Por José Luis Milia.-

Los memoriosos recordamos otras épocas, ¿época de vacas gordas?, a una Sabina Frederic en ese entonces subsecretaria de Formación Militar en el ministerio de defensa, con su bello aire de anchoa fatigada despidiendo, malvestida e incómoda, en un buque de la Armada, la partida de una comisión naval por encargo de su mandamás en el ministerio, la popular Nilda. La misma que hizo correr el bulo que era la aguerrida “Comandante Teresa” cuando en realidad su arma era la sábana y no el FAL.

Ahora que estamos en época de vacas flacas, a la Frederic la han nombrado, con lapidaria lógica o simplemente por orden del “Perro”, ministro de Seguridad. Esto es la señal de partida para que los argentinos nos vayamos haciendo a la idea de que la Policía Federal, la Gendarmería y la Prefectura no están para cuidarnos, sino que, cumpliendo las órdenes de la antropóloga, ellos están obligados, antes que nada, a privilegiar la vida de las “víctimas de la sociedad” por sobre la vida de cualquier gil que quiera moverse en libertad por trabajo, descanso o lo que sea. Que los muertos, siguiendo la tradición argentina, sigan siendo los honrados y los victimarios los omnipresentes motochorros, cuchilleros, patoteros o simplemente ladrones “que salen de caño” no hace a la cuestión. Son marginados y eso, a la antropóloga le parece razón suficiente para que sean tratados con delicadeza.

No son momentos de olvidar que para esta “progre” cualquier uniformado que porte un arma para defendernos, defenderse o hacer cumplir la ley es un psicópata que padece una enfermedad llamada, por los del “palo” de la ministro, “gatillo inquieto”.

Es así que la ministro ha decidido “desarmar” a las Fuerzas de Seguridad y, pontificando desde la seguridad de su despacho sobre lo que debe y no debe hacer un agente del orden en medio de un tiroteo, les ha dado a estos la posibilidad cierta de engrosar las listas enlutadas de caídos de las Fuerzas.

En este casi mes y medio de actividad, la antropóloga ha urdido una ensalada de twits y marchas y contramarchas, productos de los encontronazos que se producen por lo que debe ser su función, sus concepciones ideológicas y la ineptitud propia que el presidente enmascara con empeño. Debemos decir a su favor que la mayoría de sus opiniones han suscitado aplausos en las filas “progres” y de la izquierda.

Algunos de estos seguramente le perdonen, por ideología, que haya dicho que “calificar a Hezbollah como una organización terrorista es comprar un problema que no tenemos”, pensando que quizás el 18 de julio de 1994 la antropóloga flotaba en una nube de flatos y no se enteró de la bomba y los muertos, o también puede ser- es lo que nos sugiere la ligereza del comentario- que adhiera a la teoría del senador Pérsico del Frente para la Victoria, para el cual lo de la AMIA había sido un “False Flag” producto de una pelea entre israelíes laboristas y ultrasionistas y la muerte del fiscal Nisman un daño colateral de esta reyerta; pero, piense lo que piense y, aunque crea que es un hecho anecdótico que la justicia argentina haya acusado a Hezbollah del hecho, hay ochenta y cinco argentinos asesinados que aún claman justicia.

Es cierto que la irreflexión que entrañan las ideas que la ministro tiene al respecto de la seguridad de los argentinos ha molestado a un ministro provincial del ítem, prohijado por la vicepresidente. No obstante, con una rapidez de reflejos producto de su entrenamiento para cambiar de opinión aún en los temas más ríspidos, Albertico Fernández ha salido a decir que Sabina, no Joaquín, sino la ministro, “expresa exactamente lo que el gobierno nacional cree que hay que hacer en materia de seguridad y cuenta con su apoyo».

Por esto, junto a la indefensión que los argentinos empezaremos a transitar de nuevo, cabe hacerse una nueva pregunta: ¿Quién manda en Argentina, Cristina o el “Perro” Verbitsky?

Share