Por Luis Américo Illuminati.-

Me decía el otro día un viejo amigo -pensador visionario- con el cual me encontré en la larga fila formada de casi una cuadra para extraer dinero de los cajeros automáticos, mientras más atrás había otra inmensa fila de gente bajo el sol para hisoparse. Un panorama bastante desolador.

«Te voy a decir una cosa, que no sé si tú compartirás. A lo largo de la historia ha habido profecías sobre el fin del mundo, libros y películas sobre acontecimientos sobre el fin del planeta, ya sea por cataclismos naturales, maremotos y tsunamis, colisión de un inmenso asteroide contra la tierra o una lluvia de rayos solares gama que la incendiarían en cuestión de horas o ya sea por guerras nucleares de Occidente contra Oriente (Armagedón). Pero yo tengo la sospecha de que ya llegó el fin de mundo. Nos estamos extinguiendo de a poco. Fijate que ocurre el mismo fenómeno o situación que se dio con la caída del Imperio Romano (con algunas variantes). Pestes, pandemias y virus a nivel mundial en las que se ha dado un debate agotador entre defensores de las vacunas antivirus presuntamente inmunizantes y detractores que plantean serias dudas y reservas a la vacunación masiva. Un desgastante debate mundial que ha llevado a muchos espíritus a la incertidumbre, a raíz de la imposibilidad de establecerse a ciencia cierta si son gérmenes y bacterias casuales o cepas creadas en laboratorios -afirma un amplio sector al que los sectores oficiales califican de conspiranoicos- con el fin macabro de reducir la superpoblación mundial que estaría agotando rápidamente la disponibidad de alimentos. Esta inútil polémica o debate médico-científico sin precedentes ha dividido las opiniones en dos partidos, como en la época de güelfos y gibelinos. Sigamos con los demás eventos locales y mundiales que dan pie a esta sospecha. Violencia y crímenes por todas partes, hedonismo exacerbado, fanatismo, propaganda y expansión de un comunismo tardío como panacea o tabla de salvación universal, nihilismo, idolatría, corrupción, degeneración y depravación de las costumbres por desaparición de la ética y moral pública y privada, locura colectiva -particularmente en la Argentina- millones de refugiados por persecuciones religiosas y un aumento espeluznante de la drogadicción en el mundo entero. Para colmo, la OMS recomienda a las familias no reunirse para el festejo de la Navidad. Hay como una paranoia colectiva. Temor o miedo al pánico. ¿Vos qué opinás?»

A lo que le contesté: «Por el momento haré epojé (suspensión del juicio), aquella posición o actitud de los estoicos de no precipitarse antes de dar una opinión, no te doy la razón, me abstengo. Pero tampoco negaré total o parcialmente tus afirmaciones. Lo voy a pensar un tiempo y te daré a la mayor brevedad mi respuesta».

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