Por Hernán Andrés Kruse.-

El expresidente Mauricio Macri sólo piensa en su retorno al poder el año próximo. Está convencido que es el máximo referente de la oposición, el único capaz de completar la obra que comenzó en 2015. Cree firmemente que su primer gobierno fue sólo el primer tiempo de un partido que debe completar en 2023. En los últimos días concedió reportajes a Joaquín Morales Solá y Viviana Canosa que corroboran sus ambiciones presidenciales.

En su visita al programa del columnista de La Nación expresó (fuente: Perfil, 24/5/022): “Es un gobierno que ha deteriorado todos los indicadores de la economía, que ha puesto en crisis el funcionamiento de la sociedad porque han saltado todos los límites de vuelta”. “Acá vivimos la suelta de presos y cada uno hace lo que se le ocurre. La deserción frente al narcotráfico ha sido bestial. Ellos se pelean por poder, no por una idea”. “No tiene rumbo, no tiene idea clara. él dice una cosa a la mañana y otra a la tarde todos los días. Ha destruido la palabra presidencial”. “Cristina Kirchner es una víctima más de las promesas de un presidente que no cumple ninguna”. “El control de precios falló hasta con los gobiernos más temidos del mundo. Es una payasada el control de precios. Desde la época de los fenicios, la gente comercia y se defiende de un Estado que la roba. Hay que tener un gobierno responsable y no que le robe el trabajo a la gente con cada vez más impuestos”. “La economía en negro no se sabe en qué niveles está. La gente importa y esconde las importaciones. A pesar de eso, este gobierno está disfrutando la mayor liquidación (de divisas) del campo de la historia. Y no tiene dólares porque han destruido la confianza”. “Siempre se la agarran con el que trabaja y especialmente con el campo. Siempre escupir para arriba. Uno debería darles condiciones para exportar alimentos para 800 millones de personas con más caminos, mejores puertos, más aviones, energía. No han lanzado una obra importante en estos dos años y medio”. Esta gente es tan perversa que ahora quiere cambiar la ilustración de los billetes, como si esto parara la inflación. Lo importante es la inflación, no la ilustración de los billetes. Pero por no haber impreso billetes con mayor denominación, gastaron más de 180 millones de dólares demás en los últimos dos años. Eso son más de 70 escuelas. Cómo la gente no va a tener bronca”.

Días más tarde fue entrevistado por Viviana Canosa. Expresó lo siguiente (Perfil, 26/5/022): “Yo no estoy especulando, no le tengo miedo a una interna ni a una elección”. En referencia a Rodríguez Larreta, Bullrich y Vidal, afirmó que “tienen un largo año para demostrar que pueden llevar adelante el cambio necesario”. “Si veo que alguno expresa realmente un cambio, ahí voy a decir mi opinión”. “No estoy para luchar ambiciones personales”. Al recordar una entrevista que mantuvo siendo jefe del gobierno porteño con la entonces presidenta Cristina Kirchner, aseguró que “nunca vi hablar tan mal a alguien como ella de Alberto Fernández. Barbaridades me dijo de Alberto Fernández porque ella estimaba que los había traicionado a ella y a Néstor”. “El cinismo y la negación de la realidad son características que Cristina Kirchner tuvo siempre”. “Ella inventó este gobierno, puso a este Presidente sin relación con la Argentina, un personaje secundario sin liderazgo propio. Ella tiene que hacerse cargo de lo que hizo”. Sobre la irrupción de Milei en la política, afirmó: “Tenemos diferencias, yo le dije que no me gusta el lenguaje que usa, me parece demasiado violento por momentos. Y creo que hay simplificaciones en las que no hay que caer”. “Valoro que vino a defender ideas por las cuales yo peleo desde hace 18 años; la libertad política junto a política económica”.

Anoche fue entrevistado por el periodista José Del Río, cuyo programa es emitido por La Nación+ (fuente: Perfil, 30/5/022). Respecto al lugar de la UCR en la alianza Juntos y a su aspiración de ejercer un fuerte liderazgo, manifestó: “Es lógico, ¿no? Todos quieren competir y todos los curas quieren ser Papa. Es la naturaleza humana querer superarse y liderar. Lo importante es saber para qué queremos volver al poder, y que haya consistencia, coherencia, mucho diálogo dentro de la coalición, todas cosas que en el vértigo de 2015 no estuvieron”. Y agregó: “Son aspiraciones correctas. Ellos tienen que aportar todas sus capacidades y ser lo más protagonistas que puedan. Creo que para eso existe la PASO y allí la gente podrá elegir entre los radicales, la Coalición Cívica, el Peronismo Republicano y el PRO, y uno conducirá y los demás serán parte de un equipo”. Sobre su presidencia consideró que “no había entonces, siquiera dentro de la coalición, la convicción profunda de los cambios que necesita la Argentina”. “Esta vez, la gente sí va a estar reclamando, no como en 2015, que había un mandato de cambio político, y no económico. Ahora aprendimos que hay una crisis muy dura, con mucha gente que la está pasando muy mal, y esto no termina porque estamos en manos de un desgobierno de Cristina Fernández de Kirchner, que montó este cuento, y nos lleva sin rumbo y sin plan”. Más adelante dijo que está decidido “a defender la República, defender el futuro que nos corresponde, por enfrentar las mafias”. “No me siento en este momento en busca de aspiraciones personales, me siento, más que nunca, que quiero terminar con esta cosas de los privilegios”. Sobre las críticas del presidente a su decisión de tomar deuda en la campaña de 2019 y la política exterior del FdT, fue lapidario con su sucesor: “Pero él es el Presidente que más deuda tomó en la historia. Es récord: más de 30 mil millones de dólares por año. Y nos deja el triple de Leliqs, esto que la gente no entiende, pero que es una bomba”. “Me parece un mamarracho lo que se hace en política exterior”. “Entre 2015 y 2019 tuvimos, quizás, la mejor política exterior de nuestra historia; nunca estuvimos tan en el centro, y el ejemplo de todo eso fue, quizás, el G20”.

Lo primer que llama la atención de los dichos de Macri es la total inexistencia de autocrítica de su gestión como presidente de la nación. Habla como si fuera la primera vez que compite por el máximo cargo político del país y como si tuviera autoridad moral para criticar, muchas veces con justa razón, al lamentable gobierno de Alberto Fernández. No hay que olvidar que Macri fue presidente de la nación entre el 10 de diciembre de 2015 y el 10 de diciembre de 2019. No hay que olvidar que su presidencia fue muy mala. Si estábamos mal a fines de 2015, ni qué hablar cuatro años después. Su paupérrima performance hizo posible el retorno de Cristina al poder. En ambas entrevistas Macri tuvo el tupé de no hacer ningún tipo de referencia a la escalada de la inflación, al incremento de la pobreza y del desempleo, al descontrol cambiario, a la tragedia del ARA San Juan, a la destrucción de la educación pública, a las escuchas ilegales, etc. Si hubo un presidente cínico, mentiroso e inútil fue, precisamente, Mauricio Macri.

Que el gobierno de Macri fue lamentable fue reconocido hasta por el mismísimo diario La Nación. En su edición del 23 de marzo de 2019 publicó un editorial titulado “¡Haga algo, señor presidente!”. Su contenido es por demás elocuente.

“Un obrero de la construcción se encontró con el presidente Macri durante la recorrida de un complejo habitacional en Parque Patricios y le pidió: «Por favor, haga algo por los que laburamos día a día». Dentro de Cambiemos también reclaman que el ajuste sea con crecimiento y no solamente recesivo. Por supuesto, este es el caballito de batalla de la oposición, que aprovecha la debilidad de la coyuntura para levantar la bandera de la reactivación, el empleo y el desarrollo.

Cuando el partido gobernante optó por el «gradualismo», creyendo que podría crecer sin reducir el gasto público, mediante el ingreso de capitales vía créditos externos, era como haber descubierto la piedra filosofal. La solución perfecta para soslayar el peor problema argentino, dejar al peronismo sin argumentos, evitar conflictos callejeros y demostrar que, con buena gestión, era posible reubicar al país entre los primeros del mundo, en forma indolora.

En aquel momento, no había internas y los radicales tocaban el cielo con las manos: tener todos los beneficios del crecimiento, sin «tragarse el sapo» de un ajuste neoliberal. Pero el gradualismo no pudo generar confianza entre los inversores por una sencilla razón: la Argentina no tiene moneda y si no se recrea una demanda de dinero, el mayor gasto, con más deuda, atiza la huida del peso hacia refugios más estables.

Las recetas de lord Keynes pueden funcionar en un contexto recesivo e impulsar los engranajes de la reactivación, cuando la población ahorra y hace cuentas en su propia moneda. Pero no cuando la máquina productiva carece de engranajes y todos piensan en fugarse a una moneda ajena. Ahora que el gradualismo cobra su precio, muchos quieren huir como ratas por tirante. Y los que no huyen critican la firme política monetaria como si hubiese otra opción. Es la prueba de fuego para Macri, de todos lados le piden «¡haga algo, señor Presidente!»

Unos creen que la actividad económica repuntará con subas de salarios y de jubilaciones; otros le dicen que debe expandir los créditos blandos y, otros, que debe subsidiar a las empresas o aliviarles la carga fiscal. En realidad, desde la óptica de la recreación de demanda por la moneda, todas esas alternativas suenan inflacionarias. Son pequeñas «aflojadas» útiles para la política, pero pésimas para el regreso al peso.

La realidad es durísima: no hay reactivación ni crecimiento posibles si no se recupera la voluntad de los argentinos por ahorrar y contar en pesos argentinos. Y eso solo ocurrirá con una ola de confianza. Entretanto, la tasa de interés será del 60% y el riesgo país, de 700 puntos básicos.

¿Confianza en qué? Confianza en que el peso continuará valiendo lo mismo con el tiempo; confianza en que los activos argentinos no se depreciarán con una futura devaluación; confianza en que no habrá congelamiento de depósitos, y en que no habrá canjes forzosos, ni bonos compulsivos, ni cepos, ni corralitos. Para que esa confianza tenga solidez y no se asiente sobre pies de barro es necesario un plan integral que reduzca el gasto público al 30% del PBI y no se mantenga entre bambalinas como un fantasma amenazante que desautorice cualquier intento de estabilización. A estas alturas, todos piden al señor Presidente que «afloje un poco» con la política monetaria como si fuera una opción posible. Tanto los socios díscolos de Cambiemos (y toda la oposición, incluida la racional) parecen ignorar que el nivel de inflación actual de la Argentina nos coloca al borde de la crisis de 1989, que forzó la renuncia anticipada de Raúl Alfonsín. La actual dureza del Banco Central no es una imposición del Fondo Monetario, sino una necesidad para llegar sin repetir aquel trance, hasta que las elecciones develen el futuro.

Ya es tarde para que Macri pueda dar un «shock de confianza» poco antes de las elecciones. No tuvo mayorías parlamentarias al comienzo de su gestión y los tribunales se ocuparon de revertir varios de sus intentos de ajuste. Carece de herramientas para llevar a cero el déficit primario reduciendo gastos: solo mayor presión fiscal, a pesar de que aborrece hacerlo.

Pero es el único candidato que tiene claro el camino: sin moneda, no hay país, no hay crecimiento, no hay empleos, no hay inclusión, ni movilidad social ascendente. Solo pobreza y decadencia. Ninguno de los otros explica cómo logrará revertir el círculo vicioso que nos consume desde hace 70 años: ¿será con un pacto social, como el de 1973, que terminó en el Rodrigazo? ¿Será con exportaciones industriales, como las ventas a Cuba en 1974? ¿O como Bernardo Grinspun en 1984, quien, para fortalecer el mercado interno, aplicó aumentos de salarios, créditos baratos, control de tarifas y tipo de cambio alto? ¿Será importando pollos de Mazzorín o con alegatos emotivos, como aquel ministro que dijo: «Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo»? ¿O se intentará reactivar con la imposición de un nuevo cepo cambiario, la intervención del Indec, la prohibición de exportar alimentos, el abandono de la división de poderes y la «toma» de la Corte Suprema con jueces militantes?

Es cierto que habrá factores externos que darán oxígeno a la economía, sin aflojar el frente fiscal, por el ingreso de divisas del campo o aportes del FMI. Bienvenidos sean. Entretanto, el Presidente solo debe poner como norte un esfuerzo fundacional: la recreación de la moneda nacional, siguiendo el ejemplo de Julio Argentino Roca, en 1881. Para ello, debe transmitir convicciones firmes, que lo distingan de quienes solo proponen castillos de naipes electoralistas que se volarán con las primeras ráfagas de inflación”.

Share