudadanos, la que debe respetarse como sagrada”. Si “fuese preciso practicar la apertura de alguna correspondencia, lo verificará con previa noticia y consentimiento de la Junta Observadora, Fiscal de la cámara y Procurador General de la Ciudad, que en el caso tendrán voto con juramento del secreto, como también el Administrador de Correos sólo Consultivo cuando haya de interrumpirse, suspenderse o variarse el curso de ellos”.

El Poder Judicial “no tendrá dependencia alguna del Poder Ejecutivo del Estado, y en sus principios y forma estará sujeto a las leyes de su instituto”.

El Director del Estado, los diputados que representan a las provincias, los Cabildos, los Gobernadores y los miembros de la Junta de Observación serán elegidos por el voto popular. El voto “podrá darse de palabra o por escrito, abierto o cerrado, según fuere del agrado del sufragante, y en él se nombrará la persona que ha de concurrir a la Asamblea electoral con la investidura de elector”. La posibilidad del fraude estaba presente en los autores del Estatuto: “Después de entregado el sufragio o escrito en una cédula el que se diera de palabra, se retirará el sufragante, cuidando de esto los Jueces para evitar confusión y altercados. Si alguno dedujese en aquel acto o después queja sobre cohecho o soborno, deberá hacerse sin pérdida de instantes, justificación verbal del hecho ante los cinco jueces de aquella sección, reunidos al efecto el acusador y acusado, y siendo cierto serán privados de voz activa y pasiva perpetuamente el sobornante y el sobornado. Los calumniadores sufrirán la misma pena por aquella ocasión y de este juicio no habrá más recurso”.

La seguridad individual y la libertad de imprenta ocupan un lugar central en el Estatuto. Estipula que “Las acciones privadas de los hombres, que de ningún modo ofenden el orden público, ni perjudican a un tercero, están solo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los Magistrados. Ningún habitante del Estado será obligado a hacer lo que no manda la Ley clara y expresamente, ni privado de lo que ella del mismo modo no prohíbe (…) Ningún habitante del Estado puede ser penado ni confinado, sin que preceda forma de proceso y sentencia legal (…) Ningún individuo podrá ser arrestado sin prueba al menos semiplena, o indicios vehementes de crimen, que se harán constatar en proceso informativo dentro de tres días perentorios, sino hubiese impedimento, pero habiéndolo se pondrá constancia de él en el proceso (…) La casa de un Ciudadano es un sagrado, que no puede violarse sin crimen y sólo en el caso de resistirse a la convocación del juez, podrá allanarse (…) Ningún reo estará incomunicado después de su confesión, y nunca dilatarse ésta por más de diez días sin justo motivo del que se pondrá constancia en el proceso, y se hará saber al reo el embarazo al fin de dicho término, y sucesivamente de tres en tres días, si continuase el motivo de retardación. Siendo las Cárceles para seguridad y no para castigo de los reos, toda medida que a pretexto de precaución sirva para mortificarlos maliciosamente, deberá ser corregida por los Juzgados y Tribunales Superiores, indemnizando a los agraviados de los males que hayan sufrido por el abuso.

El Estatuto contiene el decreto de la libertad de imprenta del 26 de octubre de 1811. Estipula que “Todo hombre puede publicar sus ideas libremente y sin previa censura (…) El abuso de esta libertad es un crimen, su acusación corresponde a los interesados, si ofende derechos particulares y a todos los Ciudadanos, si compromete la tranquilidad pública, la conservación de la Religión Católica o la Constitución del Estado”.

(*) Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Bibliografía básica

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-Natalio Botana, El orden conservador, Ed. Sudamericana, Bs. As., 1977.

-Natalio Botana y Ezequiel Gallo, De la República posible a la República verdadera” (1880/1910), Biblioteca del Pensamiento Argentino, Tomo III, Ariel, Bs.As., 1997.

-José Carlos Chiaramonte, Ciudades, provincias, Estados: Orígenes de la Nación Argentina (1800/1846), Biblioteca del Pensamiento Argentino, Tomo I, Ariel, Bs. As., 1997.

-Carlos Floria y César García Belsunce, Historia de los argentinos, Ed. Larousse, Buenos Aires, 2004.

-Tulio Halperín Dongui, Vida y muerte de la República verdadera (1910-1930), Biblioteca del Pensamiento Argentino, Tomo IV, Ariel, Bs. As., 1999.

-Tulio Halperín Donghi, Proyecto y construcción de una nación (1846/1880), Biblioteca del Pensamiento Argentino, Tomo II, Ariel, Bs. As., 1995.

-Daniel James (director del tomo 9), Nueva historia argentina, Violencia, proscripción y autoritarismo (1955-1976), Ed. Sudamericana, Bs. As., 2003

-John Lynch y otros autores, Historia de la Argentina, Ed. Crítica, Barcelona, 2001.

-Marcos Novaro, historia de la Argentina contemporánea, edhasa, Buenos Aires, 2006

-David Rock, Argentina 1516-1987, Universidad de California, Berkeley, Los Angeles, 1987.

-José Luis Romero, Las ideas políticas en Argentina, FCE., Bs. As., 1956.

-Juan José Sebreli, Crítica de las ideas políticas argentina, Ed. Sudamericana, Bs. As., 2003.

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