Por Eduardo R. Saguier.-

En su saga de cuestionamientos personales, y a diferencia de Angelici y Nicolás Caputo, Lilita Carrió no ha objetado la continuidad del actual Ministro de Ciencia y Técnica Lino Barañao ni tampoco ha planteado políticas de Ignorancia Cero y Enfermedad Cero (variables no medidas por el INDEC) que combatan el creciente deterioro de las instituciones respectivas, y hagan factible recién entonces el desarrollo de una política autosustentable de Pobreza Cero. Estas omisiones estructurales en sus políticas públicas y esta confusión en la selección de sus denunciados deben contar seguramente con alguna explicación, y para ello traemos a colación una serie de estratégicos y puntuales interrogantes.

¿Por ventura Carrió no ha advertido que la comunidad científica argentina se encuentra aplastada en su creatividad y en su libre pensamiento por un clima de miedo, silencio, amedrentamiento y persecución, y que ese clima se ha venido derramando en forma corrosiva en el resto del aparato del estado y de la sociedad civil, tales como las universidades públicas y privadas, los medios masivos de comunicación (periodismo y opinión pública), los jueces y fiscales del Poder Judicial, las profesiones liberales (médicos, contadores, ingenieros, abogados), y los demás niveles educativos del país (escuelas normales, medias y elementales)?

¿Por ventura Carrió no ha tomado conciencia que este opresivo clima atenta contra las conquistas de la Reforma Universitaria de 1918, que emancipara la gestación del conocimiento del poder del estado, de la iglesia y del gran capital (y cuya democratización aún resta por profundizar combatiendo la contratación de sus egresados en sus mismas universidades, tal como lo hiciera en USA el rector de Harvard Charles W. Eliot)? ¿Qué esta degradación cultural, que atenta contra la productividad académica y el valor agregado en la producción económica, arrancó hace un cuarto de siglo, en el Menemato, con las políticas del Banco Mundial para la educación, la ciencia y las patentes de invención (Consenso de Washington)? ¿Y que estas políticas banco-mundialistas fueron orquestando un mandarinato académico-burocrático y una desmembrada red de sometimiento, integrada por cuatro organismos cuyos dirigentes estaban dolosa y delictivamente asociados: a) la Agencia para la Promoción Científico-Tecnológica o ANPCyT (responsable de administrar los préstamos del Banco Interamericano de Desarrollo); b) la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria o CONEAU (responsable de otorgar licencias de maestrías y doctorados); c) la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación (creada por la Ley de Educación Superior de 1994) que administra la política de incentivos a los docentes-investigadores; y d) el Directorio del CONICET, legislado por el Decreto 1661, que supuestamente vino a democratizar la elección de sus integrantes?

¿Por ventura Carrió no advirtió que el Ministro Barañao fue acusado en 2005 ante la Fiscalía de Investigaciones Administrativas (FIA), y posteriormente en 2009 ante el Juzgado Federal Penal del Dr. Marcelo Martínez de Giorgi por la malversación y fraude en la distribución de U$S 1240 millones de dólares correspondientes a un préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), distribuidos por la Agencia Nacional para la Promoción Científico-Tecnológica (ANPCyT) en el período comprendido entre 1998 y 2010, y que fueron repartidos mediante simulacros de jurados (juez y parte) a funcionarios de la propia Agencia (medio centenar de Coordinadores y Co-coordinadores), incumpliendo la prioritaria obligación de invertir dichos fondos en la infraestructura científica del país (laboratorios, editoriales, bibliotecas, etc.)?

¿Por ventura Carrió desconoce que dicho Juez ordenó en 2010 archivar la denuncia contra la Agencia, y que en la apelación ante la Sala II de la Cámara Federal Penal (Irurzun, Cattani, Farah) se ratificó el archivo de la denuncia (2011), la que estuvo fundada en un único testimonio aportado bajo juramento por el Lic. Carlos E. A. Cassanello, Director del FONCYT (se desconoce su parentesco con el Juez Casanello), y por tanto miembro del mismo organismo penalmente imputado, hecho nuevo del que se tomó conciencia con posterioridad y que debería provocar la declaración de nulidad insanable, motivo por el cual se impone el inmediato desarchivo de la causa?

¿Por ventura Carrió no sabe que durante la gestión de Barañao como Secretario de CyT, el Directorio del CONICET omitió denunciar el fraude cometido con la semilla transgénica descubierta por su Investigador Néstor José Carrillo, del Instituto de Biología Molecular de Rosario (IBR), quien patentó su descubrimiento en USA, lo malvendió en Londres por una suma irrisoria a una empresa de biotecnología de nacionalidad británica de nombre Plant Biosciences Limited o PBL TECHNOLOGY (Reg. No. 02896390), conocida como intermediaria para financiar proyectos, y más luego fue adquirido en una millonada de euros por la empresa alemana BASF, con gran escándalo en el seno del Directorio del CONICET, que fue encubierto a solicitud del Secretario Barañao, y cuya denuncia se tramitó en 2010 en el Juzgado Federal de la Dra. Servini de Cubría con resultados desconocidos?

¿Por ventura Carrió desconoce que en el transcurso de la Década Ganada, desde que se inició la denuncia ante la Fiscalía (2005), la gran prensa (muchos de cuyos colaboradores se beneficiaron con los subsidios de la Agencia) omitió a sabiendas la difusión de la información judicial correspondiente, incurriendo al decir de Norma Morandini en actos de censura de información pública susceptibles de ser procesados en sede judicial, y que para mayor escándalo últimamente ha venido alimentando una ostensible apología en beneficio del Ministro Barañao y de un denominado Club Político Argentino, una nueva versión cortesana semejante al Grupo Esmeralda (el que en 1985 redactó el discurso de Parque Norte proponiendo un Tercer Movimiento Histórico)?

La respuesta a estos interrogantes por parte de Lilita Carrió permitirá discernir con justeza un proyecto político cultural que se sostenga en el tiempo y sea capaz de gestar un porvenir democrático que are en la tierra y no en el mar.

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