Por Manuel Lichtenstein.-

En el mes de junio del 2002, el Arquitecto Jorge Omar Bonafini, ex marido de Hebe de Bonafini, fue entrevistado por el periodista, hoy desaparecido, Bernardo Neustadt.

En dicha entrevista, el ex marido de Hebe de Bonafini afirmó enfáticamente que le prohibió a su ex el uso de su apellido, mas ella, en una actitud desafiante, nunca lo dejó de portar.

En esa ocasión, el Arquitecto Bonafini afirmó que sus hijos en común con Hebe, que sigue usufructuando como desparecidos por la criminal acción de la dictadura militar llamada: Proceso de Reorganización Nacional, viven en España, para más datos, en Madrid, vivitos y coleando.

Desde ese entonces, muchas aguas pasaron debajo de los puentes, sin que ningún político de cualquier color, el Ingeniero Macri inclusive, o miembros de la Justicia, se hicieran cargo de semejante información a los efectos de poner las cosas en su lugar, tanto como para que la ciudadanía no sufriera por un drenaje de mucho dinero, ilegalmente aprovechado por Hebe, por lo tanto no deja de ser lisa y llanamente, una delincuente de baja estofa.

Pero el corrupto gobierno de los Kirchner hizo oídos sordos y capitalizaron políticamente la supuesta desaparición de los hijos de los Bonafini, bajo el pretexto de enarbolar las banderas de los Derechos Humanos, pero la historia demuestra que durante la mentira de la década ganada, los Derechos Humanos solo se volcaron hacia los unos y los Torcidos Humanos apuntaron solamente para castigar a los otros.

Es hora no solamente de sincerarnos, sino de llamar las cosas por su nombre, por un lado y por el otro, la Justicia que finalmente debe mantener el fiel de la balanza, en su justo punto de equilibrio que demostraría que la imparcialidad absoluta es posible y que definitivamente nos rajamos del paradigma inventado por el último gobierno de Cristina, de corte netamente estalinista y populista, cuyos libretos en su mayoría fueron inspirados por uno de los peores gobernantes de América Latina, el energúmeno Hugo Chávez.

Hugo Chávez, que entre otras calamidades, hundió a nuestra hermana Venezuela, condenándola a ser el furgón de cola del resto de las naciones del mundo por sus políticas populistas que solo se nutren de un socialismo reaccionario, totalitario, excluyente e injusto.

Insisto en plantear que Hebe de Bonafini debe ser sometida a la justicia conjuntamente con otro mercenario de Cristina, el deleznable Luis D’Elía que le debe a nuestra aletargada República más de una, además de la obligación que tiene de demostrar de donde se surte para vivir donde y como vive.

De paso, hablemos de lo que hoy nadie habla, ni el Ingeniero y, por ende, toda la ristra de los nuevos funcionarios especialmente en averiguar qué contiene el féretro que enclavado en Santa Cruz, pretende convencernos que los restos de Néstor Kirchner descansan después de su sospechosa muerte, en el napoleónico sarcófago que construyó para Cristina y familia, el hoy alicaído Lázaro Báez.

Me llama la atención que todo el manejo del poder vinculado con actitudes corruptas y facialmente demostrables, que dejó atrás el desgobierno de los Kirchner, aparentemente para el Ingeniero y sus colaboradores, no son de primera prioridad como para que la Justicia comience a investigar y finalmente castigue a todos aquellos que han delinquido contar la sociedad argentina, sean kirchneristas o de la contra.

Estas observaciones juegan en mi un peso muy importante, de forma tal que me encantaría equivocarme o no tener la precisa que me dé la razón, mas si fuera que no me equivoco, sería la última gran desilusión que me harían sufrir los políticos de mi país.

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