Por Jorge Omar Alonso.-

En el célebre monólogo, Hamlet se plantea su duda metafísica: «¡Ser, o no ser, es la cuestión!—¿Qué debe más dignamente optar el alma noble entre sufrir de la fortuna impía del porfiado rigor, o rebelarse contra un mar de desdichas, y afrontándolo desaparecer con ellas? Las dudas del Sr. Scioli no son metafísicas. Es la realidad que se le presentó sin aviso. ¿O tal vez pudo haber avizorado algo?

El señor Scioli no ha tenido la dignidad del alma noble de optar por sí mismo, rebelándose «contra el mar de desdichas», y afrontando las consecuencias de un acto noble y «desaparecer con ellas».

Dicen los analistas políticos, por estos días, que la verdadera derrotada en la Provincia fue la presidenta. Mas yo pienso que no; el único derrotado fue el Sr. Scioli, con esa sujeción porfiada al mandato presidencial, del cual no pudo o no quiso desprenderse. No pudo afrontar con dignidad su situación. No supo ser duro de cerviz, sino que más bien siempre la inclinó sin un atisbo de vergüenza propia. Por lo menos, no tuvo la dignidad que mostró en su momento el ministro Randazzo, que supo decirle «no» a la presidenta. El Sr. Scioli es el único derrotado por decisión propia.

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