Por Máximo Luppino.-

Por dinero se han cometido los más horrendos crímenes que la humanidad pueda enumerar. Monedas satánicas manchadas de sangre de inocentes condenan el alma de los agresores. A la luz de la historia, bajo la minuciosa lupa del tiempo, los criminales cometen “pésimo negocio” condenados a un indecible futuro por su propio juez aún dormido.

La Comarca Andina se encuentra bajo fuego homicida. Por lo menos cinco focos simultáneos fueron desatados en latitudes diversas, como para asegurar que el infierno malhechor cumpla su diabólico cometido.

El Maitén, El Bolsón, El hoyo, Lago Puelo y demás localidades padecieron la pérdida de más de 200 casas. 1500 pobladores afectados directamente en primera instancia.

Sixto Garcés fue la primera víctima mortal, calcinado su cuerpo junto al de su caballo y perro a dos kilómetros de donde cumplía funciones de puestero de campo.

Defendió su casa y su trabajo, responsable hasta donde pudo y más también. Hasta que las lenguas de fuego envolventes y el tóxico humo negro lo sacaron de su lugar en el mundo. Los malos sentenciaron a muerte a Sixto. Sus animales, sus fieles amigos y compañeros de ruta hacia la inmortalidad, no escucharon el “instinto animal”; más bien, como inmortales soldados en fiel actitud pretoriana, murieron junto a su AMIGO de siempre.

No es justo quedarnos de brazos cruzados ante tanta maldad. Los incendios forestales son en verdad actos terroristas de la mayor horrible criminalidad imaginable. Deben ser castigados con una severidad comparable al insondable daño que causan.

Gobiernos, jueces, policías, ciudadanos, todos debemos comprometernos en profunda hermandad para prevenir estos ataques al planeta y a nuestra gente.

Imaginamos con profundo amor a Sixto Garcés galopar por las celestes praderas del cielo infinito junto a sus laderos de espíritu caballo y perro, mucho más que animales, ya compañeros de ALMA y FUTURO.

Nuestras plegarias deben ser fuertes y profundas para que conmuevan el corazón de piedra insensible de los gobernantes que no quieren entender la profundidad del daño cometido por estos focos ígneos.

DIOS le sonríe a SIXTO que ya cepilló el pelo del digno caballo, para así jugar alegre con el fiel canino envuelto en ladridos de puro placer celestial.

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