Por Hernán Andrés Kruse.-

En su edición del lunes 3 de enero, Página/12 publicó el reportaje que el flamante ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, concedió al periodista Tomás Lukin, en el que expone cuáles serán los lineamientos fundamentales de su programa económico. La última afirmación de Prat Gay al alejarse del gobierno fue que se iba con la sensación de una “misión cumplida”, pese a que la economía está en recesión, la inflación es alta, el consumo cae, el desempleo sube y las inversiones extranjeras brillan por su ausencia. Al respecto, señaló Dujovne: “Tuvimos distintas misiones, la suya la cumplió con creces. Lo que se hizo el año pasado fue muy importante. Es el camino a la normalización de la economía. Salimos del “cepo”, las prohibiciones a exportar, salimos del default. Fue un año difícil donde hubo que pagar costos. Los reconocemos pero sentaron las bases para que la economía pueda crecer. Hubo que pagar costos de corto plazo en pos de los beneficios de mediano y largo plazo. Negar que existan costos para el bolsillo del consumidor y en materia de empleo sería necio. Lo reconocemos y lo tomamos en cuenta para adelante para decidir cómo seguimos. Ahora tenemos una tarea distinta”. La falacia de este argumento es absolutamente cristalina. Dujovne nos quiere hacer creer que todo lo que aconteció en materia económica durante 2016 constituye la primera etapa de un plan perfectamente elaborado. Es cierto que hubo quienes la pasaron mal (los trabajadores, como de costumbre), pero esto estaba previsto, dice Dujovne sin ruborizarse. Nada que ver con la triste realidad que nos agobia. Lo cierto es que el presidente y su equipo económico creyeron que apenas se hicieran cargo del gobierno las inversiones foráneas llegarían como por arte de magia y que los dólares nos inundarían. Nada de eso sucedió y el gobierno se vio obligado a improvisar sobre la marcha. Se endeudó e impuso una gigantesca transferencia de recursos de los sectores populares a los sectores concentrados de la economía. La frutilla del postre será el retorno incondicional al FMI. Para Dujovne lo primordial es la reducción del déficit fiscal y no la reactivación económica, la creación de puestos de trabajo y el impulso a la actividad industrial. Así lo explica: “Las economías con menos inflación crecen más. Nosotros tenemos metas de reducción gradual del déficit de mediano plazo. Al bajar el déficit estoy creando las condiciones para que la economía crezca más. Hoy para la Argentina bajar el déficit fiscal gradualmente es expansivo porque eso genera más crecimiento. Nos permite dar más certidumbre, bajar la tasa de interés e ir reduciendo impuestos que encarecen muchísimo el costo de producir en la Argentina. La baja en la inflación y la reducción del déficit fiscal son expansivas para la economía. Yo no tengo que sacar el “cepo” ni salir del default, quiero enfocarme en que la manera en que recaudamos impuestos y gastamos sean las más eficientes y equitativas posibles. A su vez quiero darle más coordinación macroeconómica al gobierno” (así define el ministro a la coordinación macroeconómica: “los ritmos y las prioridades en términos de ingresos y gastos tienen impactos macroeconómicos. Quiero que opinemos ahí. Nosotros queremos gastar muchísimo en obra pública porque tiene mucho más efecto multiplicador que otros gastos. Vamos a priorizar ese gasto. Eso nos genera necesidad de ser más cuidadosos en otras áreas de la administración para poder sostener la expansión en el gasto en infraestructura”).”El gobierno tiene aspectos de coordinación micro que lleva adelante la Jefatura de Gabinete pero en la coordinación macro tenemos un papel muy importante”. En buen romance: el gobierno profundizará el ajuste para enfriar aún más la economía, lo que provocará menor consumo y mayor desempleo. No se puede crecer si la demanda interna continúa retrocediendo. Sin embargo, el ministro considera que “en 2017 el consumo no va a tener los dos vientos de frente que experimentó el año pasado, al menos no en la misma proporción. En 2016, el consumo estuvo muy afectado por el traspaso a precios de la unificación cambiaria y la suba de precios de productos regulados (devaluación y aumento de tarifas). La inflación está en 19,6 por ciento anualizada. Vamos a tener una mejora del salario real que se va a manifestar en el consumo y el empleo en el sector privado formal. Entre agosto y octubre se crearon 36 mil puestos de trabajo después de que hubo una destrucción importante”. Por primera vez desde 1975 se produjo un aumento de la importación de bienes de consumo durante un período recesivo, lo que atenta contra la industria nacional. Sobre este delicado tema opinó el ministro de la siguiente manera: “Lo miramos con atención pero venimos de niveles tan bajos que vamos a ver tasas de crecimiento sostenidas en los próximos años. Argentina es uno de los 10 países que menos importa en el mundo. Importamos muy poco. Para poder exportar más la economía necesita importar más. Veníamos de una economía donde estaba prohibido importar. Es lógico que en la canasta de consumo de la Argentina pesen un poco más las importaciones. Pero además si nos preocupa la inflación y queremos más competencia, bueno, es lógico que la competencia importada también nos ayude en la batalla antiinflacionaria. Hay que contrapesar todos los objetivos que tenemos: nosotros queremos bajar la inflación y mejorar el salario de bolsillo. Y queremos crear condiciones más competitivas en la economía”. Ahora bien, ¿cómo se puede mejorar el salario de bolsillo si al mismo tiempo se devalúa, se abre la economía al exterior de manera descontrolada y se aplican feroces tarifazos? En la parte final de la entrevista el ministro aludió al FMI: “Considero que Argentina tiene costos muy altos para el trabajo, cargas muy elevadas. En lo que respecta al FMI, volvimos a ser socios del club pero sus recomendaciones no son vinculantes. No tenemos problemas de financiamiento que nos lleven a pedirle al Fondo. Tenemos la tasa de interés más baja de la historia. Va a seguir bajando la sobretasa a niveles parecidos a nuestros vecinos”.

El reconocimiento de Dujovne de que la apertura comercial es un complemento de la estrategia oficial para contener los aumentos provocados por la devaluación y la suba de tarifas, provocó serios cuestionamientos de parte de importantes actores económicos. Tales los casos de la Confederación General Empresaria (Cgera) y la Cámara Empresaria de la Mediana Empresa (CAME), que advierten que al aumentar las importaciones de indumentarias, calzados, muebles, marroquinería, electrodomésticos y alimentos se produce un desplazamiento de la producción local afectando el empleo. Una de las principales cámaras textiles del país advierte que 100 mil puestos de trabajo están en riesgo, es decir un 25 por ciento de la ocupación en el sector. Representantes de diversos sectores industriales pyme retrucaron en duros términos las afirmaciones de Dujovne. Raúl Zylbersztein, directivo de Cgera, consideró que “es ingenuo pensar que una apertura importadora va a bajar la inflación. Esa postura atrasa 15 años” (…) “Hacernos pagar a los industriales el costo de una mala estructura comercial es un suicidio porque deriva en una pérdida de puestos de trabajo. La industria lleva casi cerca del 45 por ciento de los puestos registrados del país”. Por su parte, Vicente Lourenzo, secretario de prensa de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa, consideró que “la importación no regula la inflación, destruye al pequeño productor local”. La apertura importadora combinada con la caída del consumo interno afectó fundamentalmente a la cadena textil-indumentaria. Según el último informe de la consultora Radar, liderada por Paula Español, “si bien la caída de la actividad de alrededor del 30 por ciento aún no se convirtió en una situación de despidos generalizados, desde el sector advierten que están llegando al límite”. Considera, además, que las importaciones de indumentaria y productos terminados conservaron su nivel de crecimiento durante los últimos meses. En efecto, entre enero y noviembre de 2016 las compras al exterior registraron un incremento del 35 por ciento (en sintonía con el 33 por ciento registrado durante el primer semestre) (fuente: Tomás Lukin, “La producción nacional está en jaque”, Página/12, 4/1/017).

El Banco Central acaba de anunciar que no modificará la tasa de interés de la política monetaria. En consecuencia, continuará en el 24,75 por ciento. Fuentes de la autoridad monetaria reconocieron que la mejor estrategia es mantener la prudencia respecto a la reducción de la tasa, porque bancos y empresas evalúan una mayor inflación en los próximos meses. “Las expectativas de inflación para 2017 resultaron superiores a las relevadas en noviembre”, reconocieron. El despegue de la economía continúa siendo, por ende, una expresión de deseos del gobierno nacional. El Banco Central publicó el martes 3 el informe REM (Relevamiento de Expectativas del Mercado), en el cual los más importantes consultores de la city mostraron un incremento en sus proyecciones de inflación para los primeros meses de 2017. Creen que en febrero la inflación será del 1,7 por ciento (en sus proyecciones de noviembre la inflación alcanzaba el 1,6 por ciento para el mismo mes). En abril la inflación alcanzará el 1,9 por ciento (proyecciones: 1,8 por ciento). Según el mercado la inflación llegará en 2017 al 20,7 por ciento, levemente superior a sus cálculos de noviembre (20,5 por ciento). Los bancos y las grandes empresas creen que el crecimiento económico se ubicará este año en el 2,9 por ciento del PIB, cuando en noviembre habían vaticinado un crecimiento del 3,0 por ciento. Respecto a la divisa norteamericana creen que para fin de año costará 18,4 pesos (en noviembre lo veían en 18,1 pesos). Por último, el déficit fiscal se ubicaría en 448,3 mil millones de pesos en 2017 (en noviembre se lo había estimado en 451,9 mil millones de pesos) (fuente: Federico Kucher, “La city opinó”, Página/12, 4/1/017).

En su edición del miércoles 4 de enero Página/12 publicó una entrevista que el ex jefe de Gabinete de Néstor y Cristina Kirchner, Alberto Fernández, le concedió al periodista Miguel Jorquera. Es interesante su lectura ya que el protagonista es uno de los cuadros más inteligentes del peronismo y el 31 de diciembre estuvo junto a Milagro Sala en su celda, lo que provocó un tsunami en las filas del Frente Renovador. Como todo presidente, Mauricio Macri tuvo durante 2016 aciertos y errores. Según Fernández, el presidente tuvo escasos aciertos: “El único y que fue opacado por algún ataque de Macri a Massa cuando salió lo de Ganancias y lo maltrató públicamente. Un avance fue la convivencia democrática, estamos pasando un tiempo donde todos podemos expresarnos. No se si es un mérito de Macri o de la sociedad. Todo lo demás es desacierto. Es un gobierno que perdió el primer año, se equivocó mucho en materia económica y profundizó los índices negativos. En relaciones exteriores ha retrocedido un montón con una extrañísima negociación con Inglaterra sobre Malvinas. Que le indicó a Macri que se olvide del Mercosur y vaya por el Pacífico en un tratado que está muerto, y que encima no reacciona con el caso Milagro Sala, que ha hecho que la Argentina hoy vuelva a estar en el listado de países que detienen arbitrariamente. En materia judicial la patética ley que quiso intervenir el Ministerio Público es una prueba de cómo está funcionando la Justicia. En derechos humanos parece que la mayor preocupación es que los genocidas puedan seguir cumpliendo sus condenas en sus casas. En trabajo el retroceso es impresionante, recibieron el país con siete puntos de desocupación y ya lo llevaron a diez, hicieron crecer un diez por ciento la pobreza”. En relación con el rol que jugará el peronismo en este crucial año electoral, expresó: “El peronismo tiene diferentes realidades: una en la provincia de Buenos Aires y otra en distintas provincias del país, donde la posibilidad de unir al peronismo es más fácil. En Buenos Aires no se sabe qué va a hacer Cristina y ella divide aguas. Electoralmente el posicionamiento de Massa en Buenos Aires es muy interesante si uno no quiere repetir la experiencia de Cristina y no quiere soportar el presente de Macri. En el interior el peronismo debe darse un debate: quiénes somos y qué queremos representar, y hay cosas que deben explicarse”. Fernández alude a la necesaria autocrítica que debe darse en el interior del kirchnerismo sobre temas como el pacto con Irán, la inflación negada sistemáticamente, el rol de Guillermo Moreno y la presencia de Milani en la jefatura del Ejército. Sobre las causas judiciales que pesan sobre la ex presidente, señaló que “hay cuestiones que judicializan medidas políticas como el dólar futuro. Si el dólar futuro es delito como insinúa la Cámara Federal, entonces la emisión de Lebac para parar la inflación también es delito. Yo no lo creo. Considero que son dos medidas políticas muy desacertadas pero no judiciables. El caso Nisman es muy especial y a mí me preocupa la violación del principio de cosa juzgada. Critiqué el fallo de Rafecas porque hubiera querido que esa causa se abriera y se investigara para disipar dudas. Pero Rafecas escribió un fallo muy solvente donde dice que a su juicio no hay delito. Ese fallo fue confirmado por la Cámara Federal y quedó firme. Pero ahora una segunda presentación de alguien que dice: “tengo más pruebas sobre algo que no es considerado delito e inexplicablemente esa causa que era cosa juzgada se ha reabierto”. En la parte final de la entrevista el ex jefe de Gabinete K aludió a su polémica visita a Milagro Sala. Luego de aclarar que viajó a título personal consideró que “para mí es un problema de conciencia. Viví en una sociedad que vio desaparecer miles de personas, encarcelar y exiliarse a otras miles de personas y que siempre miró hacia otro lado con el argumento de que algo habrá hecho. Yo no quise seguir esa lógica y quedarme de brazos cruzados frente a una detención que no corresponde. No hablo de la inocencia o culpabilidad de Milagro Sala porque no lo sé, de lo que hablo es que no hay argumento para que mientras dure el proceso ella esté detenida, lo mismo que han dicho la ONU y la OEA”.

En la misma edición, Página/12 publicó un artículo de Mario Rapoport titulado “La macrieconomía”, en el que realiza un brillante y fino análisis de la triste realidad económica que nos toca vivir. Dice el profesor emérito de la UBA: “(…) En nuestro caso los sucesivos gobiernos (y el actual lo proclama) recibieron una herencia económica negativa, incluso el de Néstor Kirchner, pero con las políticas neoliberales los indicadores macro no funcionan desde hace un año, se incrementó de nuevo la deuda externa, como para parecerse más a los países poderosos que nos superaban en eso, cayó el PIB y los índices inflacionarios subieron, así como la desocupación y la pobreza. El consumo se achicó y la demanda interna dejó de ser el motor que era pero, extrañamente, en una economía que volvió a liberar todos sus controles, las inversiones en vez de crecer decrecieron. Ni qué hablar de la microeconomía con miles de empresas quebradas, mientras que las corporaciones que ahora son gobierno no han conseguido enderezar por si mismas su propia situación financiera y productiva. En cambio, como una herencia de nuestro antiguo imperio colonial, las grandes ganancias existieron vía la redistribución de tributos a esas multinacionales, a la agroexportación y a otros intereses y rápidamente se trasladaron al exterior, a los paraísos caribeños, panameños o europeos o a las filiales corporativas externas (sin necesidad de ir tan lejos se les podría pedir a los amigos británicos hacer un nuevo Hong Kong en las islas Malvinas). De modo que por la herencia de redistribución y derroche recibida en 2016, pasaremos un 2017 de ajuste supervisado por el FMI. Entonces volveremos a recuerdos recientes muy desapacibles. Es cierto que no todo fue negativo, tuvimos la suerte de librarnos de los fondos buitre, unos simples estafadores, para conseguir más deuda con otros estafadores y así en continuado siguiendo la pirámide de Ponzi. Eliminamos toda barrera comercial, que los demás no han hecho o tienen al menos los temidos subsidios, y nuestras exportaciones no crecen. Parece que los economistas neoliberales que manejaban nuestra economía, y ahora empiezan a ser despedidos, viajaban tanto en avión que llevaban siempre, aun en primera clase, antifaces negros que le impedían ver el sol para dormir mejor y no vieron la impresionante caída del comercio mundial a bordo de un país escasamente competitivo” (…) “Esa ceguera de la historia hace que el mencionado ministro tenga que irse y el presidente mismo colgarse el cartel de primer economista, aunque en el pasado tuvimos otros ingenieros que hubieran querido ese doble rol. Pero no les fue posible. Además de morir, fueron deshonrados por hijas demasiado ambiciosas. Eso para no mencionar al patriarca de la convertibilidad que convenció a varios gobiernos en una solución que al comenzar el siglo produjo el mayor estallido económico social de nuestra historia, en el que se vio involucrado el que se va ahora. En este juego de dados cargados que es el gran casino mundial en el cual nuestro país participa, ya se ha hecho el reparto y los dólares presentes y futuros ya se fugaron. Queda pues encargar a dos nuevos ministros de las tareas que antes hacía uno solo, con la unción, claro está, de nuestro pontífice. Pero éstos no se pondrán máscaras. Conocen el juego de haberlo practicado en sus propios negocios: achicar gastos y tomar nuevas deudas, gastos que otros ahorrarán vía el desempleo y el subconsumo, y deudas que nuevas generaciones pagarán, comiendo menos los que siguen aquí o yéndose a otros países a trabajar los que no aguantan más (fuga de cerebros que le dicen). La siesta de los primeros cien días, que se transformaron en un año y por qué no dos, terminó. Ahora el maestro cocinero deberá viajar menos y ponerse pronto el delantal, porque no huele limpia la cocina. La macricocina tiene grietas por todos lados como la macrieconomía”.

Share