Por Juan José de Guzmán.-

Cada intervención en los medios del Dr. Cichero merece ser leída y analizada en profundidad. Porque es un argentino de ley, porque es un profesional de vocación, que en su dilatada y premiada carrera nos ha transmitido sus inquietudes, temores y valentía para explicar y/o denunciar lo que a muchos otros profesionales, con menos lauros y compromisos adquiridos ante la sociedad se les ha convertido en tabú, expresar objeciones a las conductas delictivas que en su actividad encontraron y muchos callaron.

Valiente, sin pelos en la lengua, en una de sus últimas Cartas a los diarios hubo expresado que le agobiaba el entorno transero, traidor y obsecuente de muchísimos políticos y políticas. Criticó muy duramente al “vacunatorio VIP” donde se vacunaron personas jóvenes que no estaban dentro de la población de riesgo pero por su militancia o cercanía con el poder “se adelantaron en la cola” al decir del propio Presidente.

Una personalidad frontal, como la de su admirado Favaloro de quien heredó su vocación de servicio, empatía hacia el prójimo y una conducta intachable.

En su carta de respuesta a otra aparecida el domingo, en donde un profesional de la salud, Gonzalo Mesones, explicaba por qué había decidido dejar la pediatría; “hoy no vale la pena, no para mí”.

En ella resalta que la medicina no es para cualquiera, para ejercerla se necesita temple y pasión y eso no se hereda.

Vaya mi homenaje en vida y admiración hacia alguien que será, sin dudas, un pilar de la quimera que todos perseguimos y que cristalizaremos con el sacrificio y aporte de todos los que ansiamos una argentina pujante, como la que soñaron nuestros mayores.

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