Por Juan Manuel Otero.-

Es de público y notorio conocimiento que usted, pese a todo y por una serie de circunstancias que escapan a la lógica elemental, está, aunque en forma inmerecida, en el lugar en el cual siempre soñó estar, sin pensar en absoluto en las trágicas consecuencias que tal decisión tendrá para todos los argentinos. También sabemos que no posee Ud. la mínima capacidad profesional ni moral exigida para acceder a la Primera Magistratura de la Nación.

Pero estamos en la ex República Argentina y estas aberraciones políticas ya no nos sorprenden.

En nuestra historia es probable que no haya habido un solo candidato a importantes cargos electivos, cuyos antecedentes sean tan prístinos y conocidos como los suyos. De algo estamos seguros, usted no será -a diferencia de tantos traidores que nos han engañado- alguien que sorprenda en su conducta, si es que la mala suerte persiste en ensañarse con nuestra Patria.

De Usted todos conocemos todo. Desde sus falsas coronas de laureles en competencias de motonáutica, pasando por el sponsoreo de la petrolera estatal compartida vilmente con el corrupto riojano hasta su concepto del amor filial reflejado en el juicio que debió hacerle la madre de su propia hija en el cual, ante las contundentes pruebas y la inminente sentencia condenatoria, aceptó allanarse y reconocerla tras 19 años de rechazos. El posterior mercadeo publicitario alabando el «reencuentro padre-hija» resultó patético.

Ante estos hechos, su ambivalente domicilio en Capital o Provincia conforme fuera el cargo a que aspiraba, aunque semejan picardías de adolescente, nos hablan de su carencia absoluta de moral.

También es conocida su negativa a indemnizar los daños materiales así como la muerte del encargado del edificio, causados por el incendio de su quincho ilegal, o que su esposa acepte ser la Presidente de la Fundación Banco Provincia habiendo sido declarada deudora incobrable de dicha institución. Un mínimo de ética habría sido declinar el ofrecimiento, pero sabemos que en su familia esa palabra tampoco existe.

Respecto de las obras hídricas de su Provincia, mejor dicho de la falta de obras hídricas, no vale la pena explayarse demasiado. Bien saben Ud. y Karina lo que sus vecinos piensan al respecto. La importante custodia policial fuertemente armada protegiendo su casa lo dice todo. Piense bien en su publicitado proyecto de “desarmar a la policía”, no le haga el juego a los “garantistas”. Estos escraches pueden repetirse y no crea que los militantes saldrán en su defensa, todo lo contrario. Si no me cree analice cómo lo «atiende» su Jefa en estos días.

Los argentinos muertos en las inundaciones de La Plata seguirán en su conciencia. La Suprema Corte Provincial le había intimado, ordenando determinadas e indispensables obras que por supuesto no realizó. Las sentencias de la Corte son apenas anécdotas para los gobiernos peronistas.

De su conducta republicana hablan claramente los siete años sin presentar declaraciones de bienes a la AFIP o exhibirlas como es de rigor. Su patrimonio no concuerda con sus ingresos. Desde su acceso a la función pública los números no cierran. Su respuesta «Mi declaración es pública, la pueden pedir» (1/08/2014) encierra una falsedad que Ud. bien conoce. La Escribanía de Gobierno de la Provincia se ve impedida de publicitarla en cumplimiento de un dictamen de la Asesoría General Bonaerense. Institución que cumple órdenes del Gobernador… O sea, suyas…

¿Qué autoridad moral tiene Ud. para encarar una seria fiscalización?

Y last but not least, Hablemos ahora de su candidato a Vicepresidente, ¿Supone acaso Sr. Scioli que será Ud. quien dirija los destinos de la Patria? ¿Es tan ingenuo? ¿No sacó conclusiones de su experiencia con la intrusión de Mariotto, o la lista de legisladores de La Cámpora? ¿Dejará la Patria, occidental y cristiana, en manos de un acérrimo maoísta con pasado de terrorista?

Porque laderos suyos han echado a correr el comentario de que su mansedumbre es una máscara y que una vez llegado al sillón de Rivadavia cambiará el rumbo. Esto, además de una traición a sus seguidores, es de un infantilismo de alto nivel.

¿O cree que lo dejarán gobernar libremente?

En honor a la brevedad le pido por favor que lo medite. Tal vez llegue a la conclusión de que una decisión sabia y patriótica es el único camino que le queda:

RENUNCIE A SU CANDIDATURA.

Sólo así será recordado, aunque por sea un único gesto patriótico.

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