Por Víctor E. Lapegna.-

“Esclarezcamos nuestras discrepancias, y, para hacerlo, no transportemos al diálogo social institucionalizado nuestras propias confusiones. Limpiemos por dentro nuestras ideas primero, para construir el diálogo social después”. Juan Domingo Perón, Discurso a la Asamblea Legislativa, 1° de mayo de 1974.

En diciembre de 2011 Hugo Moyano dijo con verdad que el PJ era una cáscara vacía y para modificar esa realidad, que refrendaron los resultados de las últimas elecciones, no basta con pulir esa cáscara sino que es preciso volver a llenarla de contenido.

De ahí que, si el proceso de renovación y reorganización democrática del peronismo ya iniciado se redujera a hacer del Partido Justicialista (PJ) una mejor herramienta electoral utilizable en los comicios legislativos de 2017 y los presidenciales de 2019, es improbable que logremos reconquistar el perdido apoyo de la mayoría popular.

A nuestro ver, el desafío que se nos plantea a quienes nos asumimos peronistas es repensar, renovar y reconstruir, en las formas y en la esencia, un diálogo verdadero, vital y cargado de contenido entre nosotros y con toda la comunidad nacional, para así restablecer vínculos reales y sustentables de la organización política del Justicialismo con los sectores, las familias y las personas de la llamada sociedad civil.

Un primer paso en ese proceso renovador puede ser restaurar la vocación y capacidad de diálogo entre los propios peronistas para concretar un debate franco, abierto, amplio y respetuoso acerca de nuestras divergencias sobre cuáles son los mejores caminos para avanzar hacia el objetivo común de construir la felicidad del pueblo en una patria grande, justa, libre y soberana.

Para hacer fructífero ese diálogo/debate al que Perón denominaba la “lucha por la idea”, creemos necesario que sepamos generar ciertas condiciones básicas, a saber:

  1. Que podamos participar en él todos quienes nos asumimos peronistas, ejerciendo en plenitud la libertad de opinión y de expresión.
  2. Que reconozcamos el valor del otro y lo escuchemos con respeto, aunque discrepemos con sus ideas
  3. Que el eje del debate esté en las propuestas acerca de qué hacer en el presente y el futuro, antes que en la revisión de lo que se hicimos o no hicimos en el pasado.
  4. Que de antemano aceptemos que las decisiones que surjan del debate serán adoptadas mediante el voto de los afiliados, en elecciones libres realizadas con padrones depurados, veraces y transparentes.
  5. Que los cargos de conducción partidaria y las candidaturas a cargos electivos en todos los niveles (nacional, provincial y municipal) sean cubiertos en forma proporcional a los votos que obtengan las tendencias que compitan en las elecciones internas, lo que es un modo de contribuir a la unidad en la diversidad.
  6. Que coincidamos en darnos una conducción en la que el personalismo sea reemplazado por la orgánica institucional y el verticalismo por la democracia participativa, asumiendo que la conducción verticalista y personalizada que fue apropiada en vida de Perón, dejó de serlo después de su muerte.
  7. Que se establezca la incompatibilidad entre el ejercicio de cargos partidarios y el de cargos en los organismos ejecutivos y/o legislativos de gobierno del Estado en todos sus niveles (nacional, provincial, municipal).
  8. Que así como en la actual sociedad del conocimiento la educación es el nuevo nombre de la justicia social; contribuir a la vigencia efectiva de la soberanía política requiere organizar la formación de cuadros en todos los niveles como actividad partidaria constante y privilegiada y construir equipos de planeamiento capacitados en todas las áreas para que el PJ pueda cumplir misiones de asistencia y control a quienes ejerzan el gobierno, sean o no de la propia fuerza.
  9. Que ese diálogo interno tengan una participación protagónica quienes integran las organizaciones del movimiento obrero, así como quienes son empresarios, técnicos o profesionales, asumiendo que para el Justicialismo no existe más que una clase de hombres: los que trabajan.
  10. Que seamos capaces de suscitar la presencia activa en este proceso de las mujeres y los jóvenes, tantas veces marginados de los espacios de toma de decisiones.

Cualesquiera haya sido nuestro alineamiento circunstancial, los peronistas deberíamos asumir ante todos y cada uno de nuestros compañeros una actitud semejante a la generosa disposición a perdonar que adopta el padre, en la parábola evangélica del hijo pródigo

Si somos capaces obrar de ese modo podremos avanzar hacia la construcción de un Partido Justicialista renovado y democratizado, que sea el hogar común en el que habitemos todos los miembros de la gran familia peronista, aceptando que como en todo hogar y familia, en esa convivencia las discrepancias que nos diferencien podrán procesarse sin quebrar la unidad.

Nos anima la esperanza de que podamos reunir la voluntad, la capacidad y la ayuda de Dios que se requieren para tener ese Partido Justicialista, en el que se viva la cultura del encuentro a la que nos llama el papa Francisco y que sea capaz de hablar y sobre todo escuchar a todos quienes componen la comunidad nacional.

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