Por Hernán Andrés Kruse.-

En su edición del lunes 21 de marzo, Perfil publicó un artículo de Beatriz Sarlo titulado “Barajame esta crisis, por favor”, en el que sostiene que la tan mentada herencia que recibió Macri al asumir ha sido, en comparación con herencias anteriores, un juego de niños. Dice la escritora: “Los primeros cien días de los presidentes que precedieron a Macri no consistieron en acostumbrarse a estar en la Casa de Gobierno y tomar decisiones, salir de viaje por el mundo, recibir dignatarios extranjeros, aguantar la mala cara del Papa, pasear con la familia y confiar que los técnicos elegidos no se equivocaran”. Para Sarlo no hubo tal cosa como “la pesada herencia del kirchnerismo” por una sencilla y contundente razón: pese a los errores cometidos, a la corrupción (que deberá ser probada por la Justicia), al estilo de Cristina, a su manera de conducir el país, Mauricio Macri recibió, en comparación con sus predecesores -Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner- un país relativamente estable, con ocupación y sin conflictos sociales serios.

Sarlo dedica la parte central de su reflexión a rememorar la herencia que les tocó recibir a los presidentes citados precedentemente. Raúl Alfonsín recibió un país envuelto en una severa crisis económica, política y moral. Hacía menos de dos años las Fuerzas Armadas habían perdido una guerra para la que, evidentemente, no estaban preparadas. El erróneo diagnóstico de la situación mundial del gobierno de Galtieri le hizo cometer un error de estrategia política y militar que derrumbó a la dictadura militar y que sumó a la población en una profunda y prolongada depresión. Al asumir Alfonsín la Argentina sufría un feroz aislamiento internacional fruto, entre otras razones, del fallido intento de recuperar las islas Malvinas por la fuerza. En el terreno económico, el flamante presidente constitucional se encontró con un terreno minado. Como bien señala Sarlo, Alfonsín recibió un país “con inflación de alrededor del 20% mensual y una deuda externa de 45 mil millones de dólares de aquellos años. El pago de los intereses de esa deuda fue un peso insoportable y, en efecto, no soportado”. Pero el legado más duro fue el de los desaparecidos. Durante la campaña electoral Alfonsín había prometido que los responsables de la represión ilegal serían juzgados y condenados. En esa oportunidad la promesa se cumplió. El histórico juicio tuvo lugar en 1985 acaparando la atención de la opinión pública internacional. En ese entonces las Fuerzas Armadas conservaban una buena cuota de poder lo que las transformaba en un factor de poder muy peligroso. Tal es así que durante su ajetreada presidencia Alfonsín sufrió varias rebeliones militares encabezadas por jefes “carapintadas” que más adelante, al menos algunos de ellos, ingresarían en la política (Aldo Rico, por ejemplo). Otro factor a tener en cuenta fue la derrota del peronismo en las elecciones presidenciales de octubre de 1983. Por primera vez en su historia el movimiento creado por Perón se vio obligado a ser oposición, a ejercer un rol para el que nunca se había preparado. El peronismo opositor no hizo más que enrarecer un ambiente que ya estaba enrarecido por la herencia de la dictadura militar.

En 1989 Alfonsín se vio obligado a entregar anticipadamente el poder a su sucesor, Carlos Menem. El primer semestre de ese año fue sencillamente dramático. El 23 de enero un residuo del Ejército Revolucionario del Pueblo, comandado por Gorriarán Merlo, ejecutó un sangriento copamiento del regimiento de La Tablada. Los combates entre los insurgentes y las fuerzas de seguridad se prolongaron durante las siguientes cuarenta y ocho horas hasta que los guerrilleros, exhaustos, se rindieron. Hubo muertos, desaparecidos y heridos. De golpe, sin previo aviso, la tragedia de los setenta se hizo presente en el verano de aquel año. En materia económica, Alfonsín mostraba una impotencia absoluta en la lucha contra la inflación. Pese a la presencia en el ministerio de Economía primero de Juan Carlos Pugliese y luego de Jesús Rodríguez, el fantasma de la hiperinflación surgió en el horizonte. El dinero comenzó a licuarse a diario y en mayo se produjeron saqueos en diversas localidades del país. El 14 de ese mes tuvieron lugar las elecciones presidenciales. El candidato del oficialismo, Eduardo Angeloz, hizo lo que pudo para garantizar la continuidad del radicalismo en el gobierno. El descontrol económico y la escasa ayuda de Alfonsín atentaron contra sus chances. Carlos Menem obtuvo un claro y cómodo triunfo. Ganó sin despeinarse, como se dice coloquialmente. Acorralado por la crisis, Alfonsín se dio cuenta de que cumplir con el mandato presidencial se había transformado en una misión imposible. Fue entonces cuando comenzaron arduas negociaciones entre el presidente saliente y el presidente entrante para la entrega anticipada del mando presidencial. Finalmente hubo acuerdo y Carlos Menem asumió el 8 de julio. La inflación era en ese momento del 200%.

La hiperinflación fue, pues, el legado de Alfonsín a Menem. La de Menem a su sucesor, Fernando de la Rúa, fue la híper desocupación y la recesión. Obsesionado por aniquilar a la inflación, Carlos Menem aplicó con fiereza una política de ajuste que destruyó el poder de compra de la inmensa mayoría de los argentinos. Al bajar la demanda los precios tienden inexorablemente a la baja. La inflación bajó pero el precio que pagó el pueblo fue el descenso de su nivel de vida. Por otro lado, al desguazar al Estado y al achicarse el aparato productivo, millones de trabajadores quedaron a la intemperie. Esa nefasta política económica fue premiada por los organismos multilaterales de crédito, que no se cansaron de prestarle a Menem montañas de dólares. La ficticia paridad cambiaria (la convertibilidad) y la recesión constituyeron los pilares de la herencia menemista. Increíblemente, De la Rúa continuó con las políticas de ajuste, obsesionado con el déficit que le había dejado Menem de “regalo”. La convertibilidad estalló por los aires en diciembre de 2001. El FMI y el BM dejaron de prestar ayuda financiera y la fuga de divisas se tornó incontrolable. Ante la inminente caída del sistema bancario, el ministro Domingo Cavallo fue consecuente con su formación académica e ideológica y decidió priorizar los intereses de los grandes bancos: impuso el “corralito” que en la práctica significó una virtual confiscación de los ahorros de miles y miles de compatriotas que no habían contado con la “información privilegiada” que les hubiera permitido retirar su dinero antes del manotazo del gobierno. El 1 de enero de 2002 asumió la presidencia Eduardo Duhalde con el objetivo de cumplir con lo que faltaba del mandato de De la Rúa. Duhalde recibió una herencia diabólica: no había moneda, las instituciones de la democracia estaban quebradas, el mundo había dejado de confiar en el país y la pobreza y la indigencia aumentaban de manera descontrolada. Lo primero que hizo Duhalde fue devaluar y pesificar la economía. El resultado no podía ser otro que el incremento geométrico de la exclusión social.

El 25 de mayo de 2003 asumió Néstor Kirchner. El panorama que tenía delante de él era sombrío. Desde hace un tiempo algunos comunicadores y economistas consideran que al asumir el patagónico la economía ya estaba enderezada, por pericia de Roberto Lavagna. Me parece que se trata de opiniones interesadas, vertidas por quienes no desean reconocer mérito alguno al kirchnerismo. Con Kirchner en la presidencia y Lavagna en el ministerio de Economía la economía logró enderezarse. Contrariamente a lo que muchos suponen, Kirchner era un obseso del déficit. “Los gastos no pueden superar a los recursos”, era su caballito de batalla. En ese sentido, su discurso ante la Asamblea Legislativa del 25 de mayo de 2003 es propio de un gobernante alejado del “populismo”.

El kirchnerismo gobernó durante doce años y medio. Néstor Kirchner detentó el poder entre el 25 de mayo de 2003 y el 27 de octubre de 2010 (día de su fallecimiento). A partir de entonces y hasta el 10 de diciembre de 2015 el poder fue ejercido por Cristina Kirchner. En materia económica la viuda de Kirchner fue más proclive a expandir el gasto público y la emisión monetaria para dinamizar el mercado interno. El objetivo era mantener la economía siempre caliente. Mientras tanto, se multiplicaron los planes de inclusión social, vituperados por el orden conservador. Lamentablemente, con el correr del tiempo la creación artificial de moneda hizo posible el surgimiento de un problema del que los argentinos no hablábamos desde hacía mucho tiempo: la inflación. Durante la segunda presidencia de Cristina la inflación no cedió y en los últimos meses, anteriores a las elecciones presidenciales, el aumento de los precios se tornó ingobernable. Al asumir Macri el 10 de diciembre de 2015 había inflación, pero también había trabajo. La herencia que recibió Macri, si se la compara con las anteriores herencias, no es tan pesada como la pinta el poder mediático concentrado. Dice Sarlo: “Nada hay mejor que la comparación. Los presidentes antes mencionados atravesaron condiciones mucho peores que las que le tocaron a Macri. De hecho, la negociación con los holdouts muestra que el problema, a diferencia del manejo hostil de Cristina Kirchner y su sicario económico Kicillof (creo que esta expresión es muy desafortunada) era relativamente sencillo aunque las consecuencias de la solución que se acuerde sean onerosas”. No hay, por ende, tal cosa como la “maldición de los K” (Sarlo). Nadie discute que Macri tiene delante de sí problemas complicados que deberá resolver pero también es cierto que, al menos hasta ahora, tuvo serios errores de cálculo. Los dólares no vinieron en abundancia como él y su equipo económico esperaban. Es probable que el presidente, por un exceso de petulancia, haya creído que su sola presencia en el gobierno bastaba para atraer a los inversores foráneos. De ahí su desesperación en arreglar cuanto antes con los “holdouts” y rendirle pleitesía a Barack Obama. Hace veinticinco años Carlos Menem actuó de la misma forma con los resultados por todos conocidos. ¿Se repetirá la historia?

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