Por Luis Alejandro Rizzi.-

“Las elecciones del 25 de octubre son definitivas para todos nosotros. Si los que deseamos un cambio nos presentamos con un voto dividido esperando tomar decisiones posteriores en un ballotage, nos arriesgamos a que el oficialismo gane y se perpetúe en el poder. Todos sabemos lo que eso significa y las consecuencias que tendrá para nuestra vida” Mauricio Macri. (De su carta en Facebook).

Tiene razón Mauricio Macri que las elecciones del próximo 25 son definitivas, pero por otros motivos que los invocados.

Macri hace hincapié en el “ballotage”, pero olvida que el 25 quedará conformado el nuevo congreso de la Nación y ese Poder tendrá un protagonismo decisivo en el gobierno que asumirá el 10 de diciembre ya que varias leyes sancionadas durante estos doce años deberían ser revisadas, algunas se deberían derogar y otras modificar.

No quiero decir que el Poder ejecutivo quedará condicionado o subordinado al Poder Legislativo, sino que será necesario construir “consensos” para poder garantizar eso que se llama “gobernanza” y que la RAE define así: “Arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía”.

Otras dos particularidades que es necesario tener en cuenta es que no habrá mayorías partidarias pero muy posiblemente habrá asimismo una compacta fuerza que oscilará entre 70/80 diputados del Frente para la Victoria o “kristinismo” que también cabe presumir hará valer su poder de “veto” que muy posiblemente encuentre aliados en la “izquierda trotskista”. Este bloque operará como aquel cuento de gallegos “No sé de qué se trata, pero me opongo…”y todo será en el nombre del “modelo”.

El modelo es una abstracción que permite justificar y legitimar cualquier acción, aun la más disparatada.

Pues bien, pienso que el 25 lo decisivo será contar con un congreso realmente representativo que “consenso mediante” logre los acuerdos indispensables para dar vuelta a esta página de setenta u ochenta años de retroceso o atraso que lleva la Argentina si hacemos un análisis comparativo con la mayoría de los países del mundo.

La Argentina como consecuencia de toda crisis se verá frente a otra oportunidad en la que el liderazgo no será consecuencia del Poder de una sola persona, como lo viene demostrando nuestra historia, sino de una coalición política que deberá esencialmente garantizar la “gobernanza”.

Al contrario de lo que afirma Daniel Scioli, cuando dice que “modificará lo que haya que modificar” o que “construirá sobre lo construido”, en verdad no está diciendo nada, ya que la tarea que se nos impone, a “todas y todos” será la de construir sobre lo destruido, lo que significa en términos políticos, comenzar a aprovechar las experiencias propias y las ajenas.

Hoy la Argentina no es una república, hoy la división de poderes está reducida, diría a uno y medio, el Poder ejecutivo y una parte del Poder Judicial, el Poder Legislativo se ha convertido en un mero apéndice de Kristina que pese a estar a días de la finalización de su mandato, logra imponer sus designios, la mayoría perversos.

Digo que el Poder judicial es un “medio poder” ya que tenemos más de 200 jueces, llamados “conjueces” o “subrogantes” que no son los jueces de la constitución pero que obran como tales.

El Senado de la nación les ha dado acuerdo (sic) a varios “abogados” que no concursaron como lo manda el artículo 114, para convertirlos en “jueces” temporarios, una categoría inexistente en la constitución.

Los magistrados legítimos aun no han puesto fin a este festival judicial y la Corte Suprema en el caso “Rosza” no tuvo otra alternativa que legitimar las decisiones de estos “conjueces” o “subrogantes” designados ilegal e ilegítimamente, pero pese a las sabias advertencias del Dr. Fayt en su voto, en el caso referido, hasta ahora nadie se dio por aludido. Solo falta que los jueces se designen en programas televisivos de juegos y entrenamientos.

En mi opinión creo que es importante que el congreso sea realmente representativo y que logre configurar mayorías en torno a políticas definidas específicamente expresadas en consensos públicos quedando a cargo del Poder Ejecutivo su ejecución, del Poder legislativo el debido control político y del Poder Judicial el control de legalidad.

Cuanta mayor diversidad exista en el Congreso, mayor será la necesidad de negociar, transar y finalmente lograr consensos mayoritarios para que la ciudadanía reconozca la legitimidad del régimen político que no depende de una mayoría circunstancial sino de consensos permanentes.

El consenso es imperativo para garantizar la gobernanza y dentro de este concepto para legitimar la desobediencia civil, como medio de protesta legitima cuando el gobierno vulnera los principios esenciales de la República y de la justicia.

El kristinismo ha convertido a la “República” en una ruina institucional, la opacidad reemplazó a la transparencia o la diafanidad, la división de poderes es una mera caricatura, la publicidad de los actos de gobierno se ha reemplazado por el oscurantismo a punto tal que se destruyó el sistema estadístico, se ocultan datos esenciales para ocultar el fracaso de la mayoría de las políticas puestas en práctica, la mentira se ha convertido en el instrumento preferido de la palabra, la korrupción es legitimada en tramites judiciales exprés como ocurrió con la causa de enriquecimiento de la familia “Kirchner” o la declaración jurada de Daniel Scioli sobre sus bienes que no resistiría el cálculo matemático más sencillo de un alumno de escuela primaria.

Solo será posible la tarea de continuar con la construcción republicana reciclando las ruinas y desperdicios, es decir la experiencia de estos mas de treinta años de ocurrida la restauración republicana de la nación.

Esta tarea solo será posible si cada ciudadano vota de conformidad a sus ideas, es decir no votará contra tal o cual, el voto “anti” no sirve y es una de las experiencias que mas debemos tener en cuenta.

En estos días que restan no deberemos caer en la tentación de buscar las miserias o los errores ajenos porque en ese supuesto creo que nadie podría tirar la primera piedra, debemos apuntar a lo mejor de cada uno y para eso cada uno debe saber votar por lo que realmente cree, ese el único voto útil en un régimen republicano democrático o representativo.

Es la única forma de lograr consensos genuinos y así garantizar la gobernanza en una época de conflictos permanentes como es la actual, no sólo en Argentina, sino en la mayoría de los países.

Quizás es una época en que debemos pensar más en las obligaciones y la responsabilidad de los propios actos que en los derechos…

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