Por Carlos Fara.-

El peronismo es un ente muy especial. Puede ser uniforme o multiforme. Verticalista u horizontal. Más a la izquierda o más a la derecha. Conservador o revolucionario. Ortodoxo o heterodoxo. Todo depende de las circunstancias.

Esa plasticidad es lo que le ha permitido sobrevivir las crisis más profundas, las derrotas más terribles, y 18 años de exilio sin los recursos del Estado nacional. Por lo tanto, nunca se lo debe subestimar. Como bien dice SunTzú en “El Arte de la Guerra”: “cualquiera que tenga forma puede ser definido, y cualquiera que pueda ser definido puede ser vencido”. Pues, el peronismo no tiene forma definida. Por eso es difícil de definirlo, y de explicarlo (sobre todo a los extranjeros, y a muchos argentinos que solo lo ven desde afuera).

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Sin embargo, los tiempos cambian. El peronismo (como ente sociopolítico, más allá del PJ oficial) afronta dificultades que nunca había tenido:

  1. Perdió la provincia de Buenos Aires después de 28 años (y es la primera vez que la pierde estando en el poder, cosa que no ocurría en el ‘83);
  2. No maneja los recursos de ninguna de las dos grandes cajas estatales (cosa que no ocurrió en 1999);
  3. Le queda cada vez menos militancia (a diferencia del ‘83);
  4. Su columna vertebral -el movimiento obrero organizado- está más fragmentada que nunca;
  5. Sus gobernadores manejan menos recursos que nunca: casi el 75 % de los recursos fiscales están en manos del Estado federal, lo que nunca había sucedido, reduciendo su autonomía política;
  6. Su liga de gobernadores no tiene tanta estatura política (como sí tenía en 2001), ni tiene presidenciables de fuste (como sí tenía en el ‘99);
  7. Viene de una etapa de mucha intensidad política, que hizo que se mantuviese en el poder 12 años seguidos, más que Menem y Perón;
  8. El kirchnerismo dejó una sedimentación ideológica importante;
  9. El peronista de mejor imagen y con proyecto propio está afuera del PJ.

Con este panorama su proceso interno va a ser dificultoso, pase lo que pase en estas próximas horas. Habrá una digestión lenta de lo acontecido en 12 años por razones ideológicas y políticas.

¿Se quebrará? Parece difícil que suceda en el partido. Quizá haya un desgranamiento en el bloque de diputados nacionales. Los senadores tienen más espíritu de cuerpo, y eso enlentece cualquier disidencia aún más.

Lo que suceda en los distintos ámbitos va a actuar con bastante concordancia. Parece raro que si se llega a un consenso en el partido, haya quiebre en diputados. Si Gioja surge como presidente de transición, seguramente será a costa de pedirle que sea prenda de unidad en todos los espacios. La división tampoco es negocio en etapa de debilidad, porque el gobierno podría cazar animales en el zoológico. Luego están los negocios políticos y posicionamientos puntuales.

Algunos se van a ir casi con seguridad. Otros van a faltar, y no se los debería tomar necesariamente como disidentes. Y como siempre ocurre, algunos están en los 2 bandos, viendo qué le ofrecen de cada lado. Todo se asemeja más a una ensalada de múltiples ingredientes, que una ensalada mixta.

Por supuesto que una retirada de no más de 5 diputados del bloque del FpV ya desequilibra la balanza, y eso lo pondría a Cambiemos con posibilidad de ser la bancada con más asientos.

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Los 9 federales que dieron su apoyo a Macri son un grupo pequeño y multiforme; un residual de todos los espacios. Pero en estas circunstancias una gran ayuda para el gobierno (que es el que hoy maneja la chequera, la más grande que haya tenido un presidente).

Si no hay quiebre en diputados (sino apenas un desgranamiento), de todos modos pueden haber rupturas profundas sucesivas: cuando se voten proyectos específicos -que delatarán las divisiones ideológicas internas- y/o se deba decidir dar quórum -en donde se expondrán las diferencias sobre la actitud y el timing que se debe tener frente al gobierno macrista.

¿El peronismo va a desparecer sin las grandes cajas? No. ¿Va a recuperarse fácilmente? Tampoco. ¿Será el que siempre conocimos? Ya no.

Todo este análisis no contempla deliberadamente una variable crucial: CFK. Ella es una líder con fuerte ascendente aún, y que se fue del poder con un nivel de aprobación sustancial. ¿Maneja todo como antes? Claramente hubo varios episodios que lo desmienten. ¿Ya no maneja nada porque no tiene el látigo y la chequera? Tampoco. Y algo de su futuro dependerá de cómo le vaya al nuevo gobierno. Cristina es un animal muy astuto y con un relato legitimado al menos por un 37 % de la sociedad.

No se debe olvidar una cifra: 2,6… (7 Miradas, editada por Luis Pico Estrada)

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