Por Mario Cadenas Madariaga.-

Las elecciones del 5 de julio del 2015.

Anteayer se votó en cinco provincias con una población de 8.463.000 habitantes, 20% del total del país, y el kirchnerismo ganó solamente en una de ellas La Rioja, con 391.000 habitantes es decir el 4,62% del total. Y fue la tercera minoría en las dos más importantes con 6.600.000 habitantes (población proyectada al 2015 del INDEC).

Es para festejar por los demócratas republicanos argentinos, como amplia mayoría.

Si agregamos las seis jurisdicciones donde también hubo elecciones recientes, conservamos el optimismo.

Primero, los recientes resultados de Santa Fe y Mendoza con 3.386 millones de habitantes y 1,862 millones, tenemos que en siete jurisdicciones, con 13.711 millones, el 32,33% de la población total, el kirchnerismo sólo gana en una con el 2,85% de la población.

A su vez si sumamos los resultados de las elecciones de Tierra del Fuego, Salta, Chaco, Neuquén y Río Negro y que también se realizaron este año, el kirchnerismo ganó en las tres primeras con 2,498 millones de habitantes, y perdió en las dos últimas con 1,225 millones.

En definitiva, en 12 jurisdicciones, con 17,586 millones de habitantes, el 41,47% de la población total del país, el kirchnerismo ganó en 3 jurisdicciones con 3,041 millones de habitantes (17,29%), y perdió en 8 con 14,545 millones (82,70%), y en las tres más grandes jurisdicciones, con 10 millones de habitantes, salió tercero.

Debemos aclarar que en Río Negro, Neuquén y la Pampa ganaron aliados del oficialismo nacional, pero enfrentando al kirchnerismo en el orden local, con lo cual proclamaron su autonomía. Es probable que si el futuro oficialismo no sea kirchnerista, sigan siendo oficialistas del nuevo gobierno.

La otra mitad de las jurisdicciones, con el 58% de la población.

Lo que queda por consultarse es más de la mitad del electorado pero la batalla decisiva se librará en la provincia de Buenos Aires.

Sobre esta jurisdicción, la última encuesta que conozco es la de Aurelio o Aresco, según la cual a fines de junio pasado la fórmula Scioli-Zannini reúne el 42,5 % de intención de voto, contra el 26,9% de Macri-Michetti y 21% de Massa por UNA.

Si bien es cierto que las estructuras partidarias ya no dirigen a los votantes que son independientes, las encuestas revelan las intenciones de votos de los ciudadanos independientes, es decir auscultan el electorado que decide las elecciones y ese electorado al expresar sus inclinaciones con relación a las candidaturas, lo que revela son sus propias inclinaciones sobre el panorama que cada representante expresa. No podemos dudar por tanto que el 21% que se decide por Massa, es un electorado anti kirchnerista, porque esta es sin duda la posición política de ese candidato, cualquiera haya sido su pasado.

Dicho esto, la forma más práctica de obtener la adhesión de ese electorado es llegar a un acuerdo con la figura que reúne sus simpatías. Es obvio de toda obviedad.

Macri no se puede confundir porque no está en juego sus posibilidades políticas personales, ni las de su partido, o de sus aliados, sino el interés de toda la ciudadanía argentina, que no está afiliada a su organización, si no que opta por él, porque en la circunstancia actual es el que esta más cerca de su ideal democrático, republicano, de estabilidad y desarrollo, a la que aspira el pueblo argentino.

Las elecciones del 5 de julio imponen una sola alternativa: el acuerdo entre el PRO y sus aliados y Massa y sus aliados.

Las elecciones de ayer han revelado las tendencias, que son muy positivas, a favor de un reencauzamiento total de la Argentina, pero al mismo tiempo le imponen a todos, pero en particular a sus dirigentes, la necesidad o más bien la obligación de facilitar el resultado.

Los resultados electorados, más la opinión comprobada del electorado de la provincia de Buenos Aires, que representan en total el 80% del electorado argentino, revelan que la inmensa mayoría está contra la continuidad del kirchnerismo.

No hay ambiciones personales, o de partido, o prevenciones sobre purezas de antecedentes, que ninguno de los representantes actuales puede ostentar realmente respecto del kirchnerismo, que se puedan oponer al acuerdo entre Macri y su aliados con Massa y sus aliados, o viceversa otros que también se han escuchado, porque ninguno supera el deterioro, que puede significar la continuidad del kirchnerismo en el gobierno.

Respecto del programa que se debe ofrecer, nada más convincente que el modelo australiano.

En el año 2001 el PBI argentino era igual a 321 mil millones de dólares y el de Australia era de 376 mil millones de dólares, es decir éste último un 17% superior. En el año 2014 es de 1,444 billones de dólares, o sea 2,68 veces superior al argentino de 539.000 millones de dólares.

Pero además, Australia tiene un desempleo menor al argentino, del 6% contra 7,1%; una inflación del 1,3% anual contra el 25/30% anual; paga por sus bonos el 3,01% contra el 8,75% o más, de los bonos argentinos; su deuda publica es igual al 34,28% de su PBI, y la nuestra, real, se halla cerca del 60% del PBI; su salario mínimo esta establecido en 2094 euros mensuales, contra 3220 pesos por mes en Argentina, es decir 7,5 veces inferior.

Australia en 13 años ha aumentado por tres veces -de 19.000 a 62.000 dólares de EEUU- su PBI por habitante y la Argentina sólo un 50%, es decir seis veces menos.

Australia ha crecido a una tasa del 10% anual desde el 2001 al 2014, mientras que Argentina lo ha hecho a un promedio ligeramente superior al 4% anual.

Por eso es urgente la sustitución del modelo kirchnerista por el modelo australiano.

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