Por Eduardo Difonso.-

Tras 12 meses de gestión, las Cámaras Empresarias, prefieren disimular en público cualquier molestia y eligen redoblar su respaldo al Gobierno en vísperas de un año electoral. Pero preguntan ansiosos: ¿Cuándo arranca?

No dejan de reclamar en privado que la gestión Cambiemos convirtió los 23 puntos de inflación en 40 puntos de inflación, los 5 puntos de déficit fiscal en 8 puntos, los 29 puntos de pobreza en 32,2 puntos, los 7 puntos de desocupación en 10 puntos, una deuda publica que representaba el 38% ahora representa el 57% del PBI.

¿Cuándo arranca? Esa es, sin duda, la pregunta más repetida por los amigos del actual gobierno y por millones de independientes que tienen la esperanza de que al gobierno le vaya bien y pueda cumplir con las metas y objetivos propuestos.

¿Cuándo arranca esta economía tan deprimida? En la que no aparecen signos de que esté por despertar.

Sin embargo, la pregunta implica suponer que el vehículo está preparado para funcionar y solo falta un conductor que ponga la marcha y acelere.

Por eso esa pregunta, por definición, es una pregunta amigable.

Nadie que no creyera que el aparato económico esté en condiciones de ponerse en marcha la haría. Por eso es una pregunta de esperanza. Una esperanza en expectativa.

El gobierno, entonces, goza todavía de un clima de esperanza en expectativa. Son muchos los que le ofrecen a este gobierno esa actitud positiva de espera.

Aunque no es menos cierto que ese capital, con el transcurso del tiempo y sin resultados esperados, se va reduciendo y no rinde intereses.

El Sr. Presidente Macri, antes de visitar al Papa Francisco, puso en marcha la mesa de concertación entre trabajadores y sectores de la producción. Una decisión sensata más allá de lo que Macri espere de esa Mesa, a la que, a su retorno, se incorporan sectores de la iglesia. El problema es que no hay convicción en el gobierno, que este tipo de mecanismos funcione otorgando respuestas a la problemática de los sectores involucrados, de allí que no apuesta a las respuestas de esa Mesa por eso impulsa reuniones separadas del gobierno con el movimiento obrero, la CGT unificada. Esta semana se reunió el Ministro de Trabajo y el vicejefe de Gobierno con representantes de la CGT para tratar de acordar una posición por el tema de la ley de Impuesto a las Ganancias. Cuando esto debió llevarse a discusión a la Mesa de Concertación para que también se consideren los planteos empresariales.

La cultura del Encuentro y de la Concertación, la cultura de argumentar y pactar, es la vitalidad de la democracia.

Macri o sus funcionarios, cometieron los mayores errores de su gestión económica por el vicio de la imposición. Por ejemplo, la cuestión de las tarifas de gas o el pago de las escandalosas ganancias de la timba del dólar futuro. Ambas medidas han tenido y tienen, costos enormes e injustificables, y los funcionarios no han argumentado acerca de ellas y en consecuencia no han pactado. No han argumentado porque están convencidos, por una cuestión filosófica, que la conversación principal deben mantenerla con los concesionarios, de energía o banqueros, y es lo que hicieron, por esas acciones van agotando su crédito electoral. No se entiende; si crean y tienen la herramienta, ¿por qué no la usan? Simplemente porque no creen en ella.

Aranguren se negó a dar a conocer públicamente el costo del gas en boca de pozo y esa negativa informativa denota la ausencia de argumentos. De la misma manera el pago de 50 mil millones de pesos a los que recibieron gratis de manos del kirchnerismo el billete premiado del dólar futuro: solo hablaron con los banqueros. ¿En qué mesa de concertación, de consenso, se podrían haber “pactado” ambas decisiones? Imposible. No hubiera habido argumento para sostenerlas.

Ambas suponen unas transferencias de recursos escandalosas. Ambas han generado más inflación y menos actividad, intereses y costos de la energía.

La Mesa tripartita es un escenario en el que la cultura del lobby se neutraliza. El enorme poder de los concesionarios del sector público, los que viven del presupuesto, los que ejercen, por delegación del Estado, decisiones de impacto general, todos ellos que conforman la “oligarquía de los concesionarios”, no tienen compromiso con el país productivo. Y ejercen su enorme poder de lobby en beneficio de pequeños sectores. La Argentina que hoy sufrimos es hija de esa enorme distorsión del Bien Común promovida por los concesionarios.

Los dos ejemplos, el del gas y del pago del dólar futuro, ponen en evidencia la capacidad de lobby de los concesionarios energéticos y bancarios sobre el Poder formal. Nada de eso habría ocurrido si los temas hubieran sido sometidos a la Mesa porque no hubiera habido argumento decente para exponer.

La esperanza y las expectativas nacen como antídoto al espanto. No hace falta abundar en lo que implicaría, si no se ofrecen alternativas, que el fracaso o la demora interminable de la llegada de los hechos, termine con el abandono de las esperanzas o la inversión del signo de las expectativas.

Está cumplido el primer año y los anuncios de resultados, precios, empleo, producto, inversión, consumo, no llegan. Por eso son los amigos los que preguntan ¿cuándo arranca?

El ex ministro chileno Felipe Larraín, según lo relato uno de los ministros argentinos, preguntó el lunes por la noche ¿cuándo arranca? Una pregunta, como dijimos, amigable. Y el Ministro le respondio:́ “la verdad, no sé”.

La respuesta no fue sólo a Larraín, en la intimidad de los despachos, sino a las 360 personas que lo escuchaban ansiosamente en Puerto Madero y esperaban las palabras de uno de los responsables de la gestión PRO-RADICAL pero la noticia de cuándo arranca no llegó. Simplemente respondió categóricamente “no sé”.

Ante tal sinceridad nadie le preguntó ¿sabe cuál es el motor al que apostaron?

No hay medidas que indiquen que es el motor del consumo, tampoco lo es la inversión, que se espera caiga del cielo como «lluvia verde» Porque no hay nada que hayan hecho para que esos motores se muevan. Tampoco lo es el motor de la exportación, porque, en todo caso, de los sectores primarios el “gran salto” viene del lado de los términos del intercambio y ahora no estamos a la puerta de un boom como el que la economía internacional le ofreció a los Kirchner. Ese motor es el que puso en marcha el superávit fiscal vía retenciones en aquel momento,pero hoy están derogadas las mas importantes.

La pregunta ¿cuándo arranca?, tiene una respuesta optimista entre los consultores y algunos funcionarios. Ellos auguran, para 2017, un incremento del PBI de 2 ó 3 por ciento. Eso es “volver al pasado” porque en ese caso estaríamos retrocediendo al nivel del PBI por habitante de unos años atrás. Eso no es arrancar eso suena a reconocer el atraso que hoy tenemos y que se espera un rebote de la economía que esta cayendo por falta de medidas concretas. Hay que definir los motores que se van a utilizar ya paso un año.

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