Por Luis Alejandro Rizzi.-

Confundir es una palabra, como muchas otras, que tiene varias acepciones; la primera dice: “mezclar cosas diversas de manera que no puedan reconocerse o distinguirse; la segunda, “desconcertar a alguien”; una tercera, “equivocar”; otra, “dejar a alguien sin capacidad de respuesta en una disputa” y una última, “humillar, abatir, avergonzar a alguien”.

Pues bien, la familia Kirchner está o estaría, por lo menos para los medios concentrados o no, involucrada en varias causas judiciales que tramitan separadamente y que precisamente esa separación, es lo que confunde, contrariamente a lo que dice la RAE, paradojas del lenguaje como podría decirlo Roberto García en su excelente programa “La mirada”.

En la que está directamente involucrada, la de los “futuros, parecería que allí si impera la confusión, porque partiendo de verdadero significado de la palabra “confundir”, se han promovido denuncias contra el actual presidente del Banco Central por haber devaluado nuestro ya devaluado peso y contra el propio Juez de la causa por no haber suspendido los pagos de los “futuros” cuya legitimidad defienden los ex directores del Banco central, el ex Ministro de Economía y la propia Kristina.

Puede entenderse mayor confusión, pero es obvio que el objetivo de esta, si clara “confusión” es la de “desconcertar a alguien” que venimos a ser nosotros y a los propios jueces.

En esta confusa confusión aparecen ahora funcionarios del gobierno o representantes en el exterior que compraron legítimamente los “futuros” cuya legalidad y coherencia política y económica defienden sus autores, que serían todos los funcionarios indagados, que acusan a su vez a los actuales funcionarios, Quintana, Lopetegui y Lousteau entre otros, por haberse beneficiado con la previsible y suculenta ganancia de un 40% o 50% sobre lo invertido en esos contratos en unos pocos meses.

No cabe duda que, regresando a la RAE se habría logrado el objetivo de por lo menos “avergonzar” a esos funcionarios por haber ganado tanto dinero por el solo hecho de tener desde antes también mucho dinero. El dinero trae al dinero, dice el dicho.

También resulta confusa la actuación del poder Judicial por ejemplo al divulgar las declaraciones testimoniales de una persona brindadas bajo un régimen especial del “arrepentido”; asimismo resulta confusa la divulgación periodística de posibles futras decisiones, que si bien hablan bien de los periodistas que lograron la información, también permiten ponderar como reaccionaria la gente ante esas resoluciones, sean a favor o en contra de los procesados.

La sociedad también da muestras de confundir las cosas ya que está anticipando condenas y absoluciones que responden más a la noción del escrache o la venganza que a la de justicia.

Pasa con la causa del fiscal Nisman, cualquiera sea la resolución final del caso, no resultará creíble porque se han confundido tanto las cosas, en este caso mas técnicamente debería decirse las pruebas acumuladas y la reconstrucción de los hechos, que podría pensarse que se suicidó, lo suicidaron, un modo de decir que lo instigaron, o lo asesinaron lisa y llanamente.

El propio gobierno y sus aliados (¿?) nos confunden cuando temen encarar los “cambios” de una coalición política cuyo nombre es “cambiemos”.

El maquillaje significa cambiar solo la apariencia de las cosas y esta parece ser la verdadera naturaleza de “cambiemos”.

Es cierto se respira otro aire, parecería que la sociedad estuviera menos tensa, pero si vamos al caso en la década del 90, cuya historia debería revisarse, se produjeron cambios impensados, pero esos cambios se hicieron por la fuerza de los hechos, no por convicción, recién lucieron en los primeros años de la década ganada que paradojalmente se caracterizó por denostar al gobierno que le permitió, en poco tiempo sortear la grave crisis del 2001/2.

Es indiscutible que esa infraestructura que nos permitió tener buenos servicios públicos durante un tiempo, fue sistemáticamente destruida para generar esas olas de korrupción, cuya investigación parecería que confunde a parte de nuestro Poder Judicial, que no sabe hasta donde debería llegar.

Sólo el juez de los “futuros” parece tener claras las cosas. Eso quizás explique los ataques que recibe, mientras los restantes se destacan más que nada por eso que en política partidaria se llama “oportunismo”.

Hasta ahora “Cambiemos”, se limitó a cambiar formas y a arreglar desaguisados, pero aun en las cosas de fondo no se vislumbra como cambiarán, porque que haya unos pesos o dólares más, no es la “cuestión a resolver, lo que se debe cambiar es una “incultura” o “contracultura” que es la causa real de nuestros fracasos.

En fin, la confusión está cada vez más confusa, lo que es como decir que “la claridad del alba, ya preanuncia la oscuridad de la noche”, que es lo mismo que decir que algo cambie para que todo siga igual.

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