Por Hernán Andrés Kruse.-

Si el gobierno creyó que devolviendo al poder sindical 29.000 millones de pesos a las obras sociales para atenuar el contenido del documento que finalmente fue dado a conocer el 5 de agosto, se equivocó groseramente. Los popes sindicales Antonio Caló, Hugo Moyano y Luis Barrionuevo, más 147 jefes sindicales, se reunieron en el Salón Felipe Vallese de la sede de la calle Azopardo para hacer público un duro documento contra el gobierno nacional titulado “De mal en peor”. El sindicalismo advierte que “el tan mentado “sinceramiento de la economía” se ha reflejado con la peor cara hacia los trabajadores y la gran mayoría de los argentinos” e hizo un llamamiento para “cambiar en serio antes de que sea tarde”. También alerta sobre el incremento “de la pobreza, una brusca caída del consumo y perspectivas económicas y sociales que ensombrecen aún más el horizonte”. Además, la cúpula cegetista facultó a la dirigencia que surja como consecuencia de la reunificación de la CGT el próximo 22 de agosto a “convocar a las acciones gremiales que correspondan en reclamo de las soluciones que requiere la mayoría del pueblo argentino”, para de esa manera conducir a un gobierno colegiado compuesto por Juan Carlos Schmid (Moyano), Héctor Daer (Caló) y Carlos Acuña (Barrionuevo).

En el documento se lee que “no hay que haberse graduado en Harvard o en otra prestigiosa universidad para darse cuenta de que vamos de mal en peor” (…) “de poco valen las declaraciones de aliento de los funcionarios apuntando hacia el segundo semestre y que ahora han sido postergadas para algún momento del año que viene” (…) “cuando uno está empapado hasta los huesos, importa poco si llueve”. La dirigencia sindical remarcó que “el pedido que hizo el nuevo gobierno a la sociedad para que le “diera tiempo” y poder hacer frente a la “pesada herencia”, tendría que haber sido utilizado para corregir los males que aquejan a los argentinos. Sin embargo, en esta paciente espera del milagroso segundo semestre, sólo ha habido malas noticias”. Adentrándose en la cuestión económica el documento señala que “la suba de precios al consumidor en el primer semestre ya superó toda la esperada para 2016 y faltando medio año por delante, no sólo está lejos de la promesa inicial de bajar la inflación al 25 por ciento, sino que las estimaciones más optimistas la ubican entre el 43 y 45 por ciento” (…) “la baja de la producción, iniciada en el último trimestre de 2015, se aceleró en los últimos seis meses llevándonos ya a una recesión con todas las letras” (…) “el déficit fiscal calificado por este gobierno como uno de los peores enemigos, no sólo no se amesetó sino que, por el contrario, aumentó en el 5,2 por ciento en los primeros cinco meses”.

La cúpula cegetista se quejó de que “el impuesto a las ganancias sobre la cuarta categoría aún aguarda el compromiso de campaña de ser excluido, los parches que se han intentado han empeorado la situación de los trabajadores afectados y han incluido entre los perjudicados a más empleados”. Rememoró la “apertura de importaciones que genera un efecto inverso perjudicando a la producción, y el brutal tarifazo de los servicios públicos que ocasionó tamaño perjuicio que incorporó más pobres a los ya existentes, es decir más de 13 millones de compatriotas”. Más adelante, el documento se refiere “al cierre de comercios debido a la caída de las ventas, aumento de alquileres y el costo de energía” y critica que “el auténtico discurso industrialista esté ausente del vocabulario de nuestros dirigentes políticos”. El documento concluye afirmando que “todos estos datos nos hablan de un creciente deterioro de la calidad de vida de la mayoría de los argentinos que se resumen en inflación galopante, recesión, aumento del déficit fiscal, incremento del endeudamiento público, pérdida de empleo, crecimiento de la pobreza y problemas en la escolaridad “(fuente: Santiago Rodríguez: “Hay un creciente deterioro de la calidad de vida”, Página 12, 6/8/016).

La crisis que hoy vive el país es la consecuencia directa del levantamiento del cepo cambiario, que se tradujo en una aguda devaluación, la quita de retenciones a los alimentos, los despidos en los sectores público y privado, la apertura indiscriminada a las importaciones, los tarifazos, la paralización de la obra pública, el incremento de las tasas de interés, la cancelación de programas de apoyo crediticio a la producción, el desmantelamiento de los controles al proceso de formación de los precios y el enfriamiento general de la economía. Macri y Prat Gay lo hicieron. Rosario, la segunda ciudad del país, es un claro ejemplo de lo que está padeciendo la Argentina debido a una política económica cuyo único objetivo es incrementar las ganancias de los dueños del capital. Leo Santero es el responsable del restaurante El Gran Chopp de Rosario. He aquí su testimonio: “el año pasado tocamos tres veces los precios de carta. Este año ya van siete. Tuvimos que aumentar todos los meses porque no podemos absorber la suba de costos. Los calamares aumentaron 300 por ciento, la carne 50 por ciento, el queso 100 por ciento, el aceite 80 por ciento. Nosotros consumimos 800 litros de aceite por mes. El menú ejecutivo, que estaba entre 50 y 60 pesos, ahora está 120. Y no lo ponemos más caro porque no va a venir nadie, pero la verdad que el margen es cero. El año pasado los gastronómicos no teníamos menos de 8 o 10 por ciento de ganancia. Hoy no se están cubriendo los costos. Negocios grandes como el nuestro, que tenemos más espalda y podemos generar mayor flujo, la vamos peleando, pero para los restaurantes o bares más chicos es muy difícil” (…) “La factura eléctrica nos aumentó 100 por ciento, el agua 100 por ciento y los impuestos municipales 50 por ciento. Si la Justicia llega a reponer la suba de las tarifas son muchos los que no van a poder aguantar”.

El testimonio de Cristina Bondioni (Laminación Litoral, una fábrica que se dedica a la fabricación de aluminio) también es estremecedor: “la demanda está totalmente caída. Nuestros clientes apenas si reponen lo poquito que pueden llegar a vender. Tuvimos que suspender las horas extras. Estábamos en jornadas de 12 horas y bajamos a 8. Antes fundíamos de lunes a viernes. Ahora de lunes a miércoles” (…) “La producción cayó 50 por ciento, y no fue mayor porque tomamos medidas preventivas el año pasado suponiendo lo que se podía venir. No hubo distribución de dividendos, hicimos acopio de materias primas y pactamos preventas. De lo contrario estaríamos operando al 30 por ciento de la capacidad instalada. El aumento general de costos fue del 69 por ciento, pero solo pudimos trasladar el 40 para ir acompañando las paritarias. Si subiéramos los precios lo que corresponde quedaríamos fuera del mercado”. Son solo dos testimonios pero que reflejan claramente lo que se vive hoy en Rosario. Lo más dramático de todo es que esta situación no mejorará mágicamente. En efecto, si el gobierno no modifica radicalmente su política económica, si no cambia de paradigma, el escenario empeorará. Y ya sabemos quiénes serán los principales damnificados (fuente: David Cufré, “Rosario”, Página 12, 6/8/016).

Nadie duda de la ortodoxia económica de la consultora FIEL. De acuerdo con su última medición el costo de la CBA (canasta básica alimentaria) se duplicó y un poco más desde que Macri asumió como presidente de la nación. En julio la CBA sufrió un incremento del 43,3 por ciento en relación con julio de 2015, es decir más del doble del 19,6 por ciento de aumento que se había registrado de manera interanual hasta noviembre del año pasado. Por su parte, la CBT (canasta básica total) registró en julio un incremento del 47,7 por ciento en relación con julio de 2015, es decir tres veces más que el registro de 16,1 por ciento de noviembre último en relación con noviembre de 2014. La conclusión es tremenda: hoy en día una familia compuesta por el marido, la esposa y dos hijos necesitó en julio para no ser pobre un ingreso de 11.383 pesos. Según el informe una familia de esa índole necesitó en julio un ingreso de 4.944 pesos para no ser indigente, lo que implica un aumento de 4,2 por ciento en relación con julio del año pasado. Si se tienen en cuenta los gastos por servicios básicos, un hogar necesitó contar con un ingreso de 11.383 pesos para no ser considerado pobre, lo que implica un incremento de 3,1 por ciento en relación con junio, acumulando en un año un alza del 47,7 por ciento (3678 pesos más). Entre noviembre del año pasado y julio de este año, el aumento de la canasta básica total fue de 39,5 por ciento. Ello significa que en los últimos ocho meses hubo un aumento interanual de la canasta básica total del orden del 83 por ciento. El incremento exorbitante de los precios se debió a la abrupta devaluación de diciembre, la eliminación de las retenciones y el tarifazo de servicios públicos. A pesar de este sombrío panorama el gobierno nacional considera que resulta innecesaria la reapertura de las paritarias. Según un relevamiento hecho por la CGT Azopardo, la inflación en junio fue del 3,1 por ciento, acumulando un incremento del 45,8 por ciento interanual. También consideró que una familia tipo necesita 12.797 pesos para no ser pobre y 5588 pesos para no ser indigente (fuente: Cristian Carrillo: “Canasta tres veces más cara en ocho meses”, Página 12, 5/8/016).

Según CAME (entidad que agrupa a los pequeños y medianos comerciantes) las ventas minoristas disminuyeron en julio un 8,1 por ciento, marcando de esa forma el séptimo mes de bajas. El segundo semestre comenzó con una disminución de la demanda del orden del 6,6 por ciento. Diferente era el panorama en 2015 donde en el segundo semestre se registraron incrementos de las ventas minoristas todos los meses: julio, 1,7%; agosto, 2,4%; septiembre, 2,4%; octubre, 2,7%; noviembre, 1,6%; y diciembre, 1,3%. Ahora, el panorama es mucho más complicado. He aquí los números de julio: electrodomésticos y artículos electrónicos (-18.1%); materiales para la construcción (-12,7%); ferreterías (-12,2%); golosinas (-10,2%); juguetería (-9,3%); y calzado (-5,8%). Miembros de CAME dijeron que julio había sido “otro mes de muy bajo movimiento en el consumo. Es el séptimo mes consecutivo en que las ventas caen, a pesar de los descuentos agresivos que están haciendo los empresarios para atraer clientes y ordenar la liquidez necesaria que les permita afrontar los pagos de salarios, alquileres, servicios y reposición de mercadería”. Este fuerte retroceso de la demanda local se explica por el desempleo creciente, el aumento del costo de vida fruto de la devaluación y el tarifazo, y las mayores tasas de interés en pesos que provocaron un encarecimiento del consumo con tarjeta de crédito (fuente: “Siete al hilo para el comercio”, Página 12, 5/8/016).

Pese a las promesas del gobierno de una mejora para el segundo semestre la población continúa teniendo muchas dificultades para gastar, lo que la obligó a limitar las compras por la falta de dinero, consecuencia directa del plan ortodoxo aplicado sin anestesia por el gobierno de Mauricio Macri.

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