Por Hernán Andrés Kruse.-

El juicio por el asesinato de Fernando Báez Sosa conmociona al país. En la madrugada del 18 de enero de 2020, a la salida de un boliche en Villa Gessel, 8 cobardes emboscaron a Báez Sosa y lo molieron a golpes. Las dantescas escenas fueron captadas por numerosas personas a través de sus celulares. Los asesinos fueron detenidos y a partir de entonces recibieron el “apodo” de “los rugbiers”, porque pertenecen a un club de la ciudad de Zárate donde se practica dicho deporte.

En aquel momento el hecho causó una gran conmoción pero al poco tiempo, a raíz del ingreso al país del covid-19, pasó al olvido. Tuvieron que pasar tres años para que el asesinato de Báez Sosa volviera a ocupar la portada de los grandes medios nacionales y los medios televisivos. La razón es obvia: el 1 de enero de 2023 dio comienzo el juicio a los rugbiers en la localidad de Dolores. Báez Soza es representado por un nutrido grupo de abogados liderado por el conocido letrado Fernando Burlando mientras que los rugbiers son representados por el doctor Tomei, estrechamente vinculado con el poder en Zárate.

Lo primero que me llamó la atención desde que se inició el juicio es la frialdad de los rugbiers. Aclaro que no soy psiquiatra pero a pesar de ello me tomo el atrevimiento de decir algo sobre esta cuestión, basándome pura y exclusivamente en la observación. Son aterradoras las imágenes de los rugbiers en el juzgado. Sus rostros son pétreos. No hay en ellos ningún atisbo de remordimiento, de culpa, de arrepentimiento. Más que personas, parecen estatuas. Durante horas conservan la misma postura. Apenas pestañean. Su silencio es atronador.

En la vereda de enfrente están los atribulados padres de Báez Sosa, Silvino y Graciela. Su fortaleza espiritual es conmovedora. Porque no debe ser fácil compartir el juzgado con los asesinos de su hijo y, además, escuchar los testimonios de los testigos y ver las imágenes del momento en que su hizo era masacrado por estos energúmenos. Sin embargo, siguen de pie. Su estoicismo es impresionante. Qué duda cabe que desde el cielo su hijo les debe brindar un aliento incondicional.

Para la querella los 8 rugbiers cometieron un asesinato a sangre fría, premeditado y con alevosía. Son 35 años de cárcel. Para la defensa se trató de una muerte en riña. La pena es muchísimo menor. Mientras tanto los medios de comunicación están ejerciendo una presión descomunal. La mayoría de los periodistas que tratan el caso hacen fuerza por la querella. Pero hay otros que lo hacen por la defensa. También pululan por los canales una serie de abogados penalistas que se muestran partidarios de Burlando o del doctor Tomei. Los partidarios de Burlando aseguran que sólo cabe para los rugbiers la condena a perpetuidad. Para los partidarios de Tomei se trató de una tragedia típica de una riña callejera.

El juicio contra los rugbiers ha puesto dramáticamente en evidencia las miserias de la condición humana. Ha puesto dramáticamente en evidencia la bajeza moral de ocho jóvenes que luego de masacrar a Báez Sosa fueron a comer. Ha puesto dramáticamente en evidencia la bajeza moral de unos padres que no tuvieron la dignidad de acercarse a Silvino y Graciela para pedirles perdón. Ha puesto dramáticamente en evidencia la decadencia moral de algunos sectores de la juventud que continúan masacrándose en la salida de los boliches. ¿Qué les pasa a estos jóvenes? ¿Creen acaso que por pelearse son más hombres? Estamos en presencia de una crisis de valores muy profunda. Una crisis que afecta, qué duda cabe, a los padres. El caso de Máximo Thomsen es sencillamente patético. El joven es un patotero, le gusta pelearse con los demás. Es un calco de su padre, otro patotero que insulta a la prensa. Como se dice coloquialmente “de tal palo, tal astilla”.

Ahora todos estamos esperando la sentencia del tribunal. Todos los ojos estarán puestos sobre tres jueces que decidirán el futuro de los rugbiers. Ojalá que se haga justicia. Ojalá que la muerte de Báez Sosa no haya sido en vano.

La reflexión de Jorge Asís sobre el juicio a la Corte

Entrevistado por Net TV y Radio Perfil (F; 101.9), Jorge Asís habló, entre otros temas, del juicio político a la Corte Suprema. Expresó el escritor (fuente: Perfil, 19/1/023):

“Es una cuestión de poder. La Corte es el organismo cautelosamente más burocrático, lento y conservador. Para que avance la Corte sobre el Ejecutivo, el Ejecutivo tiene que haber derrochado ostensiblemente el poder, o algo más grave, nunca haberlo ejercido. El problema no es un conflicto de poderes, es que no hay poder. Néstor Kirchner hizo con la Corte cosas infinitamente peores de las que pretende hacer Alberto, pero las hizo en un momento de su construcción personal en el que podía hacer cualquier cosa, y todos los medios celebraban “el fin de las Corte adicta”, y todo ese tipo de cosas”.

“Si se te atreve la Corte Suprema, ponete una fiambrería. No tiene sentido atacar a la Corte en vísperas de una campaña electoral. Borges dice que las únicas causas dignas que debe defender un caballero son las causas perdidas. Como es una causa perdida, yo no sé cuál es el sentido de atacar y generar este conflicto. Hoy es tonto e inútil atacar a la Corte como defenderla. Casi es complemento de la misma imposibilidad de convivencia. Pero también la oposición hace otra cosa similar al ataque a la Corte. Ponerse a atacar a la CELAC por sus presencias. Es un dislate preocupante, firmado por algunos especialistas en geopolítica y diplomacia. El sentido es obvio; estampar a este oficialismo con la caricatura de Chávez, Cuba y Ortega, cuando, en la práctica, el que gobierna es Massa y el que atiende la administración es Manzur. Y entre Manzur y Massa hay más capitalismo fuerte y sólido que en todo Juntos por el Cambio”.

Asís considera que hay un vacío de poder extremadamente peligroso. Alberto Fernández es un presidente formal. El presidente real, el que ejerce el poder es, según el escritor, Sergio Massa. Es cierto que Massa es una figura central del gobierno pero su área de influencia engloba a la economía y el vínculo con los centros de poder financiero internacionales. Otros resortes del poder siguen estando en manos de la vicepresidenta de la nación. Hay ministros, como Wado de Pedro y Martín Soria, que le responden fielmente. Al presidente sólo le queda el respaldo de sus incondicionales (Santiago Cafiero, Vilma Ibarra, por ejemplo) y de algunos ministros que, por conveniencia, siguen estando a su lado como Aníbal Fernández y Agustín Rossi. El poder, entonces, estaría repartido entre el tigrense y la vicepresidenta de la nación.

Asís cree que el juicio político a la Corte carece de sentido. Es cierto que naufragará porque el gobierno no tiene los números necesarios en el congreso para aprobarlo. ¿Por qué, entonces, Alberto tomó semejante decisión? La tomó porque está en campaña electoral. Alberto se lanzó de lleno a la aventura de su reelección y consideró que la mejor manera de comenzarla era embistiendo contra la Corte Suprema. Lo que intenta Alberto es situarse en el centro del ring para opacar a Massa y a Cristina. ¿Lo logrará? Se trata, qué duda cabe, de una misión imposible.

Anexo

Un triunvirato dantesco

En el momento de comenzar a escribir esta nota (lunes 22 de octubre), Mauricio Macri, jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y Hugo Moyano, líder de la CGT Azopardo, se encuentran reunidos participando de la apertura de la reunión anual del Grupo Profesional de Trabajadores Agrícolas, que se lleva a cabo en la Escuela Político-sindical “Lorenzo Miguel” de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE), liderados por el Mono Venegas. En el portal de La Nación digital se observa a los tres juntos, sonriendo y festejando. Se trata, qué duda cabe, de un triunvirato dantesco.

Gerónimo Venegas es el jefe del sindicato que avala la esclavitud de los peones agrícolas. Íntimo amigo de Eduardo Duhalde, representa al más puro sindicalismo peronista tradicional, el de Augusto Vandor y Lorenzo Miguel, el de Casildo Herreras y Oscar Lezcano, ese sindicalismo que traicionó a los trabajadores conformando con la patronal una alianza que perdura a través del tiempo. Nadie duda del rol que jugó Hugo Moyano durante los noventa. Fue uno de los escasos gremialistas que se plantó frente a la política económica impuesta por el metafísico de Anillaco, actitud que mantuvo durante el desastroso gobierno de De la Rúa.

A partir de 2003, tejió una alianza con Néstor Kirchner pero que, con el correr del tiempo, comenzó a resquebrajarse. Todo estalló por los aires el 27 de octubre de 2010, día de la muerte de Kirchner. A partir de entonces, el vínculo de Moyano con el gobierno nacional languideció hasta llegar a la más completa ruptura en la actualidad. Moyano se está convirtiendo en el más importante exponente del más crudo antikirchnerismo, siendo sus más relevantes laderos Pablo Micheli y Eduardo Buzzi. Por su parte, Mauricio Macri es la esperanza blanca de la derecha tradicional. Verdadera reencarnación del general Agustín P. Justo, reemplazó a De la Rúa en el rol de político mimado del electorado porteño. Tal como aconteció con don Fernando, Macri se transformó en el caballito de batalla del conservadorismo porteño contra el “populismo antidemocrático”.

Moyano y Macri se necesitan mutuamente. Moyano es consciente de su alta imagen negativa. La inmensa mayoría lo desprecia olímpicamente. Sin embargo, está convencido que desde que rompió lanzas con Cristina, su imagen positiva creció o, mejor dicho, su imagen negativa disminuyó. Obsesionado con ser el “Lula” argentino, quiere ser el primer presidente obrero del país. Para ello, no encontró mejor estrategia que declararle la guerra a Cristina y a su gobierno, lo que en la práctica significa la declaración de guerra a la asignación universal por hijo y a la reestatización de las AFJP e YPF, entre otras relevantes decisiones adoptadas por el gobierno nacional.

Macri también quiere ser presidente en 2015. Tiene mejor imagen positiva que Moyano-lo que lejos está de significar mérito alguno, realmente-pero su dominio político se circunscribe a la Capital Federal y a los barrios pudientes del noreste de Buenos Aires (Olivos, Martínez y San Isidro). A Moyano le conviene acercarse a Macri para limpiar su imagen, para convencer al electorado macrista de que dejen de considerarlo “un negro de mierda”. De esa forma, lentamente se va congraciando con el Grupo Clarín, su más encarnizado enemigo hasta su ruptura con Cristina. Parece mentira que el hombre que organizó varios bloqueos en contra de Clarín y La Nación haya comenzado a visitar los estudios de televisión del multimedios.

El odio a Cristina todo lo puede. A Macri el conviene acercarse a Moyano para organizar la pata peronista del macrismo. Consciente de que sin la ayuda peronista nada se puede hacer en la políticas argentina, el lord mayor porteño tomó la decisión de taparse la nariz y acercarse al camionero, cuya fuerza electoral, reducida al sindicalismo antik, puede llegar a ser de gran importancia en el futuro. Sería la pata obrera del macrismo. El problema es que ambos quieren ser presidente, quieren mandar. Los dos quieren ser caciques, no indios, En consecuencia, inexorablemente tendrán que competir en las primarias abiertas, secretas y obligatoria, llegado el caso. Si llegara a ganar Moyano ¿Macri estaría dispuesto a ser el segundo? ¿Aceptaría Macri encabezara una fórmula presidencial como vice de Moyano? ¿Su ego se lo permitiría? De la misma manera cabría formular estas preguntas respecto a Hugo Moyano. ¿Aceptaría Moyano ser el vice de Macri, si éste eventualmente ganara la interna? Lo más probable es que se produzca el divorcio, con lo cual cada uno se presentaría por separado en 2015.

Aún resta dilucidar qué actitud tomarían Sergio Massa, José Manuel de la Sota y Daniel Scioli? ¿Estarían dispuestos a encolumnarse detrás del vencedor o, por el contrario, se presentarían como candidatos a presidente, encabezando una fuerza política propia? Ello significaría competir por afuera del peronismo, lo que para los peronistas constituye un pecado mortal. En consecuencia, puede darse una eventual competencia interna entre todos ellos por la candidatura a la presidencia. Claro que antes hay que ver qué pasará con Cristina. Si la presidenta logra finalmente reformar la constitución y decide presentarse en las internas como precandidata presidencial por el justicialismo ¿qué harán De la Sota, Massa, Moyano, Scioli y Macri? El ex motonauta ha dicho que si ello sucede no competirá con Cristina. Los otros postulantes ¿competirán con la presidenta? Es altamente improbable que ello suceda. En consecuencia, competirán entre sí dentro de una fuerza paralela al peronismo o, directamente, se presentarán por separado en 2015, con lo cual no harán más que favorecer las chances de Cristina. Todo dependerá, finalmente, de la suerte del proyecto re-reeleccionista de Cristina.

Por el momento, esta reflexión se asemeja bastante a un relato de ficción ya que hoy por hoy el largo plazo en la argentina es el 7 D. Ese día se verá si el gobierno nacional logró finalmente torcerle el brazo al Grupo Clarín. El futuro desarrollo de la política argentina dependerá de ese desenlace. Si gana Cristina, el gobierno nacional estará en óptimas condiciones para triunfar en 2013 y forzar al radicalismo y al FAP a negociar la reforma constitucional que habilite la re-reelección presidencial. Si ello acontece, Cristina tendrá muchas chances de triunfar en 2015. Pero si el que gana es el Grupo Clarín, es decir, si no se desprende de las licencias que tiene de más y el gobierno nacional nada puede hacer al respecto, entonces a prepararse porque el triunvirato dantesco pasará a ocupar el centro de la escena Y si ello llegara a suceder, no sería extraño que, con todo el apoyo del fortalecido Grupo Clarín, el dúo dinámico-Macri y Moyano o, si se prefiere, Moyano y Macri-se lanzará con todas sus fuerzas a la conquista del poder.

Con Cristina fuera del escenario, la puja electoral se daría entre el triunvirato dantesco y una alianza entre la UCR y el FAP, la principal fuerza no peronista del país. ¿Quién ganaría en esas condiciones? ¿Binner, por ejemplo, o Macri apoyado por Moyano? A mi entender, Binner jamás podría vencer a Macri apoyado por Moyano y el peronismo de derecha o, llegado el caso, a Moyano apoyado por el macrismo y el peronismo de derecha. En definitiva: afuera Cristina, su lugar sería ocupado por Macri o Moyano. Así de sencillo, así de dramático. Porque sería dramático que en 2015 Macri o Moyano asumieran como presidente. Sería terrible, nefasto, inaudito. El país retornaría a los noventa. Todo lo realizado por el kirchnerismo entre 2003 y 2015 sería borrado de un plumazo. Entraría en acción, una vez más, el tristemente célebre péndulo que tanto daño nos hizo. Si en 2015 cantara victoria el triunvirato dantesco, deberemos decirle adiós al proyecto de nación plasmado por Kirchner en su histórico discurso del 25 de mayo de 2003 y darle la bienvenida a los nostálgicos de las políticas de ajuste.

(*) Publicado en Redacción Popular el 23/10/012.

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